Dic
29
La Energía del Cerebro
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (3)
La naturaleza de la mente es el misterio más profundo de la humanidad y del Universo, se trata, además, de un enigma de proporciones gigantescas, que se remonta a milenios atrás, y que se extiende desde el centro del cerebro hasta los confines del Universo.
Lo cierto es que somos seres de luz, estamos hechos del material estelar
Es un secreto que provocó vértigo y depresión en alguna de las mentes más preclaras de algunos de los filósofos y pensadores más grandes que en el mundo han sido. Sin embargo, este amplio vacío de ignorancia está, ahora, atravesado, por varios rayos de conocimiento que nos ayudará a comprender cómo se regula la energía mental.
Lo cierto es que los misterios del cerebro están profundamente enterrados en una maraña de conexiones sin fin que llamamos neuronas y a sus funciones sinapsis, esos relámpagos de luz que crean las ideas
Aunque puede que no sepamos que es la Mente, sabemos algunas cosas sobre el cerebro. Está formado por una red, una increíble maraña de “cables eléctricos” que serpentean a través de una gran cantidad de “sustancias” neuroquímicas. Existen quizás cien mil millones de neuronas en el cerebro humano, tantas como estrellas hay en la Vía Láctea, y, cada una de ellas recibe datos eléctricos de alrededor de mil neuronas, además de estar en contacto y en comunicación con unas cien mil neuronas más.
El suministro de datos que llega en forma de multitud de mensajes procede de los sentidos, que detectan el entorno interno y externo, y luego envía el resultado a los músculos para dirigir lo que hacemos y decimos. Así pues, el cerebro es como un enorme ordenador que realiza una serie de tareas basadas en la información que le llega de los sentidos. Pero, a diferencia de un ordenador, la cantidad de material que entra y sale parece poca cosa en comparación con la actividad interna. Seguimos pensando, sintiendo y procesando información incluso cuando cerramos los ojos y descansamos.
La unidad a partir de la cual se configuran todas las fabulosas actividades del cerebro es una célula del mismo, la neurona. Las neuronas son unas células fantásticamente ramificadas y extendidas, pero diminutas.
La hipótesis neuronal de las células anatómicamente separadas se estableció cuando Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) modificó el método cromo-argéntico de Golgi y lo utilizó en una serie magistral de experimentos. Aunque Golgi y Ramón y Cajal compartieron el premio Nobel en 1906, siguieron siendo rivales encarnizados hasta el final.
Si todas las neuronas del cerebro, los cien mil millones, están anatómicamente separadas unas de otras, ¿Cómo podían los mensajes eléctricos que pasaban a través de cada una de ellas saltar de una neurona a la siguiente?. La respuesta es que no saltan sino que hacen otra cosa, y esto tiene una importancia fundamental en relación con el modo en que funciona el cerebro.
El descubrimiento fue realizado por Otto Loewi, cuando trabajaba en Australia durante la década de 1920. Lowell estaba trabajando con la transmisión neuronal del cerebro al corazón a través del nervio vago. Aisló el corazón de una rana con el nervio vago intacto, y demostró que la estimulación del nervio hacía que los latidos del corazón fueran más lentos. Pero él quería saber cómo se transmitía al corazón el mensaje eléctrico que transporta el nervio vago. ¿Se trataba de una conexión eléctrica o química, o de alguna otra cosa diferente? La clave estaba en una solución química que bañaba el corazón después de la estimulación del nervio vago que como consecuencia segregaba esta sustancia química que hacía de intermediaria en la transmisión del mensaje desde una célula a la siguiente.
Por lo tanto, los impulsos eléctricos nerviosos pasan a los extremos de las neuronas, donde la llegada del impulso hace que la terminación nerviosa libere una sustancia química (un neurotransmisor), que cruza el estrecho espacio que hay entre dos neuronas (la sinapsis), y entonces la sustancia química actúa sobre la segunda neurona para modificar su capacidad de emitir , a su vez, impulsos nerviosos. Cada neurona liberará sólo un tipo de neurotransmisor (habitualmente), pero lo liberará hacia muchas neuronas diferentes.
Existen dos neurotransmisores principales en el cerebro: el glutamato y el GABA. El glutamato actúa sobre la segunda neurona para aumentar la probabilidad de que emita un impulso nervioso (por lo que es un transmisor excitante), mientras que el GABA actúa para disminuir la probabilidad de que lo emita (luego es un transmisor inhibidor).
No obstante, una neurona no recibe una sola entrada desde una sinapsis neuronal individual, sino que recibe muchos miles. Decenas de miles de sinapsis desde miles de neuronas diferentes cubren la superficie ramificada de una sola neurona. Omito explicar aquí (podría ser tedioso para del lector) todos los mecanismos de los transmisores entre sinapsis y las ramas de salida (los axones) por las que se desplazan las señales eléctricas como ondas.
Una neurona, o una red de neuronas, puede así recoger información de muchas fuentes, incluidos los sentidos, la memoria y las emociones, para controlar la señal que ella misma va a emitir y que finalmente puede ocasionar una contracción o una relajación muscular.
El glutamato es el principal neurotransmisor del cerebro, pero paradójicamente es tambnién una toxina poderosa para las células del sistema nervioso. Cuando los niveles de glutamato son bajos, actúan como una señal entre neuronas, pero si son excesivos las sobreexcitan y las matan.. Esta acción “excitotóxica” del glutamato parece ser la causa de muerte neuronal durante las apoplejías y en las enfermedades neurodegenerativas, tales como la de Alzheimer, la de Parkinson, y la esclerosis múltiples.
El glutamato es uno de los aditivos más frecuentes en los alimentos, presentándose en forma de sal como glutamato monosódico (GMS). Actúa reforzando el sabor y es omnipresente en la cocina china: la salsa de soja es especialmente rica en glutamato. Afortunadamente, el glutamato que está en el intestino y en la sangre apenas penetra en el cerebro, porque la barrera “sangre-cerebro” impide que glutamato cruce desde la sangre al cerebro.
No obstante, en medicina existe un trastorno conocido como “síndrome del restaurante chino” (donde nunca he comido, ni comeré) que puede aparecer por comer demasiados alimentos saturados de glutamano y que consiste en unos niveles de ese producto tan elevados en la sangre que no puede impedir que entre en el cerebro y cause la muerte neuronal. Claro que, otras fuentes nos dicen que el GABA, actúa como calmante y de alguna manera, contrarresta el mal. De hecho, los barbitúricos, el principio activo de las píldoras para dormir que toman algunos enfermos depresivos y las benzodiacepinas, como el Librium o el Valium, que reduce la ansiedad, actúan, por ejemplo, reforzando la acción del GABA en su receptor neuronal.
¡Nos queda tanto por aprender!
emilio silvera
Dic
6
El Universo se expande, la Mente también I
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (1)
¿Se Expande el Universo y al mismo tiempo, lo hacen nuestras mentes?
Cosmos, Constante gravitacional y Consciencia.
Una parte de la ciencia estudia la estructura y la evolución del Universo: La cosmología.
La cosmología observacional se ocupa de las propiedades físicas del Universo, como su composición física referida a la química, la velocidad de expansión y su densidad, además de la distribución de Galaxias y cúmulos de galaxias. La cosmología física intenta comprender estas propiedades aplicando las leyes conocidas de la física y de la astrofísica. La cosmología teórica construye modelos que dan una descripción matemática de las propiedades observadas del Universo basadas en esta comprensión física.
La cosmología también tiene aspectos filosóficos, o incluso teológicos, en el sentido de que trata de comprender por qué el Universo tiene las propiedades observadas.
La cosmología teórica se basa en la teoría de la relatividad general, la teoría de Einstein de la gravitación. De todas las fuerzas de la naturaleza, la gravedad es la que tiene efectos más intensos a grandes escalas y domina el comportamiento del Universo en su conjunto.
El espacio-tiempo, la materia contenida en el Universo con la fuerza gravitatoria que genera y, nuestras mentes que tienen conocimientos de que todo esto sucede.
De manera que, nuestro consciente (sentimos, pensamos, queremos obrar con conocimiento de lo que hacemos), es el elemento racional de nuestra personalidad humana que controla y reprime los impulsos del inconsciente, para desarrollar la capacidad de adaptación al mundo exterior.
Dic
3
¡El Amor! El sentimiento que nos hace mejor
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (2)
¡La Mecánica Cuántica! con sus insondables secreto
Sí, el principio cuántico es muy extraño. Cuando en 1927, el joven físico alemán Werner Heisenberg llegó al Principio de Indeterminación, la física moderno rompió de manera decisiva con la física clásica, una nueva Era comenzaba con otra manera de mirar el mundo que nos rodea a través de la Física. Heisenberg descubrió que se puede conocer, o bien la posición exacta de una partícula determinada, o bien su trayectoria exacta, pero no ambas.
Si en nuestro Universo algo cambia, muchas cosas serán distintas provocadas por ese “pequeño” cambio que, sin embargo, tiene incidencias descomunales:
La caída de un gran meteorito en la Tierra puede causar estragos irreversibles, la Visita de una Nace tripulada extraterrestre… ¡Para que decir el alboroto que se formaría! Descubrir que esporas llegadas del Espacio germinan en la Tierra y crean nuevas formas de vida…
Mitos científicos: “Los seres Humanos utilizamos sólo el 10% del cerebro”
Nosotros, los seres humanos, nunca vemos a nuestros semejantes como objetos o cuerpos neutros, sino que los miramos como personas con una riqueza interior que refleja su de ánimo o forma de ser, y de cada uno de ellos nos llegan vibraciones que, sin poderlo evitar, nos transmiten atracción o rechazo, no todos nos sentimos atraídos por todos, hay algo especial que escoge (No, no creo que sea cupido).
Son muchos y diversos los signos sensoriales que, en silencio, nos llegan de los demás y son recogidos por nuestros sensores en una enorme gama de mensajes sensitivos que llamamos indistintamente simpatía, pasión, antipatía, odio, etc.
Está claro que el sentimiento percibido es positivo, la satisfacción se produce por el mero hecho de estar junto a la persona que nos lo transmite, que con su sola presencia, nos está ofreciendo un regalo, y si apuramos mucho, a veces lo podríamos llamar incluso “alimento del alma”. Estar junto a quien nos agrada es siempre muy reconfortante, y según el grado de afinidad, amistad o amor, el sentimiento alcanzará un nivel de distinto valor.
“Donde tú vayas, iré yo. Donde tú habites, habitaré yo. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Donde tu mueras, moriré yo , y allí seré enterrada, y que Dios me castigue si algo que no sea muerte me separa de ti.”
Libro de Rut (Biblia)
C. S. Lewis, en su ensayo de Los cuatro amores, explica cómo el afecto ignora barreras de edad, sexo, inteligencia y barreras sociales. Son muchos los casos que jalonan la historia de parejas que de muy distintas edades han sido muy felices y otras que, siendo de condición muy diferentes, también lo fueron. El Amor (entendido en muy amplia y en distintos contextos) como se suele decir, no tiene barreras.
Si la llama se enciende… ¡Las barreras desaparecen!
Lleva toda la razón; uno de los afectos ubicados en su justo nivel: el banquero todopoderoso irremisiblemente atado al cariño que le uno con su niñera ya anciana; el jefe de gobierno que no puede evitar visitar (en la menor oportunidad) a su compañero de infancia, el zapatero de su pueblo; el rico hacendado, unido a su humilde secretario, 30 años a su lado, con el que comparte sus íntimos problemas; el hombre de 40 años que se ve inevitablemente enamorado de su secretaria de 20 años.
Son fuerzas irresistibles que invaden el interior de los seres humanos de toda edad o condición y les lleva a unir sus sentimientos a otras personas que, en ocasiones, parecen no tener ninguna afinidad con su situación social o cultural, pero así ocurre.
¿Qué no estaríamos dispuesto a sacrificar por ellos? ¿Es la fuerza irresistible del Universo?
El vínculo más fuerte humanos es el de la familia: La madre con los hijos, los hermanos, el padre y los abuelos…Es el único grupo indestructible que hemos sabido crear…hasta el momento. Claro que, ese único grupo y su fortaleza no sería posible sin esa pareja inicial a la que el Amor ha unido, si el sentimiento es de verdad…para la eternidad de sus vidas. ¡Qué bonito!
Nacemos amar y ser amados; ¿qué sería de nosotros si no? Todo lo malo que hacen los hombres está basado siempre en la falta de sentimiento. Cuando el amor o el afecto están presentes, nada malo podrá suceder. Por el contrario, el amor nos lleva, sin dudarlo, a sufrir y darlo todo por la persona amada. Ésa es la grandeza del amor verdadero, lo podemos dar todo sin pedir nada. Sin embargo, el mecanismo humano, en esos casos, hace que la persona que recibe tanto amor tenga también la necesidad de darlo.
El primer impacto está aconsejado por la parte física de la persona que nos ha gustado-
Más tarde prevalece su manera de ser y su comportamiento, lo que piensa de las cosas
El afecto es la primera , el primer escalón para amar, y la amistad es la segunda, un escalón más arriba. Tenemos muchos ejemplos de autores clásicos que nos hablan de la amistad: Homero, Platón, Aristóteles, Cicerón, Séneca o San Agustín.
La primera literatura occidental, que Homero saca a pasear a Ulises por Troya y el Egeo, ya elogia esa relación que se presta entre los seres humanos y que da a sus vidas un colorido especial. La Ilíada y La Odisea, esas maravillas escritas hace casi tres milenios, son un canto a la amistad. Al leer en ellas podemos ver cómo la muerte de Patroclo es profundamente sentida por Aquiles, que gime y exclama:
“¡Oh, Patroclo! Ya que yo he de después que tú a la tumba, no quiero enterrarte sin haberte traído las armas y la cabeza de Héctor…”
Sigue su bárbara perorata que, en aquellos tiempos y lugares, sólo reflejaban su sentimiento.
Dice Eurípides que cuando Dios da bienes, no hay necesidad de amigos. Pero nadie querría poseer todas las riquezas y estar solo, pues el hombre, como todos sabemos, es eminentemente un animal social, y su naturaleza le exige convivir con los otros seres de su misma condición para compartir con ellos sus logros, sus esperanzas, sus sentimientos y sus penas y alegrías. Así somos los humanos.
El cualquier tratamiento de la amistad aparecen varios rasgos comunes en todos los casos: relación entrañable y libre, recíproca y exigente, desinteresada y benéfica, nacida de una inclinación natural por atracción y simpatía de las partes implicadas y que se alimenta y acreciente del convivir compartiendo. Así, en los malos momentos, nos refugiamos en los amigos que nos ofrecen consuelo y, con ellos, nos gusta compartir también las alegrías. Sí, es una verdadera suerte contar con amigos en los que, de verdad, podamos confiar.
No soy masoquista, sin embargo, siento profundamente que, en verdad, sufrir por algo que vale la pena, es una alegría. Si el sufrimiento consigue hacer feliz al Ser amado o situarlo en el lugar de la felicidad.
¿Quién no está dispuesto a sacrificarse por el bien del ser amado?
Es una de las grandezas del ser humano, el amor es el que salva la especie de tantos y tantos defectos como tiene… de .
¿Cómo se puede explicar el amor? El materialismo no puede hacerlo. Ni los átomos, ni las moléculas, ni las células resuelven el problema. ¿Quién está capacitado explicar el sentir de las neuronas? ¿Qué mecanismo nos mueve al amor? ¿Cómo es ese vínculo tan fuerte? Creo que la Química nos podría dar algunas respuestas.
Podemos estar en otro mundo sin salir de
Al igual que la fuerza invisible y poderosa del electromagnetismo y la gravedad, la del amor también está ahí, y cuando es verdadero el sentimiento, la fuerza es mayor que las cuatro fuerzas de la naturaleza juntas. Si estamos dispuestos a entregar la vida, ¿hay algo más fuerte que eso en el universo? Creo que no.
¿Qué caricia explica su turbadora resonancia espiritual? Y, luego… ¡la satisfacción placentera de sentirnos amados!…
emilio silvera
Oct
3
¿Cuando sabremos lo que la Mente es?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (1)
¡La Vida! Esa gran incognita
En aquella Tierra primitiva surgieron las familias bacterianas que, durante miles de millones de años pudieron evolucionar hasta otras especies que, como la nuestra, surgieron, como la del chimpancé de una ancestro común que no era ni Homo ni Pan, ambas ramas divergieron y, mientras el chimpancé sigue en la rama de los árboles, la nuestra viaja a las entrañas de las estrella.
En otras ocasiones hemos comentado aquí sobre la maraña de conexiones que llevamos en la cabeza. Es nuestro cerebro humano que, con poco más de un kilo de peso, contiene cien mil millones de células nerviosas o neuronas (tantas como estrellas existen en la Vía Láctea). La capa ondulada más exterior es la corteza cerebral, que es la parte del cerebro de evolución más reciente, contiene toda esa inmensidad de neuronas y un billón de conexiones o sinapsis.
Conexiones sin fin
Si contáramos una sinapsis cada segundo, tardaríamos 32 millones de años en hacer el recuento. Si consideramos el posible de circuitos neuronales, tenemos que habérnosla con cifras hiperastronómicas: 10 seguido de al menos un millón de ceros (En comparación con el número de partículas del universo conocido asciende a “tan sólo” 1079 es decir, es el conocido como NEdd ( de Eddintong) que es:
15.747.724.136.275.002.577.605.653.961.181.555.468.044.717914.527.116.709.366.231.425.o76185.631.031.296 protones y el mismo número de electrones, fue calculado por Arthur Eddintong allá por la década de 1920. Pues bien, esa descomunal cifra, se queda muy corta si la comparamos con las conexiones de nuestr5o cerebro. De ahí viene lo que decimos de que, “nuestros cerebros son las máquinas más complejas del Universo”. Y, desde luego, el comentario no está lejos de ser cierto.
redes neuronales que trabajan mejor que la más complicada máquina que se haya podido construir nunca y, tal obra, la hizo la Naturaleza a partir de la materia “inerte” creada en las estrellas. No tenemos una explicación científica para tan asombroso acontecimiento del surgir de la vida en nuestro planeta y, probablemente, en otros muchos mundos de la Galaxia y de las galaxias que pueblan el Universo.
La vitalidad, la pasión el dinamismo, la confianza, la capacidad, la coherencia, la repentización de ideas en hechos, la capacidad a resistir la fatiga y el agotamiento en ciertos momentos, los sentimientos, la alegría o la pena, el dolor, la energía y, en realidad, todo lo que cada uno pueda ser, está ahí, ubicado en su cerebro donde radica la central de mando que envía al resto del cuerpo la orden de lo que tiene o no tiene que hacer.
Todo en el Universo es energía, desde una explosión Gamma hasta las conexiones del cerebro
Está claro que, nosotros, al igual que todos los cuerpos y objetos que habitan en nuestro Universo, tiene su actividad debido a la energía. La historia de la energía de los seres vivos se va desarrollando a través de distintas formulaciones: el valor vital o pneuma que se fragua en el horno del corazón según se dijo en la Grecia antigua; o la energía chi, que circula atravesanzo lineas meridianas del cuerpo según los chinos; o como prana en la India hace que el cuerpo de los yoguis se convulsione; o como fuerza vital que buscaban los estudios de la Alquimia, cuando soñaban con la fabricación del oro y con la eterna juventud; y así sucesivamente, hasta llegar a tiempos más modernos en los que, incluso algunos, como Freud, se agarró a la idea de la de la energía sexual.
Sin embargo, la realidad es otra muy distinta. Lo que suministra potencia a nuestros cuerpos y Mentes es la electricidad. Nuestras células se proveen de energía a partir de enormes campos eléctricos que conducen grandes corrientes mediante unas diminutas máquinas moleculares; se trata de motores, conexiones, bombas de inyección, interruptores y fábricas de productos químicos que crean conjuntamente la vida celular.
Esta energía eléctrica es producida por billones de microbios que invadieron a los antepasados de nuestras células hace miles de millones de años y que viven a miles actualmente en una de las células de nuestros cuerpos. Ya dejamos aquí la referencia en otros trabajos de las mitocondrias que, en simbiosis con nosotros, nos suministran la energía que necesitamos.
No es fácil entender la complejidad que conlleva el enmarañado entramado de un cerebro humano, y, de hecho, hace unos pocos años, no hemos comenzado a entender (parcialmente) sus mecanismos. La energía es la base principal del funcionamiento de todo lo que en el Universo es, y, nuestro cerebro, no podía ser menos. Así que, como antes decíamos las células del cerebro invadidas por las mitocondrias reciben de estos invasores que parecen vivir pacíficamente en simbiosis con la célula, lo que necesitamos.
Sin embargo, también pueden ser enemigos. Investigaciones recientes demuestran que pueden ser los asesinos y ejecutores silenciosos de la célula, estando además implicados en una gran cantidad de enfermedades y discapacidades devastadoras, así como también en los procesos de envejecimiento, que llevan una disminución irreversible de la energía corporal y mental.
La energía que mueve y motiva la mente siempre ha sido un misterio. Sin embargo, actualmente la tecnología moderna nos ofrece la posibilidad de poner en imágenes y visualizar los cambios que se producen en la energía del interior del cerebro, de un a otro, mientras pensamos y sentimos. Son las mitocondrias las que hacen posible y generan esa energía.
Las mitocondrias son unos orgánulos celulares muy especiales: poseen una membrana externa como si se tratase de una célula independiente, también tienen su propio genoma que presenta muchas semejanzas con genomas bacterianos y son fundamentales el aporte energético de la célula pues sintetiza gran parte del ATP producido en la misma. Y esto es solo una parte de todo lo que las mitocondrias hacen por la célula.
Hoy no hay dudas al respecto, las mitocondrias eran células independientes que un día se toparon con las células eucariotas y se enamoraron… al estilo de las células. Alguna (o algunas) célula eucariota, hace unos 1500 millones de años fagocitó una mitocondria y no pudo digerirla. De esta forma, dos seres distintos se vieron obligados a negociar las de su existencia.
Pero una mirada al pasado sugiere todo lo contrario. Un vistazo al proceso evolutivo nos dice que el amor es una constante de la existencia, el irrefrenable impulso de fusión. Desde que las primeras células se unieron para intercambiar material genético existe el amor. Está en la base de los motivos sociales universales de pertenencia y confianza.
Lo cierto es que si nosotros tenemos nuestro origen en las estrellas, debemos convenir en que hemos andado un largo camino hasta poder llegar a ser conscientes de la belleza que nuestro mundo encierra y la que, nuestras mentes evolucionadas han sabido crear a partir de los pensamientos y de los sentimientos que, no siendo materiales, nacieron a partir de la materia que nos conforma en esa complejidad que no hemos llegado a comprender.
Pero, sigamos con lo nuestro. Se han descubierto los compuestos químicos y las vías por los que se controla dentro del cerebro el despertar, la ansiedad y la motivación, de tal modo que, por fin, estamos cerca de llegar a comprender qué son el nerviosismo y la depresión, y como la podemos controlar mediante fármacos.
Los exámenes con escáner muestran que las personas deprimidas tienen menos serotonina y receptores de opioide y que esa variación está vinculada con los síntomas y la respuesta al tratamiento. En los tiempos quen corren, con un elevado de padres de familia en paro, ésta peligrosa enfermedad está haciendo estragos y, es imperioso que avancemos en el modo de eliminarla. El principal problema reside en que todas las personas no tienen la misma biología y aguantan de distintas maneras la misma situación.
Nuevas tecnologías nos llevan al interior de nuestros cerebros y posibilitan el estudio de cambios y transiciones de fases que producen diversos cambios dentro de nosotros, y, aunque empezamos a comprender, el camino que tenemos por delante es alentador.
Claro que, aquel “soy consciente, luego existo” nos podría conducir hacia el solipsismo, a la creencia en que nada existe fuera de la propia conciencia, y, ¡existen tantas cosas! No podemos dejar que todo lo dirijan modelos cognitivos que, en realidad, nos tienen poco que ofrecer en relación con el lado experiencial o fenoménico de la experiencia consciente. Es ahí, en nuestras vivencias en con el mundo, donde el cerebro, por medio de los sentidos, recibe la información que le hace trabajar en función del material recibido para archivar y “recordar” los hechos que, serán tenidos en cuenta en ocasiones similares.
Como otras veces he dicho, la conciencia es especial y de la misma manera, plantea un problema especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia. En la Física y en la Química podemos explicar entidades determinadas en función de otras unidades y leyes. Podemos describir el material presente en una Nebulosa, al menos en principio, en términos de átomos, gravedad, e incluso leyes de la mecánica cuántica. Podemos conectar distintos niveles del saber describir una entidad e incluso, lo podemos hacer a través de las matemáticas, otro lenguaje complejo que nos da una referencia del mundo en sus distintas vertientes.
La Nebulosa de la Laguna podría servir el caso
En el caso de la conciencia, sin embargo, nos encontramos con una asimetría. Lo que intentamos no es simplemente comprender de que manera se puede explicar las conductas o las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto aprezca. No queremos conectar simplememnte una descripción de algo externo a nosotros con una descripción científica más sofisticada. Lo que realmente queremos es conectar una descripción de algo externo a nosotros -el cerebro-, con algo de nuestro interior: una experiencia , nuestra propia experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores conscientes. Intentamos meternos en el interior, en el intrincado mundo desconocido de la complejidad misma.
Podemos mirar el interior del cerebro pero, ¿sabemos lo que estamos viendo? desgraciadamente lo que nos ofrece nuestra moderna tecnología no siempre es interpretado por los “especialistas” que deben tratar o comprender lo que allí (en aquel cerebro) está pasando.
100.000.000.000 de neuronas conectadas entre sí en torno a 400 órganos neuronales igualmente conectados: ¿no deberían suponer un espectáculo impresionante? Se ha llegado a la conclusión de que, si queremos acdeder a grandes números, estos, a pesar de su inmensidad, no están en el Universo, se encuentran en nuestro cerebro. Es allí donde residen las “infinitudes” que el Universo creó poderse observar así mismo.
¿Conoceremos algún día lo que aquí se guarda? Dicen que el Universo, puso aquí dentro todas las respuestas y que, nosotros, los poseedores de esta “caja mágica” que llamamos cerebro, sólo tenemos que urgar dentro, mediante el pensamiento profundo, hallar esas respuestas que tanto esperamos y, no pocas veces necesitamos.
El interior del cerebro, ocurre en el interior de los planetas como la Tierra, reina una actividad que reside en un centro núcleo o neuronal de donde parten todas las funciones que llevan a conformar el todo. Son complejidades del Universo que se han creado en los núcleos de las estrellas que, en el seno de las galaxias brillan y nos envían mensajes que aún, no hemos sabido descifrar.
Y, a todo esto, tenemos que tener presente que el cerebro es algo material y que la Mente, que es su creación, no lo es. Los pensamientos y los sentimientos entran dentro del plano inmaterial y, si queremos hablar de ellos, nos perdemos por los vericuetos d ela metafísica, es decir, esos caminos que van más allá de lo puramente físico, algo que no podemos tocar pero sí ¡pensar o imaginar!
emilio silvera
Sep
11
¡Nuestras Mentes! ¿Llegaremos a conocerlas alguna vez?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en La Mente - Filosofía ~ Comments (0)
Sí, es mucho…, ¡lo que no sabemos!
El viejo Einstein tenía razón, nuestra especie ha buscado el “truco” de destinar nuestros cerebros a cosas distintas, y, de esta manera, conseguimos conocimientos de distintas disciplinas que, más tarde podemos juntar en un todo del conocimiento del “mundo_” y de nosotros para poder llegar a conclusiones que, de otra manera, sería imposible.
El cerebro es capaz de inventar recuerdos de hechos que nunca ocurrieron y visitar lugares que, ¡no sabemos si existirán en alguna parte! Los cien mil millones de neuronas que no dejan de titilar produciendo fogonazos que hacen saltar las ideas que nos llegan, no pocas veces sin saber de dónde, es aún un gran misterio que los estudiosos tratan de resolver.
No se ha podido llegar a saber cómo funciona el cerebro humano y su complejidad es tal que, sólo al Universo mismo se le podría comparar. Precisamente por eso se dice algunas veces que el cerebro es un universo en miniatura… ¡Ocurren tantas cosas en tan pequeño receptáculo!
Entrada anterior
Algunos dicen que todo surgió de la “nada” a partir de una fluctuación cuántica del vacío (?) Sin embargo, hay que pensar que, si surgió, es porque había. Hemos llegado a saber que la “NADA” no existe, siempre hay.
“En física cuántica, la fluctuación cuántica de la energía es un cambio temporal en la cantidad de energía en un punto en el espacio,1 como resultado del principio de indeterminación enunciado por Werner Heisenberg.
De acuerdo a una formulación de este principio, energía y tiempo se relacionan de la siguiente forma:
Las fluctuaciones cuánticas pudieron ser muy importantes de cara al origen de la estructura del universo: de acuerdo con el modelo de la inflación las fluctuaciones que tuvieron lugar antes del Big Bang fueron amplificadas creando lo que se convertiría en nuestro universo.”
Lo cierto es que, de eso que llamamos “vacío”, surgen pequeños objetos que desaparecen al momento y, en la transición, se producen pequeños picos de energía. ¿Qué son, de sonde salen, como se generan… ¿Qué dicen lso experimentos?
Esta pesadilla es solo un ejemplo para entender eso que llamamos “el vacío”.
Una parte de la ciencia estudia la estructura y la evolución del Universo: La cosmología.
La cosmología observacional se ocupa de las propiedades físicas del Universo, como su composición física referida a la química, la velocidad de expansión y su densidad, además de la distribución de Galaxias y cúmulos de galaxias. La cosmología física intenta comprender estas propiedades aplicando las leyes conocidas de la física y de la astrofísica. La cosmología teórica construye que dan una descripción matemática de las propiedades observadas del Universo basadas en esta comprensión física.
La cosmología también tiene aspectos filosóficos, o incluso teológicos, en el sentido de que trata de comprender por qué el Universo tiene las propiedades observadas. La cosmología teórica se basa en la teoría de la relatividad , la teoría de Einstein de la gravitación. De todas las fuerzas de la naturaleza, la gravedad es la que tiene efectos más intensos a escalas y domina el comportamiento del Universo en su conjunto.
El espacio-tiempo, la materia contenida en el Universo con la fuerza gravitatoria que , los posibles agujeros de gusano y, nuestras mentes que tienen conocimientos de que todo esto sucede o puede suceder. De manera que, nuestro consciente (sentimos, pensamos, queremos obrar con conocimiento de lo que hacemos), es el elemento racional de personalidad humana que controla y reprime los impulsos del inconsciente, para desarrollar la capacidad de adaptación al mundo exterior.
Sólo conocemos el Universo que nos ha dejado ver la luz, esa radiación electromagnética a la que es sensible el ojo humano, y, otras de ondas más cortas que …
Al ser conscientes, entendemos y aplicamos nuestra razón natural para clasificar los conocimientos que adquirimos mediante la experiencia y el estudio que aplicamos a la realidad del mundo que nos rodea. Claro que, no todos podemos percibir la realidad de la misma manera, las posibilidades existentes de que el conocimiento de esa realidad, responda exactamente a lo que ésta es en sí, no parece .
Descartes, Leibniz, Locke, Berkeley, Hume (que influyó decisivamente en Kant), entre otros, construyeron una base que tomó fuerza en Kant, para quien el conocimiento arranca o nace de nuestras experiencias sensoriales, es decir, de los datos que nos suministra nuestros cinco sentidos, pero no todo en él procede de esos datos. Hay en nosotros dos fuentes o potencias distintas que nos capacitan , y son la sensibilidad (los sentidos) y el entendimiento (inteligencia). Esta no puede elaborar ninguna idea sin los sentidos, pero éstos son inútiles sin el entendimiento.
A todo esto, para mí, el conocimiento está inducido por el . La falta y ausencia de interés aleja el conocimiento. El interés puede ser de distinta índole: científico, social, artístico, filosófico, etc. (La gama es tan amplia que existen conocimientos de todas las posibles vertientes o direcciones, hasta tal punto es así que, nunca nadie lo podrá saber todo sobre todo). Cada uno de nosotros puede elegir sobre los conocimientos que prefiere adquirir y la elección está adecuada a la conformación individual de la sensibilidad e inteligencia de cada cual.
Lo que ocurría allá arriba, siempre despertó en nosotros y curiosidad
También se da el caso de personas que prácticamente, por cuestiones genéticas o de otra índole, carecen de cualquier por el conocimiento del mundo que les rodea, sus atributos sensoriales y de inteligencia funcionan a tan bajo rendimiento que, sus comportamientos son casi-animales (en el sentido de la falta de racionalidad), son guiados por la costumbre y las necesidades primarias: comer, dormir…
El polo opuesto lo encontramos en múltiples ejemplos de la historia de la ciencia, donde personajes como Newton, Einstein, Riemann, Ramanujan y tantos otros (cada uno en su ámbito del conocimiento), dejaron la muestra al mundo de su genio .
Pero toda la realidad está encerrada en una enorme burbuja a la que llamamos Universo y que encierra todos los misterios y secretos que nosotros, seres racionales y conscientes, persiguen.
La conciencia nos grita. Siempre hay un momento en que nos quedamos a solas con nosotros mismos. Entonces, delante del espejo de nuestra propia conciencia, nos quitamos lentamente esa careta que utilizamos ante la Sociedad y… ¡No siempre nos gusta lo que vemos!
Todo el mundo sabe lo que es la conciencia; es lo que nos abandona cada noche cuando nos dormimos y reaparece a la mañana siguiente cuando nos despertamos. Esta engañosa simplicidad me recuerda lo que William James escribió a finales del siglo XIX sobre la atención:”Todo el mundo sabe lo que es la atención; es la toma de posesión por la mente, de una forma clara e intensa, de un hilo de pensamiento de entre simultáneamente posibles”. Más de cien años más tarde somos muchos los que creemos que seguimos sin tener una comprensión de fondo ni de la atención, ni de la conciencia que, desde luego, no creo que se marche cuando dormimos, ella no nos deja nunca.
¿Vivir sin filosofía? Sería vivir con los ojos cerrados.
La falta de comprensión ciertamente no se debe a una falta de atención en los círculos filosóficos o científicos. Desde que René Descartes se ocupara del problema, pocos han los temas que hayan preocuado a los filósofos tan persistentemente como el enigma de la conciencia.
Para Descartes, como para más de dos siglos después, ser consciente era sinónimo de “pensar”: el hilo de pensamiento de James no era otra cosa que una corriente de pensamiento. El cogito ergo sum, “pienso, luego existo”, que formuló Descartes como fundamento de su filosofía en Meditaciones de prima philosophía, era un reconocimiento explícito del papel central que representaba la conciencia con respecto a la ontología (qué es) y la epistemología (qué conocemos y cómo le conocemos).
Claro que tomado a pie juntillas, “soy consciente, luego existo”, nos conduce a la creencia de que nada existe más allá o fuera de la propia conciencia y, por mi parte, no estoy de acuerdo. Existen muchísimas cosas y hechos que no están al alcance de mi conciencia. Unas veces por imposibilidad física y otras por imposibilidad intelectual, lo es que son muchas las cuestiones y las cosas que están ahí y, sin embargo, se escapan a mi limitada conciencia.
Todo el entramado existente alrededor de la conciencia es de una complejidad enorme, de hecho, conocemos mejor el funcionamiento del Universo que el de nuestros propios cerebros. ¿Cómo surge la conciencia como resultado de procesos neuronales particulares y de las interacciones entre el cerebro, el cuerpo y el mundo? ¿Cómo pueden explicar estos procesos neuronales las propiedades esenciales de la experiencia consciente ?
Cada uno de los estados conscientes es unitario e indivisible, pero al mismo tiempo cada persona puede elegir entre un ingente de estados conscientes distintos.
Sherrington
Bertrand Russell
Muchos han los que han querido explicar lo que es la conciencia. En 1.940, el gran neurofisiólogo Charles Sherrington lo intento y puso un ejemplo de lo que él pensaba sobre el problema de la conciencia. Unos pocos años más tarde también lo intentaron otros y, antes, el mismo Bertrand Russell hizo lo propio, y, en todos los casos, con más o menos acierto, el resultado no fue satisfactorio, por una sencilla razón: nadie sabe a ciencia cierta lo que en verdad es la conciencia y cuales son sus verdaderos mecanismos; de hecho, Russell expresó su escepticismo sobre la capacidad de los filósofos para alcanzar una respuesta:
“Suponemos que un proceso fisico da comienzo en un objeto visible, viaja hasta el ojo, donde se convierte en otro proceso físico en el nervio óptico y, finalmente, produce algún efecto en el cerebro al mismo tiempo que vemos el objeto donde se inició el proceso; pero este proceso de ver es algo “mental”, de naturaleza totalmente distinta a la de los procesos físicos que lo preceden y acompañan. Esta concepción es tan extraña que los metafísicos han inventado toda suerte de teorías con el fin de sustituirla con algo menos increíble”.
Está claro que en lo más profundo de ésta consciencia que no conocemos, se encuentran todas las planteadas o requeridas mediante preguntas que nadie ha contestado.
Al comienzo mencionaba el cosmos y la gravedad junto con la consciencia y, en realidad, con más o menos acierto, de lo que estaba tratando era de hacer ver que todo ello, es la misma cosa. Universo-Galaxia-Mente. Nada es independiente en un sentido global, sino que son de un todo y están estrechamente relacionados.
Una Galaxia es simplemente una parte pequeña del Universo, nuestro planeta es, una mínima fracción infinitesimal de esa Galaxia, y, nosotros mismos, podríamos ser comparados (en a la inmensidad del cosmos) con una colonia de bacterias pensantes e inteligentes. Sin embargo, todo forma parte de lo mismo y, aunque pueda dar la sensación engañosa de una cierta autonomía, en realidad todo está interconectado y el funcionamiento de una cosa incide directamente en las otras.
Pocas dudas pueden caber a estas alturas de que, el hecho de que podamos estar hablando de estas cuestiones, es un milagro en sí .
Se puede apreciar en la anterior gráfica de resonancia como la neorocientífica nos muestra la evolución de la zona del córtex según la edad, desde la primera infancia va evolucionando y no se detiene dentro de la escala evolutiva. Explica que el neocortex nos capacita para adquirir conocimientos, desarrollar sociedades, culturas y tecnologías.
Después de millones y millones de años de evolución, se formaron las conciencias primarias que surgieron en los animales conciertas estructuras cerebrales de cierta (aunque limitadas) complejidad que, podían ser capaces de construir una escena mental, pero con capacidad semántica o simbólica muy limitada y careciendo de un verdadero lenguaje.
La conciencia de orden (que floreció en los humanos y presupone la coexistencia de una conciencia primaria) viene acompañada de un sentido de la propia identidad y de la capacidad explícita de construir en los estados de vigilia escenas pasadas y futuras. Como mínimo, requiere una capacidad semántica y, en su forma más desarrollada, una capacidad lingüística.
Los procesos neuronales que subyacen en nuestro cerebro son en realidad desconocidos y, aunque son muchos los y experimentos que se están realizando, su complejidad es tal que, de momento, los avances son muy limitados. Estamos tratando de conocer la máquina más compleja y perfecta que existe en el Universo.
Si eso es así, resultará que después de todo, no somos tan insignificantes como en un principio podría parecer, y solo se trata da tiempo. En su momento y evolucionadas, nuestras mentes tendrán un nivel de conciencia que estará más allá de las percepciones físicas tan limitadas. Para entonces, sí estaremos totalmente integrados y formando parte, como un todo, del Universo que ahora presentimos.
El carácter de la conciencia me hace adoptar una posición que me lleva a decidir que no es un objeto, sino un proceso y que, desde este punto de , puede considerarse un ente digno del estudio científico perfectamente legítimo.
La conciencia plantea un problema especial que no se encuentra en otros dominios de la ciencia. En la Física y en la Química se suele explicar unas entidades determinadas en función de otras entidades y leyes. Podemos describir el agua con el lenguaje ordinario, pero podemos igualmente describir el agua, al menos en principio, en términos de átomos y de leyes de la mecánica cuántica. Lo que hacemos es conectar dos niveles de descripción de la misma entidad externa (uno común y otro científico de extraordinario poder explicativo y predictivo. Ambos niveles de descripción) el agua líquida, o una disposición particular de átomos que se comportan de acuerdo con las leyes de la mecánica cuántica (se refiere a una entidad que está fuera de nosotros y que supuestamente existe independientemente de la existencia de un observador consciente.
Somos conscientes de lo que realmente estamos viendo, o, por el contrario, sólo vemos la fachada
No pocas veces, al profundizar en lo que no se ve, nos llevamos sorpresas desagradables, el interior profundo no siempre coincide con la superficie.
En el caso de la conciencia, sin embargo, nos encontramos con una simetría. Lo que intentamos no es simplemente comprender de qué manera se puede explicar las conductas o las operaciones cognitivas de otro ser humano en términos del funcionamiento de su cerebro, por difícil que esto parezca. No queremos simplemente conectar una descripción de algo externo a nosotros con una descripción científica más sofisticada.
Lo que realmente queremos hacer es conectar una descripción de algo externo a nosotros (el cerebro), con algo de nuestro interior: una experiencia, nuestra propia experiencia individual, que nos acontece en tanto que observadores conscientes. Intentamos meternos en el interior o, en la atinada ocurrencia del filósofo Tomas Negel, qué se siente al ser un murciélago. Ya sabemos qué se siente al ser nosotros mismos, qué significa ser nosotros mismos, pero queremos explicar por qué somos conscientes, saber qué es ese “algo” que no s hace ser como somos, explicar, en fin, cómo se generan las cualidades subjetivas experienciales. En suma, deseamos explicar ese “Pienso, luego existo” que Descartes postuló como evidencia primera e indiscutible sobre la cual edificar toda la filosofía.
Ninguna descripción, por prolija que sea, logrará nunca explicar cabalmente la experiencia subjetiva. Muchos filósofos han utilizado el ejemplo del color para explicar este punto. Ninguna explicación científica de los mecanismos neuronales de la discriminación del color, aunque sea enteramente satisfactorio, bastaría para comprender cómo se siente el proceso de percepción de un color. Ninguna descripción, ninguna teoría, científica o de otro tipo, bastará nunca para que una daltónica consiga experimentar un color.
En un experimento mental filosófico, Mary, una neurocientífica del futuro que era daltónica, lo sabe todo acerca del visual y el cerebro, y en particular, la fisiología de la discriminación del color. Sin embargo, cuando por fin logra recuperar la visión del color, todo aquel conocimiento se revela totalmente insuficiente comparado con la auténtica experiencia del color, comparado con la sensación de percibir el color. John locke vio claramente este problema hace mucho tiempo.
No será fácil explicar estos paisajes a un invidente que nunca vio la luz, los colores, y, la belleza que la Naturaleza nos ofrece en múltiples rincones de nuestro mundo.
Pensemos por un momento que tenemos un amigo ciego al que contamos lo que estamos viendo un día soleado del mes de abril: El cielo despejado, limpio y celeste, el Sol allí arriba esplendoroso y cegador que nos envía su luz y su calor, los árabes y los arbustos llenos de flores de mil colores que son asediados por las abejas, el aroma y el rumor del río,,,
Cuyas aguas cantarinas no cesan de correr transparentes, los pajarillos de distintos plumajes que lanzan alegres trinos en sus vuelos por el ramaje que se mece movido por una brisa suave, todo esto lo contamos a nuestro amigo ciego que, si de pudiera ver, comprobaría que la experiencia directa de sus sentidos ante tales maravillas, nada tiene que ver con la pobreza de aquello que le contamos, por muy hermosas palabras que para hacer la descripción empleáramos.
Esa complejidad nos llevará muy lejos. Sin embargo, ¿Cómo podríamos saber todo lo que corre por la mente Humana? Sus intrincados laberintos y sus cien mil millones de neuronas, tantas como estrellas tiene la Vía Láctea. Nuestras mentes son los recintos que guardan el universo entero y, aún no hemos tenido tiempo evolutivo para comprender, que en ese recinto nuestro, están todas las respuestas que incansables buscamos.
La mente humana es tan compleja que, no todos ante la misma cosa, vemos lo mismo. Nos enseñan figuras y dibujos y nos piden que digamos (sin pensarlo) la primera cosa que nos sugiere. De entre personas solo coinciden tres, los otro siete divergen en la apreciación de lo que el dibujo o la figura les sugiere.
A veces los pensamientos parecen tener vida propia y surgen en la mente de imprevisto. En ocasiones son ideasque, hasta a nosotros mismos (sus portadores) nos sorprenden. a Mente parece, a veces, que está situada en un “universo” aparte de nuestro Universo y, de ella surgen ideas y pensamientos que… ¡No parecen de este mundo!
Esto nos viene a demostrar la individualidad de pensamiento, el libre albedrío para decidir. Sin embargo, la misma , realizada en grupos de conocimientos científicos similares y específicos: Físicos, matemáticos, químicos, etc. hace que el número de coincidencias sea más elevada, más personas ven la misma respuesta al problema planteado. Esto nos sugiere que, la mente, está en un estado virgen que cuenta con todos los elementos necesarios para dar respuestas pero que necesita experiencias y aprendizaje para desarrollarse.
¿ Debemos concluir entonces que una explicación científica satisfactoria de la conciencia queda para siempre fuera de nuestro alcance? ¿O es de manera posible romper esa barrera, tanto teórica como experimental, para resolver las paradojas de la conciencia?
Todavía no sabemos encajar las piezas
La respuesta a estas y otras preguntas, en mi opinión, radica en reconocer nuestras limitaciones actuales en este del conocimiento complejo de la mente, y, como en la Física cuántica, existe un principio de incertidumbre que, al menos de momento (y creo que en muchos cientos de años), nos impide saberlo todo sobre los mecanismos de la conciencia y, aunque podremos ir contestando a preguntas parciales, alcanzar la plenitud del conocimiento total de la mente no será nada sencillo, entre otras razones está el serio inconveniente que su nosotros mismos, ya que, con nuestro que hacer podemos, en cualquier momento, provocar la propia destrucción.
Una cosa si está clara: ninguna explicación científica de la mente podrá nunca sustituir al fenómeno real de lo que la propia mente pueda hacernos sentir a traves de los sentimientos que allí se crean.
¿ Cómo se podría comparar la descripción de un gran Amor con sentirlo, vivirlo física y sensorialmente hablando ? Llegar a esta situación de arriba es todo un privilegio que no todos pueden alcanzar y, como se dice algunas veces: “Me gustaría que nos hiciéramos viejos juntos”… Cuando sucede, es Hermoso. Es la prueba de una gran compenetración y de un gran respeto mutuo, de haberlo dado todo el uno por el otro y saber perdonar.
Aquí reside la verdad, lo más auténtico de nuestro mundo
Hay cosas que no pueden ser sustituidas, por mucho que los analistas y especialistas de publicidad y marketing o márquetin se empeñen, lo auténtico siempre será único. Es curioso cómo funciona la Naturaleza. Si miramos unos millones de protones, electrones o neutrones, no podemos ver ninguna diferencia en ninguno de ellos, todos son exactamente iguales. Sin embargo, nosotros los Humanos, somos siete mil millones y, aunque parecidos, nunca podremos encontrar a dos seres iguales, ni físicamente ni mentalmente tampoco, Cada uno de nosotros tiene su propio mundo en su Mente.
emilio silvera