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Distancias inalcanzables (en el presente)
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Las distancias en el Espacio ~ Comments (1)
En el espacio exterior, el Cosmos, lo que conocemos por universo, las distancias son tan enormes que se tienen que medir con unidades espaciales como el año luz (distancia que recorre la luz en un año a razón de 299.792.458 metros por segundo). Otra unidad ya mayor es el pársec (pc), unidad básica de distancia estelar correspondiente a una paralaje trigonométrica de un segundo de arco (1”). En otras palabras, es la distancia a la que una Unidad Astronómica (UA = 150.000.000 Km) subtiende un ángulo de un segundo de arco. Un pársec es igual a 3’2616 años luz, o 206.265 Unidades Astronómicas, o 30’857×1012Km. Para las distancias a escalas galácticas o intergalácticas se emplea una unidad de medida superior al pársec, el kilopársec (Kpc) y el megapársec (Mpc).
Para tener una idea aproximada de estas distancias, pongamos el ejemplo de nuestra galaxia hermana, Andrómeda, situada (según el cuadro anterior a 725 kilopársec de nosotros) en el Grupo local a 2’3 millones de años luz de la Vía Láctea.
¿Nos mareamos un poco?
1 segundo luz | 299.792’458 Km |
1 minuto luz | 18.000.000 Km |
1 hora luz | 1.080.000.000 Km |
1 día luz. | 25.920.000.000 Km |
1 año luz | 9.460.800.000.000 Km |
2’3 millones de años luz | 21.759.840.000.000.000.000 Km |
¡Una barbaridad! Si tomamos conciencia de lo que realmente suponen estas distancias, y, pensamos que nuestras naves actuales podrían recorrer el Espacio a una velocidad máxima de unos 60.000 Km/h, nos podríamos preguntar cuanto tardaría una expedición en llegar a a un sistema planetario cercano, digamos que estuviera situado a unos 12 años luz . ¿Cuantas generaciones tendrían que morir en la nave hasta llegar al destino… ¡Si es que llegaba!?
Andrómeda, la hermana mayor de la Vía Láctea, situada a 2,3 años-luz de nosotros, viaja en nuestra dirección a una buena velocidad. Sin embargo, se calcula que nos no llegará hasta nosotros hasta dentro de unos pocos miles de millones de años, casi cuando el Sol tenga agotado su combustible nuclear de fusión, para convertirse en una Nebulosa planetaria con una enana blanca en su centro.
Ahí tenemos la imposibilidad física de viajar a otros mundos, y no digamos a otras galaxias. Las velocidades que pueden alcanzar en la actualidad nuestros ingenios espaciales no llegan ni a 50.000 Km/h. ¿Cuánto tardarían en recorrer los 21.759.840.000.000.000.000 Km que nos separa de Andrómeda?
Incluso el desplazarnos hasta la estrella más cercana, Alfa Centauri, resulta una tarea impensable si tenemos en cuenta que la distancia que nos separa es de 4’3 años luz, y un año luz = 9.460.800.000.000 Km. Así que, para llegar a la “cercana” Alfa Centauri tendríamos que multiplicar por 4 esa inmensa distancia. ¿Cuándo llegaríamos allí? ¿Los viajeros que partieron de la Tierra y muchas generaciones siguientes (si todo transcurre con normalidad) serían los que arribarían al destino. Sin embargo, dudo que, cuando llegaran, no hubieran padecido mutaciones por tan larga estancia en el Espacio.
Muchos son los que han querido imaginar como viajar más rápido que la Luz… ¡Sin superar su velocidad! Todos sabemos, como nos enseñó la Relatividad Especial de Einstein que, la luz, nos marca el límite de la velocidad que se puede alcanzar en el Espacio. Nada podrá nunca viajar más rápido que la luz en el vacío, es decir, más rápido de 299.792.458 metros cada segundo. Y, se idean otras formas para poder burlar ese límite y llegar antes que la luz a un determinado lugar. Hasta que no se busque la manera de esquivar la barrera de la velocidad de la luz, los viajes a otros mundos están algo complicados para nosotros.
La única ventaja a nuestro favor: ¡EL TIEMPO! Tenemos mucho, mucho tiempo por delante para conseguir descifrar los secretos del hiperespacio que nos mostrará otros caminos para desplazarnos por las estrella que, en definitiva, será el destino de la humanidad.
Nuestro Sol, antes de que pasen 4.000 millones de años, comenzará una transición de fase que, de estrella en la secuencia principal de HP, pasará a su fase terminal convirtiéndose en una Gigante roja que, eyectará sus capas exteriores al espacio interestelar formando una Nebulosa planetaria y, la estrella, exenta de la energía de fusión, quedará a merced de la fuerza de Gravedad que la comprimirá hasta límites de una densidad que sólo podrá ser frenada por la degeneración de los electrones. En ese punto, volverá el equilibrio entre dos fuerzas y el proceso se parará dejando una enana blanca con un radio parecido al de la Tierra y una densidad de 109 Kg m3.
Colisión Vía Láctea-Andrómeda – Wikipedia
Antes de que todo eso llegue, tenemos que tener en cuenta que habrá que salvar otro gran escollo que se nos viene encima (nunca mejor dicho), ya que, la Galaxia Andrómeda viene hacia La Vía Láctea a razón de 1.000.000 de Km/h y, aproximadamente en unos 3.000 millones de años la tendremos, irremediablemente, colisionando con nuestra Galaxia, con lo cual, las fuerzas de marea que esas enormes masas puden producir, son de impensable magnitud y, el desenlace tardará varios millones de años en finalizar hasta que de las dos grandes Galaxias del Grupo Local, sólo quede una enorme galaxia elíptica y, en el proceso, habrán nacido un sin fin de nuevas estrellas, otras habrán sido despladas de su regiones y lanzadas a distancias enormes, algunas habrán podido colisionar y, en definitiva, lo que allí pueda ocurrir en el futuro lejano, es de incalculable trascendencia para la Humanidad (si aún sigue aquí para ese tiempo).
Sí, existen muchos lugares a los que, cuando llegue el momento podremos viajar. Sin embargo, necesitamos muchos más conocimientos de los que actualmente tenemos para poder realizar esos viajes “imposibles” en las actuales circunstancias. Estamos comenzando, ahora, a poder realizar los primeros intentos de salir al Espacio, y, para cuando realmente podamos efectuar viajes espaciales, habrán pasado muchos, muchos, muchísimos años. No quiero mencionar, lo que podríamos tardar en dominar viajes hiperespaciales a velocidades uperlumínicas. Claro que, la imaginación humana es… ¡”infinita”!
Si esto es así (que lo es), tenemos una buena excusa para pensar en posibles modos de escapar hacia otros mundos lejanos en los que poder asentar a la Humanidad lejos de esos acontecimientos de magnitud (para nosotros) infinita y contra los que nada podremos hacer, excepto, si podemos y buscamos el medio… huir a otros lugares más seguros.
Si, las distancias que nos separan de esos otros mundos parece una barrera difícil de franquear, y, sin embargo, tengo una gran esperanza puesta en que, la Humanidad, la inteligencia de los seres que la compone, y, sobre todo su imaginación, con el tiempo por delante tendrá la oportunidad de buscar esas difíciles soluciones que posibiliten nuestro traslado a las estrellas lejanas.
Para lograr eso, con nuestras limitaciones actuales, no tenemos más remedio que valernos de sondas robotizadas y, en el futuro, serán perfectos robots humanoides que, no tendrán ninguna de nuestras barreras para deambular por el cielo y visitar esas regiones lejanas en las que, posiblemente, se encuentren los planetas idóneos para habitats de seres como nosotros.
Esas son, en realidad, las miras que están puestas en todas esas misiones enviadas a las lunas y planetas cercanos para estudiar su entorno, la atmósfera, la superficie y las radiaciones. Se trata de ir conociendo el entorno y, con los adelantos tecnológicos que ahora mismo tenemos, se hace lo que se va pudiendo y, cada día, se avanza un paso más a la búsqueda de esas soluciones que, ese día muy lejano aún, llegará la debacle a la Tierra y, para entonces, no podremos continuar aquí. La única solución: Escapar a otros mundos.
emilio silvera
el 11 de agosto del 2017 a las 5:25
Estamos confinados a vivir en este pequeño y hermoso planeta que llamamos Tierra, y, desde él, con el paso del Tiempo, hemos tenido el ingenio suficiente para poder situarlo en su verdadero lugar, primero dentro del Sistema Solar, y, más tarde, dentro de la Galaxia a la que pertenece.
Lo cicerto es que, tal hazaña, es una proesa increíble si pensamos que, hace apenas unos pocos miles de años, no sabíamos nada del Universo, y, al mirar las estrellas brillar, sólo podíamos pensar en divinidades y dioses. Ahora, sabemos por qué brillan las estrellas y conocemos la mecánica que hace que los planetas orbiten a sus estrellas, o, podemos hablar del núcleo de los átomos y dar una explicación plausible de su contenido y de las fuerzas que rigen allí dentro, en las profundidades del átomo.ç
Hemos avanzado hasta un punto en el que, los conocimientos nuevos y los los logros tecnológicos, llegan de manera exponencial, es decir, se avanza mucho más en menos tiempo: A más conocimientos nuevos, más avances y más rápidos.
Sin embargo y a pesar de que todo eso es cierto y encomiable nuestros logros, no podemos decir que estémos en la cumbre de nada, nos queda mucho camino que recorrer en las distintas disciplinas del saber Humano: Física, Mátemáticas y Química, Biología y Genética, en el campo “peligroso” de la Inteligencia Artificial, en llegar a comprender el Cosmos y sus contenidos…
Además de todo eso, nos queda una importante asignatura pendiente que está referida a los desplazamientos a otros Mundos. No tenemos los medios necesarios para poder instalarnos en mundos cercanos o en sus lunas, montar una Base que nos facilite partir hacia lugares más lejanos, es una empresa (de momento), fuera de nuestro alcance.
Hablamos de ello pero, hacerlo realidad… ¡Es otro cantar!
No creo que ni a finales de este siglo podamos visitar mundos e instalarnos allí. Sabemos que, finalmente, ese será el destino de la Humanidad, ocupar otros mundos, ya que, nuestro planeta, la Tierra, tiene fecha de caducidad que va unida a la de nuestro Sol, y, para cuando eso llegue, tendremos que haber hecho las tareas necesarias para poder (entonces sí), situarnos en planetas que nos acojan y que hagan posible que la especie perdure.
Para que todo eso sea posible… ¡Debemos descubrir primero, y dominar después, la manera de burlar la velocidad de la luz para poder desplazarnos por el Espacio a velocidades que no impliquen decenas, cientos o miles de años de viaje, y, estoy seguro de que, el Ingenio Humano, finalmente, lo conseguirá.
¿Distancias inalcanzables? … ¡Habrá que verlo! Si me preguntais dentro de un par de siglos, de seguro que os podría contestar.