“Encontraremos señales de formas de vida simples fuera de la Tierra en los próximos años”
El nuevo responsable de ciencia de la Agencia Espacial Europea habla sobre los grandes objetivos de la agencia, la exploración de mundos habitables y el estudio del universo con métodos inéditos
La exploración espacial no es un trabajo para impacientes. Cuando Rosetta logró interceptar al cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko, en 2014, había pasado ya una década desde su lanzamiento desde la Guayana Francesa y diez años más desde que su construcción fue aprobada. A esas dos décadas habría que sumar el tiempo de diseño de la propia misión. Hace unos días, Günter Hasinger (Oberammergau, Alemania, 1954), el nuevo director de ciencia de la Agencia Espacial Europea (ESA), presentaba en Madrid los próximos Rosetta, esto es, la visión de Europa para el futuro de la exploración espacial. El próximo mes de noviembre, en Sevilla, se celebrará la reunión de ministros de los Estados miembros de la agencia que decidirán sus objetivos para los próximos años.
Entre las grandes misiones ya aprobadas destaca Juice, que tiene previsto partir hacia Júpiter en 2022 para estudiar sus lunas. Los océanos que parecen existir bajo la superficie de Europa, Ganímedes o Calisto se encuentran entre los lugares donde podría haber vida dentro del Sistema Solar. Más adelante, ya en la década de 2030, llegarán Athena y Lisa, un observatorio espacial de rayos X y otro de ondas gravitacionales que prometen ver como nunca antes las fusiones de agujeros negros o estrellas de neutrones y por el camino pueden resolver dilemas de la física con más de un siglo de antigüedad. Hasinger también mencionó la posibilidad de planear una misión que visite Urano y Neptuno, dos planetas que nunca han recibido la atención de una misión espacial propia.
Pregunta. ¿Cree que encontrar algún tipo de vida extraterrestre en las próximas décadas es algo probable?
Hay gente que dice que la atmósfera de los cometas apesta como un establo de caballos
Respuesta. En primer lugar, tenemos que dejar claro qué consideramos vida. Tenemos que diferenciar entre formas de vida simples, como las algas o las bacterias, que han hecho del nuestro un planeta habitable terraformando la Tierra durante miles de millones de años y produciendo el oxígeno para que otras formas de vida puedan existir, y la vida inteligente. Unos pocos cientos de millones de años después de la formación de la Tierra ya existían las primeras formas de vida, pero la aparición de formas más complejas requirió 3.000 millones de años más, así que las primeras serán mucho más abundantes.
Por otro lado, en la Tierra hemos encontrado vida en muchos lugares inesperados, en el hielo de los glaciares o bajo el manto terrestre. Ahora sabemos que la biomasa total bajo la superficie de la Tierra es mayor que la biomasa sobre nosotros. Hay bacterias y otros organismos que viven de la desintegración radioactiva así que tienen ciclos vitales completamente diferentes de los que estamos acostumbrados. Y además hay otro factor: cuando hemos estudiado cometas, se ha encontrado un gran número de moléculas orgánicas. Hay gente que dice que la atmósfera de los cometas apesta como un establo de caballos y para mí eso significa que los ladrillos básicos de la vida, los pequeños elementos necesarios para crear vida, ya existen en cometas y otros lugares.
Creo que debería haber formas simples de vida ahí fuera, el problema es cómo detectarla. Por ejemplo, creemos que había vida en Marte hace miles de millones de años, que había agua líquida en la superficie, pero hoy está esterilizada por la radiación cósmica, así que todas las formas de vida que pudiesen haber existido en la superficie han desaparecido. Para encontrar vida, tienes que perforar el suelo. Y algo parecido sucede cuando miras, por ejemplo, a Encélado o Europa, las lunas heladas de Saturno y Júpiter. Creemos que podría haber vida bajo una capa de un kilómetro de hielo, en un océano líquido al que es muy difícil llegar. La pregunta no es tanto si descubriremos vida sino cuán difícil será descubrirla.
Creo que hay vida inteligente ahí fuera, pero está tan lejos que no hay posibilidad de comunicarnos con ella
Cuando hablamos de exoplanetas, la mera existencia de oxígeno en una atmósfera ya indica que se ha producido algún tipo de terraformación y que tiene que haber bacterias que crean oxígeno porque el oxígeno no viene del espacio exterior. En los próximos diez o veinte años creo que encontraremos señales de formas de vida simples fuera de la Tierra. La cuestión de si encontraremos vida inteligente es completamente diferente. Yo creo que hay vida inteligente ahí fuera, pero está tan lejos que no hay posibilidad de comunicarnos con ella.
P. ¿Qué misiones específicas pueden realizar estas detecciones?
Las dos lunas de Marte son Fobos y Deimos. Estas lunas de Marte podría ser asteroides capturados del cinturón principal de asteroides situado entre Marte y Júpiter. Tanto cerca de la órbita de los satélites a su planeta, unos pocos miles de kilómetros de ella, 9.377 kilómetros de Fobos y Deimos 23.460 kilómetros. El diámetro de Marte es sólo 6.792 kilómetros.
Ambas lunas están vinculados a Marte por las fuerzas de marea, por lo que siempre muestran la misma cara a su planeta, como lo hace la Luna respecto a la Tierra.
R. Creo que la primera oportunidad que tendremos es la misión de recuperación de muestras de Phobos [la luna de Marte] con MMX. En los próximos años traeremos material del sistema marciano. Creo que Exomars2020, cuando tengamos el rover, también será un comienzo. Otra posibilidad es analizar los penachos de lunas como Europa o Encélado que surgen a través de las grietas en el hielo y géiseres en los que el agua podría arrastrar algún tipo de material orgánico, aunque por el momento no tenemos instrumentos para hacer esos análisis.
ARIEL, un observatorio espacial para analizar las atmósferas de los planetas extrasolares en detalle. ARIEL (Atmospheric Remote‐sensing Infrared Exoplanet Large‐survey mission) fue presentada hace tres año entre muchas otras misiones candidatas. Con esta ya son tres las misiones de la ESA dedicadas en exclusiva a la astromomía exoplanetaria, después de CHEOPS, un pequeño observatorio para caracterizar mejor el tamaño de exoplanetas previamente descubiertos, y PLATO, un cazador de nuevos planetas que usará el método del tránsito.
Después, hay misiones como Ariel, que hacen espectroscopía de las atmósferas de exoplanetas y que podrían encontrar biomarcadores. Apostaría a que eso puede suceder en los próximos diez o veinte años.
P. ¿Qué grandes descubrimientos podemos esperar de Lisa y Athena?
R. Creo que Lisa y Athena abordan preguntas fascinantes sobre la naturaleza de los agujeros negros, de la materia oscura y de todo el universo oscuro. Ahora, con el interés despertado por los observatorios de ondas gravitacionales terrestres, hay un interés renovado en cómo se forman los agujeros negros y lo que sucede cuando se funden. Esto también puede servir para comprender la materia oscura. Sabemos que existe, pero no tenemos ni idea sobre qué partículas la forman. Tampoco entendemos de dónde vienen los agujeros negros, vemos los cuásares primitivos, en el universo temprano, donde ya hay agujeros negros, y no sabemos de dónde vienen. Y hay una especulación que es emocionante, aunque no haya acuerdo sobre si es plausible, y es si los agujeros negros son en realidad parte de la materia oscura, si los agujeros negros están contribuyendo o incluso son básicamente la materia oscura.
Eso son cuestiones que pueden ser estudiadas por Lisa y Athena. Porque Lisa y Athena encontrarán las fusiones de agujeros negros en el universo muy temprano y podrán estimar cuántos hay y si están conectados a la luz y a la materia normal. Creo que las próximas dos décadas estarán dominadas por el estudio de los planetas extrasolares, pero los veinte siguientes volverá la ciencia gravitacional que nos ayudará a entender lo que sucedió en el origen del universo.
P. Usted está interesado en Oumuamua, el primer objeto llegado de fuera del sistema solar que se ha podido observar. ¿Está de acuerdo con los investigadores de Harvard que aseguran que es, probablemente, un artefacto construido por seres inteligentes?
R. Creo que si lees el artículo que publicaron, no afirman realmente que se trate de algo artificial sino que no se puede descartar que sea un objeto artificial. Pero entonces la prensa tomó esta afirmación y dijo que astrofísicos de Harvard decían eso. Desde mi punto de vista, se referían a una idea que ha sido discutida desde hace tiempo sobre la posibilidad de viajar a otros planetas con una vela solar. Algo relacionado con la iniciativa Breakthrough Starshot en la que Stephen Hawking, antes de morir, también se involucró. Consistía en enviar un artefacto como un smartphone con una gran vela solar. Cuando lo impulsas con un rayo láser, puedes acelerarlo hasta una fracción de la velocidad de la luz y así podrías llegar a la estrella más cercana en poco tiempo.
El factor que determinará si somos capaces de poblar la galaxia es la longevidad de nuestra civilización
Soy escéptico sobre esta tecnología, porque la vela tiene que ser una estructura extremadamente fina y muy grande, de cientos de metros. Tienes que propulsarla con un rayo láser y la cantidad de energía que necesitas para acelerarla es tan grande que básicamente freirías la vela en lugar de acelerarla. Pero supón que hay una civilización que ha superado este problema de la vela solar y no se quema. Entonces, en principio, podrías enviar una sonda hasta otra estrella. Pero si esto fuese así, Oumuamua se estaría moviendo demasiado despacio. Se mueve a unos 30 kilómetros por segundo cuando con una vela solar se estaría moviendo a unos 10.000 kilómetros por segundo.
Recreación de ‘Oumuamua’ ESO/M. KORNMESSER
Además, hay explicaciones naturales bastante creíbles. No hemos visto una cola de cometa, así que debe ser un tipo especial de cometa que no hemos visto en el sistema solar. Eso se podría explicar por el hecho de que lleva viajando millones o cientos de millones de años, y quizá ha perdido la mayor parte de su gas porque está pasando junto a una nueva estrella cada millón de años aproximadamente. Hay explicaciones naturales al fenómeno aunque no las comprendamos del todo.
P. Incluso aunque en los próximos años encontremos señales de vida en un planeta extrasolar, en el universo todo está tan lejos que nunca lo podríamos visitar.
R. Si piensas en una escala humana, es imposible que en una vida llegues a ningún sitio. Pero si tienes una civilización inteligente capaz de construir robots y estos robots van a otro planeta, y después estos robots pueden construir una fábrica que construya más robots, puedes producir un efecto bola de nieve y en unos pocos cientos de millones de años podrías poblar con robots todos los planetas de la galaxia. Así que hay quien se plantea que como estos robots no han llegado a la Tierra, podemos pensar que no hay ninguna civilización en la galaxia con esa capacidad, porque si la hubiese ya estarían aquí. Pero en principio sería posible si no se piensa poblar la galaxia en una generación humana sino durante la vida una civilización completa. Así que el factor final es la longevidad de nuestra civilización. Si matamos nuestro planeta de aquí a mil años, no habrá posibilidad de comunicarse con otras civilizaciones, en particular si ellos tampoco saben cuidar sus planetas.
Ya van muchos años desde que la idea de hallar vida fuera de la Tierra se ha vuelto tan sólida como para que diversas teorías, estudios e investigaciones al respecto se realicen de forma constante. Los resultados nunca fueron positivos, pero a pesar de las reiteradas decepciones, los científicos no se dan por vencidos y ya sea por encontrar formas de vida inteligente o vida en su forma más simple, la intensa búsqueda no cesa. Lo mismo que las teorías, los supuestos y las hipótesis. Hoy voy a enseñarte algunas de ellas, estos son 5 lugares donde podría haber vida extraterrestre.
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5. Meteoritos
Toda una variedad de meteoritos han caído en nuestro planeta a lo largo de la historia y en muchos de ellos podría haber vida extraterrestre, de hecho, se sabe que más de 22.000 meteoritos que cayeron en la Tierra fueron documentados. Lo más fascinante es que varios de ellos contenían compuestos orgánicos. En el año 1966, por ejemplo, un grupo de científicos en la Antártida halló un meteorito que habría llegado desde Marte, anunciando que en él habían encontrado evidencia consistente de microfósiles que podrían indicar que existieron formas de vida en Marte hace más de 3,6 millones de años atrás. Después de años del más intenso debate sobre si el meteorito marciano contenía evidencia de vida extraterrestre, la cuestión aún sigue sin poder resolverse. Si ésto fuera cierto, también sería el más fuerte sustento que consagraría la teoría de la Panspermia.
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4. Marte
Un cliché en el mundo del entretenimiento, especialmente en la literatura y el cine de ciencia ficción, por algo “marciano” es un sinónimo de extraterrestre ¿no es así? Pero atención, pues muchas de estas ficciones tienen sus raíces en los más fascinantes sucesos de la realidad y Marte o “la próxima frontera”, siempre ha sido un lugar muy importante para los buscadores de vida extraterrestre. Hoy sabemos muchas cosas sorprendentes sobre Marte y existe evidencia de que en el pasado, el planeta rojo tuvo una temperatura cálida y húmeda, ríos secos, capas de hielo, volcanes y minerales que se forman ante la presencia del agua. En 2008 y 2009, el Phoenix Mars Lander y ciertas investigaciones permitieron analizar el suelo de Marte con enorme precisión así como detectar metano en su atmósfera, lo cual indica que éste aún es un planeta vivo. Todo se vuelve aún más interesante si tenemos en cuenta que las bacterias productoras de metano fueron una de las primeras formas de vida de la Tierra.
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3. Messier 42: la nebulosa de Orión
La nebulosa de Orión, también conocida como Messier 42 (M42) o NCG 1976, es una nebulosa difusa ubicada en la región sur del Cinturón de Orión. Situada a unos 1.500 años luz de distancia de la Tierra, se cree que esta nebulosa podría ser una majestuosa mina de oro para encontrar vida extraterrestre. En el 2010, el Observatorio Espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea demostró que la nebulosa posee claros signos de permitir la existencia de diversos compuestos y químicos orgánicos. Analizando exhaustivamente todos los datos, los expertos han podido detectar un patrón de picos en la presencia de varias moléculas que sustentan la vida, tales como agua, monóxido de carbono, formaldehído, metanol, dimetil éter, cianuro de hidrógeno, óxido y dióxido de azufre, entre otros.
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2. Gigantes rojas moribundas
En el año 2005, un grupo internacional de astrónomos y otros científicos descubrieron que las gigantes rojas pueden funcionar como una suerte de desfibrilador para volver a poner en marcha un planeta y traerlo a la vida nuevamente. ¿Cómo? Pensándolo en los siguientes términos. La Tierra es un lugar tan especial para el desarrollo de la vida debido a su inmejorable ubicación en el caos del Universo. Estamos lo suficientemente cerca del Sol como para que nuestros océanos no se evaporen o el planeta mismo termine rostizándose y también estamos lo suficientemente lejos como para no convertirnos en una gran bola de hielo. Sabemos que en el resto del universo hay numerosas lunas y exoplanetas congelados y también sabemos que cuando las gigantes rojas mueren: explotan en una gran dispersión de fuego y calor. Ese calor puede derretir todo ese hielo y convertirlo en océanos que pueden albergar diversas formas de vida.
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1. Regiones inexploradas que quizá nunca conoceremos
Pensar que la vida solo puede existir en la Tierra es algo bastante estúpido, así de simple, y tan solo en la Vía Láctea existen más de 400 mil millones de estrellas y un desconocido e innumerable número de exoplanetas. Ésto es sólo en nuestra propia galaxia. Apenas pensar en el hecho de que el Universo es un vasto espacio, inimaginablemente inmenso, repleto de otros planetas, estrellas, nebulosas, gases, sistemas y muchísimas otras cosas que ni siquiera podríamos imaginar, nos da todas las chances para que en el probable caso de que exista vida fuera de la Tierra, nunca la encontremos. Lo que sabemos de la vida y su sustento, es que necesita de aminoácidos para formarse y de agua para mantenerse, aunque muchos otros científicos, como por ejemplo Stephen Hawking, teorizan que la vida podría existir por cualquier otra parte y que ni siquiera la podemos imaginar, como formas de vida que no sean a base de carbono. Muchos son los que sostienen que antes de preocuparnos por encontrar vida en otros lugares, deberíamos preocuparnos por la que tenemos aquí. Hasta hoy, éstas son algunos de los puntos que todos deben tener en cuenta al momento de hablar sobre la vida extraterrestre y su búsqueda.
¡Sencillamente fascinante! ¿No lo crees? ¿Qué opinión te merecen todas estas suposiciones? ¿Cuál es tu postura ante toda esta cuestión? ¿Crees que algún día seremos capaces de encontrar vida fuera de la Tierra? ¿De qué tipo?
¿Es la búsqueda de extraterrestres una pérdida de tiempo?
Lo extraño del caso es que, investigadores reputados señalen que si aún no hemos encontrado nada es debido a que no se buscó lo suficiente.
Esa es la escueta notici salida en ABC – Ciencia, y, debajo de ella algunos temas relacionados que también os dejo para que los podáis contrastar.
Sobre el tema, lo que más se ha hecho: SETI
Nunca estará demás todos los esfuerzos que podamos hacer en la investigación científica, en cualquiera de los Campos del saber Humano, y, tratar de saber dónde estamos y con quién compartimos el inmenso Universo, no me parece cosa baladí.
El problema real radica en que la búsqueda que hemos realizado hasta la fecha ha sido, a pesar de todos los esfuerzos, muy limitada. Pongamos que hemos explorado el Pcéano pacífico para ver los misterios que contirne, y, en realidad, lo que hemos investigado y comprobado hasta el momento, es sólo el agua que cabe en una bañera. Extrapolando la situación al Universo, esa es, la porción de Universo explorada en la búsqueda de otras formas de vida.
Creer que la única vida inteligente en el Universo es la nuestra… ¡Sería un inmenso error que niega la lógica y las probabilidades! El Universo se rige en todas sus regiones por las mismas leyes fundamentales y en él, están presentes las constantes que, como la velocidad de la luz, la constante de estructura fina, la constante de Planck, la carga del electrón o la masa del Protón, hace que el universo sea tal como lo podemos contemplar, y, la Gravedad que es la fuerza que mantiene unidos los planetas en los sistemas planetarios, las estrellas en las galaxias y los cúmulos de galaxias… ¡Funciona igual en todas partes!
Los cúmulos de galaxias en nuestro Universo son incontables, y, en ellos, las estrellas y mundos son los que suman cantidades que nos marean, y, de dichos “infinitos planetas” no pocos, están situados en las distancias adecuadas para la vida, es decir, en la zona habitable.
El problema principal, con el que nos topamos en la búsqueda de inteligencias extraterrestes, sólo radica en las distancias que nos separan de ellas. No contamos con los medios tecnológicos para poder llegar a esos lejanos lugares, y, tampoco los conocimientos que actualmente tenemos son suficientes para poder desvelar los secretos que nos lleven a poder utilizar otros caminos que, no venciendo a la velocidad de la Luz (cosa imposible), sino que burlándola, podamos llegar en el menor tiempo posible a esos otros mundos.
Dependiendo de las condiciones del planeta que los acoja, de la estrella que les dé la luz y el calos, de la masa de aquel mundo, la atmósfera, la radiación que pueda recibir, el agua y los océanos, las condiciones climáticas… Sus habitantes podrán ser parecidos a nosotros o muy distintos, y, sin dejar de ser inteligentes, podrían tener otra perspectiva muy distinta a la nuestra del “mundo”, de la Naturaleza, y, del Universo en fin.
Llevamos sesenta años buscando señales de inteligencia extraterrestre pero no aparece nada. El programa SETI trata de resolver este misterio peinando el cielo en busca de emisiones de alguna civilización tecnológica. El periodista José Manuel Nieves desgrana cómo es el programa SETI y cómo se buscan las señales de radio, láser y otras emisiones.
La noticia venía tan poco explicada que, me pareció bien añadirle algunos conceptos más que la completara diciendo todo lo que creía que le faltaba.
Los extraterrestres podrían vivir confinados en océanos subterráneos de mundos helados – ABC
¿Y si los extraterrestres estuvieran ahí pero no pudiéramos verlos? El fin de la paradoja de Fermi
Alan Stern, investigador principal de la misión New Horizons, ha aventurado una respuesta a por qué no hemos contactado con civilizaciones alienígenas si estas existen
Alan Stern, investigador principal de la misión New Horizons, que actualmente explora Plutón, acaba de aventurar una respuesta a la vieja cuestión planteada por la paradoja de Fermi: Si es cierto que existen civilizaciones extraterrestres, ¿por qué no hemos entrado aún en contacto con ellas?
Stern, científico planetario en la Universidad de Boulder en Colorado, no duda de que los extraterrestres existen, pero sugiere que podrían vivir confinados en océanos subterráneos de mundos helados, parecidos a algunas de las lunas de Saturno y Júpiter, como Encelado y Europa. El científico lanzó esta idea durante una reunión de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica Americana, celebrada recientemente en la localidad de Provo, en Utah.
Propuesta por primera vez por el Nobel de Física Enrico Fermi en la pasada década de los cincuenta, la célebre paradoja que lleva su nombre hace referencia al hecho de que, si hay civilizaciones ahí fuera, no hemos logrado establecer contacto con ninguna de ellas, lo cual no tiene sentido. Desde entonces, y a pesar de que muchos astrónomos han escudriñado durante décadas el cielo en busca de señales de radio, el resultado sigue siendo el mismo: un desconcertante silencio.
Las razones aducidas hasta ahora para esta irritante falta de comunicación resultan muy variadas. Puede, por ejemplo, que realmente estemos solos en el Universo. O que si “ellos” existen estén utilizando tecnologías desconocidas e indetectables para nosotros; o incluso podríamos pensar que, en cuanto revelan su presencia, las civilizaciones son destruidas por una raza maligna de merodeadores galácticos… O quizá el motivo sea que los planetas habitables capaces de permitir que la vida se desarrolle durante miles de millones de años hasta alcanzar la inteligencia son tan raros que, sencillamente, aún no hemos apuntado ninguno de nuestros telescopios en su dirección. A falta de una explicación comprobada, cualquier teoría es posible…
Por eso la idea de Stern resulta tan simple como atractiva. En efecto, el científico aventura la posibilidad de que la mayor parte de los mundos capaces de albergar vida no se parecen a la Tierra, con sus continentes, su atmósfera y sus mares en superficie. Y que en vez de eso, podrían ser planetas congelados, con vastos océanos subterráneos atrapados bajo gruesas capas de hielo.
Hasta hace muy poco ni siquiera sabíamos que esa clase de mundos existía. Pero ahora hemos podido comprobar que resultan muy comunes, y que ni siquiera es necesario salir de nuestro propio Sistema Solar para encontrar varios de ellos. Si esa proporción se mantiene también alrededor de otras estrellas, podríamos tener, contra una sola Tierra, centenares de mundos como Encelado o Europa.
Para Stern, si esos planetas helados albergaran vida inteligente, muy probablemente no podrían establecer contacto con nadie, ni ser escuchados fuera de su entorno acuático, ya que las capas de hielo de la superficie bloquearían sus señales de radio, que no podrían propagarse por el espacio y ser captadas desde otros mundos.
Esas hipotéticas civilizaciones, además, podrían desconocer por completo que hay algo de interés por encima de sus “techos” helados, e incluso si encontraran alguna razón para taladrar las gruesas capas de hielo sobre sus cabezas, es posible que no supieran qué son todas esas luces que brillan en el cielo, si es que disponen de ojos para contemplarlas…
Las cosas no serían fáciles para ellos ni siquiera si hubieran superado todos estos obstáculos y estuvieran predispuestos para la exploración espacial. De hecho, tendrían que llevar en sus desplazamientos enormes cantidades de agua, en vez de aire, para el mantenimiento de vida. Y eso sería sin duda un gran impedimento ya que, en palabras de Stern, incluso en nuestro caso, “todo lo que sabemos sobre viajes espaciales implica el ser capaces de construir naves más ligeras”.
Según el científico, otro factor en contra para que existan mundos con océanos exteriores, como el nuestro, es que quedan expuestos ante cualquier “cosa mala” que venga del cielo: “Todos conocemos la historia de los impactos como el que con toda probabilidad terminó con el periodo Cretácico y los dinosaurios, y ese es solo uno de los peligros posibles. Aunque ninguno de ellos afectaría a la vida oceánica bajo el hielo”.
Además, abunda Stern, esta clase de planetas no tienen por fuerza que estar dentro de las “zonas de habitabilidad” de sus soles, ni siquiera cerca de ellas. “Un océano interior en Plutón -afirma- resulta igual de húmedo y caliente que uno en el interior de una luna galileana”.
El propio Stern, sin embargo, admite que incluso si las cosas fueran realmente así, la paradoja de Fermi seguiría siendo válida, ya que seguiríamos sin saber por qué ninguno de los otros mundos “sin techo”, como como el nuestro, ha revelado hasta ahora su presencia. Y hoy sabemos que, aunque no fueran el tipo dominante de planetas habitables en el Universo, ahí fuera podría haber billones de mundos parecidos a la Tierra.
En su intervención, Stern afirmó que su idea constituye, sencillamente, un punto de partida para centrar la discusión. “Apenas estamos empezando a entender -afirma-. Así que abróchense los cinturones”.
Ganímedes: Podría haber vida en el mayor océano del Sistema solar. La misión Juice sobrevolará la luna joviana para estudiar con su radar la profunda masa de agua subterránea.
Ganímedes, la mayor de las lunas de Júpiter – Archivo
El océano más grande de todo el Sistema Solar no está en la Tierra, sino en Ganímedes, la mayor de las lunas de Júpiter. Si no fuera por el hecho de que este cuerpo celeste es claramente un satélite del planeta gigante, podría perfectamente pasar por un planeta en sí mismo. De hecho, con sus más de 5.200 km. de diámetro, es incluso mayor que Mercurio, y solo algo más pequeño que Marte.
En marzo de 2016, el Telescopio Espacial Hubble hizo, además, un descubrimiento excepcional, revelando la existencia de un gran océano subterráneo de agua salada en Ganímedes. Y, por lo que sabemos, la presencia de agua líquida resulta esencial a la hora de buscar vida.
“Creemos que el océano de Ganímedes contiene más agua que el de (la luna) Europa”, explica Olivier Witasse, científico de Juice (Jupiter Icy Moon Explorer), la misión de la Agencia Espacial Europea que explorará Ganímedes y Europa a partir de 2020. En concreto, “hay seis veces más agua en los océanos de Ganímedes que en los de la Tierra, y tres veces más que en los de la luna Europa”.
Casi al mismo tiempo que JUICE explore a fondo Ganímedes y sobrevuele Europa, otra misión de la NASA, llamada Clipper, se centrará en el estudio de esta última luna. De esta forma, y tras los éxitos de la sonda Cassini en las lunas heladas de Saturno, en apenas unos años tendremos un completo panorama de las “lunas oceánicas” que rodean a los planetas gigantes de nuestro sistema.
Su propio campo magnético
Ganímedes es, con mucha diferencia, la mayor luna de todo el Sistema Solar, y la única que cuenta con su propio campo magnético. Lo cual hace que se produzcan espectaculares auroras en sus polos. Debido a que Ganímedes está muy cerca de Júpiter, se encuentra también dentro del campo magnético joviano, de forma que cuando éste cambia, lo hace también el de la luna, en una especie de “balanceo” de ida y vuelta.
Estos ciclos de actividad auroral en Ganímedes detectados por el Hubble han revelado una serie de oscilaciones en el campo magnético de la luna, y resulta que esas oscilaciones se explicarían mucho mejor con el movimiento, a cientos de km. bajo la superficie, de las aguas de un enorme océano.
De momento solo está asegurada para viajar a Júpiter la sonda JUICE de la ESA. Su objetivo es Ganímedes, pero sobrevolará varias veces Europa.
La misión Juice sobrevolará las dos lunas jovianas a distancias de entre 200 y 1.000 km. y entrará en la órbita de Ganímedes durante nueve meses, cuatro de los cuales a una distancia no superior a los 500 km. Desde esa posición privilegiada, podrá estudiar con su radar el profundo océano subterráneo y estudiar su distribución bajo la gruesa corteza helada de la superficie.
La detección de esta enorme y profunda masa de agua bajo la corteza helada de Ganímedes ha multiplicado, según los científicos, nuestras posibilidades de encontrar vida sin necesidad de salir de nuestro propio sistema planetario.