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PLANIFICACION DEL UNIVERSO FÍSICO
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (0)
“TODAVÍA nos hallamos en el alba del conocimiento agobiados por
supersticiones, ilusiones mentales y prejuicios heredados. Todavía nos
encontramos ordenando las partes del gigantesco rompecabezas,
obteniendo constantemente nuevas perspectivas para la completa
interpretación del Universo y de sus abrumadoras complicaciones”.
Gordon Garbedian: Einstein, hacedor de Universos.
Escribe el doctor Ovidio Pracilio:
“Una vez captada su maravillosa grandeza, ya no es posible sustraerse a la fascinación que sobre uno ejerce el problema de Platón. Como a Eudoxio, y posteriormente Aristóteles, Copérnico, Galileo y tantos más no me pareció que fuera de solución imposible. Y ello, porque creí que el enunciado del problema era fundamentalmente correcto, es decir, que el Universo físico es la resultante de una perfecta planificación, obra de una Sabiduría también perfecta que usó para esa planificación una Matemática que, necesariamente, debe ser igualmente perfecta.
Si buscamos lo perfecto en Matemática, debemos coincidir con lo que indudablemente consideraba Platón: lo único en ella perfecto es lo esferoidal, es decir, la Esfera, con sus derivados el Círculo y la Circunferencia.
Como lo probó el matemático Fourier, con una elección adecuada de un gran número de curvas armónicas simples, hasta una arista de curvas agudas. Esto es de una rigurosidad absoluta en las creaciones del mundo físico, porque en última instancia hasta la línea recta (que es tal para el hombre) no es otra cosa en la Naturaleza que una sucesión de puntos esféricos o esferas de dimensión infinitesimal ubicadas en el espacio conforme a un sistema geométrico fundamental.
Y si la Naturaleza ha usado en la planificación del Universo físico y de todas las creaciones que lo componen, una Matemática perfecta, el hombre que quiera conocer las leyes matemáticas de esa planificación deberá trabajar únicamente con la Geometría Esferoidal, y haciendo uso exclusivo del compás.
Si partimos de la conclusión de que tal premisa es correcta, sólo nos quedará una tarea por realizar si queremos desentrañar del caos de las formas y movimientos aparentes de la Realidad Perfecta de la planificación universal. Y esa tarea es la de combinar exclusivamente movimientos geométricos circulares y uniformes, como quería Platón, para explicar con ellos los movimientos de los cuerpos celestes(comenzando por los más cercanos y que tienen movimientos más perceptibles) y para explicar los movimientos de las partículas elementales que componen los átomos y para explicar también la conformación de los organismos naturales.
Y así lograremos, tal vez, la solución del problema, cuando usando solamente el compás y haciéndole andar por senderos circulares, establezcamos órbitas circulares para los movimientos planetarios y estos movimientos sean uniformes; y establezcamos órbitas circulares para los movimientos de las partículas elementales que componen los átomos, igualmente uniformes; y determinemos la conformación de los organismos naturales con trazos circulares, marcados por el compás, moviéndose sobre caminos igualmente circulares.
La tarea es abrumadora, indudablemente. Quien tuvo la paciencia de afrontarla y ejecutarla, como la tuve yo –sigue diciendo el doctor Pracilio- trazando decenas de millones de círculos sobre el papel en años y años de inacabable investigación, sólo encuentra compensación a ese esfuerzo cuando después de miles de fracasos desalentadores logra un día combinar de tal modo los círculos, que los cuerpos celestes parecen someterse por fin a marchar con movimientos uniformes en órbitas circulares, y logra hacer surgir del papel las formas de los organismos naturales con la sola combinación de trazos circulares marcados por el compás que
se mueve uniformemente también por sendas circulares, y constriñe a las partículas infinitamente pequeñas a girar de tal modo en órbitas circulares, que la composición de sus movimientos combinados, transmitidos desde el microcosmos, surjan hasta la superficie de nuestra percepción como vibraciones, rayos, ondulaciones, etc., que si bien siguen una dirección rectilínea, lo es solamente en tanto ello es una resultante
de movimientos igualmente circulares y uniformes.
Al publicar el fruto de 40 años de esfuerzos en el sentido preindicado, no es mi propósito, ni me considero con autoridad para ello, discutir, negar o confirmar ninguna de las teorías científicas enunciadas y estudiadas a todo lo largo de la historia por astrónomos, matemáticos, físicos o filósofos.
Solo una muestra de algunos de esos grandes científicos
Soy un admirador sincero y entusiasta de todos los grandes hombres que con el esfuerzo de sus concepciones intelectuales y el trabajo de sus pacientes investigaciones fueron construyendo lo que actualmente es ese grandioso edificio de la Ciencia, en cuyo interior disfruta la humanidad de una civilización cada día más portentosa.
Mi actitud mental hacia toda concepción científica, sea ella antigua o moderna, es de considerar que cada una es un enfoque de precioso valor, aunque sea parcial, para el estudio del Universo y de las leyes que lo gobiernan. Tal vez por ello, y por ser un enamorado de todas las teorías científicas tal como las conozco en
sus trazos más generales, nunca aferré mi pensamiento a una sola desechando a las otras o contraponiéndolas. Cada una, a mi entender, ha percibido una parte de la verdad total, y la unión de todos esos trozos de verdad, en una tarea de síntesis nos dará un día la vislumbre correcta de la Realidad.
“En la presente exposición –se lee en La Grande Síntesis de Ubaldi- parto de lo externo hacia lo interior: de la materia, que es la realidad de nuestros sentidos, al espíritu, que contiene una realidad más verdadera y más alta; marcho de la superficie a lo profundo, de la multiplicidad fenoménica al principio Uno que la
rige. Por eso he llamado a este trabajo La Grande Síntesis”.
Comparando a la ciencia con uno de los más difíciles rompecabezas, tal como lo hace Garberdian en el párrafo transcripto al comienzo, cuya figura integral está despedazada en millones de trozos que hay que combinar, diría que cada teoría científica, cualquiera que sea la rama de la ciencia a que pertenezca, es un trozo más grande o más pequeño al que habrá que ubicar en el conjunto para que un día el hombre pueda admirar la perfección de la planificación universal.
Ya lo dijo el profesor Albert Michelson:
“Llegará un día, no muy lejano, en que las líneas que convergen desde regiones del pensamiento en apariencias remotas, se encontrarán en un terreno común. Entonces, la naturaleza del átomo y las fuerzas que entran en juego para producir la unión química; la interacción entre dichos átomos y el éter no diferenciado, tal como se manifiesta en el fenómeno de la luz y la electricidad; la estructura de la molécula; la causa que determinan la cohesión, la elasticidad y la gravitación, todo quedará ordenado dentro de un cuerpo único, compacto y consistente del conocimiento científico”.
Mi trabajo y los modestos frutos que se encontrarán allí, son pues, desde mi punto de vista, algo que no es más que un aporte para el logro de esa finalidad. Y si debiera expresar en forma ejemplificativa el concepto personal de lo que considero es el resultado de mis humildes aunque laboriosas investigaciones, diría
que no es otra cosa que el posible descubrimiento de un instrumento matemático accesorio, que puede ser colocado por el astrónomo sobre el lente de su telescopio, por el físico sobre el punto de mira de su microscopio, por el médico sobre sus ante- ojos con los que estudia el organismo humano, o del zoólogo que lo hace con el de los animales, o el botánico de los vegetales, etc., y a través del cual los ojos de cada uno de esos observadores de los cuerpos celestes, átomos u organismos naturales, los pueden ver adecuando sus formas y sus movimientos a esquemas geométricos esferoidales, relacionados con uno fundamental, matemáticamente perfecto.
Y si, unidos todos, así logramos, podremos afirmar, entonces, que encontramos la solución al “problema de Platón”.
Es, pues por todo ello, que no se encontrará en mis trabajos ninguna teoría ni hipótesis alguna. Considero que hablar de una teoría “de la planificación universal” como fruto exclusivo de una mente humana, carecería de sentido, desde que todos los hombres de ciencia que ha tenido y tiene el mundo no han hecho ni
hacen otra cosa que trabajar en ello, sea que lo manifiesten en forma expresa o que resulte implícitamente de sus obras científicas y de sus investigaciones.
Ya lo dijo Isaac Newton: “Si yo he tenido una visión más amplia, es porque me he subido a los hombros de los gigantes”.
Desde que el hombre abrió los ojos a la luz del entendimiento y vio el mundo en que vive y el universo que lo contiene y se dio cuenta de que todo ello preexistía con respecto a él, y desde que comenzó la tarea de conocer a ese mundo y a ese universo, su investigación no tuvo otra finalidad que la de descubrir los planes
de la Creación a través de las leyes que la gobiernan y que los fenómenos naturales ponen en evidencia. De modo que, según yo interpreto, todo esfuerzo científico ejecutado en nuestro mundo se encaminó siempre hacia la única meta de descubrir las leyes de la planificación universal, no importa que unos lo hicieron en forma deliberada y admitiéndolo, y otros no.
Cuando Einstein, por ejemplo, nos dijo que trabajó 30 años de su vida en lo que consideró su obra más perfecta: la teoría del “campo unificado” según la cual una sola ecuación matemática enlazaría entre sí a todas las leyes físicas del Universo (y las explicaría, por supuesto) implícitamente nos dijo que él también creía en la existencia de una Sabiduría Natural poseedora de esa única ecuación matemática que él intentó descubrir y creyó descubrir (aunque no lo pudo demostrar) y que con esa ecuación, es decir, con esa matemática perfecta, fue planificado, creado y es gobernado el Universo. Así lo interpreto yo”.
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