Tener un Nobel de Física y negar el climático es posible
Tenemos una larga lista de “expertos y científicos”
que niegan la emergencia climática.
Ivar Giaever y John Clauser. El primero ganó
el galardón en 1973 por investigaciones
en el campo de la física del estado sólido, y el
segundo lo obtuvo en 2022 por su trabajo
en el campo de la física cuántica.
Nov
20
El enigma del Neutrón
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Física Cuántica ~
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Decaimiento β– de un núcleo. Se ilustra cómo uno de los neutrones se convierte en un protón a la vez que emite un electrón (β-) y un antineutrino electrónico.
La desintegración Beta del neutrón está mediada por un Bosón W–,que transforma uno de sus quarks, y se desintegra en el par electrón-antineutrino. Ahora leamos el reportaje de la Revista “Investigación y Ciencia”, referido a la física de partículas y a unas mediciones efectuadas que no son coincidentes.
“Dos técnicas de precisión arrojan valores distintos para el tiempo que tardan los neutrones en desintegrarse. ¿Se trata de un error experimental, o hay un misterio más profundo?
En síntesis
Un neutrón libre es un neutrón que existe fuera de un núcleo atómico. Mientras que los neutrones pueden ser estables cuando están unidos dentro de los núcleos, los neutrones libres son inestables y se desintegran con una vida media de 886 segundos, unos quince minutos.
Los neutrones libres no son estables: pasados unos 15 minutos, un neutrón se desintegra en un protón, un electrón y un antineutrino. Conocer con exactitud su vida media es clave para abordar varias cuestiones en física y cosmología.
Existen dos métodos para determinar con precisión la vida media de esta partícula. El primero cuenta los neutrones que quedan en un recipiente después de cierto tiempo; el segundo cuenta los protones generados en su desintegración.

Hace años que una y otra técnica arrojan valores considerablemente dispares. Se cree que la discrepancia obedece a errores sistemáticos en alguno de los experimentos; sin embargo, hasta ahora nadie ha logrado dar con ellos.
Así hemos podido desvelar el secreto de que como se dice antes y se ve en la imagen, el neutrón al desintegrarse sigue este camino:
14 6C → 14 7N + e–
Este proceso ocurre espontáneamente en neutrones libres, en el transcurso de 885.7(8) s de vida media.
Un neutrón está formado por dos quarks dowm (abajo) y un quark up (arriba), tiene una vida media de 14,761 minutos, es una partícula de la familia de los hadrones en su vertiente bariónica, interacción: con la Gravedad, la nuclear débil y la nuclear fuerte, su símbolo es n, su antipartícula es el antineutrón, la teorizo Rutherford y la descubrió James Chadwick, su masa es de 1,674 927 29(28)×10−27 K., la carga eléctrica es cero, espín ½. Se conoce cuando forma parte del átomo por nucleón.
Por suerte para la vida en la Tierra, la mayor parte de la materia no es radiactiva. Aunque no solemos darle demasiada importancia, este hecho no deja de resultar sorprendente, ya que el neutrón (uno de los constituyentes, junto con el protón, de los núcleos atómicos) es propenso a desintegrarse. En el interior de un núcleo típico el neutrón puede vivir durante largo tiempo, pero, aislado, se desintegra en otras partículas en unos 15 minutos. Decimos «unos 15 minutos» para ocultar nuestra ignorancia al respecto, ya que, hasta ahora, no hemos sido capaces de medir con exactitud la vida media de esta partícula.
El neutrón y el protón forman los núcleos de los átomos; el protón es estable (su vida media es superior a 10³² años, según PDG 2012), pero el neutrón es inestable (vía la interacción electrodébil se desintegra en un protón) y aislado su vida media es de solo 880,1 ± 1,1 segundos (14 minutos y 40,1 segundos).
Profundizar hasta el núcleo del átomo… ¡Es llegar a la maravilla! ¿Cómo en una parte de cien mil (que es lo que ocupa el núcleo en el átomo), puede estar el 99 por ciento de la masa del átomo, los nucleones (que son los hadrones de la rama bariónica), que están conformados por tripletes de Quarks, y, conocidos como protones y neutrones. Los Quarks están allí confinados y retenidos por la fuerza nuclear fuerte que es transmitida por partículas de la familia de los Bosones, los gluones. Si Los Quarks tratan de separarse son retenidos por la fuerza nuclear, ya que esta fuerza actúa al revés de las otras tres fuerza de la naturaleza, es decir, aumenta con la distancia. Lo dicho, una maravilla.
Hace años que una y otra técnica arrojan valores considerablemente dispares. Se cree que la discrepancia obedece a errores sistemáticos en alguno de los experimentos; sin embargo, hasta ahora nadie ha logrado dar con ellos.
Resolver este «rompecabezas de la vida media del neutrón» no solo supone una cuestión de orgullo para nuestro gremio, el de los físicos experimentales, sino que resulta también vital para comprender mejor las leyes físicas. La desintegración del neutrón constituye uno de los procesos más sencillos en los que interviene la interacción débil, una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza. Para entenderla por completo, hemos de saber cuánto tarda un neutrón aislado en desintegrarse. Por otro lado, la vida media del neutrón condicionó cómo se formaron los elementos químicos más ligeros después de la gran explosión que dio origen a nuestro universo. A los cosmólogos les gustaría poder calcular las abundancias esperadas de los distintos elementos y contrastarlas con los datos obtenidos por los astrofísicos. Un acuerdo apuntalaría nuestras teorías cosmológicas, mientras que una discrepancia indicaría la existencia de fenómenos físicos aún por descubrir. Pero, para poder llevar a cabo dicha comparación, hemos de conocer con exactitud cuánto vive un neutrón antes de desintegrarse.
Hace más de diez años, dos grupos experimentales, uno en Francia y otro en EE.UU., intentaron medir con precisión la vida media del neutrón. Uno de nosotros (Geltenbort) pertenecía al primer equipo, mientras que el otro (Greene) trabajaba en el segundo. Con sorpresa y cierta inquietud, comprobamos que nuestros resultados diferían de manera considerable. Algunos teóricos sugirieron que la discrepancia podría deberse a fenómenos físicos exóticos, como que parte de los neutrones se hubiesen desintegrado en partículas nunca antes observadas. Nosotros, sin embargo, achacamos la diferencia a una razón mucho más mundana: uno de los grupos —o ambos— tenía que haber cometido algún error o sobreestimado la precisión de sus resultados.
Hace poco, el equipo estadounidense completó un largo y concienzudo proyecto para estudiar la principal fuente de error que afectaba a sus mediciones. Lejos de zanjar la cuestión, sus esfuerzos solo confirmaron los resultados previos. Al mismo tiempo, otros investigadores verificaron los resultados del grupo de Geltenbort. Esta discrepancia nos ha dejado más perplejos de lo que ya estábamos, pero no hemos abandonado. Por el momento, ambos equipos y otros físicos experimentales seguimos buscando una respuesta.
CRONOMETRAR NEUTRONES
El neutrón y el protón forman los núcleos de los átomos; el protón es estable (su vida media es superior a 10³² años, según PDG 2012), pero el neutrón es inestable (vía la interacción electrodébil se desintegra en un protón) y aislado su vida media es de solo 880,1 ± 1,1 segundos (14 minutos y 40,1 segundos)
En teoría, determinar la vida media del neutrón es sencillo. Entendemos bien la física del proceso y disponemos de las herramientas adecuadas para estudiarlo. Sabemos que, siempre que una partícula pueda desintegrarse en otras de menor masa, acabará haciéndolo si en el proceso se conservan ciertas propiedades, como la carga eléctrica o el espín. En la llamada desintegración beta, un neutrón se transforma en un protón, un electrón y un antineutrino. Las masas de estas tres partículas suman algo menos que la masa del neutrón, pero la carga y el espín totales permanecen idénticos. Entre las cantidades conservadas se incluye la suma de masa y energía, por lo que las tres partículas finales incorporan esa pequeña diferencia de masa en forma de energía cinética.”
Nota: El artículo me ha sido enviado por Don José Gómez, un contertulio y visitante de ésta página que, con buen criterio, apunta que en cuanto a esas diferencias, las pruebas deben ser repetidas en distintos lugares y, si es posible, por distintos científicos también, ya que, en física de partícula, los resultados de un experimento, debe coincidir sin fisuras.
Nov
19
¡El Universo! Y nosotros… ¿Seremos su parte que piensa?
por Emilio Silvera ~
Clasificado en El hombre en el Universo ~
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Y esta nuestra vida, libre de frecuentación pública,
Halla lenguas en los árboles, libros en los arroyos que fluyen,
Sermones en las piedras y bien en todas partes.
Shakespeare
Vuelve una y otra vez para comenzar de nuevo, siempre los mismos inmutables cambios
Por aquel entonces, predominaba en la antigua Grecia una concepción del Tiempo que era cíclica, y tan cerrada como las esferas cristalinas en las que Aristóteles aprisionaba el espacio cósmico. Platón, Aristóteles, Pitágoras que crearon escuela junto a una pléyade de seguidores, todos ellos, soteníam la idea, heredada de una antigua creencia caldea, de que la historia del universo consistía en una serie de “grandes años”, cada uno de los cuales era un ciclo de duración no especificada que finalizaba cuando todos los planetas estaban en conjunción, provocando una catástrofe de cuyas cenizas comenzaba el ciclo siguiente. Se pensaba que este proceso tenía lugar desde siempre. Según el razonamiento de Aristóteles, con una lógica tan circular como los movimientos de las estrellas, sería paradójico pensar que el tiempo ha tenido un comienzo en el tiempo, de modo que los cielos cósmicos deben producirse eternamente.
La concepción cíclica del Tiempo no carecía de encantos. Expresaba un hastío del mundo y un elegante fatalismo del género que a menudo atrae a las personas con inclinaciones filosóficas, un tinte conservado en forma indeleble por el historiador islámico Ahmad ibn ‘Abd al-Ghaffar, al-Kazwini al-Ghifari, quien relató la parábola del eterno retorno.
El mito del eterno retorno: la Regeneración del Tiempo
Tomado literalmente, el tiempo cíclico hasta sugiere una especie de inmortalidad. Como Eudemo de Rodas, discípulo de Aristóteles, decía a sus propios discípulos: “Si creéis a los pitagóricos, todo retornará con el tiempo en el mismo orden numérico, y yo conversaré con vosotros con el bastón en la mano y vosotros os sentaréis como estáis sentados ahora, y lo mismo sucederá con toda otra cosa”. Por estas o por otras razones, el tiempo cíclico aún es popular hoy, y muchos cosmólogos defienden modelos del “universo oscilante” en los que se supone que la expansión del universo en algún momento se detendrá y será seguida por un colapso cósmico en los fuegos purificadores del siguiente Big Bang.
Según Penrose (físico teórico de la Universidad de Oxford), el Big Bang no fue el inicio del tiempo y el espacio, sino uno de tantos inicios, pero de fases o etapas dentro de un universo mucho más viejo, y en el que cada
Big Bang marca el inicio de un nuevo
eón en su historia. Es tanto como
decir que los 13.700 millones de años de nuestro tiempo, en los que han surgido estrellas, planetas y la vida; son una pequeña fracción de la vasta historia del universo.
Por supuesto, semejante afirmación viniendo de un físico tan prestigioso, ha de estar respaldada por algún tipo de observación empírica, y en este caso, se basa en los resultados obtenidos de la sonda WMAP de la NASA por el físico Vahe Gurzadyan del Instituto de Física Yerevan en Armenia, quien analizó datos
de microondas de siete años procedentes de la sonda, así como datos del experimento de globO BoomeranG de la Antártida.
Claro que, todas estas ideas de un Tiempo repetitivo y eterno en su “morir” y “renacer”, a mí me produce la sensación de una excusa que se produce por la inmensa ignorancia que, del universo tenemos. Fijémonos en que, los pueblos antiguos desde los hindúes, sumerios, babilonios, griegos y mayas, todos ellos, tenían esa idea cosmológica del tiempo cíclico. Pero, pese a todos sus aspectos de aventura cósmica, esa vieja doctrina de la historia infinita y cíclica tenía el pernicioso efecto de tender a desalentar los intentos de sondear la genuina extensión del pasado. Si la historia cósmica consistía en una serie interminable de repeticiones interrumpidas por destrucciones universales, entonces era imposible determinar cual era realmente la edad total del universo.
Un pasado cíclico infinito es por definición inconmensurable, es un “tiempo fuera de la mente”, como solía decir Alejandro Magno. El Tiempo Cíclico tampoco dejaba mucho espacio para el concepto de evolución. La fructífera idea de que pueda haber innovaciones genuinas en el mundo.
Todo, con el paso del Tiempo, se distorsiona y deteriora
Los griegos sabían que el mundo cambia y que algunos de sus cambios son graduales. Al vivir como vivían, con el mar a sus pies y las montañas a sus espaldas, se daban cuenta de que las olas erosionan la tierra y estaban familiarizados con el extraño hecho de que conchas y fósiles de animales marinos pueden encontrarse en cimas montañosas muy por encima del nivel del mar. Al menos dos de los hallazgos esenciales de la ciencia moderna de la geología -que pueden formarse montañas a partir de lo que fue antaño un lecho marino, y que pueden sufrir la erosión del viento y del agua- ya eran mencionados en épocas tan tempranas como el siglo VI a. C. por Tales de Mileto y Jenófanes de Colofón. Pero tendían a considerar estas transformaciones como meros detalles, limitados al ciclo corriente de un cosmos que era, a la larga, eterno e inmutable. “Hay necesariamente algún cambio en el mundo como un todo -escribió Aristóteles-, pero no en el sentido de que nazca o perezca, pues el universo es permanente.”
Para que la Ciencia comenzara a estimar la antigüedad de la Tierra y del universo -situar el lugar de la Humanidad en las profundidades del Pasado, lo mismo que establecer nuestra situación en el Espacio cósmico-, primero era necesario romper con el círculo cerrado del tiempo cíclico y reemplazarlo por un tiempo lineal que, aunque largo, tuviese un comienzo definible y una duración finita. Curiosamente, este paso fue iniciado por un suceso que, en la mayoría de los otros aspectos, fue una calamidad para el progreso de la investigación empírica: el ascenso del modelo cristiano del universo.
Inicialmente, la cosmología cristiana disminuyó el alcance de la historia cósmica, asó como contrajo las dimensiones espaciales del universo empíricamente accesible. La grandiosa e impersonal extensión de los ciclos temporales griegos e islámicos fue reemplazada por una concepción abreviada y anecdótica del pasado, en la que los asuntos de los hombres y de Dios tenían más importancia que las acciones no humanas del agua sobre la piedra. Si para Aristóteles la historia era como el girar de una gigantesca rueda, para los cristianos era como una obra de teatro, con un comienzo y un final definidos, con sucesos únicos y singulares, como el nacimiento de Jesús o la entrega de la Ley a Moisés.
Los cristianos calculaban la edad del mundo consultando las cronologías bíblicas de los nacimientos y muertes de los seres humanos, agregando los “engendrados”, como decían ellos. este fue el método de Eusebio, que presidió el Concilio de Nicea convocado por el Emperador Constantino en 325 d. C. para definir la doctrina cristiana, y quien estableció que habían pasado 3.184 años entre Adán y Abrahan; de san Agustín de Hipona, que calculó la fecha de la creación en alrededor del 5500 a. C.; de Kepler, que la fechó en 3993 a.C.; y de Newton, que llegó a una fecha sólo cinco años anterior a la de Kepler. Su apoteosis llegó en el siglo XVII, cuando James Ussher, obispo de Armagh, Irlanda, llegó a la conclusión de que el “comienzo del tiempo… se produjo al comienzo de la noche que precedió al día 23 de octubre del año… 4004 a. C.”
La espuria exactitud de Ussher le ha convertido en el blanco de las burlas de muchos eruditos modernos, pero, a pesar de todos sus absurdos, su enfoque y, más en general, el enfoque cristiano de la historiografía-hizo más para estimular la investigación científica del pasado que el altanero pesimismo de los griegos. Al difundir la idea de que el universo tuvo un comienzo en el tiempo y que, por lo tanto, la edad de la Tierra era finita y medible, los cronólogos cristianos montaron sin saberlo el escenario para la época de estudio científico de la cronología que siguió.
La diferencia, desde luego, era que los científicos no estudiaban las Escrituras, sino las piedras. Así fue como el naturalista George Louis Leclerc expresó el credo de los geólogos en 1778:
Así como en la historia civil consultamos documentos, estudiamos medallones y desciframos antiguas inscripciones, a fin de establecer las épocas de las revoluciones humanas y fijar las fechas de los sucesos morales, así también en la historia natural debemos excavar los archivos del mundo, extraer antiguas reliquias de las entrañas de la tierra [y] reunir sus fragmentos…Este es el único modo de fijar ciertos puntos en la inmensidad del espacio, y de colocar una serie de señales en el camino eterno del tiempo.
Bueno, hemos dado una vuelta por las ideas del pasado y de épocas antiguas en las que, los humanos, confunduidos (como siempre), trataban de fijar el modelo del mundo, del Universo. Ahora, mirando hacia atrás en el tiempo, con la perspectiva que nos otorga algunos miles de años de estudio e investigación, nos damos cuenta de que, la mayor parte de nuestra historia, está escrita basada en la imaginación y, los hechos reales, van llegando a nuestra comprensión muy poco a poco para conocer, esa realidad, que incansables perseguimos.
Para terminar, os recomendaré que nunca dejéis de lado la lectura:
¿Qué duda nos puede
caber?
¿Acaso no es un libro el mejor compañero de viaje
?
No molesta, te distrae y te enseña.
Si alguna vez viajas,
Recuerda esta
reseña.
emilio silvera
Nov
18
El Cambio Climático ¿Dónde?
por Emilio Silvera ~
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El premio Nobel de Física Ivar Giaever revela las falsedades del cambio climático con gráficos y estadísticas que demuestran que la temperatura del planeta no aumenta, el nivel del mar no crece y el CO2 es beneficioso. Además, no tienen en cuenta el efecto de las Nubes.
Ahora se ven rayas blancas en el cielo causadas por aviones que pasan y quieren provocar ese cambio del clima que algunos grupos interesados pregonan. Nos quieren hacer creer algo que no existe, quieren decirnos lo que debemos comer, lo que debemos hacer, tenernos encerrados…. ¿Qué C… es lo que buascán!
Y, por otra parte:
Se publican muchos contenidos hablando del físico estadounidense John Clauser, que recibió el Premio Nobel de física en 2022, y su opinión sobre el cambio climático. Clauser asegura que no existe una emergencia climática y que los modelos climáticos, una de las principales herramientas con que la comunidad científica investiga la evolución del clima, tienen muchos fallos y no contemplan, principalmente, el efecto de la cobertura de las nubes.
¿Consenso? 1.600 científicos, Nobel incluidos, desmienten la “emergencia climática”
Una red de científicos y profesionales firma una Declaración en contra del alarmismo sobre el calentamiento global causado por el hombre.
Más de 1.600 científicos y profesionales, entre los que destacan dos premios Nobel, ya han firmado la Declaración Climática Mundial, que, bajo el título “No hay emergencia climática“, pone en cuestión buena parte de los postulados del ecologismo dominante, consistente en augurar terribles catástrofes naturales derivadas del calentamiento global que causa el hombre por las emisiones de CO2 a la atmósfera.
La citada declaración, promovida por la fundación Climate Intelligence (CLINTEL), señala que “la ciencia del clima debería ser menos política, mientras que las políticas climáticas deberían ser más científicas. Los científicos deberían abordar abiertamente las incertidumbres y exageraciones en sus predicciones sobre el calentamiento global, mientras que los políticos deberían contar desapasionadamente los costes reales, así como los beneficios imaginarios de sus medidas políticas”.
Podríamos seguir aportando datos y más datos en contra del inventado “Cambio Climático” que los políticos y ecologistas quieren y defienden para sus propios beneficios, Son muchos los chiringuitos montados bajo el techo del “Cambio Climático”, y, toda esa legión que nos meten miedo… ¡Son unos sinvergüenzas!
“La lucha contra la inmensa estafa del alarmismo climático, el peor ataque contra la propiedad y, por ende, la libertad, que sufre el mundo desde la caída del Muro, me recuerda la clandestinidad antifranquista: una vez elegido el enemigo, cada día traía aliados nuevos, conocías gente de la que nunca oíste hablar y te sentías más animado, al verte más acompañado. En los últimos dos años, desde la elevación a dogma las mamarrachadas colectivistas de la Agenda 2030, hay una verdadera rebelión cada vez más generalizada contra este nuevo despotismo y cada día trae libros nuevos.
Así, al hilo de Las doce mentiras del IPCC. La religión ecologista/2, de Gerandeau, leo una formidable reseña de Alain Mathieu en la web del IREF, en su origen centro de estudios fiscales, que desconocía y que reseña en la red las novedades de esa inmensa fábrica de pensamiento llamada Francia que, al perder el estudio de su lengua en el bachillerato, se va desvaneciendo del horizonte intelectual español, en favor de la inmensa oferta en inglés. Además de resumir los doce puntos de Gerondeau, Alain Mathieu añade otros y subraya la importancia del libro Setteled? (2021) de Steven Koonin, exsecretario de Energía y asesor climático de Obama, en el que niega que pueda existir un “consenso científico” sobre el clima, por la poca fiabilidad de los modelos predictivos, su especialidad. Y dice que, en 2100, la influencia humana en la atmósfera será prácticamente nula.
El lugar de gastar en armas y guerras ¿Por qué las naciones ricas no les ayudan en lugar de echarle la cumpa al clima?
Doce mentiras criminales sobre el clima
- Cuatro millones de niños y mujeres mueren cada año, según la OMS, por falta de acceso a energías limpias para sus hogares. Esa falta de higiene es la primera causa de mortalidad infantil en el mundo, cientos de miles en la India. Según Norendra Mori, su primer ministro, más de 500 millones de hindúes no tienen acceso al agua potable, la electricidad y el petróleo. India (1.400 millones) y China (1.600 millones) no firman acuerdos climáticos, pero Xi Jinping es el padrino de Davos y la Agenda 2030 para Occidente.
- La esperanza de vida está directamente relacionada con el consumo de energía. India y China –un tercio de los habitantes del planeta– se negaron a firmar en Glasgow 21 la renuncia a las energías fósiles: gas, petróleo y, especialmente, carbón. El 88% de la energía en China es de origen fósil. Para aumentar la esperanza de vida humana es necesaria energía barata.
- Los países en desarrollo, con China y la India a la cabeza, seguirán aumentando su consumo energético en las próximas décadas, al menos un 30%. La UE no llega al 10% de la emisión de CO2 en el mundo. Lo que haga no tiene ninguna incidencia mundial si el CO2 fuera letal. Y no lo es.
- Las energías “renovables”, en rigor, dependientes de la fósil y la nuclear, son intermitentes y no pueden almacenarse. No aportan más que el 2% del total y las mejoras tecnológicas nunca les harán llegar al 5% en 2050. Son un derroche, una estafa política, científica e intelectual que pagamos todos. Es mentira lo que dice el IPPC de la ONU (como explicamos en el artículo anterior) sobre la posibilidad de que en 2050 puedan producir el 80% de la energía mundial. Las grandes reservas de energías fósiles –carbón, petróleo y gas– son las más baratas y tienen aseguradas varias décadas de duración.
- Desde que el Club de Roma predijo en 1972 que el petróleo se acabaría en el año 2000 –y que el planeta no resistiría mil millones de habitantes– las reservas siguen aumentando: 50 años de petróleo y 130 de carbón. Y cabe mejorar la tecnología para disminuir la contaminación. Macron prohíbe la publicación de las reservas de energía en Francia para seguir su agenda “verde”. Aumenta la nuclear “limpia” y cierra la “sucia”. Pero el 50% de la energía alemana viene del carbón. Macron y Scholtz, farsantes simétricos.
- La subida del nivel del mar es de 3mm por año, 30 cm por siglo. Y no afecta a las costas rocosas. Las otras deben prohibir edificar cerca del mar, pero no dejan de aumentar las ganadas al mar, como en Bélgica y Holanda, y deltas gigantescos como el del Ganges. Hablar de “refugiados climáticos” es un invento mediático. Serán refugiados en paro huyendo del ecologismo.
- La subida real de la temperatura en la atmósfera es de 0,6º por siglo. En 2050, 1,3º superior a la de 1850, por debajo del 1,5 º del Acuerdo de París. Ni “urgencia climática”, ni “efecto invernadero” producido por el hombre.
- La subida actual de la temperatura es muy inferior a las épocas inter-glaciares. La geología, la historia, la literatura hablan de esos cambios del clima a los que la especie se fue adaptando y los aprovechó en su beneficio.
- La producción de CO2 por los humanos es sólo el 1% del que hay en la atmósfera. Casi todo es absorbido por los océanos y la vegetación.
- Las subvenciones al ferrocarril, el transporte público y las “renovables” suponen el 40% de la deuda pública francesa y la subida del 60% del precio de la luz, que seguirá subiendo. La lucha contra el “calentamiento global” congela la actividad económica real y afecta especialmente a los pobres.
- No hay ninguna justificación científica del “impuesto al carbono”.
- No sólo es mentira que el 97% de los científicos, como dijo Obama y repiten Macron o Sánchez, asuman el dogma del cambio climático. Ni el 3% de los que pueden entender los modelos matemáticos en que se basan. Y ya comentamos en el artículo anterior las mentiras del IPPC en 2001 y 2011, obra de Sven Tesk, activista de Greenpeace y empleado de un lobby que trinca subvenciones a energías fotovoltaicas. Estuvo protegido por sus jefes, fanáticos ecologistas que, como los comunistas, mienten “por una buena causa”: impedir a cualquier precio la actividad de la única especie maldita, que es, claro está la única capaz de inventar y ser libre: el hombre.
Alain Mathieu, además de la referencia al “climatólogo” de Obama, insiste en subrayar otra mentira del IPPC: que la temperatura de los océanos no tendría influencia en el aumento del C02 en la atmósfera, cuando la tiene toda. Un caso recentísimo para comprobarlo es el de la erupción en 2021 del volcán submarino Tonga: la expulsión de vapor de agua a la atmósfera es tan enorme que aún no ha conseguido medirlo la NASA. Su efecto sería el aumento del calor en la atmósfera, donde el vapor de agua está unido al CO2, durante unos cinco años. Véase el artículo de Miguel del Pino en LD.
Y por supuesto, igual que los farsantes simétricos Macron y Scholtz, el infausto e infame Pedro Sánchez proporciona a diario con sus volteretas ideológicas y electorales un arsenal de argumentos contra esta calamidad que no tiene nada de natural. Viene de lejos y ha llegado demasiado lejos.
Sánchez quiere imponer el covid climático
¿No tiene límites?
El decreto Ley de Lo que sea climático aprobado por Sánchez y sus secuaces terroristas, comunistas y separatistas, es exactamente lo contrario de lo que debe ser una Ley: no hay argumentación sobre su necesidad, no hay memoria económica sobre su coste, ni, por tanto, sobre los beneficios que traería a los españoles y, como no hay nada, nada que la justifique, se aprueba por decreto Ley, es decir, porque le pasa por los genitales al presi.”
¡Valiente Panda de Sinvergüenzas!
Publica: Emilio Silvera Vázquez
Nov
17
Pero…¿Qué ha pasado?
por Emilio Silvera ~
Clasificado en General ~
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Nov
17
Ridi cambia, las teorías también
por Emilio Silvera ~
Clasificado en General ~
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Hemos tenido que cambiar algunos detalles de teorías bien asentadas, y, si lo que entendemos por corrimiento al rojo, es un error, debido a que, realmente, se trata de la debilitación de la luz por la distancia… ¿Qué distancia real nos separa de otros objetos?
Habría que repasar el Modelo Estándar y tratar de averiguar po qué no deja que en el, esté presente la Gravedad. Bueno, seguramente esa situación la contestará la Teoría de la Gravedad Cu´çantica.