Feb
25
¿Que pinta el Azar en todo esto?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Extinciones ~ Comments (1)
Sí, la Naturaleza nos muestra constantemente su poder. Fenómenos que no podemos evitar y que nos hablan de unos mecanismos que no siempre comprendemos. Nuestro planeta por ejemplo, se comporta como si de un ser vivo se tratara, la llaman Gaia y realiza procesos de reciclaje y renovación por medio de terremotos y erupciones volcánicas, Tsunamis y tornados debastadores que cambian el paisaje y nosotros, lo único podemos hacer es acatar el destino que ignoramos de lo que está por venir.
El mundo nos parece un lugar complicado. Sin embargo, existen algunas verdades sencillas que nos parecen eternas, no varían con el paso del tiempo (los objetos caen hacia el suelo y no hacia el cielo, el Sol se levanta por el Este, nunca por el Oeste, nuestras vidas, a pesar de las modernas tecnologías, están todavía con demasiada frecuencia a merced de complicados procesos que producen cambios drásticos y repentinos. La predicción del tiempo atmosférico es más un arte que una ciencia, los terremotos y las erupciones volcánicas se producen de manera impredecible y aparentemente aleatoria, los cambios en las Sociedades fluctuan a merced de sucesos que sus componentes no pueden soportar y exigen el cambio.
La mente humana es de tal complejidad que no hemos podido llegar a comprender su funcionamiento. ¿Por qué unas personas tienen una gran facilidad para tocar el piano, otros para comprender las matemáticas complejas y algunos para ver lo que nadie ha sido capaz de detectar en el ámbito de la Naturaleza, pongamos por ejemplo un paisaje, o, llegar a comprender fenómenos físicos que configuran el mundo, el Universo y la vida?
Es precisamente a escala humana, donde se dan las características (posiblemente) más complejas del Universo, las que se resisten más a rendirse ante métodos y reglamentos fijos que las pretenda mantener estáticas e inamovibles por el interés de unos pocos. Las Sociedades son dinámicas en el tiempo y en el espacio y, su natural destino es el de evolucionar siempre, el de buscar las respuestas a cuestiones patra ellas desconocidas y que al estar inmersas en el corazón de la Naturaleza, se sirven de la Ciencia para poder llegar al lugar más secreto y arrancar esas respuestas que tánto, parecen necesitar para continuar hacia el futuro.
Claro que, ese futuro, no depende de esas Sociedades Humanas que de alguna manera, están a merced de sucesos como aquel de Yucatán, cuando al parecer, hace ahora 65 millones de años, perecieron los Dinosaurios que reinaron en el Planeta durante 150 millones de años hasta que llegó aquél fatídico (para ellos) pedrusco que, en realidad, posibilitó nuestra llegada.
Aquellos terribles animales que poblaban la Tierra hubiera hecho imposible nuestra presencia en el planeta. Formas de vida incompatibles con nuestra especie que desaparecieron -según parece- por causas naturales venidas del espacio exterior para que más tarde, pudiéramos nosotros hacer acto de presencia en el planeta que nos acoge.
Aquello se considera una extinción masiva ocurrida en la Tierra, algo tan claramente reflejado en el registro fósil que se utiliza para marcar el final de un período de tiempo geológico, el Cretáseo, y el comienzo de otro, el Terciario. Puesto que la “C” ya se ha utilizado como inicial en un contexto similar en relación con el período Cámbrico, este marcador se suele denominar frontera K-T, con una “K” de Kreide, que es el nombre del Cretáceo en alemán. No fueron solos los dinosaurios los que resultaron afectados, aunque son los que aparecen con mayor protagonismo en los relatos populares cuando se habla de este desastre.
Esqueletos de dinosaurios expuestos en el Museo Real de Ontario, Canadá.
Alrededor del 70 por ciento de todas las especies que vivían en la Tierra al finales del cretáceo habian desaparecidos a principios del Terciario, lo cual indica que se trató realmente de una “extinción en masa” y explica por qué los geólogos y los paleontólogos utilizan la frontera K-T como un marcador importante en el registro fósil. Dadas las dificultades que plantean unas pruebas de tiempos tan remotos, y la lentitud con la que se acumulan los estratos geológicos, todo lo que podemos decir realmente sobre la velocidad a la que se produjo aquella extinción es que sucedió en menos de unas pocas decenas de miles de años, pero en ningún caso durante muchos millones de años; sin embargo, esto se considera un cambio brusco en relación con la escala de tiempo utilizada en geología.
Las preguntas obvias que esto plantea son las mismas que surgen tras un gran terremoto -por qué sucedió, y si podría suceder de nuevo y, en su caso, cuándo- En el caso del suceso K-T hay un candidato muy adecuado para ser el desencadenante que hizo que la extinción se produjera, por ejemplo, hace 60 0 55 millones de años. Los restos del enorme cráter que data justo de entonces ha sido descubierto bajo lo que es ahora la península de Yucatán, en Méjico, y por todo el mundo se han hallado estratos de hace 65 millones de años que contienen restos de iridio, un metal pesado que es raro en la corteza terrestre, pero del que sabemos que es un componente de algunos tipos de meteoritos. La capa de iridio es tan delgada que tuvo que depositarse en menos de 10.000 años (quizá mucho menos), lo cual es coherente con la teoría de que el suceso K-T fue desencadenado en su totalidad, de manera más o menos instantánea, por un gran golpe que llegó del espacio interestelar.
La catástrofe está servida
No sería difícil explicar por que pudo suceder todo esto. La energía cinética contenida en un impacto de este calibre sería equivalente a la explosión de unos mil millones de megatoneladas de TNT y arrojaría al espacio unos detritos en forma de grandes bloques que se desplazarían siguiendo trayectorias balísticas (como las de los misiles balísticos intercontinentales) y volverían a entrar en la atmósfera por todo el globo terráqueo, difundiendo calor y aumentando la temperatura en todas las regiones. Se produciría un efecto de calentamiento de 10 kilovatios por cada metro cuadrado de la superficie terrestre durante varias horas, un fenómeno que ha sido descrito gráficamente por Jay Melosh. A continuación, unas diminutas partículas de polvo lanzadas al interior de la parte superior de la atmósfera se extendería alrededor del todo el planeta y, combinada con el humo de todos los incendios desencadenados por el “asado a la parrilla”, bloquearían el paso de la luz del Sol, causando la muerte de todas las plantas que dependían de la fotosíntesis y congelando temporalmente el planeta.
Si el planeta se congela, ¿Dónde nos meteremos? ¿Cuántas criaturas tendrán la oportunidad de sobrevivir?
Hay pruebas de que, en épocas pasadas, la Tierra sufrió visitas inesperadas desde el espacio que trajo muerte y desolación. Hace unos 35 millones de años, la Tierra soportó unos impactos parecidos sin que se produjera una extinción del calibre del suceso K-T. Aunque los factores desencadenantes tengan la misma magnitud. Por otra parte, existen pruebas de que los Dinosaurios y otras especies estaban ya en decadencia en los dos últimos millones de años del Cretáceo. Parece que los grandes lagartos habían experimentado altibajos durante los 150 millones de años que se pasaron vagando por la Tierra. Hay opiniones para todos y algunos dicen que su desaparición se debió, en realidad, al aumento del Oxígeno en nuestra atmósfera.
El suceso K-T es en realidad sólo una entre cinco catástrofes similares (en la medida en que afectó en aquella época a la vida en la Tierra) a las que los geólogos denominan en conjunto las “cinco grandes” -y no es en absoluto la mayor-. Cada una de ellas se utiliza como marcador entre períodos geológicos y todas han sucedido durante los últimos 600 millones de años.
La razón por la que nos centramos en este pasado geológico relativamente reciente es que fue en esa época cuando los seres vivos desarrollaron por primera vez algunas características, tales como las conchas, que podían fosilizarse fácilmente, dejando rastros que pueden reconocerse en los estratos que se estudian en la actualidad.
Nuevas especies de fósiles de invertebrados marinos, que vivieron hace 465 millones de años, se han hallado en diversos yacimientos de la provincia de Ciudad Real en España, y, por todas partes del mundo, si se profundiza en la Tierra, se encuentran fósiles y conchas de tiempos pasados. En la imagen recreada arriba se recoge el descubrimiento especies nuevas, de animales marinos con concha que han posibilitado su hallazgo después de tantos millones de años.
Pero centrémonos en las “cinco grandes extinciones” que, tomándolas cronológicamente se produjeron hace unos 440 millones de años (que marcaron la frontera entre los períodos Ordovícico y Silúrico), hace 360 millones de años (entre el Devónico y el Carbonífero), 250 millones de años (entre el Pérmico y el Triásico), 215 millones de años (en la frontera entre el Triásico y el Jurásico) y 65 millones de años (en la frontera K-T).
Millones de años
Intensidad de la extinción marina a través del tiempo. El gráfico azul muestra el porcentaje aparente (no el número absoluto) de los géneros de animales marinos extintos durante un determinado intervalo de tiempo. Se muestran las ultimas cinco grandes extinciones masivas.
Hay otras muchas extinciones en el registro fósil pero, las más importantes son las mencionadas. La más espectacular de todas ellas es el suceso que tuvo lugar hace unos 250 millones de años, al final del Pérmico. Se extinguieron al menos el 80 por ciento, y posiblemente hasta el 95 por ciento, de todas las especies que vivían en nuestro planeta en aquellos tiempos, tanto en la tierra como en los océanos, y lo hizo durante un intervalo de menos de 100.000 años. Sin embargo, dado que también se calcula que el 99 por ciento de todas las especies que han vivido en la Tierra se han extinguido, esto significa que son el doble las que han desaparecido en sucesos de -aparente- menor importancia.
La cuestión que nos intriga es si las extinciones en masa son realmente acontecimientos especiales, de carácter diferente al de las extinciones de menor importancia, o si son el mismo tipo de suceso, pero a gran escala -¿son las extinciones de vida en la Tierra unos hechos cuya naturaleza es independiente de su magnitud, como los terremotos y todos los demás fenómenos que la Naturaleza nos envía periódicamente que dan lugar a catástrofes y pérdidas de muchas vidas? La respuesta sincera es “no lo sabemos”, pero hay bastantes evidencias como para intuir que ésta es una posibilidad muy real.
El logotipo del Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria es un globo terráqueo sobre el que aparece la letra V y sobre ella otra pequeña tierra y el acrónimo VHEMT de Voluntary Human Extinction Movement.
Gracias a un meticuloso trabajo de investigación de Jack Sepkoski, de la Universidad de Chicago que, pudo trazar un gráfico en el que mostraba como ha fluctuado durante los últimos 600 millones de años el nivel de extinciones que se produjo en cada intervalo de cuatro millones de años.
Extinciones segun Sepkoski
El gráfico nos muestra que la muerte de los dinosaurios fue también la muerte de los invertebrados marinos. La pregunta que se puede plantear es que clase de aleatoriedad es ésta, si realmente son sucesos aleatorios. Resulta que es una ley potencial -nuestro viejo amigo, el ruido 1/f-. El origen de esta señal aleatoria, de enorme interés por su ubicuidad y propiedades matemáticas, sigue siendo un misterio, a pesar de la atención que se le ha dedicado.
Ahora bien, no parece probable que todas las extinciones de vida que han sucedido en la Tierra hayan tenido como causa impactos procedentes del espacio. Lo que parece estar diciéndonos el registro fósil es que las extinciones se producen en todas las escalas, todos los tiempos, y que (como en el caso de los terremotos) puede producirse una extinción de cualquier magnitud en cualquier época. Algunas extinciones podrían ser desencadenadas por impactos de meteoritos; otras, por períodos glaciares. Una cosa sí que nos queda clara: es necesario un gran desencadenante para que ocurra un gran suceso, y, no podemos olvidar que estamos inmersos en un Sistema Complejo -la vida en la Tierra- que es auto-organizador, se alimenta a partir de un flujo de energía, y existe al borde del Caos. Si comprendemos eso, estaremos preparados para entender lo que todo esto significa para la vida en sí misma, siempre expuesta a las fuerzas del Universo.
Por otra parte, a lo largo de nuestra Historia hemos conocido situaciones de muertes masivas como por ejemplo: La Peste de la Guerra del Peloponeso (430 a.C.), La Plaga Antonina (165 y 180), La Plaga de Justiniano (541 y 542), La Peste Negra (1348 y 1350), o, La Gripe Española (1918) y, todas ellas son en realidad de origen desconocido. Esto me lleva a pensar que la Tierra, nuestro planeta, viaja por el espacio como una gran nave espacial y recorre regiones interestelares en las que no sabemos qué puede haber, y, ¿quién puede negar que al atravesar esas regiones, no estén presenten en esas esporas fuertemente acorazadasa contra la radiación que, atravesando la atmósfera terrestre se instalen tan ricamente en nuestro mundo para florecer y sembrar la muerte entre nosotros? Lo cierto es que son muchas las cosas que no sabemos.
De todas las maneras, no podemos negar que grandes cambios nos acechan y, como la medida del “tiempo” es distinta para la escala humana que para la del Universo, en cualquier momento podrá tener lugar un acontecimiento de índole diversa (la caída de un meteorito, una pandemia debastadora, cataclismos tectónicos de gran magnitud, explosiones supernovas de inmensa intensidad que barra nuestra atmósfera y siembre de radiación el planeta…) que vendrá a transformar todo lo que nosotros consideramos importante y que, para la Naturaleza, no es nada.
De todas las maneras, en una cosa sí tenemos que estar de acuerdo: ¡La vida! Esa cosa tan frágil pero tan fuerte, se ha resistido a desaparecer a lo largo de los millones de años que lleva en el planeta y, eso nos lleva a sospechar que, lo mismo habrá sucedido en otros lugares y la Vida, debe estar por todas partes… ¡A pesar de todo!
emilio silvera
La fuente de la mayor parte del contenido de este trabajo, hay que buscarla en los pensamientos del maestro J. Gribbin, un Astrofísico de nuestro tiempo.
Jul
11
La Tierra, en el preludio de su sexta extinción masiva
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Extinciones ~ Comments (0)
Un estudio muestra cómo el impacto humano está provocando un drástico descenso de las poblaciones de especies animales en todo el planeta
La tala de bosques tropicales ha contribuido a la disminución de la población en muchos animales, incluido el gibón de Borneo – Gerardo Ceballos
Hace un par de años, un amplio grupo de investigadores de universidades e instituciones científicas de distintos países advertía en la prestigiosa revista Science de que la Tierra ha entrado en una era de extinción masiva sin precedentes desde que los dinosaurios desaparecieron hace unos 66 millones de años, cuando un gran meteorito golpeó lo que hoy es la península del Yucatán en México. Pero esta vez, la sexta en toda la historia del planeta, es el ser humano el que está provocando la gran destrucción. Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el fantasma de la extinción se aparece al 41% de todas las especies de anfibios y al 26% de todos los mamíferos debido a la pérdida de hábitat, la sobreexplotación, los organismos invasivos, la contaminación y el cambio climático.
Dos especies de vertebrados se extinguen cada año como promedio, pero nadie se pone de luto porque el cachorrito enano de Potosí ya no se encuentre en la naturaleza. Investigadores de la Universidad de Stanford en EE.UU. y la Nacional Autónoma de México creen que mucha gente no se da cuenta de la amenaza que supone la pérdida de biodiversidad porque no afecta directamente a sus vidas o creen que no es para tanto. Por ese motivo, han publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) un estudio que mira más allá de las extinciones puntuales de especies para proporcionar una imagen clara de cuáles son las poblaciones animales que descienden en todo el mundo. Y la conclusiones son aterradoras.
«Es una aniquilación biológica que ocurre a nivel mundial, aunque las especies a las que pertenecen estas poblaciones todavía están presentes en algún lugar de la Tierra», dice Rodolfo Dirzo, profesor de biología en Stanford y coautor del estudio.
Los investigadores recogieron datos de 27.600 especies de aves, anfibios, mamíferos y reptiles -una muestra que representa casi la mitad de las especies de vertebrados terrestres conocidas- y de 177 mamíferos bien estudiados entre 1990 y 2015.
El estudio encontró que más del 30% de las especies de vertebrados está disminuyendo en tamaño de población y rango geográfico. De entre los mamíferos, todos han perdido el 30% o más de sus hábitats y casi la mitad ha perdido más del 80%. Las regiones tropicales han tenido el mayor número de especies decrecientes, mientras que las regiones templadas han visto proporciones similares o mayores. Los mamíferos del sur y sudeste de Asia, donde todas las especies grandes de mamíferos analizados han perdido más del 80% de sus rangos geográficos, han sido especialmente afectados.
Los mapas del estudio sugieren que hasta el 50% del número de animales que una vez compartieron la Tierra han desaparecido, al igual que miles de millones de poblaciones de animales. Esto equivale a «una erosión masiva de la mayor diversidad biológica en la historia de la Tierra», escriben los autores.
«La pérdida masiva de poblaciones y especies refleja nuestra falta de empatía con todas las especies silvestres que han sido nuestros compañeros desde nuestros orígenes», dice el autor principal del estudio, Gerardo Ceballos, de la Universidad Nacional Autónoma de México. «Es un preludio a la desaparición de muchas más especies y al declive de los sistemas naturales que hacen posible la civilización».
Superpoblación humana y consumo excesivo
¿Por qué es importante la pérdida de poblaciones y de diversidad biológica? Aparte de ser lo que los científicos llaman un preludio a la extinción de especies, «las pérdidas nos roban servicios cruciales como la polinización de las abejas, el control de plagas y la purificación de los humedales», explican los investigadores. «También perdemos intrincadas redes ecológicas que involucran animales, plantas y microorganismos, lo que conduce a ecosistemas menos resistentes y lagunas de información genética que pueden resultar vitales para la supervivencia de las especies en un entorno mundial que cambia rápidamente».
Muchos son los factores que nos empujan hacia un final poco halagüeño
«Tristemente, nuestros descendientes también tendrán que prescindir de los placeres estéticos y las fuentes de imaginación proporcionados por nuestros únicos homólogos vivos conocidos en el universo», dice Paul Ehrlich, de Stanford.
Mientras tanto, continúan los autores, el alcance general de las pérdidas de población deja claro que el mundo no puede esperar para abordar el daño a la biodiversidad. Por ese motivo, piden restricciones sobre los impulsores básicos de la extinción -la superpoblación humana y el consumo excesivo- y desafían a la sociedad a alejarse de «la ficción de que el crecimiento perpetuo puede ocurrir en un planeta finito».
Jun
13
“El ser humano está detonando la sexta gran extinción”
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Entrevista, Extinciones ~ Comments (0)
ENTREVISTA
Georgina Mace, catredática de Ecología del University College de Londres
Georgina Mace, en la sede de la Fundación BBVA. JAVI MARTÍNEZ
Georgina Mace es una referencia mundial en el estudio de la vida. En la actualidad es Catedrática de Biodiversidad y Ecosistemas en el University College de Londres y directora del Centro para la Investigación de la Biodiversidad y el Medioambiente de esta misma institución. Pero su labor investigadora también la ha llevado a dirigir el área científica de la Sociedad Zoológica de Londres, a ser miembro de la Royal Society británica o a presidir la Sociedad para la Biología de la Conservación con sede en Washington. Además, su trabajo ha sido clave para establecer los criterios que utiliza la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) para incluir especies en su Lista Roja de especies amenazadas. Acaba de visitar Madrid para presidir el jurado del Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación de la Fundación BBVA, concedido la semana pasada al ecólogo finlandés Ilkka Hanski.
- ¿Está el planeta sufriendo su sexta gran extinción?
- Es una pregunta interesante. Yo creo que todas las evidencias indican que estamos a punto de la sexta gran extinción. Todas las cinco extinciones previas del pasado estuvieron causadas por el sistema terrestre o por efectos extraterrestres, pero esta que estamos viviendo está causada por nosotros, por la gente. Si miras a la tasa de extinción de especies se está acercando a lo que definimos como una extinción en masa. Si seguimos por el mismo camino que llevamos en la actualidad, entraremos definitivamente en una extinción en masa, en la sexta gran extinción, pero es una elección de las personas que vivimos en el planeta hoy en día que podamos contener o incluso revertir esa tendencia
- ¿Todavía estamos a tiempo?
- Creo que tenemos tiempo de contener la extinción en masa. En este momento, la tasa de pérdida de biodiversidad está aumentando año a año. En mi opinión, lo que podemos hacer es mantener ese nivel actual, de modo que habría que frenar la tasa de aumento y quizá en un par de décadas podamos revertir la tendencia. Porque lo que no podemos hacer es devolver a la Tierra especies que ya se han extinguido.
- Seremos 9.000 millones de personas en 2050. ¿Es preciso frenar la superpoblación?
- El impacto del ser humano sobre el medio ambiente es una combinación de dos cosas: el número de personas y la forma en la que viven sus vidas. Importa cuántos somos y cómo consumimos. Si miramos el equilibrio entre estas dos cosas, la vía más rápida de revertir la forma en la que la gente impacta en la Tierra es deteniendo nuestra destructiva forma de consumo. Y no es algo muy complicado de hacer. Vivimos vidas realmente derrochadoras e ineficientes desde un punto de vista medioambiental. Si somos capaces de separar la calidad de vida y un desarrollo basado en el crecimiento de nuestro impacto sobre el medio ambiente, entonces podremos mantener a más personas en la Tierra. Actuar sobre cómo vivimos nuestras vidas es para mí la primera prioridad. Por supuesto, a largo plazo también necesitamos abordar el problema del número de personas sobre la Tierra. No hay ninguna duda de que todos y cada uno de los problemas ambientales sería más sencillo de solucionar si hubiese menos gente en el planeta. Pero ese es un problema muy difícil de abordar rápidamente. Tiene que ver con las decisiones individuales, con las libertades, valores culturales,… No creo que tengamos que meternos inmediatamente con el tamaño de la población mundial, sería mejor comenzar con el consumo y con aspectos culturales muy sencillos: educar a las mujeres, luchar contra la pobreza, eliminar subsidios perversos que fomentan la destrucción de la naturaleza. Serían medidas fáciles y baratas que se podrían hacer, pero a largo plazo sí habría que reducir la tasa de crecimiento de la población de todas formas.
- Ciudades masificadas en todo el mundo
- ¿Qué pasa con los países en desarrollo que quieren vivir como los ciudadanos de EEUU o de Europa?
- Hay muy buenas evidencias de que las mejoras en nuestra calidad de la vida, como el aumento de ingresos o el acceso a la educación a un sistema de salud, han ocurrido mientras la tasa de nacimientos descendía. Así que esta transición demográfica que ha vivido Europa en los últimos 50 años está provocada por una mejora de las condiciones sociales. Abordando el problema a través de la justicia social, reducción de la pobreza o igualdad de derechos probablemente tenga un impacto a largo plazo para reducir la superpoblación.
- ¿Sería partidaria de un gran acuerdo global sobre la biodiversidad similar al que se ha alcanzado en París para frenar el cambio climático?
- Hay una Convención sobre la Diversidad Biológica auspiciada por las Naciones Unidas, no tiene la misma consideración que la de Cambio Climático, pero la mayoría de los países son miembros. Y tiene una serie de objetivos para la biodiversidad que deberían cumplirse por todos los países para el año 2020, como educación ambiental u otros más específicos como frenar el crecimiento de la tasa de extinción o aumentar las superficies protegidas. Creo que hay objetivos que están bien, pero desafortunadamente todo indica que no se van a lograr. Pero también tenemos los Objetivos para el Desarrollo Sostenible firmados en Nueva York en 2015, es el sustituto de los Objetivos de Milenio. Es mucho más amplio que el de la biodiversidad, aborda todo lo referente al desarrollo sostenible. Y para mi este es el trabajo más importante que tenemos por delante para los próximos cinco años, establecer ese puente entre el desarrollo y la defensa del medio ambiente.
- ¿Necesitamos objetivos vinculantes?
- En los últimos 20 o 30 años, desde la primera Cumbre de la Tierra de 1992, ha habido muchos intentos de hacer objetivos internacionales vinculantes, pero todos ellos se han ido a pique en la fase política. Ahora, mi impresión es que este problema se está agravando, que las posibilidades de que los políticos se vuelquen con estos objetivos vinculantes es menor hoy que en 1992. Soy más optimista con algo como lo que ha sucedido en París: un reconocimiento global de todos los países del mundo de que el cambio climático es un problema que tenemos que limitar. Eso permite comenzar procesos nacionales y movimientos en la sociedad civil para actuar.
- ¿El acuerdo de París afectará positivamente a la biodiversidad?
- Eso espero. Aunque no creo que haya sido un documento especialmente bueno para la biodiversidad. Estoy un poco preocupada por que se haya focalizado sólo en el clima y se haya olvidado del resto del medio ambiente. Y el acuerdo tiene implícita la idea de la geoingeniería, que tendrá un efecto sobre las especies. Necesitamos pensar en la biodiversidad junto con el clima.
- Se acaba de votar en el Parlamento Europeo la revisión de las directivas clave para la biodiversidad, ¿se está retrocediendo en la ambición de la UE?
- Hay dos narrativas diferentes. La primera es que la UE ha sido muy buena para la conservación de la biodiversidad, que ha puesto en marcha una batería legislativa muy potente para proteger el medio ambiente. Y yo creo que ha sido genial. Pero está habiendo un gran retroceso, en Reino Unido lo hay. Parece que la defensa del medio ambiente se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento económico. Necesitamos ver el medio ambiente como necesario para un crecimiento justo e igualitario y no como un obstáculo. Europa es un continente muy poblado. Tenemos que encontrar nuevas formas para hacer sostenibilidad ambiental más allá de las áreas protegidas.
- ¿Sabe cuál será el coste económico que podría tener no actuar contra la pérdida de biodiversidad?
- Mucha gente lo ha intentado estimar, pero es muy difícil porque muchos de los costes son complicados de transformar en valores monetarios. Los cálculos indican que el coste de esa pérdida de biodiversidad pueden ser desde el doble hasta 100 veces lo que pagamos por ella.
- Hablamos de biodiversidad y pensamos en ballenas y tigres, pero, ¿la crisis de biodiversidad afecta a otras especies ‘invisibles’?
- ¡Claro! ¡Los polinizadores! Y toda la red de plantas e invertebrados que permiten mantener ese equilibrio entre las plagas agrícolas, vida salvaje, polinizadores… Damos eso por asegurado, pero en la actualidad ese sistema está muy perturbado. En parte porque los insecticidas también afectan a especies salvajes de plantas e insectos. La otra cosa que es muy importante y que nadie piensa en ello es la biodiversidad del suelo. Ellos son los causantes de la descomposición de la materia orgánica que aporta todo los nutrientes. Hemos añadido a los suelos tantos aditivos químicos en las últimas décadas que hemos cambiado radicalmente esa biota. Es un tema muy importante que no nos estamos tomando suficientemente en serio.
- ¿Cómo de importante es esta sexta gran extinción comparada con las previas cinco?
- Es muy importante para la gente, porque en las anteriores los seres humanos aún no existían.
- ¿Cuántas especies podrían desaparecer?
- Hay unas 7 millones de especies en la Tierra, la gran mayoría invertebrados y microorganismos de los cuales no se sabe demasiado. Si nos centramos en las especies en las que la gente suele pensar, los vertebrados: pájaros, mamíferos, reptiles, anfibios…, unas 60.000 especies de ellos han sido evaluadas por la IUCN por su riesgo de extinción. En esos grupos, el 10% de las cerca de 10.000 especies de aves que hay en todo el mundo está en peligro de extinción; en mamíferos, que hay unas 5.000 especies, el 25% está amenazado de extinción y en anfibios, de los que hay 5.000 especies, el 30% está en riesgo de desaparecer. El total es una cifra enorme de especies en la cuerda floja. Cuando miramos a los invertebrados, las plantas, los microorganismos… es muy difícil llegar a una estimación rigurosa. Solemos fijarnos sólo en el peligro de extinción, pero en muchas ocasiones el problema más importante es la pérdida de abundancia de estas especies. Estamos perdiendo vida salvaje mucho más rápido de lo que estamos perdiendo especies y es debido a que las estamos arrinconando en áreas cada vez más pequeñas.
Fuente: Noticias de Prensa
Feb
12
“El ser humano está detonando la sexta gran extinción”
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Extinciones ~ Comments (0)
ENTREVISTA
Georgina Mace, catredática de Ecología del University College de Londres
Georgina Mace, en la sede de la Fundación BBVA. JAVI MARTÍNEZ
Georgina Mace es una referencia mundial en el estudio de la vida. En la actualidad es Catedrática de Biodiversidad y Ecosistemas en el University College de Londres y directora del Centro para la Investigación de la Biodiversidad y el Medioambiente de esta misma institución. Pero su labor investigadora también la ha llevado a dirigir el área científica de la Sociedad Zoológica de Londres, a ser miembro de la Royal Society británica o a presidir la Sociedad para la Biología de la Conservación con sede en Washington. Además, su trabajo ha sido clave para establecer los criterios que utiliza la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) para incluir especies en su Lista Roja de especies amenazadas. Acaba de visitar Madrid para presidir el jurado del Premio Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación de la Fundación BBVA, concedido la semana pasada al ecólogo finlandés Ilkka Hanski.
- ¿Está el planeta sufriendo su sexta gran extinción?
- Es una pregunta interesante. Yo creo que todas las evidencias indican que estamos a punto de la sexta gran extinción. Todas las cinco extinciones previas del pasado estuvieron causadas por el sistema terrestre o por efectos extraterrestres, pero esta que estamos viviendo está causada por nosotros, por la gente. Si miras a la tasa de extinción de especies se está acercando a lo que definimos como una extinción en masa. Si seguimos por el mismo camino que llevamos en la actualidad, entraremos definitivamente en una extinción en masa, en la sexta gran extinción, pero es una elección de las personas que vivimos en el planeta hoy en día que podamos contener o incluso revertir esa tendencia.
- ¿Todavía estamos a tiempo?
- Creo que tenemos tiempo de contener la extinción en masa. En este momento, la tasa de pérdida de biodiversidad está aumentando año a año. En mi opinión, lo que podemos hacer es mantener ese nivel actual, de modo que habría que frenar la tasa de aumento y quizá en un par de décadas podamos revertir la tendencia. Porque lo que no podemos hacer es devolver a la Tierra especies que ya se han extinguido.
- Seremos 9.000 millones de personas en 2050. ¿Es preciso frenar la superpoblación?
- El impacto del ser humano sobre el medio ambiente es una combinación de dos cosas: el número de personas y la forma en la que viven sus vidas. Importa cuántos somos y cómo consumimos. Si miramos el equilibrio entre estas dos cosas, la vía más rápida de revertir la forma en la que la gente impacta en la Tierra es deteniendo nuestra destructiva forma de consumo. Y no es algo muy complicado de hacer. Vivimos vidas realmente derrochadoras e ineficientes desde un punto de vista medioambiental. Si somos capaces de separar la calidad de vida y un desarrollo basado en el crecimiento de nuestro impacto sobre el medio ambiente, entonces podremos mantener a más personas en la Tierra. Actuar sobre cómo vivimos nuestras vidas es para mí la primera prioridad. Por supuesto, a largo plazo también necesitamos abordar el problema del número de personas sobre la Tierra. No hay ninguna duda de que todos y cada uno de los problemas ambientales sería más sencillo de solucionar si hubiese menos gente en el planeta. Pero ese es un problema muy difícil de abordar rápidamente. Tiene que ver con las decisiones individuales, con las libertades, valores culturales,… No creo que tengamos que meternos inmediatamente con el tamaño de la población mundial, sería mejor comenzar con el consumo y con aspectos culturales muy sencillos: educar a las mujeres, luchar contra la pobreza, eliminar subsidios perversos que fomentan la destrucción de la naturaleza. Serían medidas fáciles y baratas que se podrían hacer, pero a largo plazo sí habría que reducir la tasa de crecimiento de la población de todas formas.
- Ciudades masificadas en todo el mundo
- ¿Qué pasa con los países en desarrollo que quieren vivir como los ciudadanos de EEUU o de Europa?
- Hay muy buenas evidencias de que las mejoras en nuestra calidad de la vida, como el aumento de ingresos o el acceso a la educación a un sistema de salud, han ocurrido mientras la tasa de nacimientos descendía. Así que esta transición demográfica que ha vivido Europa en los últimos 50 años está provocada por una mejora de las condiciones sociales. Abordando el problema a través de la justicia social, reducción de la pobreza o igualdad de derechos probablemente tenga un impacto a largo plazo para reducir la superpoblación.
- ¿Sería partidaria de un gran acuerdo global sobre la biodiversidad similar al que se ha alcanzado en París para frenar el cambio climático?
- Hay una Convención sobre la Diversidad Biológica auspiciada por las Naciones Unidas, no tiene la misma consideración que la de Cambio Climático, pero la mayoría de los países son miembros. Y tiene una serie de objetivos para la biodiversidad que deberían cumplirse por todos los países para el año 2020, como educación ambiental u otros más específicos como frenar el crecimiento de la tasa de extinción o aumentar las superficies protegidas. Creo que hay objetivos que están bien, pero desafortunadamente todo indica que no se van a lograr. Pero también tenemos los Objetivos para el Desarrollo Sostenible firmados en Nueva York en 2015, es el sustituto de los Objetivos de Milenio. Es mucho más amplio que el de la biodiversidad, aborda todo lo referente al desarrollo sostenible. Y para mi este es el trabajo más importante que tenemos por delante para los próximos cinco años, establecer ese puente entre el desarrollo y la defensa del medio ambiente.
- ¿Necesitamos objetivos vinculantes?
- En los últimos 20 o 30 años, desde la primera Cumbre de la Tierra de 1992, ha habido muchos intentos de hacer objetivos internacionales vinculantes, pero todos ellos se han ido a pique en la fase política. Ahora, mi impresión es que este problema se está agravando, que las posibilidades de que los políticos se vuelquen con estos objetivos vinculantes es menor hoy que en 1992. Soy más optimista con algo como lo que ha sucedido en París: un reconocimiento global de todos los países del mundo de que el cambio climático es un problema que tenemos que limitar. Eso permite comenzar procesos nacionales y movimientos en la sociedad civil para actuar.
- ¿El acuerdo de París afectará positivamente a la biodiversidad?
- Eso espero. Aunque no creo que haya sido un documento especialmente bueno para la biodiversidad. Estoy un poco preocupada por que se haya focalizado sólo en el clima y se haya olvidado del resto del medio ambiente. Y el acuerdo tiene implícita la idea de la geoingeniería, que tendrá un efecto sobre las especies. Necesitamos pensar en la biodiversidad junto con el clima.
- Se acaba de votar en el Parlamento Europeo la revisión de las directivas clave para la biodiversidad, ¿se está retrocediendo en la ambición de la UE?
- Hay dos narrativas diferentes. La primera es que la UE ha sido muy buena para la conservación de la biodiversidad, que ha puesto en marcha una batería legislativa muy potente para proteger el medio ambiente. Y yo creo que ha sido genial. Pero está habiendo un gran retroceso, en Reino Unido lo hay. Parece que la defensa del medio ambiente se ha convertido en un obstáculo para el crecimiento económico. Necesitamos ver el medio ambiente como necesario para un crecimiento justo e igualitario y no como un obstáculo. Europa es un continente muy poblado. Tenemos que encontrar nuevas formas para hacer sostenibilidad ambiental más allá de las áreas protegidas.
- ¿Sabe cuál será el coste económico que podría tener no actuar contra la pérdida de biodiversidad?
- Mucha gente lo ha intentado estimar, pero es muy difícil porque muchos de los costes son complicados de transformar en valores monetarios. Los cálculos indican que el coste de esa pérdida de biodiversidad pueden ser desde el doble hasta 100 veces lo que pagamos por ella.
- Hablamos de biodiversidad y pensamos en ballenas y tigres, pero, ¿la crisis de biodiversidad afecta a otras especies ‘invisibles’?
- ¡Claro! ¡Los polinizadores! Y toda la red de plantas e invertebrados que permiten mantener ese equilibrio entre las plagas agrícolas, vida salvaje, polinizadores… Damos eso por asegurado, pero en la actualidad ese sistema está muy perturbado. En parte porque los insecticidas también afectan a especies salvajes de plantas e insectos. La otra cosa que es muy importante y que nadie piensa en ello es la biodiversidad del suelo. Ellos son los causantes de la descomposición de la materia orgánica que aporta todo los nutrientes. Hemos añadido a los suelos tantos aditivos químicos en las últimas décadas que hemos cambiado radicalmente esa biota. Es un tema muy importante que no nos estamos tomando suficientemente en serio.
- ¿Cómo de importante es esta sexta gran extinción comparada con las previas cinco?
- Es muy importante para la gente, porque en las anteriores los seres humanos aún no existían.
- ¿Cuántas especies podrían desaparecer?
- Hay unas 7 millones de especies en la Tierra, la gran mayoría invertebrados y microorganismos de los cuales no se sabe demasiado. Si nos centramos en las especies en las que la gente suele pensar, los vertebrados: pájaros, mamíferos, reptiles, anfibios…, unas 60.000 especies de ellos han sido evaluadas por la IUCN por su riesgo de extinción. En esos grupos, el 10% de las cerca de 10.000 especies de aves que hay en todo el mundo está en peligro de extinción; en mamíferos, que hay unas 5.000 especies, el 25% está amenazado de extinción y en anfibios, de los que hay 5.000 especies, el 30% está en riesgo de desaparecer. El total es una cifra enorme de especies en la cuerda floja. Cuando miramos a los invertebrados, las plantas, los microorganismos… es muy difícil llegar a una estimación rigurosa. Solemos fijarnos sólo en el peligro de extinción, pero en muchas ocasiones el problema más importante es la pérdida de abundancia de estas especies. Estamos perdiendo vida salvaje mucho más rápido de lo que estamos perdiendo especies y es debido a que las estamos arrinconando en áreas cada vez más pequeñas.
Fuente: Noticias de Prensa