Fotograma de la película ‘Marte’ (‘The Martian’). EM
¿Por qué es difícil ir a Marte? (II)
En la pasada entrada contextualizamos el problema de una misión humana a Marte para apreciar la dimensión del desafío que supone. Como vimos, la principal razón que la hace difícil es la enorme distancia que nos separa de ese planeta, lo que implica que la misión tendría una duración total de aproximadamente 2 años y medio. En esta entrada vamos a concretar cómo se plantea hoy en día esta misión, tomando como ejemplo la oportunidad para el año 2037.
Según está propuesto en la actualidad, para completar una misión humana a Marte serán necesarias 3 naves: dos de carga y una para la tripulación. Una de las naves de carga transportará a Marte el hábitat que albergará a la tripulación durante su estancia de 539 días en la superficie marciana. Este hábitat se denomina SHAB (Surface Habitat), y es ahí donde Mark Watney, el protagonista de ‘Marte’ The Martian, trata de sobrevivir en solitario.
La otra nave de carga es el denominado ‘vehículo de descenso y ascenso’, o DAV (Descent and Ascent Vehicle). El DAV es la nave a bordo de la que la tripulación, una vez acabada su estancia en Marte, abandonará este planeta, y es, por tanto, la nave que utiliza la tripulación al principio de la película para abortar su estancia en la superficie marciana en medio de una feroz tormenta de arena.
La nave con la tripulación es conocida como ‘vehículo de transferencia para Marte’, o MTV (Mars Transfer Vehicle), y es la que se encargará de transportar a la tripulación en sus dos trayectos interplanetarios: el de ida a Marte y el de regreso a la Tierra (las naves de carga solo tienen tiques de ida).
Concepto de vehículo de transferencia de tripulación para Marte. Fuente: NASA.
Estas tres naves habrán de ensamblarse en una órbita baja alrededor de la Tierra antes de ser enviadas por separado a Marte, pero estos ensamblajes y envíos se harán en tiempos distintos. Las naves de carga (SHAB y DAV) serán las primeras en ser ensambladas, y serán lanzadas al planeta rojo dos años antes que el MTV con la tripulación. ¿Por qué dos años? Porque es aproximadamente cada dos años que se da la posición relativa precisa entre Marte y la Tierra que permite que entre ambos planetas se pueda volar una trayectoria por la que se minimiza la cantidad de combustible a utilizar. Esto es de gran importancia porque son muchas las toneladas de combustible que se necesitan para hacer posible una misión así, como veremos luego.
Concepto de nave de carga para Marte. Fuente: NASA.
Una vez ensamblada cualquiera de estas tres naves en órbita alrededor de la Tierra, cada una de ellas es lanzada desde ahí hacia Marte a través del encendido de sus motores durante un corto espacio de tiempo. La nave es así acelerada hasta adquirir la velocidad necesaria para abandonar la influencia gravitatoria terrestre y dirigirse hacia Marte a lo largo de una trayectoria interplanetaria que es, en realidad, una órbita elíptica alrededor del Sol y cuyo punto más lejano intersectará con el paso de Marte por ese punto en el momento preciso. Cuando la velocidad deseada ha sido alcanzada, los motores se apagan y permanecen así durante toda la travesía (se encenderán en algún momento para hacer alguna corrección en la trayectoria). A pesar de encender los motores durante un corto espacio de tiempo, del orden de pocos minutos o decenas de minutos, la cantidad de combustible que se utiliza es enorme (decenas de toneladas).
Este lanzamiento hacia Marte desde una órbita baja alrededor de la Tierra se denomina ‘inyección transmarciana’, y nos referimos a él como TMI (Trans-Mars Injection). Nótese que al regreso de la tripulación desde Marte, el mismo proceso ocurrirá desde allí en sentido inverso: desde una órbita alrededor de Marte, la nave encenderá sus motores por un corto espacio de tiempo en lo que se denomina ‘inyección transterrestre’, o TEI (Trans-Earth Injection).
Una vez llegada una nave a las proximidades de Marte, esta debe frenarse para quedar capturada en una órbita alrededor de ese planeta desde donde acometer las siguientes operaciones. Esta maniobra de frenado se denomina ‘inserción en órbita marciana’, o MOI (Mars Orbit Insertion). El MOI puede hacerse de forma propulsada, encendiendo los motores otro corto espacio de tiempo, o de forma aeroasistida, utilizando la atmósfera marciana para frenar la nave en una maniobra llamada ‘aerocaptura’. Esta última opción se ha propuesto solo para las naves de carga de forma que sería mucho el combustible que se ahorraría en la misión. El problema es que nunca se ha volado una aerocaptura hasta la fecha, con lo que esta capacidad habría de ser demostrada antes. El SHAB (la nave portando el hábitat) permanecerá en órbita alrededor de Marte a la espera de la tripulación, pero el DAV (vehículo de descenso y ascenso) descenderá a la superficie marciana de forma autónoma.
El DAV será la nave de ascenso que utilizará la tripulación en su día para despegar de la superficie al acabar su estancia en el planeta rojo. Con objeto de ahorrar el combustible necesario para ese lanzamiento, se propone que el DAV no porte el combustible con él, sino que lo produzca en Marte, in situ. Y es que sería prohibitiva la masa de una nave que descendiera a la superficie de Marte con el combustible para el lanzamiento posterior de 6 personas al finalizar su estancia allí. De hecho, se propone que el DAV no solo produzca in situ el combustible, siendo el metano/oxígeno la opción preferida, sino que también produzca el oxígeno, nitrógeno y el agua necesarios para la tripulación. Esta es otra área que precisa investigación y desarrollo tecnológico.
Dos años después de haber enviado las dos naves de carga, y después de comprobar que los consumibles (combustible, aire, agua) hayan sido producidos en Marte y de que todo allí funcione correctamente, la tripulación será lanzada finalmente al planeta rojo desde la Tierra. Una vez en órbita alrededor de Marte, el MTV (la nave en la que viaja la tripulación) se encontrará con el SHAB, que lo espera en órbita alrededor de Marte. Los astronautas pasarán al SHAB y procederán a bordo de esta nave al descenso a la superficie, donde aterrizarán a una corta distancia del DAV.
Ejemplo de misión a Marte propuesta para la oportunidad de 2037. Fuente: NASA.
El descenso a Marte de naves de tanta masa es a día de hoy un problema no resuelto. Hasta la fecha se han enviado a Marte vehículos exploradores y aterrizadores de muy poca masa. El principal problema reside en que la atmósfera marciana es muy tenue y no consigue frenar una nave de reentrada lo suficiente sin necesidad de emplear retropropulsión supersónica o enormes superficies de frenado si la nave es lo suficientemente masiva. La tecnología a día de hoy permite como máximo aterrizar en Marte masas de alrededor de una tonelada, un valor muy lejano de las naves de varias decenas de toneladas que habrá que poder aterrizar en una misión humana, por lo que nuevas técnicas y tecnologías deberán también ser desarrolladas para este propósito, un área de investigación en el que personalmente trabajo parcialmente en la actualidad.
Después de los 539 días de estancia en Marte, la tripulación será lanzada en la etapa de ascenso del DAV al encuentro del MTV, que habrá permanecido en órbita alrededor de Marte todo ese tiempo. Una estancia tan larga en Marte sería necesaria a la espera de que la posición relativa entre este planeta y la Tierra fuera óptima para el regreso con un mínimo gasto de combustible, lo que ahorra el envío de ingentes cantidades de combustible. Una vez transferidos al MTV, se procederá a la inyección transterrestre por la que los astronautas regresarán a casa unos 200 días después, para acabar haciendo una reentrada en la atmósfera de la Tierra a bordo de una cápsula Orion, la cual está siendo desarrollada en la actualidad.
Muchas personas me preguntan si sería posible reducir la estancia en Marte. Efectivamente, la estancia podría reducirse a tiempos de entre 30 y 90 días; pero, en ese caso, los tránsitos interplanetarios habrían de ser muy largos, de mas de 200 días de ida y de unos 400 días de vuelta; requiriendo, además, maniobras de asistencia gravitatoria en el camino; de otra manera, el coste sería prohibitivo. Se favorece la opción de viajes cortos y estancias largas para reducir la exposición de la tripulación a la radiación. Estando en Marte, el mismo planeta bloquea el 50% de la radiación a la que estarían expuestos los astronautas, ademas de que ciertas medidas de protección serian mas fáciles de implantar.
Como se ha dicho constantemente, las masas involucradas en una misión humana a Marte son enormes. Un elemento que contribuye significativamente a esto es el combustible, y es por esta razón que se ha propuesto la opción de utilizar propulsión nuclear-térmica en lugar de propulsión química, tal y como ha sido el caso en todas las misiones tripuladas hasta la fecha. Esta no es una decisión baladí ya que el ahorro en combustible entre una opción y otra es de unas 400 toneladas; esto es, aproximadamente la masa de una Estación Espacial Internacional (ISS). Para poner esto en perspectiva, apuntemos que se precisaron 10 años para ensamblar la ISS y algo más de una treintena de lanzamientos (aunque de menor capacidad que el Saturno V).
Según se estima en la actualidad, para llevar a cabo una única misión a Marte habrá que lanzar al espacio desde la Tierra un total de 850 toneladas en caso de que se utilice propulsión nuclear-térmica, o 1.250 toneladas en caso de utilizar propulsión química. Esto son 2 o 3 Estaciones Espaciales Internacionales. Asumiendo que un cohete lanzador de prestaciones similares al Saturno V de las misiones lunares puede emplazar 120 toneladas en una órbita baja alrededor de la Tierra, el número de lanzamientos requeridos en una sola misión humana a Marte sería aproximadamente de 7 u 11, dependiendo del tipo de combustible, y asumiendo que todos los elementos necesarios puedan ponerse en órbita con un lanzador así. El envió de la tripulación precisaría de un lanzamiento especifico a bordo de un cohete de menor capacidad, por ejemplo, y es posible que ciertas tareas de ensamblaje puedan requerir asistencia humana también.
Existen muchas variaciones en las arquitecturas propuestas para misiones tripuladas a Marte pero lo expuesto aquí refleja lo que viene a ser la arquitectura de referencia que se considera hoy en día. En cualquier caso, la envergadura de una misión humana a Marte es sobrecogedora. Espero que estas dos ultimas entradas hayan ayudado a entender un poco mejor la magnitud de una empresa tan ambiciosa y compleja. Las dificultades técnicas, operativas y tecnológicas que encierra no son para nada triviales, y resulta imposible siquiera mencionarlas todas en una entrada de un blog. Se requiere aún el desarrollo de tecnologías inexistentes en la actualidad para llevar a cabo una misión así, y muchas de las cuestiones planteadas no están aún resueltas. Aún estamos lejos de poder enviar seres humanos a Marte, pero también hace un siglo se estuvo muy lejos de alcanzar el espacio y la Luna. Estoy seguro de que el ser humano llegará a Marte algún día si así lo desea, pero creo, y esta es una opinión estrictamente personal, que ese día está más lejos de lo que muchos puedan pensar.
Valles Marineris es el Caón Natural más grande del sistema solar
Barrancos erosionados en la cuesta empinada interior de un cráter de impacto en este lugar parecen perfectamente prístinos en esta imagen captada por la sonda espacial Mars Reconnaissance Orbiter, MRO, de la NASA. Aunque a primera vista puede parecer que hay cráteres superpuestos cerca de los barrancos, la inspección de la cámara estéreo HiRISE muestra que los cráteres se encuentran sólo en el terreno antes de los barrancos.
Distintivos colores en los canales de los barrancosos y en los agujeros ofrecen otra indicación de la joven y reciente actividad. El paisaje anterior a los barrancos está cubierto por cráteres secundarios cercanos al cráter Gasa, estimado en aproximadamente 1 millón de años. Aunque algunos han sugerido que los barrancos marcianos también existieron hace aproximadamente un millón de años y que se formaron en un ambiente diferente, ahora sabemos que se continúan formando hoy en día.
El mapa que se proyecta aquí está a una escala de 50 centímetros por píxel. El norte está arriba.
La atmósfera de Marte lograría un nuevo equilibrio similar al de la Tierra
La NASA propone un campo magnético para que Marte recupere sus mares
Imágenes de la superficie de Marte NASA/JPL-CALTECH/UNIV. DE ARIZONA
Científicos de la NASA han propuesto, nada menos, que el despliegue de un escudo magnético que podría mejorar la atmósfera de Marte y facilitar las misiones tripuladas allí en el futuro.
Durante el Planetary Science Vision 2050 Workshop, organizado esta semana por la División de Ciencia Planetaria de la NASA, su director, Jim Green explicó esta ambiciosa idea durante una charla sobre El futuro medio ambiente marciano para la ciencia y la exploración.
Así era Marte cuando tenía un océano y quieren recuperarlo
El consenso científico actual es que, como la Tierra, Marte alguna vez tuvo un campo magnético que protegía su atmósfera. Hace aproximadamente 4,2 mil millones de años, el campo magnético de este planeta desapareció repentinamente, lo que causó que la atmósfera de Marte se perdiera lentamente en el espacio. En 500 millones de años, Marte pasó de ser un ambiente más cálido y húmedo al frío e inhabitable lugar que hoy conocemos.
Para superar el problema que esto representa para la colonización de Marte, Green y un panel de investigadores sugieren que mediante la colocación de un escudo de dipolo magnético en el punto Mars L1 Lagrange, se podría formar una magnetosfera artificial que abarcaría todo el planeta, protegiéndolo así del viento solar y la radiación.
Curvas de potencial en un sistema de dos cuerpos (aquí el Sol y la Tierra), mostrando los cinco puntos de Lagrange. Las flechas indican pendientes alrededor de los puntos L – acercándose o alejándose de ellos. Contra la intuición, los puntos L4 y L5 son máximos.
En su exposición, reconocieron que la idea podría sonar un poco “fantástica”. Sin embargo, enfatizaron cómo la nueva investigación en magnetosferas en miniatura, para la protección de tripulaciones y naves espaciales, apoya este concepto: “esta nueva investigación se está produciendo debido a la aplicación de los códigos completos de física de plasma y experimentos de laboratorio.
En el futuro es muy posible que una o varias estructuras inflables puedan generar un campo de dipolo magnético a un nivel tal vez de 1 ó 2 Tesla (o 10.000 a 20.000 Gauss) como escudo activo contra el viento solar”, ha explicado Green según informa Universe Today.
Además, el posicionamiento de este escudo magnético aseguraría que las dos regiones donde se pierda la mayor parte de la atmósfera de Marte estarían protegidas. En el transcurso de la presentación, Green y el panel indicaron que los principales canales de escape están localizados “sobre la capa polar norte con material ionosférico de mayor energía, y en la zona ecuatorial con un componente estacional de baja energía con un escape de iones de oxígeno de 0,1 kilos por segundo”.
Terraformar Marte sería una empresa descomunal
Para probar esta idea, el equipo de investigación -que incluyó a científicos del centro de investigación de Ames, del centro del vuelo espacial de Goddard, de la universidad de Colorado, de la universidad de Princeton, y del laboratorio de Rutherford Appleton- condujo una serie de simulaciones usando su magnetosfera artificial propuesta, para ver cuál sería el efecto neto.
Lo que encontraron fue que un campo dipolar situado en el Punto de Lagrange L1 de Marte sería capaz de contrarrestar el viento solar, de modo que la atmósfera de Marte lograría un nuevo equilibrio. En la actualidad, la pérdida atmosférica en Marte es equilibrada en cierto grado por el saliente volcánico desde el interior y la corteza de Marte. Esto contribuye a una atmósfera superficial que es de aproximadamente 6 milibares en la presión del aire (menos del 1% que a nivel del mar en la Tierra).
Dotar de atmósfera a Marte
Como resultado, la atmósfera de Marte naturalmente se espesaría con el tiempo, lo que conduciría a muchas nuevas posibilidades para la exploración y colonización humanas. Según Green y sus colegas, estos dipolos incluirían un aumento promedio de alrededor de cuatro grados centígrados, lo que sería suficiente para derretir el hielo de dióxido de carbono en la capa de hielo polar del norte. Esto provocaría un efecto invernadero, calentando aún más la atmósfera y haciendo que el hielo de agua en las capas polares se derrita.
Según sus cálculos, Green y sus colegas estimaron que esto podría llevar a que se restablezca una séptima parte de los océanos que cubrieron Marte hace miles de millones de años, un sistema que culmina en la terraformación.
ABC-Ciencia: ¿Y si el hallazgo de agua líquida en la superficie de Marte fuera un «espejismo»?
Científicos proponen una explicación alternativa para la formación de las hileras que se consideraron como la confirmación de la presencia de agua líquida en superficie
Sugieren que las hileras se forman por pequeñas avalanchas de partículas a causa de la salida recurrente de gas – Nature Geoscience (2017). DOI: 10.1038/ngeo2917
En septiembre de 2015 se anunció a bombo y platillo. La NASA se encargaba de confirmar, por fin, la presencia de agua líquida en la superficie del planeta Marte. Las cámaras de alta resolución de la sonda «Mars Reiconaissance Orbiter» habían detectado unas líneas brillantes en la ladera de tres cráteres de la zona ecuatorial de Marte que solo aparecían en verano, y que tenían menos de cinco metros de ancho. El rango de temperaturas en el que aparecían las líneas era compatible con la presencia de agua líquida cargada de sales, así que se propuso que eran canales que se formaban cuando el agua del subsuelo salía y descendía por las laderas, dejando tras de sí un rastro de sales precipitadas.
Recientemente, un estudio publicado en «Nature Geoscience» ha propuesto una explicación alternativa para la presencia de esas hileras en los cráteres del planeta rojo. Tal como han concluido, un proceso seco de liberación de gas puede explicar por qué se forman. Su artículo no tumba la hipótesis de la presencia de agua líquida en la superficie de Marte, tan solo propone una hipótesis alternativa. Esto recuerda cuál es la naturaleza del método científico: las conclusiones extraídas por los científicos deben ser reproducidas por otros investigadores y además pueden ser refutadas, por lo que una única investigación nunca es una verdad absoluta.
«Las fuentes internas y atmosféricas de agua parecen ser insuficientes como para sostener una actividad así en las laderas», explican los autores en el estudio, encabezados por Frédéric Schmidt, investigador en el departamento de ciencias de la Tierra de la Universidad de París Sur, para tratar de argumentar por qué el agua líquida en superficie no es la explicación para la presencia de las hileras en los cráteres.
Como alternativa, proponen otra explicación basada en simulaciones numéricas, para explicar la presencia de estas formaciones: «El gas puede fluir a través del poroso suelo marciano debido al calentamiento que sufre el suelo situado bajo el Sol (…) Aquí presentamos evidencias para demostrar que un proceso seco basado en la salida de gas desde el suelo a causa del contraste de temperatura puede explicar la formación de estas hileras en las laderas».
En concreto, sostienen que la salida del gas genera perturbaciones en las partículas del suelo y que por eso aparecen pequeñas avalanchas y finalmente se forman las famosas hileras, a medida que las partículas van cayendo por las pendientes y dejando un rastro.
Además, Frédéric Schmidt duda de que el causante de las hileras sea el agua salada procedente de la fusión del hielo. En su opinión, si hubiera hielo en el subsuelo, el calentamiento de la superficie forzaría que se sublimase (es decir, que pasaría de estado sólido a estado gaseoso) y no que se fundiese. Aparte de eso, creen que los cambios de color observados en las hileras se deben a las sombras generadas por el relieve y no a las salmueras, como han sugerido otros.
Las misteriosas hileras estacionales
Todas imágenes sospechosas de la presencia de Agua
La historia de las misteriosas hileras marcianas se remonta a 2011, cuando se observó que aparecían en la cara más caliente de algunos cráteres, precisamente durante la temporada más cálida, y que desaparecían durante la temporada fría. Además, su crecimiento era progresivo y podía llevar semanas o meses. ¿Qué podía estar generándolas?
En la actualidad, hay varias explicaciones para la formación de las hileras estacionales en los cráteres de Marte. Una idea sostiene que se forman por el calentamiento rápido del hielo nocturno, formado por agua cargada de sales, y otra propone que el CO2 es el que fluye, aunque todo indica que las temperaturas son demasiado bajas como para que ocurra esto. La opción propuesta por Schmidt sugiere una nueva opción, que no estaría relacionada con el agua y que además sería compatible con un crecimiento progresivo y estacional de las hileras. Y es la hipótesis de la caída de partículas a causa de la salida recurrente de gas.
«En mi opinión es un trabajo muy interesante ya que plantea una tercera hipótesis, además del agua y el CO2, para explicar estas estructuras geomorfológicas marcianas (las hileras)», ha explica a ABC Jesús Martínez Frías, Jefe del grupo de Investigación del CSIC de Meteoritos y Geociencias Planetarias en el Instituo de Geociencias (CSIC-UCM). Por eso cree que hay que considerar las tres explicaciones sobre la formación de las hileras de Marte.
Presencia de agua confirmada
Algunas configuraciones del terreno sólo pueden haber sido hechas por la presencia del Agua
En todo caso, el investigador ha aclarado que la presencia de agua en Marte no está puesta en duda. «La presencia de agua en Marte es un hecho inequívoco, con huellas de escorrentía superficial, hielo en los polos y bajo la superficie del regolito, o atrapada en minerales que contienen agua en su propia fórmula (como el yeso), etc», ha explicad. «El hecho de que se propongan varias hipótesis para explicar determinados aspectos de la superficie de Marte no descarta los numerosos datos existentes acerca del agua».
Harán falta más estudios para encontrar la respuesta más ajustada sobre la formación de estas hileras estacionales, pero aunque este último trabajo estuviese en lo cierto, no sería el final de la búsqueda de vida en el planeta rojo. La presencia de las pequeñas corrientes de agua líquida implicaría que Marte tiene una cierta actividad geológica, lo que es muy importante para que haya vida, pero no tiene por qué ser un ingrediente indispensable. A fin de cuentas, el agua, ese ingrediente clave para la vida tal como la conocemos, sigue acumulada en importantes áreas del planeta rojo.
Los niveles de dióxido de carbono marcianos hace 3.500 millones de años no serían suficientes para que la temperatura del planeta permitiese la presencia de agua líquida
La reconstrucción del clima del pasado es un asunto complejo, y mucho más si se intenta hacer con un mundo que se encuentra a más de 50 millones de kilómetros de la Tierra. Durante los últimos años, el trabajo de sondas en la órbita de Marte y sobre su superficie ha obtenido información que sugiere que en el pasado aquel planeta no fue el desierto rojizo que conocemos hoy.
Un trabajo publicado en 2015 y liderado por Gerónimo Villanueva, un ingeniero argentino de la NASA, afirmaba que hace 4.500 millones de años, nuestro planeta vecino albergó suficiente agua como para cubrirlo por completo con un mar extenso pero superficial, con una profundidad media de solo 137 metros. Aquel estudio aseguraba también que Marte fue húmedo durante unos 1.500 millones de años, mucho más tiempo del que fue necesario para que surgiera vida en la Tierra.
El robot Curiosity, que avanza lentamente sobre el planeta rojo desde 2012, nos ha enviado gran cantidad de información sobre el cráter Gale, la zona junto al ecuador donde le enviaron a explorar los científicos de la NASA. Sus imágenes y sus mediciones muestran secuencias de sedimentos que quedaron depositadas en el fondo de un lago hace 3.500 millones de años. Los minerales que contienen esos sedimentos, como barros y sulfatos, indican que la superficie de aquel cráter estuvo en contacto con agua líquida.
Estudios anteriores habían apuntado a la presencia de agua templada sobre el planeta
En diciembre del año pasado, más datos recabados por Curiosity, que por primera vez encontró boro en la ladera del Gale, proporcionaban indicios de que el agua que fluyó por aquella región pudo estar templada, con una temperatura de entre 0 y 60 grados. John Grotzinger, uno de los responsables del robot explorador, afirmaba entonces que la complejidad química detectada sobre Marte apuntaba a “una larga historia interactiva con el agua”.
Añadido al reportaje:
“Este será el destino elegido por la misión, el Cráter Gales de Marte. Después de un viaje de ocho meses hacia aquel planeta, Curiosity se posará a los pies de una montaña de 4,8 kilómetros de altura, una montaña en medio de un cráter de impacto. ¿El impacto no debería de haberlo aplastado y dejado plano? Algunos científicos piensan que el cráter de 155 kilómetros de ancho se llenó con sedimentos a lo largo del tiempo y los vientos implacables de Marte tallaron una montaña en el centro, donde ahora se erige casi tres veces más alta que la profundidad del Gran Cañon. Debido a su historia, esta montaña extrañamente esculpida es el lugar ideal para que Curiosity lleve a cabo su misión de exploración hacia el pasado del Planeta Rojo.”
Esta semana, sin embargo, un artículo publicado en la revista PNAS y elaborado a partir de datos recogidos por Curiosity en las laderas del cráter Gale cuenta una historia diferente. O, al menos, complica el relato sobre el agua marciana.
El grupo internacional de científicos analizó muestras del terreno para calcular los niveles de dióxido de carbono de la atmósfera de Marte hace 3.500 millones de años. Este gas con efecto invernadero sería esencial para hacer posible la combinación de un Sol joven y tenue con las pruebas que se tienen sobre una superficie cubierta de agua. Sin embargo, el análisis de este equipo indica que los niveles de CO2 eran entre 10 y 100 veces inferiores a los requeridos para que la temperatura en la superficie estuviese por encima del nivel de congelación del agua.
Ahora, como explica en un artículo que hoy publica EL PAÍS Alberto González Fairén, uno de los coautores del estudio, será necesario buscar una manera de dar sentido a datos aparentemente contradictorios. González Fairén plantea que “o bien no se han desarrollado aún los modelos climáticos adecuados para explicar las condiciones ambientales de Marte al principio de su historia; o bien todas las secuencias sedimentarias de Gale se formaron en realidad en un clima muy frío”.
En su opinión esta segunda hipótesis es la más probable. El agua líquida en el Marte antiguo habría sido muy salada, permitiendo seguir estable a muy bajas temperaturas. El paisaje de aquella época sería similar a las costas del Ártico terrestre actual, con el hielo como forma dominante del agua en la que los lagos de agua líquida estarían cubiertos de agua sólida.