Según un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), la Tierra pudo ser habitable de forma intermitente. Es decir, que las condiciones adecuadas para albergar organismos complejos pudieron haberse desarrollado en los océanos del joven planeta y luego desvanecerse más de mil millones de años antes de que la vida realmente se afianzara.
Jun
13
¿Vida en otros mundos?
por Emilio Silvera ~ Clasificado en El Universo y la Vida, Noticias ~ Comments (0)
La inteligencia puede ser algo tan raro en la evolución como la trompa del elefante – Adobe Stock
Por qué en otros planetas debería haber más inteligencias como la nuestra
El físico y escritor Paul Davies explica en un artículo cómo la Ciencia trata de averiguar si estamos o no solos en el Universo
Hasta hace poco, la cuestión de si estamos o no solos en el Universo no formaba parte de la discusión científica. En su lugar, filosofías y religiones se encargaban de buscar respuesta a esta pregunta, una de las más antiguas y profundas de cuantas se ha formulado la Humanidad.
Sin embargo, la cosa ha cambiado. Y mucho. La Ciencia, en efecto, ha irrumpido con fuerza en un territorio que antes era solo metafísico, y ha demostrado que, armada con el método científico, tiene mucho que decir al respecto. Ahí están los más de 4.000 planetas descubiertos hasta ahora fuera del Sistema Solar, algunos de ellos con intrigantes similitudes con la Tierra; o el hallazgo de materia orgánica prácticamente por todas partes, incluso en los rincones más insospechados y hostiles del Universo; o la búsqueda sistemática e incansable de formas de vida en lugares como Marte, Europa, Encelado… o Plutón.
Un equipo de astrónomos de la India ha identificado un supercúmulo de galaxias, posiblemente el más lejano que se conoce, situado en la dirección de la constelación de Piscis. La investigación sugiere que Sarasvati es una de las mayores estructuras del universo.
La estadística, además, habla claro. En un Universo que tiene billones de galaxias y trillones de estrellas, muchas de ellas con planetas a su alrededor, resulta absurdo pensar que la vida sólo haya podido florecer en uno, el nuestro. Y aunque no tenemos aún ni idea de cómo (ni dónde) la vida se estrenó en primer lugar, muy pocos dudan en la actualidad de que “ahí arriba”, en alguna parte, existen planetas “gemelos” a la Tierra, con múltiples formas de vida y quizá, solo quizá, también con especies inteligentes.
En un brillante artículo recién publicado en la revista Cosmos, el físico y escritor británico Paul Davies, director del prestigioso instituto Beyond de la Universidad Estatal de Arizona, reflexiona sobre la cuestión y se pregunta, con la Ciencia en la mano, si realmente la inteligencia es una consecuencia inevitable de todo proceso evolutivo.
“Durante 50 años -escribe Davies- una banda de astrónomos heróicos ha estado barriendo los cielos con sus radiotelescopios con la esperanza de tropezar con un mensaje emitido por una civilización extraterrestre“. El científico añade que esa empresa “se basa en el supuesto de que la inteligencia es un producto esperado de la evolución biológica. ¿Pero es así realmente?”
Para tratar de responder esa pregunta, Davies echa un vistazo al pasado de nuestro propio planeta, la única muestra de vida que conocemos, y se fija en cómo ha sido la historia de la evolución. “Algunas características, por ejemplo los ojos y las alas, han evolucionado de forma independiente muchas veces, probablemente porque aportan mucho valor a la supervivencia. Por lo tanto, podríamos esperar que la vida extraterrestre también posea estas características. Pero otras, sin embargo, como la trompa del elefante, parecen ser más bien aberraciones barrocas, resultado de raros accidentes evolutivos”.
Y llegamos así a la inteligencia humana. ¿Es esta característica similar a los ojos y las alas, compartidas por muchas especies, o se parece más a la trompa del elefante?
Tener el tiempo suficiente
Los dinosaurios, escribe Davies, dominaron la Tierra durante 200 millones de años (diez veces más de lo que llevamos nosotros), pero nunca construyeron herramientas, levantaron ciudades o conquistaron la Luna. Lo cual lleva a pensar que la inteligencia humana es algo raro, y no un producto inevitable de la selección natural. “Y si es así -bromea el físico- eso son malas noticias para SETI“.
Para Davies, lo que aquí está en juego es el propio concepto que tenemos sobre lo que es la evolución. Algunos piensan que existe una dirección en los procesos evolutivos, una “flecha” que parte de los organismos más simples y avanza hasta llegar a los más complejos. En este sentido, el ser humano ocuparía la posición más alta en la escala evolutiva. Demos a la evolución el tiempo suficiente, dicen los partidarios de esta idea, y nos llevará hasta la inteligencia.
Si nos guiamos por la lógica y la estadística, pensar en la vida situada sólo en la Tierra… ¡Sería una temeridad! El UNiverso es igual en topdas partes, en todas sus regiones rigen las mismas leyes, lo que pasa en un sitio también pasará en otro… La vida se adapta y surge en las precisas condiciones.
La mayoría de los científicos, sin embargo, no creen que la evolución se esté dirigiendo a ningún sitio en particular. “No hay una flecha del tiempo incorporada -dice Davies- no hay un impulso innato hacia la complejidad o la inteligencia“.
Hace apenas unos días, en una entrevista concedida a ABC, el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga también aseguraba que “mucha gente cree que la vida va progresando, desde las bacterias hasta nosotros, pero no es así. Yo soy de los que opinan que la única tendencia apreciable de la evolución es la diversificación. Partimos del espacio disponible y se aprovechan todas las oportunidades. La vida no tiene dirección, pero tiene mucha capacidad de adaptación, y va cambiando”.
SimonKr d.o.o./iStock/Thinkstock
Más allá de las teorías sobre el origen de la vida, los signos de vida más antiguos sobre el planeta hasta ahora han sido hallados. Según un equipo de investigación dirigido por David Wacey, un complejo ecosistema de microbios encontrado en las rocas sedimentadas en la región australiana de Pilbara podría ser nada menos que la primera manifestación de vida en la Tierra.
Davies, en su artículo, se muestra en sintonía con esta opinión: “Es cierto que la vida en la Tierra comenzó con microbios simples, pero el surgimiento de una mayor complejidad fue simplemente el producto de una exploración serpenteante en el vasto espacio de posibilidades biológicas, y no una tendencia sistemática”.
“Todo lo cual – prosigue el científico- arroja serias dudas sobre si, incluso en un Universo repleto de vida, puede haber civilizaciones alienígenas avanzadas capaces de enviar mensajes de radio“.
Queda una esperanza
Toda la vida que conocemos en la Tierra está basada en el Carbono, es probable que si alguna vez la encontramos (o nos encuentran “ellos” a nosotros), sus formas de vida también estén relacionadas con este elementos que, según parece es la base mejor adaptada y maleable para ello.
Sin embargo, y a pesar de todo, nos queda aún una esperanza. Y es que la teoría de la evolución no está, ni mucho menos, completa. Y durante los últimos años algunos biólogos se han atrevido a desafiar el dogma darwinista dominante de que la evolución no sigue una dirección concreta.
De hecho, explica Davies, “se han identificado varios mecanismos según los cuales las características adquiridas durante la vida de un organismo parecen transmitirse a su descendencia, en un proceso conocido como herencia epigenética“.
Si eso fuera cierto, y resultara que la herencia epigenética juega un papel importante en la evolución de los cerebros, entonces sería posible imaginar una especie de “cociente cerebral acelerado”.
“El registro fósil -escribe Davies- apunta a una tendencia alcista en el cociente de encefalización, una medida del tamaño del cerebro en relación con la masa corporal, entre los homíninos de los últimos millones de años. Y asumiendo que algo así funcionara también en otros planetas, tal vez no estemos tan solos después de todo”.
Noticias de Prensa
Jun
12
La Tierra pudo ser habitable de forma intermitente
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Noticias ~ Comments (0)
May
14
Conociendo la Vía Láctea
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Noticias ~ Comments (0)
Mientras lee estas líneas, usted atraviesa el universo a una velocidad de dos millones de kilómetros por hora. No se trata de una fantasía, sino de un hecho contrastado que, hasta ahora, los astrónomos no sabían explicar del todo.
La teoría más aceptada dice que el supercúmulo de Sharpley, la mayor concentración de galaxias en el universo cercano, nos atrae con su empuje gravitatorio, acelerando a la Vía Láctea a esa vertiginosa velocidad. Pero esa propuesta no cuadraba con las observaciones del movimiento y la trayectoria del grupo local, el cúmulo de galaxias que engloba a Andrómeda y la Vía Láctea, nuestro diminuto vecindario en la inmensidad del universo.
Ahora, un nuevo estudio publicado hoy apunta a un segundo culpable. Se trata de una enorme región del universo que está a unos 500 millones de años luz y que, en términos cosmológicos, está vacía.
Hasta ahora solo existían pequeños indicios de este vacío y nadie había conseguido cuantificar sus efectos o localizarlo”
El astrofísico Yehuda Hoffman, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y el resto de su equipo, ha realizado una simulación en tres dimensiones del movimiento de la Vía Láctea por el universo cercano. Se han basado en observaciones de la velocidad de 8.000 galaxias hechas con el telescopio espacial Hubble y otros instrumentos. Los resultados, publicados en Nature Astronomy, confirman la existencia de esa región con una baja densidad de estrellas y galaxias que repele a la Vía Láctea justo en la dirección del supercúmulo de Sharpley, que a su vez la atrae con la masa de sus miles de galaxias. La suma de ambas fuerzas hace que la Vía Láctea viaje a esos dos millones de kilómetros por hora respecto a la velocidad constante de la radiación cósmica de microondas, generada tras el Big Bang.
El universo se expande a una velocidad definida por la constante de Hubble, explica Hoffman. Si se resta esa aceleración, el “efecto neto [de la nueva región] sobre la Vía Láctea es de repulsión”, explica. “Hasta ahora solo existían pequeños indicios de este vacío y nadie había conseguido cuantificar sus efectos o localizarlo”, señala. Este vacío, bautizado como repulsor dipolo, “aporta la otra mitad de la historia para explicar al completo el movimiento de la galaxia tal y como lo observamos”, resalta Hoffman.
La Galaxia está sumergida en ese inmenso vacío. Nuestro rincón del universo se llama Laniakea, con 100.000 billones de soles y, uno de ellos, el Sol, está en la periferia, una región bastante tranquila.
El nuevo mapa muestra cómo el “atractor” y el “repulsor” influyen en un área del universo de unos 500 millones de años luz y que contiene otras grandes concentraciones de materia como el supercúmulo de Perseo-Piscis, el cúmulo de Hércules, la constelación de Lepus y Laniakea, el supercúmulo que habitamos los terrícolas. “Hasta donde sabemos esta es la mayor reconstrucción del universo local que se ha realizado”, asegura Hoffman.
La nueva región del universo descrita en el estudio no está realmente vacía, pero sí tiene menos estrellas y galaxias de lo normal y, por lo tanto, es mucho menos densa que las agrupaciones de cúmulos galácticos. El equipo de Hoffman espera que en el futuro se consiga observar la luz de estrellas en esta región.
El astrónomo añade que las características observadas para la Vía Láctea no tienen nada de especial en un universo que contiene unos dos billones de galaxias. “Su comportamiento parece muy común y encaja perfectamente con el modelo estándar de la cosmología”, que describe la estructura y evolución del universo a partir del Big Bang, resalta. “En este sentido, Copérnico tenía razón, no hay nada que nos haga especiales dentro del universo”, concluye.
Noticia de prensa
Abr
13
Ideas luminosas que nos llevan hacia el futuro
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Noticias ~ Comments (0)
La informática teórica de 29 años gracias a la que hemos podido ver un agujero negro
La noticia científica del año es sin duda la obtención de la primera imagen de un agujero negro de la historia. Uno de los proyectos más ambiciosos de la comunidad científica ha dado resultado, y sólo se podría haber conseguido gracias a las últimas tecnologías.
Buena parte del equipo científico detrás de la ya famosa imagen del “ojo de Sauron” tiene conocimientos avanzados de informática y programación. Y es que, como bien sabéis, hacer una foto a un agujero negro no es posible; la clave ha estado en capturar las ondas de radio de Messier 87, una galaxia con un agujero negro supermasivo, a unos 54 millones de años luz de distancia.
Cómo un algoritmo consiguió que unos pocos datos tuviesen sentido
Esto no ha sido tan sencillo como suena. Para empezar, la captura de esas ondas de radio ha precisado la colaboración internacional de ocho telescopios alrededor del mundo, entre los que se encuentra el IRAM en Sierra Nevada, Granada. Pero esos datos no sirven de nada si no se pueden interpretar.
Y es que lo que los telescopios capturaron era mucho más que la influencia de un agujero negro; también obtuvieron muchos datos inútiles, como interferencias de la atmósfera terrestre. Eso, unido a la escasez de ondas de radio provenientes de M87 capturadas, obligó a los científicos a aprovechar todos los datos que tenían de la manera más eficiente.
Ahí es donde entra Katherine Bouman, que llevaba seis años, desde que se graduó en el MIT, desarrollando un algoritmo para interpretar los datos provenientes de los telescopios. Ella forma parte del equipo de tres docenas de científicos de la computación (también conocidos como “informáticos teóricos”) que han colaborado para procesar los datos y obtener la imagen del agujero negro.
Cuando los datos llegaron el pasado junio, el trabajo de Bouman fue vital para que tuviesen sentido. Su algoritmo y el de otros miembros del equipo consiguió obtener las imágenes que se esperaban, las que científicos habían predicho durante años. No solo eso, sino que Bouman lideró el proceso de verificación de las imágenes resultantes.
La informática de la imagen del agujero negro se hace famosa en Internet
El resultado, que muestra los valores medios de los datos, una vez que han sido “limpiados” y procesados, ha dado la vuelta al mundo. La imagen ha sido compartida millones de veces en redes sociales, así como la reacción de Bouman, que ella misma publicó en Facebook.
La científica de la computación se ha convertido en la cara del proyecto, la representante de un gran logro de la ciencia moderna. Pese a su juventud, 29 años, su papel ha sido clave en la obtención de la imagen; tanto como parte del equipo que desarrolló los algoritmos necesarios, como para su verificación.
El nombre de Katherine Bouman ya es uno de los más comentados en la comunidad científica. La fotografía en la que posa con los discos duros en los que se guardó los datos de los telescopios se ha vuelto viral, y ya muchas la comparan con la famosa foto de Margaret Hamilton y el código fuente del programa Apollo.
Abr
10
¿Contaminación? Sí, pero menos
por Emilio Silvera ~ Clasificado en Noticias ~ Comments (0)
Imágenes satelitales recopiladas durante casi 20 años, muestran que en el planeta han aumentado las zonas de vegetación. En general es una buena noticia, pero los autores de la investigación advierten que esto no compensa los daños que se han causado en zonas como Brasil.
Las imágenes de la NASA muestran que hoy el planeta es más verde. Foto: NASA
Todos los días se observan noticias de cómo la deforestación está acabando con la vegetación en el planeta. Por eso, a muchos los hallazgos de un nuevo estudio de la NASA les pueden sonar extraño.
“El mundo es literalmente un lugar más verde que hace 20 años”, dice el informe, publicado la semana pasada. Además, revela que de manera “contraintuitiva” China e India, los dos países más poblados del mundo, son las principales fuentes de este reverdecimiento.
¿A qué se debe y qué significa este hallazgo?
Bosques y agricultura
Durante casi 20 años, dos satélites de la NASA han estado recopilando datos e imágenes de la Tierra, para observar cómo se comportaba su vegetación.
Al analizar esa información los investigadores se dieron cuenta de que durante esas dos décadas ha aumentado el follaje en un área equivalente a todas las selvas tropicales del Amazonas.
La gran contribución de China a este aumento de vegetación se debe en su mayor parte a que el país ha implementado programas para conservar y expandir sus bosques, como estrategia para reducir los efectos de la erosión del suelo, la contaminación del aire y el cambio climático.
El aumento del verde también se debe, en menos proporción, a un intensivo aumento de las tierras de cultivo en ese país.
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En el caso de India es al contrario. El reverdecer se debe al incremento de la agricultura y solo una pequeña parte al aumento de bosques.
“Eso no significa que las áreas de bosques estén siendo reemplazadas por tierras de cultivo”, le dice a BBC Mundo Chi Chen, investigador del Departamento de Tierra y Medio Ambiente de la Universidad de Boston, quien lideró el estudio.
“En muchos casos, se debe a la utilización de un mismo terreno que se vuelve más productivo”, explica. En ambos países la producción de granos, vegetales y frutas ha aumentado entre un 35% y 40% desde 2000.
Mejorando pero…
Para los autores del estudio en general sus hallazgos son una buena noticia.
“En los 70 y 80 en India y China la situación de pérdida de vegetación no era buena”, dice en un comunicado Rama Nemani, investigador del Centro Ames de la NASA, quien participó en la investigación.
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“En los 90 la gente se dio cuenta de ello y hoy las cosas han mejorado”.
Pero también hacen algunas advertencias y matices.
Dicen que esta tendencia de reverdecimiento depende de varios factores. En India, por ejemplo, el aumento de la producción de alimentos depende de la irrigación de aguas subterráneas, si esta agua se agota, la tendencia puede cambiar.
Además, señalan que el aumento en el verdor a nivel mundial no compensa el daño causado por la pérdida de vegetación natural en regiones tropicales, como Brasil e Indonesia.
“Las consecuencias para la sostenibilidad y la biodiversidad en esos ecosistemas permanecen“, dice el informe.
Además, como le explica Nemani a BBC Mundo, “las tierras dedicadas a la agricultura no ayudan a almacenar carbono, como sí es el caso de los bosques”.
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