Abr
10
Todo ha tenido un comienzo y … ¡No deja de evolucionar!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo dinámico ~ Comments (1)
Imagen de la ‘Montaña Mística’, captada por el telescopio Hubble. | NASA | ESA
Lo cierto es que los pensamiento son libres (quizá la única libertad de la que podemos gozar), y mirando tan bella imagen de tres años-luz de extensión, cada cual puede, dejando volar su imaginación, ver en ella el más fantástico escenario que ni la más avanzada técnica empleada en películas de ciencia ficción, nos podría proporcionar. Estamos viendo la Nebulosa Carina situada a 7.500 años-luz de nuestro mundo que, gracias al Telescopio Espacial Hubble, nos muestra una bella vorágine de gas y polvo que, en un falso Caos y con ayuda de la Gravedad, no deja de crear estrellas y mundos que se reparten por toda esa inmensa región en la que van apareciendo grandes explosiones de luz y radiación que ionizan el material circundante. Los colores corresponden a fluídos de oxígeno, el azul, de hidrógeno y nitrógeno, el verde, y de sulfuro, el carmesí.
La imagen fue la elegida por la NASA para conmemorar los veinte años del Hubble que, desde su puesta en escena en la orbita de la Tierra no ha dejado de ofrecernos alegrias:
- Abrió la veda del estudio de planetas extrasolares y buscar la vida en ellos
- Desde 1990 ha realizado 600.000 grabaciones de unos 30.000 objetos
- Ha ayudado a explicar el nacimiento de estrellas y planetas
- Estimó la edad del Universo en unos 13.700 millones de años
Nuestra mirada queda fija, prisionera de tanta belleza como el Universo nos puede mostrar. Cuando nos muestran las imágenes tomadas por los distintos telescopios que el ingenio humano ha sido capaz de construir para ver el universo y los objetos que lo pueblan en las distintas maneras que la física de la luz nos permiten, no podemos hacer otra cosa que asombrarnos al tiempo que tan fantásticos escenarios nos hablan de una grandeza que no siempre llegamos a comprender. Lo que el Universo nos muestra es la obra de muchos miles de millones de años de “construcción” a partir de un “universo niño” en el que nada de lo que ahora podemos contemplar, existía.
Imagen conocida como Campo profundo extremo. Un montaje de diez años de observación del Hubble. En esta pequeña región de la constelación de Fornax se pueden contemplar más de 5500 galaxias, muchas de ellas situadas tan lejos que las vemos tal y cómo eran cuando el Universo apenas tenía 450 millones de años. Una verdadera máquina del tiempo a nuestra disposición. Y no es una simple forma de hablar: entre los objetos que se pueden ver en este campo están algunos de los más lejanos -y por lo tanto jóvenes- conocidos. Claro que, antes de que estos objetos existieran… ¡Hay un largo camino que recorrer hacia atrás en el Tiempo!
Cuanto más hacia atrás viajamos en el Tiempo, menos “cosas” podemos encontrar y comprobamos que, las grandes estructuras que ahora captan nuestros telescopios… ¡No existían! Hubo un tiempo en que el Universo era muy diferente a como ahora lo podemos contemplar y tuvieron que pasar muchas cosas para llegar a que en estos momentos, observadores inteligentes puedan contarlo.
Nadie sabe lo que pudo pasar en aquel primer momento y si fueron las “cuerdas” las precursoras de la materia, o si ésas cuerdas que postula la teoría del mismo nombre podría ser la dichosa “materia oscura” que tantos quebraderos de cabeza dan a los astrónomos.
Como nadie estuvo allí para contarlo, como ni las matemáticas han podido llegar a “aquel momento” inicial que llamamos Big Bang, como no hemos sido capaces de sobrepasar esa línea prohibida que nos marca el “Tiempo de Planck”… En cosmología, el tiempo de Planck representa el instante de tiempo más antiguo en el que las leyes de la física pueden ser utilizadas para estudiar la naturaleza y evolución del Universo. Se determina como combinación de otras constantes físicas en la forma siguiente:
segundos.
Es el tiempo que necesita el fotón (viajando a la velocidad de la luz, c, para moverse a través de una distancia igual a la longitud de Planck. Está dado por segundos, donde G es la constante gravitacional (6’672 59 (85) ×10-11 N m2 kg-2), ħ es la constante de Planck racionalizada (ħ = h/2π = 1’054589 × 10-34Julios segundo) y c es la velocidad de la luz (299.792.458 m/s).
Mapa. La imagen muestra las ‘hiperfrecuencias’ del universo que surgieron hace 13 mil millones de años. AFP. Al menos eso es lo que creemos que pudo…
Así, nos tenemos que conformar con “saber” lo que pasó a partir de aquel momento y no antes. Todo lo que pudo ocurrir en aquella primera fracción de segundo antes del tiempo de Planck, queda en la más completa oscuridad y nunca hemos sabido lo que pudo ocurrir y, como consecuencia, tampoco somos capaces de realizar ninguna representación de aquel momento que pueda ser fidedigna y auto consistente, científicamente hablando, nos faltan datos y elementos para poder realizar un modelo que nos permita representar aquella imagen primera. Pero vayamos por parte.
Para tratar de saber cómo llegó aquí la materia que todo lo conforma (galaxias de estrellas y mundos), hemos tenido que construir inmensas máquinas que, utilizando ingentes cantidades de energías, nos llevan hacia atrás en el tiempo y nos hablan de lo que pudo pasar. En esas máquinas que llamamos aceleradores de partículas, hacemos chocar haces de protones u otras partículas para que, literalmente, haciéndolas “papilla” nos enseñen lo que llevan dentro.
Un átomo es una estructura muy compleja. Tiene un nucleo compacto, cargado positivamente, y un enjambre de electrones en órbitas. Por el contrario, una mezcla de núcleos y electrones no ligados es un sistema relativamente simple. Después de todo, para hacer un átomo hay que colocar todas las piezas constituyentes en su lugar exacto. Para hacer una mezcla basta con echar todo aquello junto de manera aleatoria y sin orden, de cualquier manera. Es como hacer una maleta colocando cuidadosamente todas las cosas dentro, o, tirarlas sin orden dentro de ella para quitarlas de enmedio.
La historia de cómo llegaron los átomos es típica de aquellos primeros tiempos del Universo joven. A medida que la temperatura seguía bajando como resultado de la expansión de Hubble, se formaron estructuras más y más complejas. Los átomos, que son las estructuras más grandes y ligeras que por el momento queremos considerar, se formaron los últimos después de una sucesión de transiciones. Si nos movemos hacia atrás en el Tiempo, la siguiente estructura que se congeló fueron los nucleos mismos.
Los núcleos que suponen una parte entre cien mil del átomo, en realidad son los que tienen consigo la verdadera materia y, para describirlos, no vale con decir que están formados por nucleones, es decir, por protones y neutrones que cuando son golpeados con violencia en los aceleradores de partículas, se ven literalmente desmembrados y allí aparecen otras partículas de las que están formados y que llamamos Quarks que, en tripletes, están confinados en una sopa de Gluones que son los bosones transmisores de la fuerza nuclear fuerte, la responsable de que los núcleos puedan existir. Así que debió de haber un tiempo en el que no existían los núcleos de los átomos y un tiempo en el que nacieron.
Del mismo modo se cree que los protones y neutrones y otras partículas elementales que forman el núcleo están a su vez hechos de esas otras partículas más elementales que llamamos Quarks, al menos ese es, el comportamiento observado en los aceleradores de partículas en el que, esos protones al ser pulverizados, dejan “ver” algo más de lo que llevan dentro.
Fijáos que si destruimos un neutrón, nos aparecen otras partículas que lleva dentro: un electrón, un protón y un neutrino electrónico que sale huyendo de allí a la velocidad de la luz. Todo eso subyace dentro de un neutron que está formado por tres Quarks, dos quarks dowm y un Quarks up. No resulta nada fácil de asimilar ese mundo cuántico de lo muy pequeño en el que podemos encontrarnos con maravillas que están muy alejadas de nuestro “mundo” cotidiano.
Cuando la temperatura del Universo era muy alta, los Quarks no estaban confinados juntos dentro de los protones y neutrones que aún no se habían formado y, se supone, que vagaban libres. En otras palabras, en aquellos primeros momentos no existían ninguna d elas partículas que ahora conocemos como elementales y que residen dentro de los núcleos. Hubo un Tiempo en el que no existíeron y un Teimpo en el que nacieron.
Por tanto, cuando la temperatura era suficientemente alta, la materia era una mezcla de Quarks y partículas como electrones, esas partículas que los físicos llaman Leptones (“que interaccionan muy débilkmente”). De acuerdo con nuestras ideas actuales y después de haber estudiado todos los posibles procesos por los que pudo pasar la formación de los átomos de materia, este es el final del proceso: La materia no se puede partir más. Todo lo que nos rodea está hecho de diferentes combinaciones de quarks y leptones.
Cuando el Universo se expande y enfría más y más, los quarks se congelan en partículas elementales; luego las partículas se congelan en núcleos y finalmente los núcleos y electrones se congelan en átomos. Esa es, la evolución que se sigue para la formación de la materia que ahora conocemos como Bariónica, la que emite radiación, la materia luminosa que al unirse los átomos formaron las estrellas y más tarde las galaxias.
Claro que la simplificación del Universo no se puede deterner en la materia. Una vez que la materia ha sido rota en sus elementos básicos, hay todavía otra fuente de complejidad en el Universo y son las fuerzas fundamentales que gobiernan el modo en que las partículas interaccionan entre sí para que el universo sea tal como lo podemos contemplar, para que las estrellas brillen en el cielo y formen elementos que serán los precursores de la vida, el estado más evolucionado que de la materia, hemos podido constatar… ¡Hasta este momento! ¿Quién sabe ni siquiera lo que es la luz?
La luz está presente en las estrellas de las que a cada segundo salen disparados a velocidades relativistas cientos de miles de cuatrillones de de fotones formando haces que marchan de manera isotrópica hacia regiones lejanas del Cosmos.
Como podréis comprender, el presente trabajo podría seguir y seguir durante cientos y miles de páginas para describir todo lo que hemos aprendido observando el Universo y las fuerzas que marcan el ritmo al que todo se mueve, incluso nosotros, seres conscientes, estamos supeditados a esas fuerzas fundamnetales de las que tantas veces hemos hablado aquí y que, al ser las que rigen el comportamiento de la materia y de todo lo que existe que podamos conocer, es también, sin lugar a ninguna duda, la que hace que, en otros mundos, esté presente la vida como lo está en la Tierra.
¿Cuándo podremos comprobarlo?
emilio silvera
Abr
10
A veces nos podría dar la impresión de que, el Universo, nos esperba
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
Surgidos de la materia creada por el Universo pudimos alcanzar la inteligencia necesaria para hacer preguntas. La Naturaleza hizo su trabajo para que, partiendo de la materia “inerte”, la evolución contando con los adecuadas condiciones, hiciera aparecer lo que conocemos por vida, y, mucho más allá, creo la de orden superior, la que comprende, tiene ideas, hace preguntas, imagina y conjetura.
En este lugar venimos hablando de cuestiones de Física, del Universo, de vez en cuando tocamos la I.A. y osamos comentar sobre la Conciencia y la Mente. Ante estas complejas cuestiones, el hecho mismo de que estemos aquí para plantearlas, como seres racionales y pensantes, es un auténtico milagro, ya que significa que deben haber ocurrido, necesariamente, complejas secuencias de sucesos para que a partir de la materia “inerte”, la mezcla de materiales complejos en condiciones excepcionales, hiciera surgir la vida.
Reparando en estas coincidencias cósmicas, el físico Freeman Dyson escribió en cierta ocasión:
“Cuando miramos en el universo e identificamos los muchos accidentes de la física y la astronomía que han colaborado en nuestro beneficio, casi parece que el universo debe haber sabido, en cierto sentido, que nosotros íbamos a venir“.
Particularmente, creo que la vida llegó a este planeta por una serie de circunstancias muy especiales: tamaño, temperatura y distancia al Sol (idónea para no morir congelados o asados por una temperatura extrema), su atmósfera primitiva, las chimeneas marinas, la mezcla de elementos, y su transformación evolutiva, el oxígeno, la capa de ozono, los mares y océanos ¡el agua!, etc, etc.
Este podría ser aquel protoplasma vivo del que surgió aquella primera célula replicante que comenzó, la aventura de la vida
Dada la inmensidad de nuestro universo, nuestro mismo caso (un sistema solar con planetas entre los que destaca uno que contiene vida inteligente), se habrá dado en otros muchos mundos similares o parecidos al nuestro, tanto en nuestra misma galaxia, la Vía Láctea, como en otras más lejanas. Me parece una estupidez que se pueda pensar que estamos solos en el universo; la lógica nos dice todo lo contrario.
Nuestro Sol, gracias al cual podemos existir, es una de las cien mil millones de estrellas que contiene nuestra Galaxia. Existen miles de millones de sistemas solares compuestos por estrellas y planetas como los nuestros. ¿En verdad se puede pensar que somos los únicos seres vivos inteligentes de la galaxia?
Me parece que no. Creo que estamos bien acompañados.
El problema radica en que es difícil coincidir en el tiempo y en las enormes distancias que nos pueden separar. Cuántas Civilizaciones se habrán extinguidos y cuántas habrán surgido. Con las que se fueron se borraron todos sus logros y saberes y, las nuevas, estarán comenzando de nuevo ese difícil camino del saber. ¿El encuentro? ¡No será nada fácil que se produzca!
El tiempo y el espacio nacieron juntos cuando nació el universo en el Big Bang, llevan creciendo unos 13.500-18.000 millones de años y, tanto el uno como el otro, son enormes, descomunalmente grandes para que nuestras mentes lo asimilen de forma real.
La estrella más cercana a nosotros, Alfa Centauri, está situada a una distancia de 4’3 años luz. El año luz es la distancia que recorre la luz, o cualquier otra radiación electromagnética, en un año trópico a través del espacio. Un año luz es igual a 9’4607×1012 Km, ó 63.240 unidades astronómicas, ó 0’3066 parsecs.
La luz viaja por el espacio a razón de 299.792.458 m/s, una Unidad Astronómica es igual a 150 millones de Km (la distancia que nos separa del Sol). El pársec es una unidad galáctica de distancias estelares, y es igual a 3’2616 años luz o 206.265 unidades astronómicas. Existen para las escalas galácticas o intergalácticas, otras medidas como el kiloparsec (Kpc) y el megaparsec (Mpc).
Nos podríamos entretener para hallar la distancia que nos separa de un sistema solar con posibilidad de albergar vida y situado a 118 años luz de nosotros. ¿Cuándo llegaríamos allí?
Es, claramente, la estrella más cercana al Sol, aunque su distancia esté en torno a los 40 billones (un 4 seguido por 13 ceros) de kilómetros, unos 4.35 años-luz. La tercera componente, no obstante, se encuentra algo más cercana, pues orbita a las otras dos y ahora se sitúa a unos 4.22 años-luz. Es llamada por eso Próxima Centauri. Ésta sí es, sin excepciones ni matices, la estrella que está más cerca de nuestro Sol.
Sin embargo, si quisiera ir en busca de otras formas de vida situada en otros mundos, iría a la estrella Epsilón Eridani, muy parecida al Sol, situada a 10.5 años luz de nosotros y con planetas que podrían ser aptos para la vida.
Nuestros ingenios espaciales que enviamos a las lunas y planetas vecinos, viajan por el espacio exterior a 50.000 Km/h. Es una auténtica frustración el pensar lo que tardarían en llegar a la estrella cercana Alfa Centauri a más de 4 años luz.
Así que la distancia es la primera barrera infranqueable (al menos de momento). La segunda, no de menor envergadura, es la coincidencia en el tiempo. Se piensa que una especie tiene un tiempo limitado de existencia antes de que, por una u otra razón, desaparezca.
Nosotros mismos, si pensamos en el tiempo estelar o cósmico, llevamos aquí una mínima fracción de tiempo. Dadas las enormes escalas de tiempo y de espacio, es verdaderamente difícil coincidir con otras civilizaciones que, probablemente, existieron antes de aparecer nosotros o vendrán después de que estemos extinguidos. Por otra parte, el desplazarse por esas distancias galácticas de cientos de miles de millones de kilómetros, no parece nada fácil, si tenemos en cuenta la enorme barrera que nos pone la velocidad de la luz. Esta velocidad, según demuestra la relatividad especial de Albert Einstein, no se puede superar en nuestro universo.
Con este negro panorama por delante habrá que esperar a que un día en el futuro, venga algún genio matemático y nos de la fórmula para burlar esta barrera de la velocidad de la luz, para hacer posible visitar otros mundos poblados por otros seres. Por ahora, el único panorama creíble (dadas nuestras limitaciones físicas), está en los robots que, sin lugar a ninguna duda, serán la avanzadilla de la Humanidad en los viajes espaciales y, ellos serán los primeros en pisar otros mundos. De hecho, ahora mismo tenemos a Mars Phoenix investigando el suelo y la atmósfera de Marte y buscando vestigios de vida pasada o presente.
También cabe esperar que sean ellos (otros seres extraterrestres) los más adelantados y nos visiten a nosotros. Aunque, si tengo que ser sincero, preferiría no ser testigo nunca de una escena como la de arriba, en la que una nave alinigena se acerca a la Tierra. Bastantes problemas nos creamos ya nosotros mismos para tener encima que bregar con otros venidos de fuera.
Si se tiene que producir ese encuentro, por mi parte, preferiría que seamos nosotros los visitantes. Me acuerdo de Colón, de Pizarro o Hernán Cortes e incluso de los ingleses en sus viajes de colonización, y la verdad, lo traslado a seres extraños con altas tecnologías a su alcance y con el dominio de enormes energías visitando un planeta como el nuestro, y dicho pensamiento no me produce la más mínima gracia. Más bien es gélido escalofrío.
Podrían responder a cualquier anatomía y… ¡sentimientos! No todos acorde a la buena vecindad
Según todos los indicios que la ciencia tiene en su poder, no parece que por ahora y durante algún tiempo, tengamos la posibilidad de contactar con nadie de más allá de nuestro sistema solar. Por nuestra parte existe una imposibilidad de medios. No tenemos aún los conocimientos necesarios para fabricar la tecnología precisa que nos lleve a las estrellas lejanas a la búsqueda de otros mundos. En lo que se refiere a civilizaciones extraterrestres, si las hay actualmente, no deben estar muy cerca; nuestros aparatos no han detectado señales que dejarían las sociedades avanzadas mediante la emisión de ondas de radio y televisión y otras similares. También pudiera ser, no hay que descartar nada, que estén demasiado adelantados para nosotros y oculten su presencia mientras nos observan, o atrasados hasta el punto de no emitir señales.
De cualquier manera, por nuestra parte, sólo podemos hacer una cosa: seguir investigando y profundizando en el conocimiento del universo para desvelar sus misterios y conseguir algún día (aún muy lejano), viajar a las estrellas, única manera de escapar del trágico e inevitable final de nuestra fuente de vida, el Sol. Dentro de unos 4.000 millones de años, como ya he dicho antes (páginas anteriores), el Sol se transformará en una estrella gigante roja cuya órbita irá más allá de Mercurio, Venus y seguramente la Tierra. Antes, la temperatura evaporará toda el agua del planeta Tierra, la vida no será posible. El Sol explotará como estrella nova y lanzará sus capas exteriores al espacio exterior para que su viejo material forme nuevas estrellas. Después, desaparecida la fuerza de fusión nuclear, la enorme masa del Sol, quedara a merced de su propio peso y la gravedad que generará estrujará, literalmente, al Sol sobre su núcleo hasta convertirla en una estrella enana blanca de enorme densidad y minúsculo diámetro (en comparación con el original). Más tarde, la estrella se enfriará y pasará a engrosar la lista de cadáveres estelares.
Ciudades futuras en otros mundos
Para cuando ese momento este cercano, la humanidad, muy evolucionada y avanzada, estará colonizando otros mundos, tendrá complejos espaciales y ciudades flotando en el espacio exterior, como enormes naves-estaciones espaciales de considerables dimensiones que dará cobijo a millones de seres, con instalaciones de todo tipo que hará agradable y fácil la convivencia.
Modernas naves espaciales surcarán los espacios entre distintos sistemas solares y, como se ha escrito tantas veces, todo estará regido por una confederación de planetas en los que tomarán parte individuos de todas las civilizaciones que, para entonces, habrán contactado.
El avance en el conocimiento de las cosas está regida por la curiosidad y la necesidad. Debemos tener la confianza y la tolerancia, desechar los temores que traen la ignorancia, y, en definitiva, otorga una perspectiva muy distinta de ver las cosas y resolver los problemas. En tal situación, para entonces, la humanidad y las otras especie inteligentes tendrán instalado un sistema social estable, una manera de gobierno conjunto que tomará decisiones de forma colegiada por mayoría de sus miembros, y se vigilará aquellos mundos en desarrollo que, sin haber alcanzado el nivel necesario para engrosar en la Federación Interplanetaria de Mundos, serán candidatos futuros para ello, y la Federación vigilará por su seguridad y desarrollo en paz hasta que estén preparados.
En nuestro mundo pasan cosas que nos deben avergonzar
También sabemos que el desconocimiento, el torpe egoísmo de unos pocos y sobre todo la ignorancia, es la madre de la desconfianza y, como ocurre hoy en pleno siglo XXI, los pueblos se miran unos a otros con temor; nadie confía a en nadie y en ese estado de tensión (que es el caso que se produce hoy día), a la más mínima salta una guerra que, por razones de religión mal entendida o por intereses, siempre dará el mismo resultado: la muerte de muchos inocentes que, en definitiva, nada tuvieron que ver en el conflicto. Los culpables e inductores, todos estarán seguros en sus refugios mientras mueren sus hermanos.
Es irrefutable esta desgraciada realidad que, sin que lo podamos negar, nos convierte en bárbaros mucho más culpables que aquellos de Atila, que al menos tenían la excusa de su condición primitiva y salvaje guiada por el instituto de la conquista y defensa de sus propias vidas.
¿Pero que excusa tenemos hoy?
Cuando publiqué este trabajo decía:
“El cometa se encuentra actualmente viajando entre las órbitas de Júpiter y de Marte. Mide unos cuatro kilómetros de diámetro, con una forma irregular, …”
Enviamos sondas espaciales a las lunas de Júpiter y al planeta Marte para que investiguen sus atmósferas, busquen agua y nos envíen nítidas fotografías de cuerpos celestes situados a cientos de millones de kilómetros de la Tierra.
Se construyen sofisticadas naves que surcan los cielos y los océanos llevando a cientos de pasajeros confortablemente instalados que son transportados de una a la otra parte del mundo.
Podemos transmitir imágenes desde Australia que en segundos pueden ser vistas en directo por el resto del mundo.
Tenemos en el espacio exterior telescopios como el Hubble, que nos envía constantemente al planeta Tierra imágenes de galaxias y sistemas solares situados a miles de millones de años luz de nosotros, y sin embargo, ¡¡medio mundo muere por el hambre, la miseria, la falta de agua y la enfermedad!!
¿Qué nos está pasando?
Aunque parezca que no tiene conexión alguna, la tiene y mucha, el conocimiento del Universo a través de la Astrofísica y la Astronomía, sin lugar a ninguna duda nos hará mejores, ya que, de ese conocimiento profundo nos vendrán otros relacionados que nos harán comprender también que, lo efímero de nuestras vidas, nos obliga, de alguna manera a ser mejores y que los errores cometidos son irreversibles y tal como marcha el tiempo (siempre adelante) no tenemos la oportunidad de reparar los daños.
Existe un principio de la física denominado Navaja de Occam, que afirma que siempre deberíamos tomar el camino más sencillo posible e ignorar las alternativas más complicadas, especialmente si las alternativas no pueden medirse nunca.
Para seguir fielmente el consejo contenido en la navaja de Occam, primero hay que tener el conocimiento necesario para poder saber elegir el camino más sencillo, lo que en la realidad, no ocurre. Nos faltan los conocimientos necesarios para hacer las preguntas adecuadas.
Así que, siendo así las cosas el camino más aconsejable es el del conocimiento del mundo que nos rodea y del Universo que nos acoge, lo que nos lleva a tener la obligación de aprovechar el Año 2009 que ha sido nombrado como Internacional de la Astronomía, y, aprendamos del Universo, la Naturaleza es siempre la que nos trae las nuevas ideas, lo que, desde luego, no ocurre sin que la observemos.
emilio silvera
Abr
10
¿La Vida? ¡Nunca dejará de sorprendernos!
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
Noticias – Ciencia y tecnología
La NASA descubre dos seres vivos a 200 metros bajo el hielo de la Antártida
La Agencia Espacial Estadounidense (NASA) ha detectado la existencia de dos seres vivos a casi 200 metros bajo la capa de hielo de la Antártida, en plena oscuridad, un descubrimiento que altera las teorías sobre las condiciones en las que se puede desarrollar la vida.
En un comunicado, la Agencia Espacial asegura haber hallado un Lyssianasid Amphipod, una criatura parecida a un camarón o gamba, y de unos 8 centímetros de tamaño. Además, encontró lo que parecía ser el tentáculo de una medusa, de unos 30 centímetros.
Un equipo de la NASA introdujo una pequeña cámara de vídeo a través de la gruesa capa de hielo, y la hizo descender en la profundidad marina, donde reina la oscuridad.
“El crustáceo rompe los principios sobre las condiciones en que puede haber vida“
A unos 190 metros, se detectó y se fotografió al crustáceo que, pese a su pequeño tamaño, ha logrado romper los principios establecidos hasta ahora sobre las condiciones extremas en las que puede haber vida.
Hasta ahora, los científicos creían que sólo unos cuantos microbios eran capaces de vivir en estas condiciones.
El descubrimiento de la NASA podría llevar a realizar expediciones en busca de vida a lugares hasta ahora descartados en el espacio, como planetas o lunas congeladas.
“Estabamos trabajando con la presunción de que no íbamos a encontrar nada”, dijo el científico de la NASA Robert Bindschadler, quien presentará el vídeo del descubrimiento en la reunión de mañana, miércoles, de la American Geophysical Union. “Es un camarón que te gustaría tener en el plato”, bromeó.
El científico matizó que el Lyssianasid amphipod no es exactamente un camarón o gamba, aunque sí es un primo lejano de esta especie.
Abr
10
¿Que el Bosón de Higgs podría acabar con el Universo?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (1)
Así podría el bosón de Higgs destruir el Universo
Investigadores sugieren que esta partícula podría colapsarse sobre sí misma en un rincón del cosmos, produciendo una burbuja de energía de vacío en expansión que terminaría por tragarnos a todos
No es una broma pesada, sino el fruto de una serie de cálculos muy precisos. El famoso bosón de Higgs, descubierto en 2012 después de más de cincuenta años de persecución científica, tiene el poder de acabar con la existencia del Universo en que vivimos. No solo eso, sino que el proceso podría haber comenzado ya sin que ni siquiera nos hayamos dado cuenta de ello. De hecho, existe la posibilidad de que esta partícula se haya colapsado sobre sí misma en un lejano rincón del cosmos, produciendo una burbuja de energía de vacío en expansión que terminaría por tragarnos a todos. Este auténtico apocalipsis cósmico se describe en un artículo recién publicado en Physical Review.
El final del espacio y el tiempo no es un concepto ajeno a la Física. El Modelo Estandar, en efecto, la teoría que describe todas las fuerzas y partículas conocidas, predice que, del mismo modo en que el Universo tuvo un principio, también tendrá un final. A medida que la energía oscura sigue acelerando la expansión del Universo, la materia que hay en él estará cada vez más dispersa y alejada, hasta que se apague la última estrella y todo el cosmos no sea más que un insondable, frío y negro abismo cada vez más grande y en el que ya nada brilla. La estimación más precisa para ese final, calculada en base al desarrollo lógico de las cuatro interacciones fundamentales de la Naturaleza, nos dice que el fin del Universo se producirá dentro de 10139 (10 elevado a 139) años, una cantidad de tiempo enorme, pero no infinita.
Pero el nuevo modelo del “Higgs asesino” puesto a punto por un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard resulta mucho más imprevisible y dramático. En él, el Universo acabaría con un estallido, y lo haría además en un plazo mucho más breve de tiempo.
“Queríamos corregir todas las aproximaciones anteriores y obtener una fecha lo más exacta posible”, afirma Anders Andreassen, la Universidad de Harvard y autor principal del estudio.
Para conseguirlo, él y sus colegas usaron todo lo que sabemos sobre las masas y las interacciones entre partículas, incluida la masa del bosón de Higgs, el portador de la fuerza que confiere su masa a todas las demás partículas, y que resultó ser de 125 gigaelectronvoltios.
Y es aquí, en la masa del bosón de Higgs, donde precisamente radica el problema. La razón es que la masa registrada para el bosón podría no ser la más baja posible para esa partícula, sino simplemente un valor temporal, que permanece estable en la actualidad pero que podría cambiar algún día. Los cálculos más cuidadosos, en efecto, sugieren que nuestro Universo podría ser en realidad un “falso vacío”, muy diferente del “verdadero vacío” que tendríamos en la configuración de energía más baja posible.
Para comprender este concepto, se puede pensar en el Higgs como en una bola que se encuentra atrapada en el fondo de un valle poco profundo que representa su masa. Pero al otro lado de la colina hay otro valle mucho más profundo y que se corresponde con una masa de menor potencial. Como el Higgs no puede subir rodando por la colina, se encuentra “atascado” en su configuración actual.
Sin embargo, todas las partículas subatómicas, el bosón de Higgs entre ellas, tienen la posibilidad de comportarse como ondas, y por lo tanto no tienen posiciones bien definidas. Y siempre existe la posibilidad de que el Higgs haga un “túnel” a través de la colina y llegue hasta el valle inferior, lo que daría como resultado una masa inferior a la que los científicos han observado. Sería precisamente aquí donde las cosas empezarían a ponerse realmente feas.
De hecho, debido a que el campo de Higgs proporciona masa a todas las demás partículas, un cambio en sus propiedades causaría estragos en los “bloques de construcción” de nuestro universo. La química, y por lo tanto la vida, depende de estos valores, por lo que nuestra actual forma de ser quedaría completamente anulada por esta reorganización.
Podría haber ocurrido ya
Dado que el universo que podemos observar desde la Tierra es apenas una pequeña porción del total, la probabilidad de que ocurran cosas extremadamente improbables en lugares que no alcanzamos ver aumenta considerablemente. Y en un Universo tan grande y oculto en su mayor parte a nuestra vista, existe la posibilidad de este “colapso del Higgs” haya sucedido en un lugar más allá de nuestra capacidad de visión, produciendo una burbuja de energía negativa que se expande rápidamente y en cuyo interior habría un Universo de propiedades enloquecidas, según nuestro punto de vista.
Un día, esa burbuja podría llegar hasta nosotros y tragarse también nuestra región del cosmos. Según la teoría de la Relatividad de Einstein, la información no puede desplazarse más deprisa que la luz, por lo que sería imposible que nos diéramos cuenta de su llegada. En palabras de Andreassen “ni siquiera la veríamos venir”.
Según escribe el físico en su artículo, resulta “muy preocupante imaginar esta burbuja, con su pared de energía negativa, lanzándose hacia nosotros a la velocidad de la luz”. Para el investigador, en lugar de un lento estiramiento hacia la nada, nuestro Universo podría estar camino de una abrupta colisión contra una de estas destructivas burbujas.
Otros trabajos anteriores ya han demostrado que la curvatura masiva del espacio-tiempo que rodea un agujero negro microscópico sería capaz de actuar como una “semilla” para el colapso del Higgs, algo así como una mota de polvo introducida en agua hirviendo que genera una burbuja de vapor.
Sin embargo, y dado que el Modelo Estandar aún no ha logrado explicar qué son la materia y la energía oscuras, es posible que tras ellas se esconda algún tipo aún desconocido de partícula que actúe como un “estabilizador” del Higgs, evitando su colapso y permitiendo por lo tanto que el Universo tal y como lo conocemos pueda seguir existiendo a perpetuidad.
El hecho mismo de que el bosón de Higgs no haya colapsado hasta ahora a lo largo de toda la vida del Universo sugiere, en efecto, que algunas partículas estabilizadoras podrían estar cumpliendo esa función, firmes en su misión de impedir el apocalipsis.