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¿Por qué es difícil viajar a Marte? II (Desde la NASA)

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Marte    ~    Comentarios Comments (1)

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                              Fotograma de la película ‘Marte’ (‘The Martian’). EM

¿Por qué es difícil ir a Marte? (II)

 

En la pasada entrada contextualizamos el problema de una misión humana a Marte para apreciar la dimensión del desafío que supone. Como vimos, la principal razón que la hace difícil es la enorme distancia que nos separa de ese planeta, lo que implica que la misión tendría una duración total de aproximadamente 2 años y medio. En esta entrada vamos a concretar cómo se plantea hoy en día esta misión, tomando como ejemplo la oportunidad para el año 2037.

Según está propuesto en la actualidad, para completar una misión humana a Marte serán necesarias 3 naves: dos de carga y una para la tripulación. Una de las naves de carga transportará a Marte el hábitat que albergará a la tripulación durante su estancia de 539 días en la superficie marciana. Este hábitat se denomina SHAB (Surface Habitat), y es ahí donde Mark Watney, el protagonista de ‘Marte’ The Martian, trata de sobrevivir en solitario.

 

 

 

 

La otra nave de carga es el denominado ‘vehículo de descenso y ascenso’, o DAV (Descent and Ascent Vehicle). El DAV es la nave a bordo de la que la tripulación, una vez acabada su estancia en Marte, abandonará este planeta, y es, por tanto, la nave que utiliza la tripulación al principio de la película para abortar su estancia en la superficie marciana en medio de una feroz tormenta de arena.

La nave con la tripulación es conocida como ‘vehículo de transferencia para Marte’, o MTV (Mars Transfer Vehicle), y es la que se encargará de transportar a la tripulación en sus dos trayectos interplanetarios: el de ida a Marte y el de regreso a la Tierra (las naves de carga solo tienen tiques de ida).

 

 

 

Concepto de vehículo de transferencia de tripulación para Marte. Fuente: NASA.

 

Estas tres naves habrán de ensamblarse en una órbita baja alrededor de la Tierra antes de ser enviadas por separado a Marte, pero estos ensamblajes y envíos se harán en tiempos distintos. Las naves de carga (SHAB y DAV) serán las primeras en ser ensambladas, y serán lanzadas al planeta rojo dos años antes que el MTV con la tripulación. ¿Por qué dos años? Porque es aproximadamente cada dos años que se da la posición relativa precisa entre Marte y la Tierra que permite que entre ambos planetas se pueda volar una trayectoria por la que se minimiza la cantidad de combustible a utilizar. Esto es de gran importancia porque son muchas las toneladas de combustible que se necesitan para hacer posible una misión así, como veremos luego.

 

 

 

Concepto de nave de carga para Marte. Fuente: NASA.

 

Una vez ensamblada cualquiera de estas tres naves en órbita alrededor de la Tierra, cada una de ellas es lanzada desde ahí hacia Marte a través del encendido de sus motores durante un corto espacio de tiempo. La nave es así acelerada hasta adquirir la velocidad necesaria para abandonar la influencia gravitatoria terrestre y dirigirse hacia Marte a lo largo de una trayectoria interplanetaria que es, en realidad, una órbita elíptica alrededor del Sol y cuyo punto más lejano intersectará con el paso de Marte por ese punto en el momento preciso. Cuando la velocidad deseada ha sido alcanzada, los motores se apagan y permanecen así durante toda la travesía (se encenderán en algún momento para hacer alguna corrección en la trayectoria). A pesar de encender los motores durante un corto espacio de tiempo, del orden de pocos minutos o decenas de minutos, la cantidad de combustible que se utiliza es enorme (decenas de toneladas).

Este lanzamiento hacia Marte desde una órbita baja alrededor de la Tierra se denomina ‘inyección transmarciana’, y nos referimos a él como TMI (Trans-Mars Injection). Nótese que al regreso de la tripulación desde Marte, el mismo proceso ocurrirá desde allí en sentido inverso: desde una órbita alrededor de Marte, la nave encenderá sus motores por un corto espacio de tiempo en lo que se denomina ‘inyección transterrestre’, o TEI (Trans-Earth Injection).

 

 

 

 

Una vez llegada una nave a las proximidades de Marte, esta debe frenarse para quedar capturada en una órbita alrededor de ese planeta desde donde acometer las siguientes operaciones. Esta maniobra de frenado se denomina ‘inserción en órbita marciana’, o MOI (Mars Orbit Insertion). El MOI puede hacerse de forma propulsada, encendiendo los motores otro corto espacio de tiempo, o de forma aeroasistida, utilizando la atmósfera marciana para frenar la nave en una maniobra llamada ‘aerocaptura’. Esta última opción se ha propuesto solo para las naves de carga de forma que sería mucho el combustible que se ahorraría en la misión. El problema es que nunca se ha volado una aerocaptura hasta la fecha, con lo que esta capacidad habría de ser demostrada antes. El SHAB (la nave portando el hábitat) permanecerá en órbita alrededor de Marte a la espera de la tripulación, pero el DAV (vehículo de descenso y ascenso) descenderá a la superficie marciana de forma autónoma.

 

 

Resultado de imagen de El DAV será la nave de ascenso que utilizará la tripulación en su día para despegar de la superficie al acabar su estancia en el planeta rojo

 

 

El DAV será la nave de ascenso que utilizará la tripulación en su día para despegar de la superficie al acabar su estancia en el planeta rojo. Con objeto de ahorrar el combustible necesario para ese lanzamiento, se propone que el DAV no porte el combustible con él, sino que lo produzca en Marte, in situ. Y es que sería prohibitiva la masa de una nave que descendiera a la superficie de Marte con el combustible para el lanzamiento posterior de 6 personas al finalizar su estancia allí. De hecho, se propone que el DAV no solo produzca in situ el combustible, siendo el metano/oxígeno la opción preferida, sino que también produzca el oxígeno, nitrógeno y el agua necesarios para la tripulación. Esta es otra área que precisa investigación y desarrollo tecnológico.

Dos años después de haber enviado las dos naves de carga, y después de comprobar que los consumibles (combustible, aire, agua) hayan sido producidos en Marte y de que todo allí funcione correctamente, la tripulación será lanzada finalmente al planeta rojo desde la Tierra. Una vez en órbita alrededor de Marte, el MTV (la nave en la que viaja la tripulación) se encontrará con el SHAB, que lo espera en órbita alrededor de Marte. Los astronautas pasarán al SHAB y procederán a bordo de esta nave al descenso a la superficie, donde aterrizarán a una corta distancia del DAV.

 

        Ejemplo de misión a Marte propuesta para la oportunidad de 2037. Fuente: NASA.

El descenso a Marte de naves de tanta masa es a día de hoy un problema no resuelto. Hasta la fecha se han enviado a Marte vehículos exploradores y aterrizadores de muy poca masa. El principal problema reside en que la atmósfera marciana es muy tenue y no consigue frenar una nave de reentrada lo suficiente sin necesidad de emplear retropropulsión supersónica o enormes superficies de frenado si la nave es lo suficientemente masiva. La tecnología a día de hoy permite como máximo aterrizar en Marte masas de alrededor de una tonelada, un valor muy lejano de las naves de varias decenas de toneladas que habrá que poder aterrizar en una misión humana, por lo que nuevas técnicas y tecnologías deberán también ser desarrolladas para este propósito, un área de investigación en el que personalmente trabajo parcialmente en la actualidad.

Después de los 539 días de estancia en Marte, la tripulación será lanzada en la etapa de ascenso del DAV al encuentro del MTV, que habrá permanecido en órbita alrededor de Marte todo ese tiempo. Una estancia tan larga en Marte sería necesaria a la espera de que la posición relativa entre este planeta y la Tierra fuera óptima para el regreso con un mínimo gasto de combustible, lo que ahorra el envío de ingentes cantidades de combustible. Una vez transferidos al MTV, se procederá a la inyección transterrestre por la que los astronautas regresarán a casa unos 200 días después, para acabar haciendo una reentrada en la atmósfera de la Tierra a bordo de una cápsula Orion, la cual está siendo desarrollada en la actualidad.

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Muchas personas me preguntan si sería posible reducir la estancia en Marte. Efectivamente, la estancia podría reducirse a tiempos de entre 30 y 90 días; pero, en ese caso, los tránsitos interplanetarios habrían de ser muy largos, de mas de 200 días de ida y de unos 400 días de vuelta; requiriendo, además, maniobras de asistencia gravitatoria en el camino; de otra manera, el coste sería prohibitivo. Se favorece la opción de viajes cortos y estancias largas para reducir la exposición de la tripulación a la radiación. Estando en Marte, el mismo planeta bloquea el 50% de la radiación a la que estarían expuestos los astronautas, ademas de que ciertas medidas de protección serian mas fáciles de implantar.

Como se ha dicho constantemente, las masas involucradas en una misión humana a Marte son enormes. Un elemento que contribuye significativamente a esto es el combustible, y es por esta razón que se ha propuesto la opción de utilizar propulsión nuclear-térmica en lugar de propulsión química, tal y como ha sido el caso en todas las misiones tripuladas hasta la fecha. Esta no es una decisión baladí ya que el ahorro en combustible entre una opción y otra es de unas 400 toneladas; esto es, aproximadamente la masa de una Estación Espacial Internacional (ISS). Para poner esto en perspectiva, apuntemos que se precisaron 10 años para ensamblar la ISS y algo más de una treintena de lanzamientos (aunque de menor capacidad que el Saturno V).

Según se estima en la actualidad, para llevar a cabo una única misión a Marte habrá que lanzar al espacio desde la Tierra un total de 850 toneladas en caso de que se utilice propulsión nuclear-térmica, o 1.250 toneladas en caso de utilizar propulsión química. Esto son 2 o 3 Estaciones Espaciales Internacionales. Asumiendo que un cohete lanzador de prestaciones similares al Saturno V de las misiones lunares puede emplazar 120 toneladas en una órbita baja alrededor de la Tierra, el número de lanzamientos requeridos en una sola misión humana a Marte sería aproximadamente de 7 u 11, dependiendo del tipo de combustible, y asumiendo que todos los elementos necesarios puedan ponerse en órbita con un lanzador así. El envió de la tripulación precisaría de un lanzamiento especifico a bordo de un cohete de menor capacidad, por ejemplo, y es posible que ciertas tareas de ensamblaje puedan requerir asistencia humana también.

Existen muchas variaciones en las arquitecturas propuestas para misiones tripuladas a Marte pero lo expuesto aquí refleja lo que viene a ser la arquitectura de referencia que se considera hoy en día. En cualquier caso, la envergadura de una misión humana a Marte es sobrecogedora. Espero que estas dos ultimas entradas hayan ayudado a entender un poco mejor la magnitud de una empresa tan ambiciosa y compleja. Las dificultades técnicas, operativas y tecnológicas que encierra no son para nada triviales, y resulta imposible siquiera mencionarlas todas en una entrada de un blog. Se requiere aún el desarrollo de tecnologías inexistentes en la actualidad para llevar a cabo una misión así, y muchas de las cuestiones planteadas no están aún resueltas. Aún estamos lejos de poder enviar seres humanos a Marte, pero también hace un siglo se estuvo muy lejos de alcanzar el espacio y la Luna. Estoy seguro de que el ser humano llegará a Marte algún día si así lo desea, pero creo, y esta es una opinión estrictamente personal, que ese día está más lejos de lo que muchos puedan pensar.

Fuente: NASA

El planeta Marte que nos sigue ilusionando

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ASTRONOMíA, CIENCIA, TECNOLOGíA

El arquitecto de moda en la Tierra ya imagina la vida en Marte

 

Por Pedro García Campos | 21-12-2017

Bjarke Ingels

      Bjarke Ingels

Arquitecto fundador de BIG

 

Lo que de verdad emociona a Bjarke Ingels, uno de los arquitectos más famosos e influyentes en la actualidad, es jugar. Jugar en la acepción más pura de la palabra, como lo hacen los niños, convirtiendo el juego en una aventura, un objeto de invención y un sentido que da dirección a la vida. Así, con ese espíritu innovador y curioso, afronta sus proyectos: “Por supuesto que hay un tipo de componente infantil en todo esto -aseguraba en una entrevista sobre su trabajo para la web SSense-. Cuando eres un niño no sueñas con llegar a ser un arquitecto, tu sueño es convertirte en astronauta. Pero también me gusta esta idea de que la arquitectura es inventar cómo hacer el planeta más habitable para la vida humana. No solo tenemos que trepar a un árbol o encontrar una cueva. Podemos construir nuestro propio árbol o nuestra propia cueva. Así es que… ¿a qué tipo de árbol nos gustaría subirnos?”.

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El nuevo proyecto del estudio de Ingles es una ciudad que se construirá en mitad del desierto simulando estar en Marte. De esta forma unirá ese sueño infantil de viajar al espacio con una profesión, la arquitectura, que define como “el arte y la ciencia de convertir la ficción en realidad”. Como realidad son ya algunos de los edificios más emblemáticos del urbanismo actual (la sede de Lego en Dinamarca, o la futura de Google en California), salidos de la imaginación de este danés considerado por muchos el genio arquitectónico del siglo XXI. Su filosofía siempre a la vanguardia, está expuestas en la web de BIG (Bjarne Ingels Group), el estudio al que da nombre: “Históricamente, la arquitectura ha sido dominada por dos extremos opuestos: una vanguardia repleta de ideas alocadas, lo que ha originado desde filosofía a misticismo, y los bien organizados consultores corporativos que edifican cajas de alta calidad predecibles y aburridas. La arquitectura parece atrincherada: ingenuamente utópica o petrificantemente pragmática. Nosotros creemos que hay una tercera vía entre estos opuestos diametrales: una arquitectura pragmático-utópica que crea lugares perfectos social, económica y medioambientalmente como un objetivo práctico. En BIG estamos dedicados a invertir en la coincidencia entre lo radical y la realidad. En todas nuestras acciones intentamos mover el foco de los pequeños detalles a la gran (BIG) imagen.”

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De todas las maneras, Marte es actualmente un planeta inhóspito, y vivir siempre confinados…

Esa gran imagen saldrá, según la revista Rolling Stone, de la cabeza de Ingels, a quien calificó como “el hombre que construye el futuro”. Parte de ese porvenir pasa por la expansión de nuestra especie a otros planetas y, en concreto, a Marte, una posibilidad que cada vez parece más cercana. ¿Y cómo serán nuestras primeras ciudades allí? La respuesta del danés aparece alejada de los mamotretos metálicos que hemos visto en las películas de ciencia ficción: “Por supuesto, la gente no quiere vivir en una lata de conservas, asegura. Así que si vamos a ir a Marte debemos tratar de crear un ambiente que podamos disfrutar. Queremos tener acceso a plantas, a parques, a la luz del sol, a un aire respirable, a un rango de temperaturas aceptable”. Mars Science City, la ciudad que ha proyectado para ser construida en los Emiratos Árabes Unidos, responde a esta inquietud: se trata de varias cúpulas de plástico inflable y ultraligero, que cubrirán edificaciones levantadas sobre el suelo y construcciones subterráneas. La idea de Ingels es que, a nuestra llegada a Marte, en lugar de trasladar materiales -lo que resultaría muy costoso- seamos capaces de aprovechar los que ya existen en el planeta para construir a través impresión 3D y ayudados por la robótica. Mars Science City, que cuenta con una financiación inicial de 150 millones de dólares por parte de los Emiratos, es una propuesta original y arriesgada. La única vía posible si, como asegura Ingels, nos atrevemos a innovar de verdad: “No estamos recreando algo que siempre ha estado allí. Estamos dando forma a un futuro que nunca ha existido”.

Edición: Pedro García Campos | Mikel Aguirrezabalaga
Texto: José L. Álvarez Cedena

Marte tuvo agua suficiente para cubrir todo el planeta

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Hoy sabemos, gracias a las diversas sondas enviadas al planeta Marte, que en su pasado el agua fue abundante y oceános e inmensos lagos adornaron aquel planeta ahora yermo y con el agua en estado de congelación (al menos en la superficie. Es posible que en el subsuelo pueda existir agua líquida que posibilite alguna clase de vida bacteriana, de hongos y liquenes.

 

La NASA dibuja un océano con condiciones para la vida durante 1.500 millones de años.

 

Si alguna vez llegamos a decubrir alguna clase de vida en Marte la dejaremos allí, traerla a la Tierra sería peligroso, y, no es nada recomendable jugar con ciertas cosas.

 

 

 

Los científicos de la NASA Gerónimo Villanueva y Michael Mumma explican su hallazgo. / NASA

 

Hace 4.500 millones de años, nuestro vecino en el universo  (el planeta Marte), albergó suficiente agua como para cubrir todo el planeta con un mar extenso pero superficial, con una profundidad media de sólo 137 metros, según anuncia hoy la NASA.

Las implicaciones son monumentales. Se sabía que el planeta había tenido agua, pero no cuánta ni por cuánto tiempo. “Marte fue húmedo durante unos 1.500 millones de años, mucho más tiempo del que fue necesario para que surgiera vida en la Tierra”, explica Gerónimo Villanueva, un ingeniero argentino de la NASA que ha encabezado al equipo de científicos que ha reconstruido el pasado marciano.

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Hay muchas pruebas de la presencia de agua en Marte. La misión Mars Express (ESA) encontró en enero de 2004 hielo de agua y de dióxido de carbono en el polo Sur de Marte, así como, un mar congelado cerca del ecuador en febrero de 2005. Los rovers de la NASA llamados Spirit y Opportunity encontraron evidencias de la presencia en el pasado marciano de grandes mares de agua líquida en la superficie. Pocos expertos en geofísica marciana dudan de que hace 3.500 millones de años en Marte hubo grandes lagos o mares que provocaron riadas e inundaciones que dieron lugar a cuencas fluviales. Incluso hay expertos que proclaman que hubo agua suficiente para crear enormes océanos que cubrieron gran parte de la superficie del planeta.

Imagen relacionada

El grupo de Villanueva ha empleado los tres telescopios de infrarrojos más potentes del mundo, incluyendo el observatorio europeo en el desierto de Atacama (Chile), para hacer “fotografías” de la atmósfera de Marte. Gracias a la precisión de los aparatos, los científicos han podido analizar durante seis años la proporción de dos tipos de moléculas de agua: la familiar H2O y su versión HDO, en la que aparece una variante más pesada del hidrógeno, el deuterio.

El balance entre estas dos moléculas es revelador. Mientras la versión pesada queda atrapada en el ciclo del agua marciano, la versión ligera tiende a escapar al espacio. Observando la proporción de cada uno de los dos tipos presente en los casquetes de hielo de los polos marcianos, los científicos pueden calcular la velocidad a la que Marte pierde agua y, por tanto, rebobinar para saber cuánta agua hubo en sus orígenes.

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La vida en la Tierra surgió en solo 800 millones de años, la mitad del tiempo en el que Marte fue húmedo

 

El retrato del planeta hace 4.500 millones se publica hoy en la revista Science y muestra que nuestro vecino era rojo, pero también azul. El agua, con un volumen comparable al océano Ártico terrestre, no se repartía de manera uniforme por todo el planeta, sino que se concentraba en las hundidas planicies del hemisferio Norte. “Era un océano poco profundo, 1,6 kilómetros como mucho, similar al mar Mediterráneo”, señala Villanueva, nacido en Mendoza hace 36 años.

Eran 20 millones de kilómetros cúbicos de agua líquida, el sustrato de la vida. En la misma época, en la misma agua y en el mismo rincón del universo, en la Tierra surgía la vida, hace al menos 3.500 millones de años, cuando accidentalmente se formó una molécula que era capaz de hacer copias de sí misma. La hipótesis de la comunidad científica es que en Marte pudo ocurrir lo mismo. Ahora, gracias a Villanueva, sabemos que la sopa marciana en la que pudo aparecer la vida duró entre 1.000 y 1.500 millones de años. En la Tierra bastaron 800 millones.

Filosilicatos... en Nili Fossae
Figura 1: Filosilicatos destacados en morado y azul en las paredes de Nili Fossae, un antiguo cañón en las tierras altas de Marte. (NASA/JPL/JHUAPL/University of Arizona/Brown University)

Los datos del argentino muestran que Marte ha perdido el 87% del agua de sus océanos primitivos. El 13% restante se congeló sobre los polos Sur y Norte. Pero los nuevos mapas de la atmósfera marciana elaborados por la NASA sugieren otra posibilidad excitante. Revelan la existencia de microclimas, con diferentes proporciones de los dos tipos de agua, pese a que el planeta es mayoritariamente desértico. “Son variaciones muy sorprendentes, que pueden significar que hay reservas de agua bajo la superficie de Marte”, apunta Villanueva.

El ingeniero recuerda que la misión europea ExoMars planea aterrizar en Marte en 2018, con un taladro de dos metros. Si se confirma la existencia de agua subterránea, facilitaría el envío de astronautas al planeta rojo. El agua no solo sirve para beber, sino que con la tecnología adecuada se puede emplear para obtener hidrógeno como combustible de la nave de regreso o para dar energía a una colonia de humanos.”

    Las huellas que podemos ver hoy, nos hablan de un pasado con agua abundante

Hasta aquí el Reportaje publicado en el País en el que me he tomado el atrevimiento de adornar con varias imágenes acordes a los textos, y, desde luego, lo que hace algunos millones de años fue aquel planeta, ahora mediante el estudio lo podemos saber pero… ¿Seguirá existiendo alguna clase de vida en Marte?

El cañón natural más grande del Sistema solar

Tal y como fueron las cosas allí, es lógico pensar que, en alguna parte tendrá que estar, al menos una parte de las inmensas cantidades de agua que existía en aquel planeta. Me gustaría hacer una visita a esas ingentes cuevas, grutas y galerias que el muy activo pasado volcánico de Marte orado en el subsuelo.

En esos lugares alejados de la superficie que recibe una intensa radiación nosiva para la vida, a más profundidad y con mayor temperatura, el agua podría estar corriendo y, de hecho, en muchas imágenes de las fotografías enviadas por los ingenios espaciales allí presentes, se ve como el agua aflora desde el subsuelo.

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Siendo así (que lo es), la vida, auque en forma de líquenes, hongos, bacterias…etc., podría estar tan ricamente instalada en ecosistemas nuevos alejados del nefasto suelo que, al no estar presevado por una densa atmósfera como en la Tierra… No es el lugar más adecuado para que la vida prolifere.

emilio silvera

Seguimos mirando hacie el futuro

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El Marte

La tecnología que nos falta para colonizar Marte

Si todo va bien, nuestra especie planea viajar a Marte en los próximos 20 años. Ya la NASA planea la primera expedición a más tardar en 2030. Sin embargo, no todo está listo para conquistar el planeta rojo.

El portal ruso PopMech enumera las 10 tecnologías que necesitaremos en primer lugar para esto.

  • Extractores de agua

El cráter Worcester
© Foto: ESA

Aunque recientemente se descubrió que existe agua en Marte en forma líquida, los futuros astronautas y colonos tendrán en cualquier caso la necesidad de extraer agua congeladadel suelo marciano.

Para eso habría que excavarla o evaporarla con microondas. Tecnologías similares ya han sido probadas en la Tierra, pero las pruebas en Marte serán fundamentales.

  • Escafandras

Una larga permanencia en Marte requerirá trajes espaciales más avanzados que los que tenemos en este momento.

Vídeo: Boeing presenta su novedoso traje espacial

Deben ser mucho más sencillos y a la vez proporcionar una protección fiable contra la radiación, así como ayudar a adaptarse a la fuerza de gravedad inusual, sobre todo después de un largo vuelo espacial.

  • Naves espaciales

 

 

 

Descubre la aeronave con la que la NASA pretende conquistar Marte
© YouTube/ NASA Langley Research Center

Para llegar a Marte se requerirá mucho más esfuerzo que para mantener dos naves en la órbita de la Tierra o incluso aterrizar en la Luna.

Por el momento, la NASA está desarrollando y probando la nave espacial polivalente Orion, capaz de realizar tanto vuelos no tripulados como controlados a la Luna y Marte con una tripulación de cuatro personas.

El primer vuelo no tripulado tuvo lugar en 2014, y con tripulación está previsto para 2017.

La agencia rusa Roscosmos tampoco descarta que alguna de las modificaciones de su futura nave espacial Federatsia —sucesora del veterano Soyuz— se use para los viajes a Marte.

  • Combustible

 

 

A pesar de todas las ventajas, las naves espaciales siguen siendo bastante pequeños, y para un viaje de un mes a Marte será necesario conectar a él un ‘módulo residencial’ para los astronautas. Para esta máquina, se necesita una enorme reserva de combustible.

Se prevé contrarrestarlo con un motor de energía solar, que está en desarrollo, pero incluso si son exitosas las pruebas, se quedará muy por debajo de la potencia del motor de combustión convencional. En consecuencia, el vuelo a Marte tomará mucho más tiempo.

  • Equipo para el amartizaje

La atmósfera marciana es única y esto crea problemas únicos para la humanidad. Sabemos cómo aterrizar naves en la Tierra con una atmósfera densa, y sabemos cómo alunizar en la Luna, donde la atmósfera está ausente, pero Marte es algo promedio.

La seguridad del amartizaje en el planeta rojo de momento no puede ser garantizada, y por lo tanto se realizan docenas de pruebas de varios sistemas de frenos y paracaídas.

  • Agricultura

La técnica de cultivo de patatas, descrita en la película “El marciano”, fue reconocida por los expertos de la NASA como una posibilidad, aunque lejos de ser ideal. El suelo marciano, saturado con óxidos de hierro, no es adecuado para la agricultura.

Los colonos tendrán que usar hidroponía o agua reciclada para mejorar las posibilidades de que los cultivos sobrevivan.

Vea también: ¿Cómo cultivar papas en Marte?

Además, Marte recibe un 40% menos de luz solar que la Tierra, lo que también dificulta el crecimiento de la vegetación.

  • Robots

Para facilitar a los astronautas y colonos la construcción de una infraestructura en Marte, sería bueno enviar una nave con suministros y robots de construcción ya en la primera expedición.

Actualmente, se están desarrollando varios tipos de robots adecuados para esta tarea, incluidos los humanoides.

Vea más: La NASA abre un concurso de robótica para enviar un androide a Marte

  • Las viviendas

La tarea de diseñar las casas en Marte es similar a la de los trajes espaciales: deben proteger contra la radiación y las tormentas de polvo, así como tener en cuenta las peculiaridades de la gravedad.

En ellas habrá que cultivar las primeras plantas y criar los animales. Por último, deben ser lo suficientemente cómodas para que los astronautas y los colonos puedan pasar mucho tiempo en ellas.

  • Embarazo y maternidad

Las relaciones sexuales entre los astronautas están prohibidas, pero si surge una verdadera colonia en Marte, ya eso no podrá evitarse.

El embarazo y el nacimiento de niños en tales condiciones pueden conducir a muchos problemas, asociados principalmente con la radiación de gran alcance y con un campo gravitacional débil.

Se debe considerar cómo proteger al feto de la radiación peligrosa y cuidar del desarrollo del niño en las condiciones de una colonia extraterrestre.

  • El camino a casa

La famosa iniciativa privada Mars One prevé la colonización del planeta rojo con un solo viaje de ida, sin regreso. Pero las misiones más detalladamente planeadas sí que requieren la posibilidad de volver a la Tierra.

En este sentido, la misión de la NASA supone el regreso a la Tierra con la ayuda de la nave especializada Earth Return Vehicle, que orbitará Marte, esperando el final de la expedición para devolver a los astronautas a su hogar.

Otra idea, la de la empresa aeronáutica Lockheed Martin, prevé empezar los estudios en Marte con una estación orbital, que servirá también como una posible ‘ruta de salida’ para la futura expedición.

En términos generales, así son los retos tecnológicos más destacados ante el audaz viaje, que a veces no figuran en las propuestas de las empresas aeronáuticas.

Fuiente: NASA

El viejo sueño de vivir en Marte

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El ambicioso plan de la NASA para convertir a Marte en un planeta habitable

 

La agencia espacial presentó su osado proyecto que implica el lanzamiento de un inmenso escudo magnético que protegería al planeta rojo. “Si se puede lograr, la colonización humana no estaría muy lejos”, aseguraron.

Los detalles del proyecto que busca volver a Marte un planeta habitable (iStock)

Los detalles del proyecto que busca volver a Marte un planeta habitable (iStock)

Marte, en los últimos años, se convirtió en la gran obsesión espacial. Científicos especializados en la materia estudian las formas por las que se podría llegar, luego vivir y, por último, las letales secuelas que dejaría la experiencia. El último proyecto de la NASA para volver habitable el planeta rojo llamó la atención por su ambición y osadía.

Hace alrededor de 4.200 millones de años, el campo magnético que protegía la atmósfera de Marte desapareció en forma repentina, lo que tiempo después provocó que su ambiente dejara de ser cálido y húmedo para convertirse en un desierto inhabitable, frío y árido, que dificulta las futuras misiones espaciales, pensadas para a partir de 2030.

Sin embargo, la NASA aparenta tener la solución. La agencia pretende lanzar un gigantesco escudo magnético al espacio para proteger a Marte de los vientos solares. De esa forma, aseguran que podrían restaurar su atmósfera y convertir el ambiente marciano para que el agua líquida fluya sobre la superficie otra vez.

 

 

La NASA pretende lanzar un inmenso escudo magnético al espacio (IStock)

La NASA pretende lanzar un inmenso escudo magnético al espacio (IStock)

Jim Green, director de la División de Ciencias Planetarias de la NASA, sostuvo que lanzar una “magnetosfera artificial” en el espacio entre Marte y el Sol podría, llegado el caso, proteger al planeta rojo.

En un documento que acompañó la presentación del proyecto, los investigadores escribieron: “Esta solución elimina muchos de los procesos de erosión del viento solar que ocurren con la ionosfera y la atmósfera superior del planeta, permitiendo que la atmósfera marciana crezca en presión y temperatura a lo largo del tiempo“.

Si bien el equipo reconoce que el concepto puede sonar “fantasioso”, apuntan a que estudios recientes ofrecen un aval científico al proyecto. Puntualmente, resaltaron la investigación existente sobre la magnetosfera en miniatura que se lleva a cabo para proteger astronautas y naves espaciales de la radiación cósmica. Intuyen que la misma tecnología, en una escala mayor, podría ser utilizada para salvaguardar Marte.

 

Resultado de imagen de La magnetósfera artificial protegería a Marte de la radiación y el viento solar

 

La magnetósfera artificial protegería a Marte de la radiación y el viento solar (Istock)

El punto estratégico de colocación del escudo sería Lagrange L1, un sitio espacial ubicado entre el planeta y el sol en el que el objeto podría quedar estacionado. Allí, formaría una gran magnetosfera artificial encargada de protegerlo de la potente radiación y el viento solar.

El equipo de la NASA a cargo del proyecto es optimista. Cree que se puede lograr reestablecer al menos una séptima parte de los océanos que, millones de años atrás, cubrieron el planeta rojo. “Si esto se puede lograr, la colonización humana de Marte no estaría muy lejos”, resaltaron.