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Un ligero apunte

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en AIA-IYA2009    ~    Comentarios Comments (0)

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Nuestro cuarteto de fuerzas que aseguran la diversidad de todas las estructuras que podemos admirar en la Naturaleza, nunca será bien valorada por nosotros. Sobre todo, esto es así por el simple hecho de que no llegamos a comprender la profundidad de tales maravillas ni conocemos en toda su extensión lo que cada fuerza es capaz de hacer. Sí, es verdad que nos hemos acercado bastante a las propiedades de las fuerzas nucleares fuerte y débil y a lo que conocemos como electromagnetismo. Sin embargo, nos queda una asignatura pendiente de una complejidad tal que, precisamente por eso, y, a pesar de que Newton y Einstein nos despejaron muchas dudas sobre ella, aún no hemos podido llegar hasta el fondo de su génesis y a su verdadera personalidad:

¡La Gravedad!

Una sutileza profunda del mundo es la forma en que el Universo gobernado por ese número pequeño número de fuerzas o leyes pueden dar lugar a esa ingente cantidad de estados y estructuras complicadas que podemos, con ayuda de nuestros sofisticados aparatos, contemplar a nuestro alrededor cercano y lejano, y de la cual, nosotros mismos somos ejemplos dignos de destacar.

Las leyes de la Naturaleza se basan en la existencia de una pauta que liga un estado de cosas con otro, y donde hay pauta hay simetría. No obstante, a pesar del énfasis que hacemos en ellas, no somos testigos de las leyes de la Naturaleza. Sólo vemos el producto de dichas leyes, sus consecuencias. Más aún, las simetrías que las leyes consagran están rotas en estos productos.

Si ponemos una aguja en equilibrio sobre su punta y luego la soltamos, la Ley de la Gravedad gobierna su movimiento posterior, es perfectamente democrática. No tiene preferencia por ninguna dirección particular en el Universo: es simétrica a este respecto. Pero cuando la aguja cae, debe caer en una dirección particular. La simetría direccional de la ley subyacente está rota en cualquier resultado particular gobernado por ella. Por la misma razón, la aguja caída oculta la ley que la determinó.

Tal “ruptura de simetría” gobierna mucho de lo que vemos en el Universo, y sus orígenes pueden ser verdaderamente aleatorios. Permite que un Universo gobernado por un pequeño número de leyes simétricas exhiba una infinita diversidad de estados simétricos y complejos. Así es como el Universo puede ser simple y complicado a la vez.

El Físico de partículas que busca las leyes últimas de la Naturaleza, cree que todo está gobernado por la simplicidad y la simetría, pero para quienes tratan de dar sentido a la caótica diversidad de los productos asimétricos de las leyes simétricas de la Naturaleza, simetría y simplicidad raramente son sus manifestaciones más admirables.

Yo, por mi parte, me fijo mucho en los equilibrios de fuerzas contrapuestas que hacen posible la existencia del equilibrio universal. Todo en el Universo es un equilibrio de fuerzas distintas y que luchan las unas contra las otras, y, si éstas consiguen igualarse, el equilibrio prevalece y la normalidad reina en el lugar. Si por el contrario, alguna de las fuerzas es dominante sobre la otra, la cosa no marcha nada bien y es, el caos, el que se persona en el lugar para poner “orden”, lo cual, aunque parezca contradictorio y paradójico, es la realidad que podemos ver a lo largo y a lo ancho de todo el Universo.

Con los magníficos telescopios que tenemos en el espacio (el Hubble es el mejor ejemplo) podemos contemplar una región del Universo que nos induce al Caos en su más alta dimensión, y, sin embargo, cuando todo se normalice, los agujeros negros se fusionen, y cada objeto ocupe su lugar, la paz y la simetría volverán a ser las que reinen en esa, ahora, caótica región del cielo.

Está claro que necesitamos seguir profundizando en el conocimiento de las fuerzas de la Naturaleza, en ese conocimiento estará nuestro futuro que pasa, de manera irremediable, por conocer el Universo que nos acoge y como funcionan sus mecanismos de los que sólo hemos podido vislumbrar, hasta el momento, su superficie.

emilio silvera

 


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