domingo, 24 de noviembre del 2024 Fecha
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¡El pasado! ¿Qué haríamos sin él?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (0)

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              Estatua de Aryabhata

En el año 499 d.C. el matemático hindú Aryabhata calculó pi como 3,1416 y la duración del año solar como 365,358 días.  Por la misma época, concibió la idea de que la Tierra era una esfera que giraba sobre su propio eje y se desplazaba del Sol.  Pensaba, además, que la sombra de la Tierra sobre la Luna era lo que causaba los eclipses.  Dado que Copérnico no “descubriría” algunas de estas cosas hasta casi mil años después, resulta difícil no preguntarse si el revuelo provocado por la llamada “revolución copernicana” estaba realmente justificado.

En la Edad Media el pensamiento indio estaba muy por delante del europeo en varias áreas.  En esta época, los monasterios budistas de la India tenían tantos recursos que actuaban como bancos e invertían sus excedentes financieros en empresas comerciales.  Detalles como éste aclaran por qué los historiadores se refieren a la reunificación del norte de la India bajo los Guptas (c.320-550) como una era dorada.

                                  Templo Budista

Esta dinastía, en conjunción con el reinado de Harsha Vardhana (606-647), abarca el período que hoy se considera la era clásica de la India.  Además de los progresos realizados en matemáticas, esta época fue testigo del surgimiento de la literatura en sánscrito, de la aparición de formas de hinduismo nuevas y duraderas, entre ellas el vedanta, y del desarrollo de una espléndida arquitectura religiosa.

Más que la mayoría de los lenguajes, el sánscrito encarna una idea: es el lenguaje especial para gente que deben tener una clasificación también especial.  Es una lengua de más de tres mil años de antigüedad. En un principio, fue la lengua del Punjab, pero luego se difundió al este.

Se puede discutir si los autores del Rig Veda fueron los arios procedentes de fuera de la India o indígenas de la región, pero lo que no se puede poner en duda es que poseían un idioma de gran riqueza y precisión, y una tradición poética cultivada.

El sánscrito es una de las aportaciones más grandes de la cultura que nos vamos a poder encontrar que se ha formado de alguna manera en un territorio indio europeo como lo es la india, ya que es considerado como la lengua más antigua de toda esta zona, pues según algunos historiadores y analistas de toda esta situación el mismo fue conformado o desarrollado hace más de 4000 años, algo para tener en cuenta por parte de todos nosotros, ya que según muchas personas gracias a esta gran cantidad de aportes que se fueron formando con él sanscrito se fue formando todo lo que conocemos en la actualidad en cada una de las diferentes lenguas y textos que se desarrollaron en lo que es actualmente.

Moderna estatua de Pāṇini vestido al estilo Imperio mogul (siglo XVII-XIX) en la Universidad de Benarés

La importancia de los gramáticos para la historia del sanscrito no tiene comparación en ninguna otra lengua del mundo.  La preeminencia que alcanzó esta actividad se deriva de la necesidad   de preservar intactos los textos sagrados de los Vedas: según la tradición, cada palabra del ritual tenía que pronunciarse de forma exacta.  Así que da demostrado en algún momento del siglo IV a.C. cuando Panini compone su Gramática.

Nada sabemos sobre la vida de Panini, aparte de que nació en Satura, en el extremo noroeste de la India.  Su Astadhyayi consta de cuatro mil aforismos que describen, con abundante detalle, la forma de sanscrito que utilizaban los brahmanes de la época.  Su obra tuvo tanto éxito, que la forma del idioma que describió quedó establecida para siempre, después de lo cual vendría a ser conocida como samskrta (“perfecta”).

“El Panchatantra es una colección de fábulas en idioma sánscrito, en prosa y verso, compuesto después del siglo III a. C.12​ Se atribuye a Vishnú Sharma“.

Según el Pancha tandra (hacia el 200 a. C.),  Pāṇini fue matado por un león. El texto, que en algunas recensiones aparece como 2.33, dice:

 

“Un león le quitó la vida al querido gramático Pāṇini, un elefante aplastó a Yaimini, el creador de [la doctrina] mimamsa, Pingala fue matado por un cocodrilo: ¿qué les importan los logros académicos a los insensibles animales?”
Resultado de imagen de A partir de los trabajos de Panini, el lenguaje en la India evolucionó de manera considerable

A partir de los trabajos de Panini, el lenguaje en la India evolucionó de manera considerable y sus efectos se podría decir, fueron altamente positivos.  El lenguaje estaba dividido en dos: sanscrito para el estudio y ritual, preservado para la casta de los brahmanes, y, el práctico, para la vida cotidiana.

Hay que decir que, tal distinción ya existía en la época de Buda y Mahavira y desde la época de Panini sólo la lengua vernácula evolucionó de forma normal.  La brecha entre el sánscrito y el práctico se amplió con el paso de los siglos y, sin embargo, ello no tuvo consecuencias negativas para el primero que en la época de los Guptas era el lenguaje utilizado por la Administración.

Las lenguas modernas de la India: Bengalí, gujarati, y, maratí, solo empezaron a utilizarse 1.000 años después de C.

Después del siglo II a.C. empiezan a aparecer textos seculares: poesías, dramas y obras de naturaleza científica, técnica o filosófica.  En este momento, todo hombre de letras debía saber de memoria el astadhyayi.  Aprenderlo requería un largo proceso, pero demostraba la educación.

Kālidāsa fue un poeta y dramaturgo indio hinduista, que floreció aproximadamente en el siglo VI de nuestra era.  Su poema más conocido es el llamado “Mensajero de las Nubes”.  Los poemas de Kalidás sugieren que era un brahmám (sacerdote), aunque se cuentan historias que lo contradicen.

Entre los años 500 y 1.200 d. C., la literatura sánscrita vive su edad de oro, protagonista indiscutible de la cual es Kalidasa, el más famoso de los autores del período den la literatura kavya (secular), la literatura agama (religiosa) y los trabajos de los estudiosos (sastra).

Como ocurre con Panini, tampoco se sabe mucho sobre los orígenes de Kalidasa.  Su nombre significa “esclavo de la diosa Kali”, lo que sugiere que pudo nacer al sur de la India, en lo que después se convirtió en Bengala, donde Kali, la esposa de Shiva, contaba con muchos seguidores.

Hay ciertas características de las obras de Kalidasa que hace pensar en que podía ser un brahmán de Ujjain o Mandasor, ya que muchos detalles delatan un profundo conocimiento del fértil valle del Narmada, en la región de Malwa.  Como en el caso de Sófocles, sólo se conservan siete de los clásicos sánscritos de Kalidasa, poeta lírico y autor de epopeyas y obras de teatro.

Su trabajo más conocido, como dije antes, es el poema Meghaduta (Mensajero de las nubes), sin embargo, la obra más evocadora de Kalidasa es el drama Shakuntala

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La superioridad y brillantez de la literatura india de este período quedan confirmadas por el hecho de que sus ideas y prácticas se difundieron por todo el sureste asiático.  Es posible encontrar Budas de estilo gupta de Malaya, Java y Borneo.  Se cree que las inscripciones en sánscrito, que aparecen en Indochina desde el siglo III y IV, constituyen un indicio de los comienzos de la alfabetización en esta región y “casi todos los estilos de escrituras preislámicos del sureste asiático son derivados del gupta Grahmi”.

Bajo la dinastía de los guptas el templohindú se desarrolló  hasta convertirse en la forma arquitectónica clásica de la India.  Es difícil exagerar la importancia del templo hindú.  El mundo tienen una gran deuda con el arte de la India, algo especialmente cierto en el caso de China, Corea, el Tibet. Camboya y Japón.

Es evidente que la iconografía de los templos indios se origina en un conjunto de supuestos diferentes de los des arte cristiano, pero constituye un sistema no menos cerrado e interconectado.  En general, las imágenes hindúes son bastante más arcaicas que las cristianas y en mucho casos más antiguas que el arte griego.  Los mitos de los grandes dioses (Vishnú y Shiva) representados en los grabados se repiten cada palpa, esto es, cada cuatro mil trescientos veinte millones de años.

Sustentador del universo, gobernante de sattva ( ‘existencia, realidad’), se reclina sobre Ananta S’esha, la serpiente de muchas cabezas, y de su ombligo …

Habitualmente, los dioses están acompañados de vehículos o se los asocia a ellos: Vishnú a una serpiente o culebra cósmica (símbolo de las aguas primigenias de la creación), Brama a un ganso, Indra a un elefante, Shiva a un tono, y cada uno tiene un significado espiritual, como Airavata, el ancestro celestial de todos los elefantes que lleva a Indra, el rey de los dioses, así que está enclavado como perteneciente a la tierra de los reyes.

La cultura hindú es fascinante y leer en profundidad su historia nos puede dar el conocimiento de gran parte del comportamiento de la Humanidad.  Como otros tantos lugares y culturas, fue invadida por el Islam que nunca consiguió erradicar las costumbres y cultura de los nativos.

Los templos hindúes de la India constituyen una de esas espléndidas obras que nunca se han abierto camino en la mente de Occidente para ser consideradas equivalentes intelectuales y artísticos de, digamos, al arquitectura clásica Griega.  ¡Un gran error!

Como dije antes, otra innovación hundú fue la invención o creación de los numerales indios.  Ello fue obra en primera instancia del famoso matemático indio Aryabhata, que igualmente mencione antes en alguna parte de este trabajo en el apartado referido a la India.

En el año 499, Aryabhata escribió un pequeño volumen, Aryabhatuya, de 123 versos métricos, que se ocupaban de astronomía y (una tercera parte) de ganitapada o matemáticas.  En la segunda mitad de esta obra, en la que habla del tiempo y la trigonometría esférica, Aryabhata utiliza una frase, en la que se refiere a los números empleados en el cálculo, “cada lugar es diez veces el lugar precedente”.  El  valor posicional había sido un componente esencial de la numeración babilónica, pero los babilonios no empleaban un sistema decimal.

La numeración había empezado en India con simples trazos verticales dispuestos en grupos, un sistema repetitivo que se mantuvo aunque después se crearon nuevos símbolos para el cuatro, diez, veinte y el cien.  Esta escritura kharosti dio paso a los denominados caracteres brahmi, un sistema similar al jonio griego:

Desde este punto se necesitaban dos pasos adicionales para llegar al sistema que empleamos ahora.  El primero era comprender que un sistema posicional sólo requiere nueve cifras (y que, por tanto, podemos deshacernos de todos los demás, de la I en adelante en el gráfico o figura anterior).  No hay certeza sobre cuando se dio este paso por primera vez, pero el consenso entre los historiadores de las matemáticas es que se produjo en la India, y que quizá se desarrolló a lo largo de la frontera entre la India y Persia, donde el recuerdo del sistema posicional puede haber incitado a su uso en al alternativa brahmi, o en la frontera con China, donde existía un sistema de varas.

Esto también puede haber sugerido la reducción de los numerales a nueve.  La referencia más antigua a los nueve numerales indios la encontramos en los escritos de un obispo sirio llamado Severo Sebokt que, molesto con los griegos (cerrados a otros saberes en países distintos a Grecia), trató de recordarles que, también en otros lugares, y otras culturas, tenían conocimientos dignos de atención y, apelaba a los indios y los descubrimientos que éstos habían realizado en astronomía y, en particular, “su valioso método de calcular, que supera cualquier descripción. Sus cálculos de realizaban mediante nueve signos (nueve no diez) La primera aparición indudable del cero en la India es una inscripción del año 876, más de dos siglos después de la primera mención del uso de los otros nueve numerales.

Algunos supieron “ver” que el concepto de “nada” de “vacío” era algo inexistente y, a la vez, muy poderoso. Lo que entendemos por nada… No existe, siempre hay aunque sólo sean pensamientos. La Nada es esa palabra que hemos encontrado para significar la falta de algo, la ausencia… ¡de tántas cosas!

Todavía no sabemos con certeza dónde surgió por primera vez el cero, y el concepto de nada, de  vacío, a la que, además de los hindúes también llegaron los mayas de manera independiente.   Algunos sitúan la aparición del cero en China.  No obstante, nadie discute la influencia india, y todo aparece indicar que fueron ellos los primeros que emplearon a la vez los tres nuevos elementos en que se funda nuestro actual Sistema numérico:

  • una base decimal,
  • una notación posicionad y cifras para diez, y
  • sólo diez, numerales.  Y esto ya establecido en 876.

En algún momento se dio por hecho que el cero provenía originalmente de la letra griega omicrón, la inicial de la palabra ouden, que significa “vacío”. Sin embargo, está más allá en el pasado.

emilio silvera

Rumores del saber del mundo

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En la serie rumores del saber del mundo que hemos ido dejando aquí, de manera esporádica, algunos retazos de ese saber que por el mundo, a lo largo y a lo ancho del discurrir del tiempo, han dejado los pueblos y civilizaciones que nos precedieron. Ellos sentaron las bases de lo que hoy somos. Hemos hablado aquí de los sumerios, egipcios, hindúes, chinos y de otras civilizaciones también misteriosas. Hemos dedicado algún tiempo al surgir de la escritura y de los números, sin dejar de lado a los grandes filósofos naturales que estudiaban la Naturaleza para tratar de desvelar sus secretos.

                        Tiempos de Oráculos y Deidades

Sin embargo, en Alejandría, las matemáticas o, al menos, los números tuvieron otro aspecto muy importante, y también muy diferente. Se trata de los denominados “misterios órficos” y su énfasis místico.

Según Marsilio Ficino, autor del siglo XV d.C., hay seis grandes teólogos de la antigüedad que forman una linea sucesoria. Zoroastro fue “el principal referente de los Magos”; el segundo era Hermes Trismegisto, el líder de los sacerdotes egipcios; Orfeo fue el sucesor de Trismegisto y a él le siguió Aglaofemo, que fue el encargado de iniciar a Pitágoras en los secretos, quien a su vez los confió a Platón. En Alejandría, Platón fue instruido por Clemente y Filón, para crear lo que se conocería como neoplatonismo.

Tres ideas conforman los cimientos de los misterios órficos. Una es el poder místico de los números. La existencia de los números, su cualidad abstracta y su comportamiento, tan vinculado como el del Universo, ejercieron una permanente fascinación sobre los antiguos, que veían en ellos la explicación de lo que percibían como armonía celestial.


“El número once y su par, 11:11, engloban un código sincromístico, relacionado para muchas personas con la comunicación de una inteligencia cósmica que busca abrir un portal en la conciencia y en la genética humana. Aparte de ésto, esta cifra tiene una resonancia y una simbología profunda que hace reparar en este código, más allá de cultos y creencias, como un atisbo de la naturaleza matemática que subyace, como código de programación, el mundo en el que vivimos.

 

 

 

La naturaleza abstracta de los números contribuyó a reforzar la idea de un “Alma” abstracta, en la que estaba implícita la idea (trascendental en este contexto) de la salvación: la creencia de que habrá un futuro estado de éxtasis, al que es posible llegar a través de la trasmigración o reencarnación.

Por último, estaba el principio de emanación, esto es, que existe un bien eterno, una unidad o “mónada”, de la que brotaba toda la creación. Como el número, esta era considerada una entidad básicamente abstracta. El alma ocupada una posición intermedia entre la mónada y el mundo material, entre la mente, abstracta en su totalidad, y los sentidos.

Según los órficos, la mónada enviaba (“emanaba”) proyecciones de sí misma al mundo material y la tarea del alma era aprender usando los sentidos. De esta forma, a través de sucesivas reencarnaciones, el alma evolucionaba hasta el punto en el que ya no eran necesarias más reencarnaciones y se alcanzaba el momento de profunda iluminación que daba lugar a una forma conocida como gnosis, allí la mente esta fundida con lo que percibe. Es posible reconocer que esta idea, original de Zoroastro, subyace en muchas de las regiones principales del mundo, con distintas variantes o matices que, en esencia, viene a ser los mismos.

Resultado de imagen de Pitágoras

Pitágoras, en particular, creía que el estudio de los números y la armonía conducían a la gnosis. Para los pitagóricos, el número uno no era un número en realidad, sino la “esencia” del número, de la cual surge todo el sistema numérico. Su división en dos creaba un triángulo, una trinidad, la forma armónica más básica, idea de la que encontramos ecos en santísimas religiones.

Platón, en su versión más mítica, estaba convencido de que existía un “alma mundial”, también fundada en la armonía y el número, y de la cual brotaba toda la creación. Pero añadió un importante refinamiento al considerar que la dialéctica, el examen crítico de las opiniones era el método para acceder a la gnosis.

La tradición sostiene que el cristianismo llegó a Alejandría a mediados del siglo I d.C., cuando Marcos el evangelista llegó a la ciudad para predicar la nueva religión.

Las similitudes espirituales entre el platonismo y el cristianismo fueron advertidas de forma muy clara por Clemente de Alejandría (150-215 d.C.), pero fue Filón el indio quien primero desarrolló esta nueva fusión. En Alejandría habían existido escuelas pitagóricas y platónicas desde hacía un largo tiempo, y los judíos cultos conocían los paralelos entre las ideas judías y las tradiciones Geténicas, hasta el punto de que para muchos de ellos el orfismo no era otra cosa que “una emanación de la Torá de la que no había quedado constancia”.

Filón era el típico alejandrino que “nunca confiaba en el sentido literal de las cosas y siempre estaba a la búsqueda de interpretaciones músticas y alegóricas”. Pensaba que podía “conectar” con Dios a través de ideas divinas, que las ideas eran “los pensamientos de Dios” porque ponían orden a la “materia informe”. Al igual que Platón, tenía una noción dualista de la Humanidad:

También se ha dicho que la música es el refugio de las almas puras, pues en ella encuentran aliento las palabras de amor y cobijo los suspiros profundos.

“De las almas puras que habitan el espacio etéreo, aquellas más cercanas a la tierra resultan atraídas por los seres sensibles y descienden a sus cuerpos”.

 

Las Almas son el lado divino del hombre.

Es interesante reparar los hechos pasados y la evolución del pensamiento humano que, en distintos lugares del mundo y bajo distintas formas, todos iban en realidad a desembocar en el mismo mar del pensamiento.

La naturaleza humana y el orden universal, el primero unido a un alto concepto cuasi divino, el Alma, el segundo regido por la energía cósmica de las fuerzas naturales creadoras de la materia y, todo esto, desarrollado de una u otra manera por los grandes pensadores de todos los tiempos que hicieron posible la evolución del saber para tomar posesión de profundos conocimiento que, en un futuro, nos podrán permitir alcanzar metas, que aún hoy, serían negadas por muchos.

                  No deberíamos perder de vista la Historia de la Humanidad

Para mí, el mirar los hechos pasados y estudiar los logros alcanzados en todos los campos del saber, es una auténtica aventura que profundiza y lleva al conocimiento del ser humano que, según la historia, es capaz de lo mejor y de lo pero, sin embargo, nadie podrá negarle grandeza ni imaginación.

Los pensadores del Renacimiento creían que todo el Universo era un modelo de la idea divina y que el hombre era “un creador que venía después del creador divino”. Esta concepción era el concepto de belleza, una forma de armonía que reflejaba las intenciones de la divinidad.

Lo que era placentero para los ojos, el oído y la mente era bueno, moralmente valioso en sí mismo. Más aún: revelaba parte del plan divino para la Humanidad, pues evidenciaba la relación de las partes con el todo.

Este ideal renacentista de belleza respaldaba la noción de que esta tenía dos funciones, noción aplicable a todas las disciplinas. En un nivel, la arquitectura, las artes visuales, la música y los aspectos formales de las artes literarias y dramáticas informaban a la mente; en segundo nivel, la complacían mediante el decoro, el estilo y la simetría. De esta forma se estableció una asociación entre belleza e ilustración. También esto era lo que entonces significaba la sabiduría.

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                                                             Algunos quisieron abarcarlo todo

El fin perseguido era el deseo de universalidad personal, la consecución de conocimientos universales, la conjunción de disciplinas diferentes como ramas del todo, del saber profundo que abarcaba desde el núcleo las distintas esferas del conocimiento universales, la conjunción de disciplinas diferentes como ramas del todo, del saber profundo que abarcaba desde el núcleo las distintas esferas del conocimiento como partes de ese todo.

El reconocimiento de la belleza se funda en los dones divinos del intelecto humano. Durante el Renacimiento se escribieron unos cuarenta y tres tratados sobre la belleza. La idea de hombre universal es una idea común a casi todos ellos.

Ahora, aunque de diferente manera y con medios muy alejados de los que podían utilizar los antiguos, los estudiosos de hoy persiguen la misma cosa, es decir una Teoría del Todo que unifique el saber “del mundo” y que éste sea explicado por una sola ecuación mágica.

emilio silvera

Fuente: Ideas de Peter Watson

Rumores del saber del mundo

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 Aquí podéis leeer todo esto y mucho más

Hubo un tiempo en el que el mundo, llevado por las religiones, dejaron de lado los conocimientos adquiridos y producidos por los antiguos griegos y, la sabiduría del mundo se estaba perdiendo. El  encargado de traducir aquellas obras al árabe fue Muhammad ibn-Ibrahim al-Fazari, en cuyo trabajo se bazó en buena medida el famoso astrónomo musulman Al-khwarizmi.

Mohammed Ibn Musa Al-Khwarizmi

Nació : hacia el 780 en Khwarizm (hoy Khiva, Uzbekistán)

Murió: hacia el 850 en Bagdad (hoy Irak)

Los árabes no se interesaron especialmente por la poesía, el teatro y las historias griegas.  Tenían sus propias tradiciones literarias y sentían que éstas eran más que suficientes.  No obstante, la situación era muy diferente en el caso de la medicina de Galeno, las matemáticas de Euclides y Ptolomeo, y la filosofía de Platón y Aristóteles.

Kazajstán - CIRCA 1993: Al-Farabi (872-951) en 1 Tenge 1993 billete de Kazajstán. Erudito musulmán y uno de los más grandes científicos y filósofos del mundo islámico en su tiempo.

Erudito musulmán y uno de los más grandes pensadores

El principal, o por lo menos el primer pensador musulman que concibió un cuadro general de las ciencias fue al-Farabi (sobre 950), cuyo catálogo Ihsa al-ulum, conocido en latin como De Scentiis, organizó las diferente disciplinas y saberes de la siguiente forma:

  • ciencias lingüísticas.
  • lógica.
  • matemáticas (incluía la música).
  • astronomía y la óptica.
  • física.
  • Metafísica,
  • política.
  • jurisprudencia, y
  • teología.

            Ibn Sina o Avicena

Posteriormente, Ibn Sina dividiría las ciencias racionales en especulativas (que buscan la verdad) y prácticas (que buscan el bienestar). Ibn Sina o Avicena (por su nombre latinizado) es el nombre por el que se conoce en la tradición occidental a Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sīnā, fue un médico, filósofo, cintífico y polímata persa. Escribió cerca de trescientos libros sobre diferentes temas, predominantemente de filosofía y medicina.

Sus textos más famosos son El libro de la curación y El canon de medicina,  también conocido como Canon de Avicena. Sus discípulos le llamaban Cheikh el-Raïs, es decir ‘príncipe de los sabios’, o el más grande de los médicos, el Maestro por excelencia, o en fin el tercer Maestro (después de Aristóteles y Al-Farabi). La Civilización Islámica fue muy importante para la historia del libro. A lo largo de sus conquistas entraron en contacto con diferentes pueblos y, de todos, aprendieron y quisieron conservar su sabiduría.

                    Aquel Imperio abarcó mucho territorio y en todos, dejaron la huella de su paso

En las principales ciudades islámicas se crearon bibliotecas y centros de estudio, basado en su mayoría en el modelo griego que los árabes habían descubierto tras conquistar Alejandría y Antioquia.   La más famosa de estas instituciones fue la Casa de la Sabiduría (Batí al-Hikma) fundada por al-Ma’mun en el año 833.  Fueron innumerables las traducciones que allí se realizaron como la Física de los Griegos y los siete libros de anatomía de Galeno, o las obras de Platón, Hipócrates y otros como Euclides, Arquímedes, Ptolomeo (entre ellas el Almagesto) y Apolunio.  Gracias a estos trabajos conocemos hoy un mayor número de obras griegas, ya que, desgraciadamente, con la barbaridad cometida al incendiar la biblioteca de Alejandría, perdimos un enorme tesoro de la Humanidad.

                  Thabit ibn Qurra

Por aquellos tiempos, ya gente como Ibn Qurra e Ibn Ishaq, midieron y calcularon para concluir que la Tierra era redonda. Fue un matemático árabe que ejerció como médico, astrónomo, y traductor de la Edad de Oro Islámica, que vivía en Bagdad, en la segunda mitad del siglo IX, durante la época de califato abasí.  Ibn Qurra hizo descubrimientos importantes en el álgebra, la geometría y la astronomía. En astronomía, Thabit es considerado uno de los primeros reformadores del sistema de Ptolomeo, y fue el que hizo la mejhor demostración del Teorema de Pitágoras. En la mecánica fue fundador de la estática.

En aquellos tiempos la situación en filosofía y literatura, áreas en las que el éxito de cristianos y paganos subrayaba lo abierta que era Bagdad, tampoco era diferente al movimiento de los demás disciplinas.

Abú Bishr Matta bin Yunus, un colega cercano del famoso al-Farabi y quien intentó reconciliar Aristóteles y el Corán, era cristiano y estudió en Bagdad. Uno de los poetas más importantes del siglo VII y comienzos del siglo VIII también era cristiano, Ghiyath ibn aL-salt, de cerca de al-Hirab, sobre el Éufrates, quien incluso fue llevado a la Meca por su califa.  Aunque fue nombrado poeta de la Corte, se negó a convertirse, a renunciar a su adicción al vino y a llevar su cruz.

No es ningún secreto que la obra más famosa de la denominada literatura árabe, Alf Laylah wa-Laylah (Las mil y una noches), era en realidad una antigua obra persa.  Hazar Afsana ( un millar de cuentos), que contenía distintos relatos, muchos de los cuales eran de origen Indio.  Con el paso del tiempo, se hicieron adiciones a esta obra, no sólo a partir de fuentes árabes, sino también griegas, hebreas, turcas y egipcias.  La obra que hemos leído (casi) todos, en realidad, es un compendio de historias y cuentos de distintas nacionalidades, aunque la ambientación que conocemos, es totalmente árabe.

Además de instituciones de carácter académico como la Casa de la Sabiduría, el  Islam desarrolló los hospitales tal como los conocemos hoy en nuestros días.  El primero y más elaborado, fue construido en el siglo VIII bajo aL-Rashid (el Califa de Las Mil y una noches), ero la idea se difundió con rapidez.  Los hospitales musulmanes de la Edad Media que existían en Bagdad, El Cairo o Damasco, por ejemplo, eran bastante complejos para la época.  Tenían salas separadas para hombres y mujeres, salas especiales dedicadas a las enfermedades internas, los desordenes oftálmicos, los padecimientos ortopédicos, las enfermedades mentales y contaban con casa de aislamiento para casos contagiosos.

El Islam, en este campo, también estaba muy avanzado, e incluso tenían clínicas y dispensarios ambulantes y hospitales militares para los ejércitos.  Allí, en aquel ambiente sanitario, surgió la idea de farmacia o apotema, donde los farmaceutas, tenían que aprobar un examen, antes de preparar y recetar medicamentos.

La obra de Ibn al-Baytar Al-Jami’fi al-Tibb (Colección de dietas y medicamentos simples) tenía más de un millar de entradas basadas en plantas que el autor había recopilado alrededor de la costa mediterránea.  La noción de sanidad pública también se debe a los árabes que, visitaban las prisiones para detectar y evitar enfermedades contagiosas.

Grandes médicos islámicos como Al-Razi, conocido en occidente por su nombre latino, Rhazes, nació en la ciudad persa de Rayy y en su juventud fue alquimista, después de lo cual se convirtió en erudito en distintas materias.  Escribió cerca de doscientos libros, y aunque la mitad de su obra está centrada en la medicina, también se ocupó de temas teológicos, matemáticos y astronómicos. ¡Todo un personaje! Fue el primer médico Jefe del gran hospital de Bagdad.  Se dice que para elegir el sitio de ubicación del hospital, primero colgó tiras de carne en distintos lugares de la ciudad, y, finalmente eligió aquel donde la carne era menos putrefacta.

La gran obra de al-Razi fue el AL-Hawi (El libro exhaustivo), una enciclopedia de veintitrés volúmenes de conocimientos médicos griegos, árabes, preislámicos, indios e incluso chinos.

El otro gran médico musulmán fue Ibn Sina, a quien conocemos mejor por su nombre latinizado, Avicena.  Al igual que al-Razi, Avicena escribio doscientos libros, destacando la obra más famosa AL-Qanun (El canon) muy documentado e importante tratado.

Alejandría, en el año 641, había caído en manos de los musulmanes que, durante muchos años había sido la ciudad capital-mundial de los estudios matemáticos, médicos y filósofos, y allí los musulmanes encontraron una ingente cantidad de libros y manuscritos griegos sobre estos temas.  Posteriormente, entre el profesorado de la Casa de la Sabiduría encontramos a un astrónomo y matemático cuyo nombre, como el de Euclides, se convertiría en palabra de uso cotidiano en todo el mundo culto: Muhammad ibn-Musa aL-khwarizmi.

La fama de Al-khwarizmi descansa en dos libros, uno muchísimo más original que el otro.  El volumen menos original se basa en el Sindhind, que es el nombre árabe del Brahmaghuta Siddhanta, el tratado de Brahmagupta que había llegado hasta la corte de Al-Mansur y en el que se describen varios problemas aritméticos así comos los numerales indios.  El trabajo de AL-khwarizmi se conoce hoy en una única copia, una traducción latina de un original árabe actualmente perdido.

El título latino de esta obra es de numero indorum (sobre el arte de contar indio), este trabajo es el responsable de la falsa impresión de que nuestro sistema numérico es de origen árabe.

AL-khwarizmi no afirmó ser original en aquel sentido, sin embargo, la nueva notación terminaría siendo conocida como la de al-khwarizmi o, de forma corrupta, algorismi, lo que al final daría lugar a la palabra “algoritmo”, que define una forma particular de calculo.

Pero Al-khwarizmi también es conocido como el “padre del álgebra” y, ciertamente, su Hisab aL-jabr wa’L mugabalah contiene más de ochocientos ejemplos y, se cree que tiene su origen en complejas leyes islámicas relativas a la herencia.

La forma en  que evolucionaron los números:

En el al-jabr, aL-khwarizmi introduce la idea de representar una cantidad desconocida por un símbolo, como la x, y dedica seis capítulos a resolver los seis tipos de ecuaciones que conforman las tres clases de cantidades: raíces, cuadrados y números.

El al-jabr de al-khwarizmi ha sido considerado tradicionalmente como la primera obra de Algebra.  Sin embargo, un manuscrito hallado en Turquía a finales del pasado siglo XX pone en duda tal mérito.  Se titula Necesidades lógicas en las ecuaciones mixtas, el texto se ocupa más o menos de los mismos temas y resuelve algunas de las ecuaciones exactamente de la misma manera.  Por tanto, parece que un manuscrito se basó en otro, aunque nadie sabe cuál fue el primero.

Retrato de “Geber” del siglo XV, Codici Ashburnhamiani 1166, Biblioteca Medicea Laurenziana, Florencia.

En las ciencias químicas, la personalidad árabe más destacada fue Jabir ibn-Hayyan, conocido en Occidente como Geber, y quien vivió en aL-kufah en la segunda mitad del siglo VIII. Nacido en 721 en la provincia de Tus (hoy Irán) – y Fallecido en 815, en la provincia de Kufa (hoy Irak). Fue un alquimista  que cambió todo el significado de la alquimia de origen árabe.  Conocido también como Geber, forma latinizada de su nombre. Se le considera el máximo alquimista  de origen Árabe, por haber sido el primero en haberla estudiado de forma científica. Su padre pertenecía a la tribu árabe Azd originaria de Yemen.

Como todos en la época, él también estaba obsesionado con la alquimia y, en particular, por la posibilidad de convertir los metales en oro (algo que Jabir pensaba podía conseguir mediante una misteriosa sustancia aún no descubierta, a la que llamó, el aliksir, de donde proviene la palabra “elixir”).  Los alquimistas también creían que su disciplina era la “ciencia del equilibrio” y que era posible producir metales preciosos mediante la observación (y mejoramiento) de los métodos de la naturaleza mediante la experimentación y, es legitimo considerar a Jabir uno de los fundadores de la química.

Paralelamente a esto, al-Razi ofreció una clasificación sistemática de los productos de la naturaleza.  Dividió las sustancias minerales en espíritus (mercurio, sal amoníaco), sustancias (oro, cobre, hierro), piedras (hermatites, óxido de hierro, vidrio, malaquita), vitriolos (alumbre), Góraxes y sales.  A estas sustancias “naturales” añadió las “artificiales”:  el cardenillo, el cinabrio, la soda cáustica, las aleaciones.  AL-Razi también creía en lo que podríamos denominar investigación de laboratorio y desempeñó un importante papel en la separación de la química propiamente dicha de la alquimia.

Así como el mundo creado por Dios era perfecto y el “arte” sólo podía aspirar a ser “ornamento”, una forma de adornar la creación original a ser “ornamento”,  una forma de adornar la creación original de Dios, la filosofía, falsafah, era un conocimiento de ese mundo restringido por la propia capacidad del hombre para entenderlo por sí mismo.  Dicho de otra manera, la falsafah era, inevitablemente y por definición, un saber limitado:

“La revelación siempre sería superior a la razón”.

Al igual que ocurrió con la ciencia, la filosofía árabe era básicamente la filosofía griega, modificada por ideas indias y orientales y expresada en lengua árabe. A Los bukuma, los sabios, que practicaban la falsafah, se oponían los mutakallim, los teólogos que practicaban la kalam, teología.

Distintos nombres, distintos lugares y épocas diferentes que, en definitiva, siempre nos cuentan lo mismo: la lucha de la Humanidad por conquistar los conocimientos y los hombres que lo hicieron posible que, no siempre, recorrieron un camino de rosas para conseguirlo (Galileo es un buen ejemplo).

La ciencia y la filosofía islámica fueron con frecuencia obra de sirios, persas y judíos.  Sin embargo, su teología, incluida la ley canónica, fue principalmente obra árabe, lo que no quita que se inspiraron en otras foráneas como impulsó el mismo Mahoma con su famoso dicho: “busca la sabiduría aunque esté en China”.  Lo que llevó a innumerables estudiosos musulmanes a emprender largos viajes a la búsqueda de conocimiento, de tal manera se consideraban estos intrépidos buscadores del saber que, quien perdía la vida en el empeño era considerado mártir.

No creo que sea este el sitio ni el momento de ocuparnos del Corán y de Alá.  El estudio del Corán dominaba la enseñanza en las escuelas del antiguo mundo musulman y, el núcleo curricular, como lo denominaríamos hoy, consistía en la memorización del Corán y  de los hadith, junto con el aprendizaje de la escritura y las matemáticas. Es una lástima que ésta religión, llevada hasta sus más irracionales escenarios del entendimiento, sea la prcursora de guerras y muerte de un pueblo que, al fin y al cabo, no deja de ser hijo, como todos los demás seres vivos civilizados del planeta, de la misma cosa, del mismo origen, de la propia Naturaleza, del Universo en fin.

El mundo islámico daría para mucho más, y muchos más son las personajes que podríamos nombrar aquí.  Sin embargo, creo cumplido el objetivo y aquí lo dejo. Como decía el sabio:

“El Universo esta construido según un plan cuya profunda simetría está presente de algún modo en la estructura interna de nuestro intelecto”.

emilio silvera.

Un Rumor del saber del mundo

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (2)

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Los pensadores del Renacimiento creían que todo el Universo era un modelo de la idea divina y que el hombre era “un creador que venía después del creador divino”. Esta concepción era el concepto de belleza, una forma de armonía que reflejaba las intenciones de la divinidad. ¡Cuánta ignorancia! que, por otra parte, debemos comprender en aquel contexto.

                                              Leonardo Da Vince y Miguel Ángel Buonarroti

Lo que era placentero para los ojos, el oído y la mente era bueno, moralmente valioso en sí mismo.  Más aún: revelaba parte del plan “divino” para la Humanidad, pues evidenciaba la relación de las partes con el todo.

Este ideal renacentista de belleza respaldaba la noción de que ésta tenía dos funciones, noción aplicable a todas las disciplinas.  En un nivel, la arquitectura, las artes visuales, la música y los aspectos formales de las artes literarias y dramáticas informaban a la mente; en segundo nivel, la complacían mediante el decoro, el estilo y la simetría en la Pintura y la escultura.  De esta forma se estableció una asociación entre belleza e ilustración.  También esto era lo que entonces significaba la sabiduría.

Filósofos,artistas y pensadores del renacimiento se plantearon retomar cánones de belleza establecidos pr las culturas clásicas dela antigüedad

El fin perseguido era el deseo de universalidad personal, la consecución de conocimientos universales, la conjunción de disciplinas diferentes como ramas del todo, del saber profundo que abarcaba desde el núcleo las distintas esferas del conocimiento universales, la conjunción de disciplinas diferentes como ramas del todo, del saber profundo que abarcaba desde el núcleo las distintas esferas del conocimiento como partes de ese todo.

           Nicolás Maquiavelo
Nicolás Maquiavelo fue uno de los más relevantes pensadores políticos del renacimiento. Su obra más conocida, El Príncipe, describe las argucias y los métodos empleados por los gobernantes para obtener y conservar el poder.

El reconocimiento de la belleza se funda en los dones divinos del intelecto humano.  Durante el Renacimiento se escribieron unos cuarenta y tres tratados sobre la belleza.  La idea de hombre universal es una idea común a casi todos ellos.

Peter Burke ha destacado a quince hombres universales del Renacimiento (“universales” en tanto evidenciaron su talento, más allá del mero diletantismo, en tres o más campos):

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Escultura de Brunelleschi mirando Il Duomo de Florencia

– Filippo Brunelleschi (1377-1446), arquitecto, ingeniero, escultor, pintor.

                                                                         Una pequeña  muestra de su Obra

1464 

– Antonio Filarete (1400-1465), arquitecto, escultor escritor.

                                Una muestra de su obra

  • León Battista Alberti (1404-1472), arquitecto, escritor, pintor.

                                             Una muestra de su obra arriba

– Lorenzo Vecchietta (1405-1489), arquitecto, pintor, escultor, ingeniero.

                                                              Una muestra de su obra


  • Bernard Zenale (1436-1526), arquitecto, pintor, escritor.

                                                                                  Una muestra de su Obra

  • Francesco di Giorgio Martín (1439-1506), arquitecto, ingeniero, escultor, pintor.

                                                                                 Una muestra de su Obra

  • Donato Bramante (1444-1514), arquitecto, ingeniero, pintor, poeta.

                                      Muestra de su Obra

  • Leonardo da Vinci (1452-1519), arquitecto, escultor, pintor, científico.

                                                                                              Muestra de su Obra

Giovanni Giocondo (1457-1525), arquitecto, ingeniero, humanista.

Muestra de su obra arriba. No tenemos imagen del personaje

  • Silvestre Aquilano (antes de 1471-1504), arquitecto, escultor, pintor.

         Muestra de su obra

  • Sebastiano Serlio  (1475-1554), arquitecto, pintor, escritor.

            Muestra de su Obra

  • Michelangelo Buonarroti (1475-1464), arquitecto, escultor, pintor, escritor.

                      Pequeña parte de su obra

  • Guido Masón (antes de 1.477-1518), escritor, pintor, productor teatral

            Muestra de la obra

Giorgio Vasari (1511-1574), arquitecto, escritor, escultor y pintor.

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Parte de su obra

¿Qué tenía en particular la arquitectura para ocupar un lugar tan destacado frente a todas las demás actividades? En el Renacimiento, la aspiración de muchos artistas era el progreso arquitectónico.  En el siglo XV la arquitectura era una de las actividades que más se aproximaban a las artes liberales, mientras que la pintura y la escultura era sólo mecánica.  Esto cambiaría después, pero ayuda a explicar las prioridades en la Italia del quattrocento.

Las carreras de algunos de estos hombres universales fueron extraordinarias.  Francesco di Giorgio Martín, por ejemplo, diseñó un gran número de fortalezas y máquinas militares.  Y otra de sus ideas pueden apreciarse en los setenta y dos bajorrelieves que realizó dedicados todos a “instrumentos bélicos”.  Concejal en Siena y espía que informaba de los movimientos de las tropas papales y florentinas.  Escribió un importante tratado de arquitectura.

Giovanni Giocondo fue un fraile dominico, del que alguien dijo que era “un hombre de muchas facetas y maestro de todas las facultades nobles”.

Vasari lo describe principalmente como hombre de letras, pero añade que era también un muy buen teólogo y filósofo, un gran conocedor del griego (en un momento en que tal cosa no era corriente en Italia), un magnifico arquitecto y un excelente maestro de la perspectiva.

Adquirió fama en Verona, la ciudad en que vivía, por el papel que desempeñó en el rediseño del Ponte Della Pietra, un puente construido sobre terreno tan inestable que siempre estaba derrumbándose.  En su juventud pasó muchos años en Roma, lo que le permitió familiarizarse con las reliquias de la antigüedad, de muchas de las cuales se ocupó en un libro.

Mugellane llamó a Giocondo “profundo maestro de antigüedades”.  Escribió comentarios sobre Cesar y divulgó a Vitruvio entre sus contemporáneos y descubrió cartas de Plinio en una biblioteca parisina.

Construyó dos puentes sobre el Sena por encargo del rey de Francia.  Tras la muerte de Bramante se le encomendó completar, junto con Rafael, los trabajos de la Iglesia de San Pedro.

Con todo, es probable que su mayor logro fuera la solución que ideó para los grandes canales de Venecia, ya que al desviar las aguas del río Brenta  contribuyó a que La Serenísima sobreviviera hasta nuestros días.

Los talentos de Brunelleschi superan los mencionados con anterioridad.  Además de haber diseñado y dirigido la construcción de la maravillosa cúpula de la catedral de Santa María del Fiore en su ciudad, fue fabricante de relojes, orfebre y arqueólogo.  Amigo de Donatello y Massaccio, fue más polifacético que cualquier de ellos.

Cabria preguntarse si en realidad se ha exagerado la idea de hombre universal, de hombre renacentista.  En el siglo XII ciertos estudiosos, como Tómás de Aquino, estuvieron muy cerca de poseer un “saber universal”, ya que conocían todo lo que podía conocerse en la época.  Todo el conocimiento allí, el conocimiento total (al que se podía acceder) estaba resumido en poco más de un centenar de volúmenes, lo que hacía posible saberlo casi todo.

Acaso lo que resulta realmente significativo en la idea renacentista del hombre universal sea la actitud de los individuos que la encarnaron, su conciencia de sí mismos, su optimista punto de mira sobre la solución de problemas, lo que explica en buena medida la explosión de la imaginación que caracteriza el periodo.

Las ideas rivalizaban entre sí, íntimamente ligada a la idea de universalidad estaba la cuestión del paragone: si la pintura era superior a la escultura y viceversa.  El debate era enorme, en el siglo XV éste era un asunto intelectual de enorme actualidad.  Los escritos de Alberti, Filarete y el mismo Leonardo dejaron constancia de lo que pensaban sobre le tema.  Leonardo pensaba que el bajorrelieve era una especie de híbrido entre la pintura y la escultura, lo que podía hacerlo superior a ambos.

También había debate sobre pintura y poesía.  Durante un tiempo, se consideró que ambas actividades eran muy similares.

Leonardo escribió un tratado sobre pintura y en el decía que  “….la pintura era poesía muda y, por el contrario la poesía es pintura ciega… pero la pintura continúa siendo la más valiosa dado que sirve al sentido más noble”. ¡Lo que tú digas Leonardo!

Los círculos intelectuales de la época tenían en más alta consideración a los poetas que a los pintores.

De todos los artistas del Renacimiento que escribieron poesía el de mayor mérito literario fue sin duda Miguel Angel.

La misma idea de universalidad implicaba que el hombre universal era algo especial, diferente, un modelo del ideal.  Por tanto, es natural que los hombres universales a los que antes me he referido estuvieran a la vanguardia del movimiento que consiguió mejorar el estatus de los artistas en el siglo XV.

Una de las formas en que se manifestó este cambio la encontramos en la práctica del autorretrato.  Dada la autoconciencia que se había alcanzado hacia mediados de siglo sobre el valor del autorretrato y la imaginería asociada a la promoción intelectual y social, la labor de Antonio Filarete sin parangón.

Filarete incorporó no uno sino dos autorretratos suyos en la decoración de las puertas de bronce de San Pedro, que realizó por encargo del papa  Eugenio IV entre 1.435 y 1.445.  El segundo testimonio que dejó en su propia obra se aprecia en la cara interior de la puerta, en un relieve situado a nivel del suelo en el que aparecen Filarete y sus ayudantes, que ejecutan una danza, simbolizando así lo que pensaba de que, el trabajo en equipo tenía que ser como una danza en la que todos estaban en armonía para la consecución final y perfecta del trabajo a realizar.  El trabajo en equipo es como un grupo que baila en perfecta conjunción para la  buena realización del cometido final.

Pero Veronnoce en 1.573 compareció ante la Inquisición, la Reforma de la Iglesia católica (el concilio de Trento que se reunión de forma intermitente de 1.544 1 1563 para decidir la política de Roma) fue que las obras de arte pasaron a ser objeto de censura.  La ciencia también)

Veronece había pintado un inmenso y suntuoso lienzo para los cultos padres dominicos del Convento de SantiGiovanni e Paolo, en Venecia, en donde era necesario para reemplazar una pintura de la última cena de Tiziano que se había consumido en un incendio.

El trabajo de Veronece era en realidad un triptico, tres arcos con Cristo en el centro al y escaleras que descienden del lienzo.  A pesar del tema religioso, la pintura es  muy viva y utiliza la perspectiva de forma sorprendente; representa una elaborada representación veneciana, en la que los asistentes aparecen vestidos con finas prendas y rodeados de jarras de vino, abundante comida, negros con vestidos exóticos, perros y monos.  La Ingmisición lo reprendió por ello.

Valiente servicio hizo la Iglesia, por aquella época a las artes y las ciencias.  Si acaso, habrá que reconocer la labor de conservación y reproducción de libros que se llevó a cabo en los conventos y monasterios.

Veronece presentó excusas ante el Tribunal Inquisidor y para defenderse de las preguntas llegó a decir:

“…. En efecto está mal, pero repito que me limito a seguir lo que mis superiores en el arte han hecho antes.

¿Qué han hecho ellos?

Miguel Angel pintó en Roma al Señor, a Su Madre, a los Santos y a las Huestes Celestiales desnudos, incluso a la Virgen María.”

Salió del trance con muchos apuros y su arte, como el de tantos otros entonces, quedó amputado al no estarle permitido utilizar su imaginación.  Algunos menos afortunados fueron torturados y finalmente quemados en las Hogueras por herejes.

¡Tiempos de mal recuerdo! Pero, también de grandes artistas en las distintas profesiones como hemos podido comprobar más arriba.

Dejo aquí mi agradecimiento a Peter Watson que, con su obra Ideas, me ha permitido recopilar y tomar datos para que, con otros de imágenes y configuración, podais tener este trabajo.

emilio silvera

¡Aquellos viajeros!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (0)

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Esta misma entrada ha sido vista aquí en varias ocasiones pero, lo que representa, tiene el derecho a que sea divulgada una y otra vez. Se trata de la historia de intrépidos viajeros-aventureros que con su valor, hicieron posible el conocimiento de nuevas tierras y nuevas gentes. Algunos tenían en la mente la existencia de lugares maravillosos y no se paraban a pensar en los peligros que tratar de descubrirlos conlleva. Otros, buscaban tesoros y no pocos salían en busca de las aventuras que esperaban vivir en asombrosas situaciones, lugares y gente que ni podían imaginar.

Parecida era la concepción de la tierra representada en el primer mapamundi griego del que se tienen referencias. Hablan de él y lo describen Heródoto y Estrabón. Lo dibujó Anaximandro (ca. 611-545 a.C.) y sabemos que el mapa abarcaba todo el ámbito de la tierra habitable con todos los mares y ríos conocidos. La tierra, según la representó Anaximandro, era un cilindro oblongo, dos veces más ancho (de Este a Oeste) que alto (de norte a sur). Se distribuía alrededor del mar Mediterráneo y estaba a su vez rodeada por un río-océano. Esta tierra cilíndrica y oblonga estaba habitada únicamente en su disco superior -al que los griegos llamaban ecúmenos, diferenciando la tierra habitada y habitable de la tierra-planeta-, y permanecía libremente suspendida en el centro de una esfera completa que era el cielo. No se caía, porque al ser equidistante de todo, no podía caer hacia ningún lado.

 

 La concepción del mundo ha sido siempre muy variada para los distintos pueblos

Pasamos a comentar hechos y sobre personajes que, en distintas épocas y partes del mundo, hicieron posible el avance de nuestros conocimientos, todos y todo contribuyó a ello, cada cosa y cada personaje en su medida, y, unificados lo hicieron posible.  Hoy nosotros,  podemos aprender de todo aquello, y podemos saber como llegaron a conseguir los conocimientos que tenemos en muchos aspectos de nuestras experiencias transmitidas por estudiosos de hace muchos siglos.

Aquellos hombres arriesgaban sus vidas por saber, fueron muchos de los clásicos griegos los pertenecientes a este grupo viajero, y, a pesar del riesgo que ello conllevaba, viajaban a lugares lejanos buscando saber de matemáticas o de astronomía.

Por estas aguas del Mediterráneo, en el  Estrecho de Gibraltar, pasaron aquellas embarcaciones milenarias que, en busca de avunturas y para descubrir nuevas tierras, alcanzaron el conocimiento de nuevas civilizaciones y nuevas gentes.

También proliferaban los viajeros guerreros y aventureros.  Los mercaderes y comerciantes, por aquellos tiempos, fueron el ejemplo de hombres viajeros audaces que, buscando fortuna eran capaces de llegar hasta el fin del mundo (como se solía decir entonces).

Los griegos había descubierto el Atlántico en el s. VII a.C., cuando dieron el nombre de columnas de Hércules a la que hoy es el estrecho de Gibraltar.  Según Hecateo, el mundo era básicamente un plato plano y circular, cuyo centro estaba cerca de Troya o de la actual Estambul, y el mar Mediterráneo era una vía de acceso a un océano que circundaba toda la tierra.  A finales del S. VI, en el sur de Italia, un seguidor de Pitágoras propuso la idea de que la tierra era una esfera, una de los diez unidades de ese tipo que giraban alrededor de un fuego ubicado en el centro.  Sócrates y Platón aceptaron la perspectiva pitagórica y el primero llegó a decir que la tierra era plana en apariencia debido a su enorme tamaño.

Los griegos sabían que la tierra firme se extendía desde España hasta la India y había rumores de que incluso más allá.

El primer viajero del que se tiene noticias es Piteas, que vivió en Massalia (la actual Marsella).  Gracias a barqueros que habían recorrido el Ródano y conocido a otros viajeros, los habitantes de Massalia sabían que existía al norte un mar lo suficientemente grande como para contener islas, en las que se producían metales preciosos y una sustancia resinosa de color amarillo oscuro, muy apreciada debido a su belleza, denominada ámbar.  Sin embargo, el Ródano no llegaba hasta este mar y nadie sabía en realidad lo lejos que estaba.

                                                               Aquellos Viajeros cambiaron el Mundo

Hacia el año 330 a.C., unos marineros que regresaban tras viajar al Mediterráneo occidental informaron de que, en esta ocasión, las Columnas de Hércules no estaban siendo defendidas.  Era la oportunidad que los mercaderes de Messalia habían estado esperando:

Se escogió a Piteas para realizar este viaje y se le equipó con una embarcación de unos cuarenta metros de largo (más grande de las que emplearía Colón).  Bordeando el continente, Piteas finalmente alcanzó el norte de Francia y luego, en medio de la niebla y la lluvia, pasó entre Inglaterra e Irlanda en dirección norte hasta llegar a las Orcadas y a continuación fue más allá de los Shetland y las Feroe y se encontró con una tierra en la que, durante el primer día del verano, el Sol permanecía durante veinticuatro horas por encima del horizonte.

Los antiguos griegos asentaban las Columnas de Hercules en el Estrecho de Gibraltar, paso hacia el Mar mayor, hoy Océano Atlántico. Platón mencionaba al historiador Solón para hablar de la ciudad perdida, la Atlántida, uno de los mitos históricos más antiguos. La Civilización floreciente situada en una Isla más allá de las Columnas de Hércules. La historia fue contado por Platón en sus diálogos Timeo y Critias. Pero sigamos con la historia del intrépido Piteas.

Piteas denominó a este lugar Tule, y durante siglos Última Tule se consideró el fin del mundo en esta dirección  (es posible que se tratara de Islandia, Noruega o incluso algunas de los Shettand o las Faroe). Piteas regresó por Dinamarca y Suecia y descubrió un gran mar interior, el Báltico, donde comenzó su búsqueda del País del Ámbar.  En su recorrido, descubrió ríos que fluían de sur a norte (como el Oder y el Vistula) y entendió que a través de ellos las noticias sobre el mar del norte habían llegado al Mediterráneo.

                                              Estas aguas en la antigüedad fueron el testigos mudo de aquellos acontecimientos

Cuando regresó  a casa, muchos se negaron a creer su historia y luego los cartagineses se hicieron con el control de las Columnas de Hércules, cerrando de nuevo el paso del Atlántico.

Por otro lado, los griegos sabían que más allá de Persia había un lugar llamado India.  Habían escuchado relatos fabulosos sobre un rey tan poderoso que podía usar en la guerra mil elefantes, e historias de hombres con cabezas de perro y de gusanos enormes, capaces de arrastrar un buey o un caballo hasta el río para devorarlos allí.

El año 331 a.C., Alejandro Magno comenzó la serie de conquistas que lo llevarían más allá de Persia, hasta Afganistán y el río Indo, en el que encontró a los cocodrilos, los gigantescos gusanos de los que hablaban las leyendas.

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                                    ¿Qué lugares contemplarian aquellos viajeros? Son muchos los pueblos que emprendieron viajes sin saber si podrían regresar

Siguió el curso del río hasta llegar al gran océano del que le habían llegado rumores.  Era un hecho: la tierra estaba en verdad ordenada por el mar como los antiguos habían dicho.

Todos los detalles de estos viajes empezaron más tarde a ser reunidos por los estudiosos, especialmente en la famosa biblioteca de Alejandría (ya comentaré algo sobre este tema más adelante), donde Eratóstenes (276-196 a.C.), probablemente el primer geógrafo matemático de la historia y uno de los bibliotecarios más destacadazos de la institución, se propuso crear el mapa más preciso del mundo.  Igualmente, calculó que la circunferencia de la Tierra tenía algo menos de 40.200km.

Eratóstenes de Cirene fue un célebre matemático, astrónomo y geógrafo griego, de origen probablemente caldeo.

Eratóstenes, que también calculó la cantidad de tierra habitable del planeta según el clima y desarrolló el concepto de latitud, lo que le permitió localizar de forma más precisa ciudades como Alejandría misma, Massalia, Asmán y Meroe, que había sido descubierta río arriba.  Más tarde, Hiparlo amplió el trabajo de Eratóstenes, quien hacia 140 a.c., ajustó la circunferencia de la tierra propuesta por su predecesor y trazó líneas de latitud separadas un grado entre y a las que demonio klimata, que es de donde procede nuestra palabra clima.

El primer gran aventurero del Atlántico, después de Piteas, y el primer explorador cristiano de la historia fue el monje irlandés conocido como san Brandán (o Barandán) el Navegante.  Nacido hacia el año 484 cerca de Tralee y ordenado sacerdote en 512, Brandán creció escuchando los relatos de muchos pescadores irlandeses que se habían hecho a la mar y habían regresado con historias sobre unas islas situadas al oeste del país.

Brandán, según cuentan, era hombre decidido y, en compañía de otros dieciséis monjes, allá por el año 539, partió a la búsqueda de la “Tierra prometida de los Santos” en un viaje de los viajes de proporciones épicas.  Fue tal su reputación que, incluso se le atribuyen viajes de otros.

Viajaban guiados por las estrellas y habiendo prestado atención a la migración de las aves, navegaron hacia el oeste durante cincuenta y dos días, tras lo cual llegaron a una isla y desembarcaron en ella.  Allí sólo había un perro para recibirles, pero en cualquier caso, levantaron un refugio y descansaron.  Cuando iban a partir de nuevo, apareció un isleño y les ofreció comida.  Seguidamente encontraron una isla en la que había rebaños de ovejas blanquísimas y arroyos repletos de peces.  Decidieron pasar allí el invierno y fueron acogidos en un monasterio.

La Histortia está llena de historias de viajeros que abrieron nuevos caminos en regiones ignotas.

Continuaron el viaje y visitaron otras islas del Atlántico, como por ejemplo la Isla de los hombres fuertes, que estaba cubierta por una alfombra de flores blancas y púrpuras.  Los monjes también navegaron alrededor de una enorme columna de cristal que flotaba en el océano y pasaron cerca de una isla de “herreros gigantes” que le arrojaron terrones de escoria al rojo vivo.  (Decidieron que ésta era la frontera exterior de infierno).  Otra montaña que vieron más al norte, arrojaba fuego y humo al cielo.

En ningún lugar pudieron hallar la tierra que constituía el objetivo del viaje.  Se especuló mucho, pero nadie sabe a ciencia cierta, qué lugares visitaron.

La historia de los mongoles, escrita por Juan de Plano Carpini, que inició su viaje en la Pascua de 1.245, tuvo un gran éxito y, su viaje y descripción contada en este libro, fue una importante contribución al conocimiento de Oriente.

El interés por Oriente podía advertirse especialmente en Europa en un punto de Italia, Venecia, cuyos mercaderes se habían mantenido vinculados con los comerciantes árabes y musulmanes, que les proporcionaban artículos procedentes de países situados más al este.

Esta fue la razón de que los hermanos Polo, Nicolás y Mateo, decidieran abrirse camino en Asia en 1.260.  Este primer viaje resultó muy fructífero ya que el líder mongol de la época, el gran kublai kan, estaba muy interesado en Europa, y los hermanos Polo regresaron convertidos en sus embajadores.

Giovanni Bellini - Velenceikarnevál.hu

Marco Polo, uno de los grandes viajeros

En 1.271, cuando los Venecianos regresaron a Oriente, llevaron consigo a Maroc, hijo de Nicolás, que entonces tenía diecisiete años, al que se convertiría en uno de los viajes más épicos de todos los tiempos.

Los Polos siguieron la antigua Ruta de la Sed (cincuenta y dos días de viaje) hasta alcanzar kashgar y Yarkand, en los límites de China.  Desde allí atravesaron el desierto y llegaron finalmente a kambalu (la actual Beijing) donde se había trasladado la capital del kan desde karakorum.  La ciudad fascinó a Marco Polo, que la describe como “más grande de lo que la mente puede imaginar… no menos de mil carruajes y caballos de carga entran en ella diariamente cargados con seda cruda; Grocados y sedas de distintos tipos y colores que se fabrican allí en enormes cantidades.”

Como su padre, Marco era un astuto comerciante, con una profunda sensibilidad para los negocios, y también se convirtió en favorito del Kan.  Durante quince años le sirvió como embajador de China y el Oriente.  De hecho, los Polo sólo regresaron a su ciudad cuando Kublai Kan y el gobernante de Persia hubieron acordado un contrato de matrimonio en el que se establecía el envió a Occidente de una joven prometida.

Con el fin de realizar el acuerdo, se preparó una escolta de catorce naves, de la que formaban parte los Polo.  Las embarcaciones partieron de Ziton (la actual Amoy). En la costa del Pacífico (el cual, pensaban los Polo, daba la vuelta al mundo hasta alcanzar Europa), pero antes de llegar allí los Polos pasaron por Kinsai, la moderna Hangchow, lo que les deparó otra fantástica experiencia:

La ciudad tenía sesenta kilómetros de circunferencia, contaba con diez grandes mercados y tenía doce mil puentes.  “Cada día se comercia en los mercados de kinsai cuarenta y tres cargas de pimienta, cada una de ciento diez kilos.”

Marco Polo escuchó hablar de Cipango (Japón) a los marineros del Convoy, quienes le dijeron que quedaba a unos dos mil cuatrocientos kilómetros del continente (en realidad queda a menos de mil kilómetros de Shangai  y a unos trescientos veinte de Corea).

Cuando los Polo finalmente llegaron a casa, sus amigos les recibieron sorprendidos, pues hacía mucho tiempo que pensaban que estaban muertos.

Marco escribió el relato de sus viajes, La descripción del mundo, pero como al principio nadie creyó en lo que decía, se le apodó, Il Milione debido a los “increíbles cuentos” que narraba (el libro fue dictado a Rustichello de Pisa).  Pese a la incredulidad de algunos de sus contemporáneos, los Polo habían llegado a los confines de Asia y habían conocido un nuevo y vasto océano.

En este pequeño resumen de las aventuras viajeras de Marco Polo, me he saltado la parte más fantástica y me he querido ajustar a los hechos históricos.

emilio silvera