Abr
29
La Ignorancia supera al conocimiento
por Emilio Silvera ~
Clasificado en Descubrir y aprender ~
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Ya lo decía Popper, el Filósofo de la Ciencia: “Cuanto más profundizo en el conocimiento de las cosas, más consciente soy de lo poco que se. Mis conocimientos son limitados, mi ignorancia infinita.” Me recuerda este pensamiento aquel otro realizado por un famoso filósofo de la Griega Clásica: “Sólo se, que no se nada.” Tampoco hay que desechar aquel otro pensamiento, también de un filósofo: “”Cambiaría todo lo que se, por loa mitad de lo que ignoro”.
Todos ellos vienen a darnos la razón de que, las preguntas siguen ganando a las respuestas.
Cuando nos preguntan: ¿Qué es más grande el Universo o el cerebro humano? Sin pensarlo un momento responderemos el Universo. Sin embargo…
Si nos paramos a pensar en el hecho cierto de que, el cerebro humano adulto, con poco más de un kilo de peso, contiene unos 86.000.000.000 de células nerviosas o neuronas, La capa ondulada más exterior o corteza cerebral, que es la parte del cerebro de evolución más reciente, contiene alrededor de 30 mil millones de neuronas y más de un billón de conexiones o sinapsis. Si contáramos una sinapsis cada segundo, tardaríamos 32 millones de años en completar el recuento. Si consideramos el número posible de circuitos neuronales, tenemos que habérnosla con cifras hiper-astronómicas: 10 seguido de un millón de ceros. No existe en el Universo ninguna otra cosa de la que pueda resultar una cantidad igual. Incluso el número de partículas del universo conocido es de 10 seguido de tan sólo 79 ceros (El número de Eddington). En comparación con el número de circuitos neuronales…
A la vista de este dato… ¡Habría que pensarse la respuesta a la pregunta planteada! Por mi parte, para no complicarme la vida, diría que el cerebro mes como un universo en miniatura.
Sí, existe una similitud fascinante entre la expansión del universo y la del cerebro humano, aunque en diferentes escalas. Ambas se caracterizan por una expansión que implica la formación de redes complejas y jerárquicas, y se rigen por principios similares.
Nuestros cerebros, como el mismo Universo, también se expande y con el paso del Tiempo abarcan más conocimientos cuya profundidad aumenta a medida que se añaden nuevas parcelas del saber. Sin embargo… ¡Saberlo todo nunca podremos!
Se da la paradoja de que al adquirir un conocimiento nuevo, de manera automática, en el cerebro se abren nuevas posibilidades que dan lugar a plantear nuevas preguntas que, antes de adquirir ese nuevo conocimiento, no se podía plantear. Nos lleva a nuevos escenarios, y, posibilita el abrir nuevos caminos. Así hemos avanzado a lo largo de nuestra Historia.
Al menos de momento, tenemos que admitir que es así. No creo que nunca podamos adquirir un conocimiento pleno de todas las cosas. Siempre nos quedarán secretos que desvelar y misterios por descubrir, y, la inmensa variedad, la vastedad compleja de la diversidad de la Naturaleza, tendrá siempre para nosotros, algunos rincones oscuros en los que moran respuestas que deseamos encontrar y que, posiblemente, nunca podremos decir que han completado totalmente el desalojo de la ignorancia que nosotros siempre llevaremos como parte del precio que pagamos por la vida.
¿Oiremos alguna vez que han encontrado los restos de la Atlántida?
Al hombre por naturaleza le ha intrigado aquellos sucesos a los cuales no encuentra una explicación lógica, y cuando sus respuestas no son las adecuadas, las ha convertido en misterios, leyendas o mitos pero, con el paso del tiempo, poco a poco, fue dejando de lado la mitología y a las divinidades para emplear la lógica y la observación del mundo, y, más tarde, llegó el experimento: la Ciencia había nacido.
Muchas son las cosas que no sabemos
Nosotros, los componentes de la especie Homo, ( hemos tenido un ancestro común con los Chimpancés los componentes de la especie Pan. Dicen que fue el último ancestro común que, por cierto, no era ni Homo ni Pan. No se sabe el por qué ambas especies divergieron, y, mientras que una sigue en la copa de los árboles, la otra trata de llegar a las estrellas.
El cráneo de “Lucy” (AL 288-1)
Uno de los misterios más grandes se refieren a nosotros mismos, de manera fidedigna, no sabemos lo que pasó para que ahora podamos estar aquí. El cráneo de Lucy y unos huesos diminutos , cuidadosamente dispuestos en una vitrina del museo para su exhibición al público, nos pueden transportar hasta la cálida sabana africana en la que, según todos los indicios, se gestó la Humanidad hace unos tres millones de años.
Para recorrerla por completo debemos recorrer 12 años luz
Nebulosas hacedoras de mundos en las que, nacen estrellas nuevas y se transmutan los elementos sencillos en complejos, en ellas y en las estrellas surge el CHON (Carbono, Hidrógeno, Oxígeno y Nitrógeno) que son materiales esenciales para la vida.
“La región interior de la Nebulosa de Orión vista por el instrumento NIRCam del Telescopio Espacial James Webb. Esta es una imagen compuesta de varios filtros que representa la emisión de gas ionizado, hidrocarburos, gas molecular, polvo y luz estelar dispersa. La más destacada es la barra de Orión, una pared de gas y polvo denso que se extiende desde la parte superior izquierda hasta la parte inferior derecha de esta imagen y que contiene la brillante estrella θ2 Orionis A.
La escena está iluminada por un grupo de estrellas jóvenes y calientes. estrellas (conocido como el cúmulo de trapecio) que se encuentra justo al lado de la parte superior derecha de la imagen. La fuerte y dura radiación ultravioleta del cúmulo Trapezium crea un ambiente caliente e ionizado en la parte superior derecha y erosiona lentamente la barra de Orión. Las moléculas y el polvo pueden sobrevivir más tiempo en el entorno protegido que ofrece la barra densa, pero la oleada de energía estelar esculpe una región que muestra una increíble riqueza de filamentos, glóbulos, estrellas jóvenes con discos y cavidades. Crédito: NASA, ESA, CSA.
Si viajamos hacia atrás en el tiempo esos tres millones de años, podríamos contemplar, con asombro, a nuestros primeros antepasados. Los dinosaurios nos llevan a un tiempo de veinte a setenta veces más antiguo, a unos bosques mesozoicos por los que discurren bestias prodigiosas.
Bosques mesozoicos por los que discurren bestias prodigiosas
¿Qué habría pasado en la historia de la evolución si no hubiera caído aquel meteorito?
Claro que es mucho lo que aún desconocemos de la historia de la vida y, de la misma manera, se podrán expresar nuestros nietos, no es una asignatura de fácil comprensión, ya que, no teníamos aquí a un historiador recopilando todo lo que pasó, ni el tiempo que ha transcurrido nos permite encontrar las huellas necesarias que nos den una respuesta completa.
Claro que, a pesar de todo, incluso con esos enormes inconvenientes de la falta de pruebas, la historia de la Vida, es una narración tan apasionante que, seguimos y seguiremos buscando indicios del pasado que nos hablen de lo que pasó, de nosotros y de otros seres que, como nosotros mismos, surgieron a la vida tras un complejo proceso evolutivo del que, al parecer, sólo nosotros alcanzamos un nivel de consciencia superior.
La historia de la vida solemos relatarla al estilo de la genealogía de Abraham: las bacterias engendraron a los protozoos, los protozoos engendraron a los invertebrados, los invertebrados engendraron a los peces…y, así, sucesivamente, Claro que tales listas de conocimientos adquirido pueden ser memorizadas pero, no dejan mucho espacio para pensar que, en lugar de recitar como un papagayo esas cuestiones, es mejor, salir a espacios abiertos y a lugares remotos del planeta en los que, los vestigios e indicios nos digan que allí pasó algo, donde podamos encontrar rocas viejas y fósiles que sí, de manera fehaciente, nos hablaran de ese pasado que queremos conocer.
La prueba irrefutable de que estuvieron aquí
Los actuales descubrimientos de la Paleontología, la más tradicional de las empresas científicas, se entrelazan con nuevas ideas nacida de la biología molecular y la geoquímica. Los huesos de los dinosaurios son grandes y espectaculares y nos llevan al asombro. Pero, aparte del tamaño de sus habitantes, el Mundo de los dinosaurios se parecía mucho al nuestro. Contrasta con él la historia profunda de la Tierra, que nos cuentan fósiles microscópicos y sutiles señales químicas y que es, pese a ello, un relato dramático, una sucesión de mundos desaparecidos que, por medio de la transformación de la atmósfera y una evolución biológica, nos llevan hasta el mundo que conocemos hoy.
fósiles de bacterias descubiertos en Australia se convierten en la evidencia más antigua de la que se tiene constancia, se han datado en 3.450 millones de años.
Pero, ¿cómo podemos llegar a comprender acontecimientos que ocurrieron hace unos miles de millones de años? Una cosa es aprender que en las llanuras mareales de hace mil quinientos millones de años vivían bacterias fotosintéticas, y otra muy distinta entender cómo se infiere que unos fósiles microscópicos pertenecen a bacterias fotosintéticas, cómo se averigua que las rocas que los rodean se formaron en antiguas llanuras mareales y cómo se estima su edad en mil quinientos millones de años.
En tanto que empresa humana, está es también la historia de la exploración que se extiende desde el espacio interior de las moléculas al espacio literalmente exterior del espacio interestelar y de los planetas como Marte.
¿De verdad hay una cara en Marte?
“La sonda Viking 1, un orbitador de la NASA, volaban algunas de las esperanzas más excitantes de la carrera espacial estadounidense en plena madurez aventada por la guerra fría y los fracasos del enemigo soviético. La Viking debía realizar una somera inspección visual de la superficie marciana con la finalidad de encontrar los mejores emplazamientos posibles para el aterrizaje de su sucesora, la Viking 2, que, ella sí, tocaría suelo. El 25 de julio de 1976, la sonda tomaba fotografías de la región marciana de Cydonia, un área de panzas y llanos que ofrecía una relativa seguridad en contraste con otras zonas más meridionales de Marte, escarpadas y peligrosas. Los técnicos del Jet Propulsion Laboratory en Pasadena que recibían en Tierra las imágenes estaban acostumbrados a procesar cientos de fotos aburridas y terriblemente iguales. Por eso debió de ser para ellos un motivo de alborozo, un martillazo en sus tediosas jornadas de trabajo, la llegada de la muestra 070A13, la primera de una serie de capturas cada vez en mayor resolución que arrojaban los monitores lo que indiscutiblemente se asemejaba a una gran cara, con los ojos profundos, la nariz griega y una boca tranquila y misteriosa, ensombrecida en su mitad izquierda por los estragos de un sol demasiado bajo.””
“No podría ser otra cosa que un efecto óptico sobre el relieve de una protuberancia rocosa, pero alguien intuyó que aquella imagen podría tener un efecto mediático gigantesco: todo el mundo iba a enterarse de lo que Estados Unidos estaba haciendo en las proximidades del planeta rojo. Otra victoria propagandística de la NASA estaba en ciernes, pues no tardaron en emitir una nota de Prensa algo rocambolesca. «La gran formación rocosa en el centro de la imagen, que remeda una cara humana, está formada por sombras que dan la ilusión de ser ojos, nariz y boca», concluían.”
Muchas son las evidencias de la existencia de agua en Marte
Muchas de las imágenes del planeta Marte, nos hablan de secretos que… Aunque podrían se figuras conformadas por el azar, como cuando miramos las nubes y creemos ver en ellas figuras de dinosaurios. Alguna vez con los niños y en el campo, acostados sobre la yerba, jugábamos a eso.
Muestras recogidas en Marte nos podrán hablar de qué aspectos de nuestra biología terrestre se pueden encontrar allí donde existe la vida, existió la vida o, ¿quién sabe? existirá. Seguramente en Marte podremos encontrar, para nuestro asombro, productos específicos de nuestra particular historia que yacen allí para darnos una respuesta pero, el camino que hemos de seguir para buscar la vida en el Universo dependerá, en gran medida, de lo que podamos encontrar en nuestro “barrio”: Marte, Encelado, Europa, Titán, Ganímedes y otros pequeños mundos que, cuando les dedicamos una profunda mirada, nos envían promesas que, no podemos desatender.
Uno de los temas más claros en la historia evolutiva es el carácter acumulativo de la diversidad biológica. Las especies individuales (al menos la de los organismos nucleados) aparecen y desaparecen en una sucesión geológica de extinciones que ponen de manifiesto la fragilidad de las poblaciones en un mundo de competencia y cambio ambiental. Pero la historia de las asociaciones -de formas de vida con una morfología y fisiología características- es una historia de acumulación. La visión de la evolución a gran escala es indiscutiblemente la de una acumulación en el tiempo gobernada por las reglas del funcionamiento de los ecosistemas. La serie de sustituciones que sugieren los enfoques al estilo de la genealogía de Abraham no consigue captar este atributo básico de la historia biológica.
Otro de los grandes temas es el de la coevolución de la Tierra y la Vida. Tanto los organismos como en Ambiente han cambiado drásticamente con el tiempo, a menud de forma concertada. Los cambios del clima, la geología e incluso la composición de la atmósfera y de los océanos han influido en el curso de la evolución, del mismo modo que las innovaciones biológicas han influido, a su vez, en la historia del medio ambiente.
Los científicos saben que, la Vida, nació por mediación de procesos físicos -tectónicos, oceanográficos y atmósfericos- estos mismos procesos antes mencionados, sustentaron la vida era tras era al tiempo que modificaban continuamente la superficie de la Tierra.
Aunque la cifran en dos millones de especies, lo cierto es que podrían ser más de siete millones de especies las que pueblan la Tierra, y, eso teniendo en cuenta que sólo el 1% de las que han existido viven en la actualidad.
Por fin la vida se expandió y diversificó hasta convertirse en una fuerza planetaria por derecho propio, uniéndose a los procesos tectónicos y físico-químicos en la transformación de la atmósfera y los océanos.
Creo que, el surgimiento de la vida como una característica definitoria de nuestro planeta es algo que, no podemos calificar con una palabra menor a la de un hecho extraordinario.
¿Cuántas veces habrá ocurrido lo mismo en la vastedad del Universo? Debemos pesar que el Universo tiene 13.750 millones de años, y, que nosotros, solo llevamos aquí algunos cientos de miles de años. Sabemos que las estrellas han estado “fabricando” los elementos de los que está hecha la vida durante diez millones de años, lo que nos lleva a pensar que esos 3.750 millones de años habrán podido suceder muchas cosas en los miles de millones de planetas que existen en nuestra propia Galaxia. Que nosotros desconozcamos los hechos,,, ¡No significan que no sucedieran!
Como decía aquel gran cosmólogo: “La ausencia de pruebas no es prueba de ausencia.”
Emilio Silvera Vázquez