Tener un Nobel de Física y negar el climático es posible
Tenemos una larga lista de “expertos y científicos”
que niegan la emergencia climática.
Ivar Giaever y John Clauser. El primero ganó
el galardón en 1973 por investigaciones
en el campo de la física del estado sólido, y el
segundo lo obtuvo en 2022 por su trabajo
en el campo de la física cuántica.
Nov
18
El Cambio Climático ¿Dónde?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en General ~ Comments (1)
El premio Nobel de Física Ivar Giaever revela las falsedades del cambio climático con gráficos y estadísticas que demuestran que la temperatura del planeta no aumenta, el nivel del mar no crece y el CO2 es beneficioso. Además, no tienen en cuenta el efecto de las Nubes.
Ahora se ven rayas blancas en el cielo causadas por aviones que pasan y quieren provocar ese cambio del clima que algunos grupos interesados pregonan. Nos quieren hacer creer algo que no existe, quieren decirnos lo que debemos comer, lo que debemos hacer, tenernos encerrados…. ¿Qué C… es lo que buascán!
Y, por otra parte:
Se publican muchos contenidos hablando del físico estadounidense John Clauser, que recibió el Premio Nobel de física en 2022, y su opinión sobre el cambio climático. Clauser asegura que no existe una emergencia climática y que los modelos climáticos, una de las principales herramientas con que la comunidad científica investiga la evolución del clima, tienen muchos fallos y no contemplan, principalmente, el efecto de la cobertura de las nubes.
¿Consenso? 1.600 científicos, Nobel incluidos, desmienten la “emergencia climática”
Una red de científicos y profesionales firma una Declaración en contra del alarmismo sobre el calentamiento global causado por el hombre.
Más de 1.600 científicos y profesionales, entre los que destacan dos premios Nobel, ya han firmado la Declaración Climática Mundial, que, bajo el título “No hay emergencia climática“, pone en cuestión buena parte de los postulados del ecologismo dominante, consistente en augurar terribles catástrofes naturales derivadas del calentamiento global que causa el hombre por las emisiones de CO2 a la atmósfera.
La citada declaración, promovida por la fundación Climate Intelligence (CLINTEL), señala que “la ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían contar desapasionadamente los costes reales, así como los beneficios imaginarios de sus medidas políticas”.
Podríamos seguir aportando datos y más datos en contra del inventado “Cambio Climático” que los políticos y ecologistas quieren y defienden para sus propios beneficios, Son muchos los chiringuitos montados bajo el techo del “Cambio Climático”, y, toda esa legión que nos meten miedo… ¡Son unos sinvergüenzas!
“La lucha contra la inmensa estafa del alarmismo climático, el peor ataque contra la propiedad y, por ende, la libertad, que sufre el mundo desde la caída del Muro, me recuerda la clandestinidad antifranquista: una vez elegido el enemigo, cada día traía aliados nuevos, conocías gente de la que nunca oíste hablar y te sentías más animado, al verte más acompañado. En los últimos dos años, desde la elevación a dogma las mamarrachadas colectivistas de la Agenda 2030, hay una verdadera rebelión cada vez más generalizada contra este nuevo despotismo y cada día trae libros nuevos.
Así, al hilo de Las doce mentiras del IPCC. La religión ecologista/2, de Gerandeau, leo una formidable reseña de Alain Mathieu en la web del IREF, en su origen centro de estudios fiscales, que desconocía y que reseña en la red las novedades de esa inmensa fábrica de pensamiento llamada Francia que, al perder el estudio de su lengua en el bachillerato, se va desvaneciendo del horizonte intelectual español, en favor de la inmensa oferta en inglés. Además de resumir los doce puntos de Gerondeau, Alain Mathieu añade otros y subraya la importancia del libro Setteled? (2021) de Steven Koonin, exsecretario de Energía y asesor climático de Obama, en el que niega que pueda existir un “consenso científico” sobre el clima, por la poca fiabilidad de los modelos predictivos, su especialidad. Y dice que, en 2100, la influencia humana en la atmósfera será prácticamente nula.
El lugar de gastar en armas y guerras ¿Por qué las naciones ricas no les ayudan en lugar de echarle la cumpa al clima?
Doce mentiras criminales sobre el clima
- Cuatro millones de niños y mujeres mueren cada año, según la OMS, por falta de acceso a energías limpias para sus hogares. Esa falta de higiene es la primera causa de mortalidad infantil en el mundo, cientos de miles en la India. Según Norendra Mori, su primer ministro, más de 500 millones de hindúes no tienen acceso al agua potable, la electricidad y el petróleo. India (1.400 millones) y China (1.600 millones) no firman acuerdos climáticos, pero Xi Jinping es el padrino de Davos y la Agenda 2030 para Occidente.
- La esperanza de vida está directamente relacionada con el consumo de energía. India y China –un tercio de los habitantes del planeta– se negaron a firmar en Glasgow 21 la renuncia a las energías fósiles: gas, petróleo y, especialmente, carbón. El 88% de la energía en China es de origen fósil. Para aumentar la esperanza de vida humana es necesaria energía barata.
- Los países en desarrollo, con China y la India a la cabeza, seguirán aumentando su consumo energético en las próximas décadas, al menos un 30%. La UE no llega al 10% de la emisión de CO2 en el mundo. Lo que haga no tiene ninguna incidencia mundial si el CO2 fuera letal. Y no lo es.
- Las energías “renovables”, en rigor, dependientes de la fósil y la nuclear, son intermitentes y no pueden almacenarse. No aportan más que el 2% del total y las mejoras tecnológicas nunca les harán llegar al 5% en 2050. Son un derroche, una estafa política, científica e intelectual que pagamos todos. Es mentira lo que dice el IPPC de la ONU (como explicamos en el artículo anterior) sobre la posibilidad de que en 2050 puedan producir el 80% de la energía mundial. Las grandes reservas de energías fósiles –carbón, petróleo y gas– son las más baratas y tienen aseguradas varias décadas de duración.
- Desde que el Club de Roma predijo en 1972 que el petróleo se acabaría en el año 2000 –y que el planeta no resistiría mil millones de habitantes– las reservas siguen aumentando: 50 años de petróleo y 130 de carbón. Y cabe mejorar la tecnología para disminuir la contaminación. Macron prohíbe la publicación de las reservas de energía en Francia para seguir su agenda “verde”. Aumenta la nuclear “limpia” y cierra la “sucia”. Pero el 50% de la energía alemana viene del carbón. Macron y Scholtz, farsantes simétricos.
- La subida del nivel del mar es de 3mm por año, 30 cm por siglo. Y no afecta a las costas rocosas. Las otras deben prohibir edificar cerca del mar, pero no dejan de aumentar las ganadas al mar, como en Bélgica y Holanda, y deltas gigantescos como el del Ganges. Hablar de “refugiados climáticos” es un invento mediático. Serán refugiados en paro huyendo del ecologismo.
- La subida real de la temperatura en la atmósfera es de 0,6º por siglo. En 2050, 1,3º superior a la de 1850, por debajo del 1,5 º del Acuerdo de París. Ni “urgencia climática”, ni “efecto invernadero” producido por el hombre.
- La subida actual de la temperatura es muy inferior a las épocas inter-glaciares. La geología, la historia, la literatura hablan de esos cambios del clima a los que la especie se fue adaptando y los aprovechó en su beneficio.
- La producción de CO2 por los humanos es sólo el 1% del que hay en la atmósfera. Casi todo es absorbido por los océanos y la vegetación.
- Las subvenciones al ferrocarril, el transporte público y las “renovables” suponen el 40% de la deuda pública francesa y la subida del 60% del precio de la luz, que seguirá subiendo. La lucha contra el “calentamiento global” congela la actividad económica real y afecta especialmente a los pobres.
- No hay ninguna justificación científica del “impuesto al carbono”.
- No sólo es mentira que el 97% de los científicos, como dijo Obama y repiten Macron o Sánchez, asuman el dogma del cambio climático. Ni el 3% de los que pueden entender los modelos matemáticos en que se basan. Y ya comentamos en el artículo anterior las mentiras del IPPC en 2001 y 2011, obra de Sven Tesk, activista de Greenpeace y empleado de un lobby que trinca subvenciones a energías fotovoltaicas. Estuvo protegido por sus jefes, fanáticos ecologistas que, como los comunistas, mienten “por una buena causa”: impedir a cualquier precio la actividad de la única especie maldita, que es, claro está la única capaz de inventar y ser libre: el hombre.
Alain Mathieu, además de la referencia al “climatólogo” de Obama, insiste en subrayar otra mentira del IPPC: que la temperatura de los océanos no tendría influencia en el aumento del C02 en la atmósfera, cuando la tiene toda. Un caso recentísimo para comprobarlo es el de la erupción en 2021 del volcán submarino Tonga: la expulsión de vapor de agua a la atmósfera es tan enorme que aún no ha conseguido medirlo la NASA. Su efecto sería el aumento del calor en la atmósfera, donde el vapor de agua está unido al CO2, durante unos cinco años. Véase el artículo de Miguel del Pino en LD.
Y por supuesto, igual que los farsantes simétricos Macron y Scholtz, el infausto e infame Pedro Sánchez proporciona a diario con sus volteretas ideológicas y electorales un arsenal de argumentos contra esta calamidad que no tiene nada de natural. Viene de lejos y ha llegado demasiado lejos.
Sánchez quiere imponer el covid climático
¿No tiene límites?
El decreto Ley de Lo que sea climático aprobado por Sánchez y sus secuaces terroristas, comunistas y separatistas, es exactamente lo contrario de lo que debe ser una Ley: no hay argumentación sobre su necesidad, no hay memoria económica sobre su coste, ni, por tanto, sobre los beneficios que traería a los españoles y, como no hay nada, nada que la justifique, se aprueba por decreto Ley, es decir, porque le pasa por los genitales al presi.”
¡Valiente Panda de Sinvergüenzas!
Publica: Emilio Silvera Vázquez