domingo, 22 de diciembre del 2024 Fecha
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Misterios sin resolver

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Misterios sin resolver    ~    Comentarios Comments (0)

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Hallan montañas y llanuras a 660 kilómetros de profundidad bajo la corteza terrestre

Un equipo de geólogos ha detectado una capa en medio del manto terrestre, hasta ahora desconocida, cuyas características recuerdan mucho a las de la superficie del planeta

 

Lo aprendemos en la escuela: la Tierra está dividida en tres capas, que son la corteza, el manto y el núcleo, que a su vez se divide en núcleo interno y externo. Un esquema básico y acertado, pero que sin embargo deja fuera otras capas más sutiles que los científicos están empezando ahora a identificar en el interior profundo de nuestro planeta.

Un buen ejemplo es el estudio publicado esta misma semana en Science, en el que los geofísicos Jessica Irving y Wenbo Wu, de la Universidad de Princeton, en colaboración con Sidao Ni, del Instituto de Geodesia y Geofísica de China, lograron utilizar las ondas sísmicas de un gran terremoto en Bolivia para localizar, a 660 kilómetros de profundidad, una nueva «capa» que les ha dejado boquiabiertos: una cadena montañosa, muy similar a las que hay en la superficie. La nueva «capa» se encuentra, además, justo en el límite que separa el manto superior del inferior. Hasta ahora, y a falta de un nombre mejor, los científicos simplemente lo han llamado «el límite de 660 kilómetros».

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Ya nos adelantó Julio Verne algunas de las maravillas que podríamos encontrar en el centro del planeta

Para poder observar lo que sucede a tanta profundidad, los investigadores utilizaron las ondas más potentes que existen en nuestro planeta, las ondas sísmicas que generan los terremotos masivos. En palabras de Jessica Irving, «si quieres sacudir todo el planeta, necesitas un terremoto grande y profundo».

La energía generada por un terremoto aumenta 30 veces por cada escalón que subimos en la escala de Richter. Y los terremotos más profundos, continúa Irving, «en lugar de desperdiciar toda esa energía en la corteza, pueden hacer que todo el manto siga funcionando».

«Viaje» a las profundidades

 

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Ondas de choque bajo las profundidades de los hielos

 

Según la investigadora, la mejor información se obtiene de los terremotos de magnitud 7 o superior, ya que las ondas de choque que lanzan en todas direcciones pueden incluso atravesar el núcleo terrestre y llegar hasta el otro lado del planeta. Para este estudio en concreto, los datos clave se obtuvieron de las ondas captadas después de un terremoto de magnitud 8,2, el segundo más potente jamás registrado, que sacudió a Bolivia en 1994.

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«Los terremotos tan grandes no aparecen muy a menudo -dice Irving-. y ahora tenemos la suerte de tener muchos más sismógrafos que hace 20 años. Entre esos instrumentos y los recursos computacionales, la sismología es hoy un campo totalmente diferente a como era hace dos décadas». En este caso concreto, los investigadores utilizaron el grupo de supercomputadoras Tiger de la Universidad de Princeton para simular el complejo comportamiento de las ondas sísmicas dispersas en las profundidades de la Tierra.

La tecnología aplicada para este análisis depende casi por completo de una única propiedad de las ondas: su capacidad para doblarse y rebotar. Así, del mismo modo en que las ondas de luz pueden rebotar (reflejarse) en un espejo o doblarse (refractarse) cuando pasan a través de un prisma, las ondas sísmicas viajan directamente a través de rocas homogéneas, pero se reflejan o refractan cuando se encuentran con algún límite o rugosidad.

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                Expediciones al centro de la tierra ocultadas por los gobiernos

«Sabemos que casi todos los objetos tienen asperezas en la superficie y, por lo tanto, dispersan la luz -afirma por su parte Wenbo Wu, autor principal del artículo-. Y esa es la razón por la que podemos ver esos objetos: las ondas de dispersión llevan la información sobre la rugosidad con la que han interactuado. En este estudio, investigamos ondas sísmicas dispersas que viajan dentro de la Tierra para estudiar la rugosidad del límite de 660 kilómetros».

Rugosidad imprevista

 

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Rugosidades y deformaciones en el interior de la Tierra formada por las placas tectónicas

 

Los geólogos quedaron sorprendidos por la «rugosidad» de esa nueva capa, que era incluso más acentuada que la que podemos observar en la capa superficial (la corteza terrestre) sobre la que todos vivimos. «En otras palabras -explica Wu- en el límite de 660 kilómetros está presente una topografía más fuerte que la de las Montañas Rocosas o los Apalaches».

El modelo estadístico elaborado por los científicos no permitió determinar con precisión las alturas de estas montañas, pero en su artículo aseguran que podrían ser más grandes y altas que cualquier otra en la superficie de la Tierra.

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Si de alguna manera pudiéramos viajar al centro de la Tierra, las sorpresas serían muchas

La rugosidad, además, no estaba uniformemente distribuida. Lo cual significa que igual que la superficie de la corteza tiene fondos oceánicos lisos y montañas masivas, el límite de 660 kilómetros cuenta con áreas elevadas y superficies llanas. Para comparar, los investigadores también examinaron una capa a 410 kilómetros de profundidad, en la parte superior de la «zona de transición» del manto medio, pero no encontraron nada parecido.

En otras palabras, El equipo de Wu ha descubierto que las capas profundas de la Tierra son igual de complejas y variables de las que observamos en superficie. Por eso, la presencia de esas «rugosidades» a 660 kilómetros de profundidad tiene importantes implicaciones para comprender «cómo funciona» el planeta en que vivimos. Esta nueva capa divide el manto, que constituye cerca del 84 por ciento del volumen total de la Tierra, en sus secciones superior e inferior.

¿Existe un límite en el manto?

 

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El asombro se apoderaría de nosotros al ver las maravillas que allí están presentes

Durante años, los geólogos habían estado debatiendo sobre la existencia o no de ese límite. Algunas evidencias geoquímicas y mineralógicas sugieren que el manto superior e inferior son químicamente diferentes, lo que apoya la idea de que las dos secciones no se mezclan térmica o físicamente. Otros, sin embargo, sugieren que esas diferencias no existen, y que todo el manto es homogéneo y sin partes diferenciadas o separadas.

«Nuestros hallazgos -asegura Wu- proporcionan datos concretos sobre esta cuestión». Los datos obtenidos, en efecto, sugieren que los defensores de esas dos ideas contrapuestas podrían estar, parcialmente, en lo cierto. De forma que las áreas más «suaves» del límite de 660 kilómetros podrían deberse a una mezcla más completa, mientras que las áreas montañosas y más ecarpadas podrían haberse formado en los lugares en los que el manto superior e inferior no consiguen mezclarse tan bien.

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Ya hemos sido testigos de lo que puede esculpir los “cenceles” de la Naturaleza

Pero, ¿qué podría causar diferencias químicas tan significativas en el manto? La respuesta más plausible es que esas diferencas procedan de la introducción de rocas que antes pertenecían a la corteza, y que ahora descansan tranquilamente en las profundidades de la Tierra. Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo por el destino de las losas del lecho marino que son empujadas hacia el manto en las zonas de subducción, algo que sucede en todo el Océano Pacífico y en otras partes del mundo. Wu e Irving sugieren que los restos de estas losas ahora pueden estar justo por encima, o justo por debajo, del límite de 660 kilómetros.

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Puede que nuestra imaginación no sea suficiente para “dibujar” las imágenes que en esos extraños lugares podríamos encontrar.

«Lo que resulta emocionante de estos resultados -concluye Irving- es que nos brindan nueva información para comprender el destino de las antiguas placas tectónicas que han descendido al manto, y dónde el material del manto antiguo aún podría residir. La sismología se hace más emocionante cuando nos permite comprender mejor el interior de nuestro planeta, tanto en el espacio como en el tiempo», ha concluido Irving.

Fuente: Reportaje ABC

La compleja Naturaleza

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En una supernova, en orden decreciente tenemos la secuencia de núcleos H, He, O, C, N, Fe, que coincide bastante bien con una ordenación en la tabla periódica que es:

H, He, (Li, Be, B) C, N, O… Fe

¿Apreciáis la maravilla? Las estrellas brillan en el cielo para hacer posible que nosotros estemos aquí descubriendo los enigmas del universo y… de la vida inteligente.

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Pero está claro que todo el proceso estelar evolutivo inorgánico nos condujo desde el simple gas y polvo cósmico a la formación de estrellas y nebulosas solares hasta los planetas, la Tierra en particular, en cuyo medio ígneo describimos la formación de las estructuras de los silicatos, desplegándose con ello una enorme diversidad de composiciones, formas y colores, asistiéndose, por primera vez en la historia de la materia, a unas manifestaciones que contrastan con las que hemos mencionado en relación al proceso de las estrellas.

Desde el punto de vista del orden es la primera vez que nos encontramos con objetos de tamaño comparables al nuestro, en los que la ordenación de sus constituyentes es el rasgo más característico.

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Al mismo tiempo nos ha parecido reconocer que esos objetos, es decir, sus redes cristalinas “reales”, almacenan información (memoria) que se nos muestra muy diversa y que puede cobrar interés en ciertos casos, como el de los microcristales de arcilla, en los que, según Cairns-Smith, puede incluso llegar a transmitirse.

Porque, ¿qué sabemos en realidad de lo que llamamos materia inerte? Lo único que sabemos de ella son los datos referidos a sus condiciones físicas de dureza, composición, etc; en otros aspectos ni sabemos si pueden existir otras propiedades distintas a las meramente físicas.

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¿No os hace pensar que nosotros estemos hechos, precisamente, de lo que llamamos materia inerte? Y, por otra parte, creernos que somos los únicos seres inteligentes del Universo… Parece un poco pretencioso.

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La principal diferencia entre los compuestos orgánicos y los inorgánicos es la presencia de un átomo de carbón.

Los compuestos orgánicos contienen un átomo de carbono y, usualmente, también tienen un átomo de hidrogeno para formar hidrocarbonos. Por su lado, casi ninguno de los compuestos inorgánicos contienen átomos de carbono y/o hidrógeno.

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También en el Espacio Interestelar y en las Nebulosas encontramos moléculas necesarias para la vida

Pero el mundo inorgánico es sólo una parte del inmenso mundo molecular. El resto lo constituye el mundo orgánico, que es el de las moléculas que contienen carbono y otros átomos y del que quedan excluidos, por convenio y características especiales, los carbonatos, bicarbonatos y carburos metálicos, los cuales se incluyen en el mundo inorgánico.

Según decía en páginas anteriores, los quarks u y d se hallan en el seno de los nucleones (protones y neutrones) y, por tanto, en los núcleos atómicos. Hoy día, éstos se consideran como una subclase de los hadrones.

Resultado de imagen de La composición de los núcleos (lo que en química se llama análisis cualitativo) es extraordinariamente sencilla

Esta imagen equivaldría a considerar un metal como un átomo gigante en el que los niveles energéticos poseyeran una anchura finita.

La composición de los núcleos (lo que en química se llama análisis cualitativo) es extraordinariamente sencilla, ya que como es sabido, constan de neutrones y protones que se pueden considerar como unidades que dentro del núcleo mantienen su identidad. Tal simplicidad cualitativa recuerda, por ejemplo, el caso de las series orgánicas, siendo la de los hidrocarburos saturados la más conocida. Recordad que su fórmula general es , lo que significa que una molécula de hidrocarburo contiene átomos de carbono (símbolo C) y (2n+2) átomos de hidrógeno (símbolo H).

Resultado de imagen de El número de protones y neutrones determina al elementoResultado de imagen de El número de protones y neutrones determina al elemento

El número de protones y neutrones determina al elemento, desde el hidrógeno (el más simple), al uranio (el más complejo), siempre referido a elementos naturales que son 92; el resto son artificiales, los conocidos transuránicos en cuyo grupo están el einstenio o el plutonio, artificiales todos ellos.

Los núcleos, como sistemas dinámicos de nucleones, pertenecen obviamente a la microfísica y, por consiguiente, para su descripción es necesario acudir a la mecánica cuántica. La materia, en general, aunque presumimos de conocerla, en realidad, nos queda mucho por aprender de ella.

Hablemos un poco de moléculas.

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El número de especímenes atómicos es finito, existiendo ciertas razones para suponer que hacia el número atómico 173 los correspondientes núcleos serían inestables, no por razones intrínsecas de inestabilidad “radiactiva” nuclear, sino por razones relativistas. Ya antes me referiría a las especies atómicas, naturales y artificiales que son de unos pocos millares; en cambio, el número de moléculas conocidas hasta ahora comprende varios millones de especímenes, aumentando continuamente el número de ellas gracias a las síntesis que se llevan a cabo en numerosos laboratorios repartidos por todo el mundo.

Una molécula es una estructura con individualidad propia, constituida por núcleos y electrones. Obviamente, en una molécula las interacciones deben tener lugar entre núcleos y electrones, núcleos y núcleos y electrones y electrones, siendo del tipo electromagnético.

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Debido al confinamiento de los núcleos, el papel que desempeñan, aparte del de proporcionar la casi totalidad de la masa de la molécula, es poco relevante, a no ser que se trate de moléculas livianas, como la del hidrógeno. De una manera gráfica podríamos decir que los núcleos en una molécula constituyen el armazón de la misma, el esqueleto, cuya misión sería proporcionar el soporte del edificio. El papel más relevante lo proporcionan los electrones y en particular los llamados de valencia, que son los que de modo mayoritario intervienen en los enlaces, debido a que su energía es comparativamente inferior a la de los demás, lo que desempeña un importante papel en la evolución.

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Desde las moléculas más sencilla, como la del hidrógeno con un total de 2 electrones, hasta las más complejas, como las de las proteínas con muchos miles de ellos, existe toda una gama, según decía, de varios millones.  Esta extraordinaria variedad de especies moleculares contrasta con la de las especies nucleares e incluso atómicas.

Sin entrar en las posibles diferencias interpretativas de estas notables divergencias, señalaré que desde el punto de vista de la información, las especies moleculares la poseen en mucho mayor grado que las nucleares y atómicas.

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Dejando aparte los núcleos, la información que soportan los átomos se podría atribuir a la distribución de su carga eléctrica, y en particular a la de los electrones más débilmente ligados. Concretando un poco se podría admitir que la citada información la soportan los orbitales atómicos, pues son precisamente estos orbitales las que introducen diferencias “geométricas” entre los diferentes electrones corticales.

Justamente esa información es la que va a determinar las capacidades de unión de unos átomos con otros, previo el “reconocimiento” entre los orbitales correspondientes. De acuerdo con la mecánica cuántica, el número de orbitales se reduce a unos pocos. Se individualizan por unas letras, hablándose de orbitales spdfgh. Este pequeño número nos proporciona una gran diversidad.

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La llamada hibridación (una especie de mezcla) de orbitales es un modo de aumentar el número de mensajes, esto es, la información, bien entendido que esta hibridación ocurre en tanto y en cuanto dos átomos se preparan para enlazarse y formar una molécula. En las moléculas, la información, obviamente, debe abarcar todo el edificio, por lo que en principio parece que debería ser más rica que en los átomos. La ganancia de información equivale a una disminución de entropía; por esta razón, a la información se la llama también negantropía.

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La ganancia de información equivale a una disminución de entropía; por esta razón, a la información se la llama también negantropía.

En términos electrónicos, la información se podría considerar proporcionada por un campo de densidad eléctrica, con valles, cimas, collados, etc, es decir, curvas isoelectrónicas equivalentes formalmente a las de nivel en topografía. Parece razonable suponer que cuanto más diverso sean los átomos de una molécula, más rica y variada podrá ser su información, la información que pueda soportar.

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La enorme variedad de formas, colores, comportamientos, etc que acompaña a los objetos, incluidos los vivientes, sería una consecuencia de la riqueza en la información que soportan las moléculas (y sus agregados) que forman parte de dichos objetos. Ello explicaría que las moléculas de la vida sean en general de grandes dimensiones (macromoléculas). La inmensa mayoría de ellas contiene carbono. Debido a su tetravalencia y a la gran capacidad que posee dicho átomo para unirse consigo mismo, dichas moléculas pueden considerarse como un esqueleto formado por cadenas de esos átomos.

El carbono no es el único átomo con capacidad para formar los citados esqueletos. Próximos al carbono en la tabla periódica, el silicio, fósforo y boro comparten con dicho átomo esa característica, si bien en un grado mucho menor.

emilio silvera

Pero… ¿Sabemos?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Lo que creemos que sabemos    ~    Comentarios Comments (0)

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Resultado de imagen de ¿Cómo sabemos las cosas que pensamos que sabemos?

¿Cómo sabemos las cosas que pensamos que sabemos? Dependiendo de la píldora que tomemos o podamos escoger, así será el rumbo que tomen nuestras vidas (entendiendo por píldora las enseñanzas y experiencias que cada cual pueda tener).

¿A qué se refieren los científicos cuando dicen que ellos “conocen” lo que hay dentro del un átomo, por ejemplo, o lo que pasó en los tres primeros minutos de vida del Universo?

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Se refieren a que tienen lo que ellos denominan un modelo del átomo, o del universo temprano, o lo que sea en que ellos estén interesados, y que este modelo encaja con el resultado de sus experimentos, o sus observaciones del mundo. Este tipo de modelo científico no es una representación física de la cosa real, del mismo modo que un modelo de avión representa un avión de tamaño natural, sino que es una imagen mental que se describe mediante un grupo de ecuaciones matemáticas.

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Los átomos y las moléculas que componen el aire que respiramos, por ejemplo, se pueden describir en términos de un modelo en el que imaginamos cada partícula como si fuera una pequeña esfera perfectamente elástica (una diminuta bola de billar), con todas las pequeñas esferas rebotando unas contra las otras y contra las paredes del recipiente.

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Ésa es la imagen mental, pero es sólo la mitad del modelo; lo que lo hace un modelo científico es describir el modo como se mueven las esferas y rebotan unas contra otras mediante un grupo de leyes físicas, escritas en términos de ecuaciones matemáticas. En este caso, estas son esencialmente las leyes del movimiento descubiertas por Isaac Newton hacen más de 300 años.

Utilizando estas leyes matemáticas es posible predecir, por ejemplo, qué le pasará a la presión ejercida por un gas si se aplasta hasta la mitad de su volumen inicial. Si hacemos el experimento, el resultado que se obtiene encaja con la predicción del Modelo (en este caso la presión se doblará), lo que lo convierte en un buen modelo.

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¿Cuáles son las diferencias entre un gas y un líquido o un sólido? Sabemos por experiencia que, si no se comprimen, los líquidos y los sólidos tienen volumen definido. Incluso si sus formas cambian, todavía ocupan la misma cantidad de espacio. Un gas, por otra parte, se expandirá espontáneamente para llenar cualquier recipiente (como una habitación). Si no está confinado, saldrá y se extenderá en todas direcciones

Naturalmente, no deberíamos sorprendernos de que el modelo estándar de un gas que lo describe en términos de pequeñas bolas que rebotan unas contra otras de acuerdo con las leyes de Newton haga esta predicción en concreto correcta, porque los experimentos fueron hechos primero, y el modelo fue diseñado o construido, para hacer encajar los resultados de esos experimentos.

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El siguiente paso en el proceso científico es utilizar el modelo que se ha desarrollado desde las medidas efectuadas en un grupo de experimentos para hacer predicciones (predicciones precisas, matemáticas) sobre lo que le pasará al mismo sistema cuando se hacen experimentos diferentes. Si el modelo hacer predicciones “correctas” bajo nuevas circunstancias, demuestra que es un buen modelo; si fracasa al hacer las predicciones correctas, no se puede descartas completamente, porque todavía nos dice algo útil sobre los primeros experimentos; pero en el mejor de los casos tiene una aplicabilidad limitada.

De hecho, todos los modelos científicos tienen aplicabilidad limitada. Ninguno de ellos es “la verdad”. El modelo de un átomo como una pequeña esfera perfectamente elástica funciona bien en cálculos de cambio de presión de un gas bajo circunstancias diferentes, pero si queremos describir el modo en que el átomo emite o absorbe luz, necesitamos un modelo de átomo que al menos tenga dos componentes,  un núcleo central diminuto (que se puede considerar él mismo como una pequeña esfera perfectamente elástica para determinados fines) rodeado por una nube de electrones.

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Los modelos científicos son representaciones de la realidad, no la realidad en sí misma, y no importa lo bien que funcionen o lo precisas que sean sus predicciones bajo circunstancias apropiadas, siempre se considerarán aproximaciones y ayudas a la imaginación, más que la verdad absoluta. Cuando un científico afirma, por ejemplo, que el núcleo de un átomo está compuesto por partículas denominadas protones y neutrones (nucleones) lo que en realidad debería decir es que el núcleo de un átomo se comporta, bajo determinadas circunstancias, como si estuviera formado de protones y neutrones. Los mejores científicos toman el “como si” como se lee, pero entienden que sus modelos son, efectivamente, sólo modelos; científicos menores a menudo olvidan esta diferencia crucial.

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Los científicos menos y muchos no-científicos, tienen otra idea equivocada. A menudo piensan que el papel de los científicos hoy en día es llevar a cabo experimentos que probarán la exactitud de un modelo con una precisión cada vez mayor –hacia posiciones con más y más decimales- ¡En absoluto! La razón para llevar a cabo experimentos que demuestren predicciones previas no comprobadas es descubrir (como decía Feynman) donde fallan los modelos.

Encontrar defectos en sus modelos es la esperanza abrigada por los mejores científicos, porque esos defectos –cosas que los modelos no pueden predecir o explicar en detalle- destacarán los lugares donde necesitamos una nueva comprensión, con modelos mejores, para progresar…

Resultado de imagen de Modelo científico de la Gravedad de newtonResultado de imagen de Modelo científico de la Gravedad de newton

El arquetipo ejemplo de esto es la Gravedad. La ley de la gravedad de Newton se consideró la pieza clave de la física durante más de doscientos años, desde la década de 1680 hasta comienzos del siglo XX. Pero había unas pocas, aparentemente insignificantes, cosas que el modelo newtoniano no podía explicar (o predecir), referente a la órbita del planeta Mercurio y al modo como la luz se curva cuando pasa cerca del Sol.

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La teoría de la gravedad de Einstein se cumple en condiciones extremas

“La teoría de la gravedad de Albert Einstein ha sido verificada en condiciones extremas: tres estrellas que orbitan entre sí en un “laboratorio” natural a unos 4.200 años luz de la Tierra.    Los hallazgos de un equipo liderado por investigadores de la Universidad de Amsterdam y el Instituto Holandés de Radio Astronomía (ASTRON), se publican este jueves en Nature.

   Su sujeto de prueba es un sistema de estrella triple llamado PSR J0337 + 1715, que consiste en una estrella de neutro …”

 

 

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El modelo de la Gravedad  de Einstein, basado en su teoría general de la relatividad, explica lo mismo que el modelo de Newton, pero también explica los detalles sutiles de órbitas planetarias y curvatura de la luz. En ese sentido, es un modelo mejor y más completo que el anterior, y hace predicciones correctas (en particular, sobre el Universo en general) que el viejo modelo no hace. Pero el modelo de Newton todavía es todo lo que se necesita si se está calculando el vuelo de una sonda espacial desde la Tierra hasta la Luna. Se podrían hacer los mismos cálculos empleando la relatividad general, pero sería más tedioso por su complejidad y daría la misma respuesta, así que, en muchos casos donde no existe la complejidad, se utiliza el modelo más sencillo de Newton.

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Así que, amigos, los modelos (todos los modelos) han sido y serán buenos en su momento y, también, como ocurrió con el de la Gravedad, vendrán otros nuevos que los superarán y servirán mejor y de manera más profunda en el conocimiento de las cosas que traten, llegando así un poco más lejos en nuestros conocimientos sobre la Naturaleza, ya que, a medida que observamos el Universo, nuestras mentes se abren al saber del mundo que nos rodea y cada vez, podemos comprender mejor lo que realmente ocurre en él.

Nuestras percepciones del Universo son, la mayoría de las veces, equivocadas, y nos formamos una idea de lo que allí está o de lo que allí ocurre que, en la realidad, es otra muy diferente. Y, eso, es así debido a que nuestros conocimientos son muy limitados sobre las cosas, y, está aconsejado por ideas preconcebidas que, muchas veces, entorpece la comprensión de esa realidad que incansables buscamos.

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Cuando se consiguen describir de manera exitosa las cosas que ocurren en la Naturaleza, como es el caso de la Relatividad, tanto especial como General, a los físicos, les encanta definirlos como “modelo estándar”. El modelo de los gases de las bolas de billar (que también es conocido como teoría cinética, ya que trata de partículas en movimiento) es un modelo estándar. Pero cuando los físicos hablan de “el modelo estándar”, se están refiriendo a uno de los grandes triunfos de la ciencia del siglo XX.

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La distribución de los electrones alrededor del núcleo obedece a una serie de reglas que se traducen en un modelo matemático que reconoce 4 números

Así ocurre con los modelos que describen la Mecánica Cuántica y la Relatividad, son Modelos Hitos en la Historia de la Ciencia de la Humanidad. Ambos modelos han sido explicado aquí, en mis comentarios muchas veces y, además, no es este el motivo del presente trabajo que, se circunscribe a explicar lo que es un modelo científico y como funciona, al mismo tiempo de cómo se valora su validez que, en realidad, nunca será definitiva, que es lo que ocurre con nuestros conocimientos.

Resultado de imagen de Modelo científico de la mecánica cuánticaAsí que, dicho todo lo anterior, podemos llegar a una conclusión que estaría bien y nos acercaría a la realidad: Lo que sabemos es lo que creemos saber del mundo que nos rodea, y, no es, de ninguna manera, lo que deberíamos saber si nos estamos refiriendo a la realidad de lo que es el Universo y de lo que su Naturaleza finalmente significa y nos quiere decir, para llegar a ese final de comprensión, se necesitarán muchos modelos que se irán desechando por otros que vendrán, y, de esa manera, la Humanidad se acercará a esa realidad que tanto persigue.

emilio silvera