jueves, 03 de octubre del 2024 Fecha
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Rumores del pasado

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (2)

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En las religiones politeístas, de las cuales se pueden poner como ejemplos destacados la de los antiguos griegos,  los romanos,  los aztecas, los antiguos egipcios y otros, el sacerdocio se especializa y cada divinidad tiene sus propios sacerdotes. Asimismo en la cultura grecorromana se podían encontrar sacerdotes dedicados al culto de Zeus y en las civilizaciones indoamericanas (como los Chibchas) los sacerdotes del culto solar. La casta sacerdotal que se dedicaba al culto de un dios en particular, se encargaba del templo, de los sacrificios y de la administración de las ofrendas (sin cuya existencia se producía la decadencia y desaparición de la casta) dedicadas al mismo. Se puede comentar el culto romano a la diosa Vesta, que se encomendaba a sacerdotisas muy apreciadas por el pueblo romano, las vestales, que gozaban de numerosos privilegios.

En épocas pasadas, más o menos de manera simultánea, ocurrió algo similar en Palestina, la India,  China, Grecia y muy posiblemente también en Persia.  En cada uno de estos casos, la religión establecida se había vuelto en extremo ritualista y exhibicionista.  En particular, en todas partes habían surgido sacerdotes que se habían adjudicado una posición de altísimos privilegios, con lo cual, Vivían de manera totalmente opuesta a lo que predicaban.

Aquella casta privilegiada, controlaba el acceso a Dios o a los dioses (según los casos), y se beneficiaba de su elevado estatus que, sobre todo, ponían al servicio de los poderosos de turno.

Pero en todas estas culturas, surgieron profetas molestos que, al pregonar la salvación del Alma desde otro prisma distinto, dejaban al descubierto las mentiras interesadas de estos sacerdotes y falsas religiones.

Surgieron profetas (en Israel) u hombres sabios (Buda y los autores de los Upanishads en la India, Confusio en China,  etc.)  que denunciaron al clero y recomendaron la introspección, a sostener que la ruta hacia la auténtica santidad implicaba algún tipo de abnegación y de estudio íntimo.  Platón sentó las bases de la supremacía de la mente sobre la materia.

Todos estos hombres mostraron el camino a través del ejemplo personal, y su mensaje es muy similar al que más tarde predicaron Jesús y,  más tarde, San Agustín y algún otro. De éstos auténticos hombres buenos  que incluso sacrificaron sus vidas para dedicar todo su esfuerzo al bien de los demás, se han aprovechado, desde tiempos inmemoriales, la legión de espabilados que amparados y enmascarados en las distintas religiones han utilizado toda esa bondad para el propio lucro, engañando a los fieles de buena fe de manera inmisericorde y en ausencia total de conciencia, moral y ética.

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Otro rumor del saber del mundo…¡Música!

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (0)

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Aproximadamente entre  1.580 y 1.589, algunos caballeros empezaron a reunirse de forma regular en casa del conde Giovanni dei Bardi en Florencia.  Este grupo, conocido como la camerana estaba compuesto por el célebre flautista Vincenzo Galilei (padre del astrónomo Galileo Galilei), Jacobo Peri y Giulio Caccini, también músicos, a los que se sumaba el Poeta Octavio Rinuccini.

Durante el curso de sus conversaciones, principalmente dedicadas al teatro clásico, surgió la idea de que las obras clásicas podían notarse “de forma declamatoria”. Fue así como más adelante nacería la opera.  En términos muy amplios, podemos afirmar que en el largo siglo que va de 1.470 a 1.590 aparecen  los principales elementos de la música moderna en un proceso análogo al que se observa en la pintura.

Los desarrollos en este campo pueden dividirse en tres grupos:

En primer lugar, se dieron una serie de avances técnicos, tanto para instrumentos como para voces, que permitieron la evolución de los tipos de sonido que escuchamos hoy.

En segundo lugar, se desarrollaron diversos géneros musicales, lo que condujo a la forma de la música tal y como la conocemos en la actualidad.

Y, en tercer lugar, tenemos el surgimiento de los primeros compositores de música moderan, los primeros músicos famosos cuyos nombres aún recordamos.

Entre los avances técnicos, podemos señalar para empezar el principio de “imitación”, una innovación de la escuela de música flamenca, cuyos principales representantes fuera Jean Ockeghem (c. 1430-1.495) y Jacob Obrecht (c. 1430-1505). Sin embargo, durante el siglo XV y buena parte del XVI, la música flamenca fue ganando prestigio no sólo en Europa septentrional sino también en Italia.

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¡Lo que era Bagdad! ¿En qué la hemos convertido?

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (2)

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                                                                              ¿Qué hemos hecho? ¿Nunca dejaremos de ser unos bárbaros?

Aunque Bagdad significa “Regalo de Dios”, la ciudad también era conocida como la “Ciudad Redonda” debido a su forma circular.  La nueva metrópolis fue construida en cuatro años, labor para la cual, se dice Al-Mansur empleó a unos cien mil trabajadores, artesanos y arquitectos.  El gobernante eligió esta ubicación en parte porque era fácil de defender, y en parte porque el Tigres le daba acceso a lugares tan alejados como China y, río arriba, Armenia.  Las ruinas de Ctesifonte se convirtieron en la carretera principal para la nueva ciudad.

                     Eruditos, científicos y artistas acudían a la ciudad en masa, allí estaba la casa de la Sabiduría que todos querina visitar.

Los grandes califas de Bagdad fueron el mismo al-Mansur, el segundo califa abasí, Al-Mahdi, el tercero, y Harun al-Rashid (786-809) y su hijo al-Ma’mun. (Aunque para entonces la ciudad de Bagdad había sido construida hacía relativamente poco tiempo, ya había pasado de casi no existir a ser el centro y un centro mundial de enorme riqueza e importancia internacional, único rival verdadero de Bizancio).

El palacio real ocupaba un tercio de la ciudad redonda y el lujo de su interior era legendario.  La esposa y prima del califa “no toleraba en su mesa recipientes que no estuvieran hechos de oro o plata”, y se cuenta que en una ocasión, para recibir a unos dignatarios extranjeros hicieron un desfile con elefantes blancos lujosamente engalanados.

Las crónicas de aquellos tiempos que han podido ser salvadas, dicen que en el salón del Árbol se construyeron pájaros de plata de tal forma que “gorgojearan automáticamente”.  Los puertos  de la ciudad siempre estaban llenos de naves procedentes de China, África y de la India.

Gente de todo el mundo conocido acudía en tropel a Bagdad, su ubicación hacía que fuera fácil de alcanzar desde la India, Siria y, lo que era aún más importante, Grecia y el mundo helénico.   En particular, estaba muy cerca de un centro de estudios admirable que para entonces ya existía al suroeste de Persia, en Gondeshapur.

A comienzos de siglo IX, el mundo islámico tuvo la fortuna de contar con un califa de mente abierta, al-Ma’mun, que acogió la idea de reconciliar el Corán con los criterios de la razón humana.  Se dice que al Ma’mun tuvo un sueño (acaso el sueño más importante y afortunado de la historia) en el que se le aparecía Aristóteles, y debido a ello envió a sus emisarios a lugares alejados como Constantinopla en búsqueda de tantos manuscritos griegos como pudieran encontrar y fundó en Bagdad un centro dedicado a la traducción.

En algún momento de año 771 un viajero indio llegó a Bagdad llevando consigo un tratado de astronomía, un Siddhanta,  que al-Man’sur insistió en hacer traducir.  Este tratado se conocería en la ciudad como el Sindhind.  El mismo viajero traía también un tratado matemático, que introdujo un nuevo conjunto de numerales, el 1,2,3,4, etc., que es el que todavía utilizamos (antes de ello los números debían ser escritos siempre como palabras o usando letras del alfabeto).  Estos números se denominarían luego numerales arábigos, aunque en la actualidad (al menos entre los matemáticos) se prefiere denominarlos numerales indios.  La misma obra introdujo el 0, que quizá fue originalmente concebido en China.  La palabra árabe para designar el 0, zep-hirum, es el origen de nuestras palabras “cifras” y “cero”.

El encargado de traducir ambas obras al árabe fue Muhammad ibn-Ibrahim al-Fazari, en cuyo trabajo se bazó en buena medida el famoso astrónomo musulman al-khwazizmi.

Los árabes no se interesaron especialmente por la poesía, el teatro y las historias griegas.  Tenían sus propias tradiciones literarias y sentían que éstas eran más que suficientes.  No obstante, la situación era muy diferente en el caso de la medicina de Galeno, las matemáticas de Euclides y Ptolomeo, y la filosofía de Platón y Aristóteles.

El principal, o por lo menos el primer pensador musulman que concibió un cuadro general de las ciencias fue al-Farabi (sobre 950), cuyo catálogo Ihsa al-ulum, conocido en latín como De Scentiis, organizó las diferente disciplinas y saberes de la siguiente forma:

  • ciencias lingüísticas.
  • lógica.
  • matemáticas (incluía la música).
  • astronomía y la óptica.
  • física.
  • Metafísica,
  • política.
  • jurisprudencia, y
  • teología.

Posteriormente, Ibn Sina dividiría las ciencias racionales en especulativas (que buscan la verdad) y prácticas (que buscan el bienestar).

En las principales ciudades islámicas se crearon bibliotecas y centros de estudio, basado en su mayoría en el modelo griego que los árabes habían descubierto tras conquistar Alejandría y Antioquia.   La más famosa de estas instituciones fue la Casa de la Sabiduría (Batí al-Hikma) fundada por al-Ma’mun en el año 833.  Fueron innumerables las traducciones que allí se realizaron como la Física de los Griegos y los siete libros de anatomía de Galeno, o las obras de Platón, Hipócrates y otros como Euclides, Arquímedes, Ptolomeo (entre ellas el Almagesto) y Apolunio.  Gracias a estos trabajos conocemos hoy un mayor número de obras griegas, ya que, desgraciadamente, con la barbaridad cometida al incendiar la biblioteca de Alejandría, perdimos un enorme tesoro de la Humanidad.

Por aquellos tiempos, ya gente como Ibn Qurra e Ibn Ishaq, midieron y calcularon para concluir que la Tierra era redonda.

Hoy, aconsejado por la ambición de los pueblos poderosos, hemos convertido Bagdad en un montón de ruínas y, gran parte de sus riquezas han sido destruídas por la guerra que sólo ha dejado muerte y desolación y, parte de aquellas riquezas, han sido irreparablemente perdidas para siempre.

¿Cambiará el ser humano alguna vez?

emilio silvera

Cuando nació la Ciencia y la Filosofía (entre otras cosas)

Autor por Emilio Silvera    ~    Archivo Clasificado en Rumores del Saber    ~    Comentarios Comments (30)

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Todo, con el paso del tiempo, se desvirtúa. En el origen las cosas surgen tal como fueron pensadas y llevan la pureza de ese primer pensamiento, sin contaminación, sin intereses que las pueda vulnerar (eso llega con el paso del tiempo que, a su alrededor, crea intereses bastardos).

Hoy hablamos y se nos llena la boca de “democracia”, y, sin embargo, sería imposible entender plenamente la Democracia sin tener en cuenta aquella de Atenas, es decir, teniendo un conocimiento de lo que era la polis, y sin tener en cuenta lo que eran los estados griegos de acuerdo con nuestros estándares.

Tanto Platón como Aristóteles creían que las polis perfectas debían tener alrededor de cinco mil ciudadanos y, de hecho, muy pocas ciudades superaban en la época los veinte mil.

“Ciudadanos” significaba en aquel contexto hombres libres (concepto que hoy, está muy alejado de la realidad). Clístenes introdujo la Democracia en Atenas en el año 570 a. C., y para la época de Pericles (c. 495-429) –la que se consideraba la edad de oro ateniense- el poder de la Asamblea era supremo, y por buenos motivos.

Pericles fue uno de los mejores generales griegos, excelente orador y un líder excepcional. Se interesó de forma especial por las cuestiones filosóficas, artísticas y científicas (algo inusual en un militar, aunque característico del ideal ateniense). Fue amigo entre otros, de Protágoras, Anaxágoras y Fidias, mientras que Sócrates tuvo una estrecha relación tanto con Alcibíades, el pupilo de Pericles, como con Aspasia, su esposa morganática. Pericles reconstruyó el Partenón, lo que proporcionó mucho empleo e hizo que fuera posible el impulso inicial a la edad dorada de Atenas.

Pero, si la política, la democracia, es la idea griega más famosa que ha llegado hasta nosotros, la sigue de cerca la Ciencia (Scientia significaba originalmente conocimiento). Por lo general, se cree que este ámbito de la actividad humana, sin duda mucho más provechoso, nació en Jonia, que entonces abarcaba la franja occidental occidental de Asia Menor (la moderna Turquía) y las islas ubicadas frente a ella.

Según Erwin Schrödinger, hay tres razones principales para que la ciencia haya empezado allí. En primer lugar, la región no pertenecía a ningún estado poderoso, que normalmente se muestran hostiles hacia el pensamiento libre. En segundo lugar, Jonia era un pueblo de marineros, ubicado entre Oriente y Occidente, y con sólidos vínculos comerciales.

El intercambio mercantil ha sido siempre el principal motor del intercambio de ideas, que con frecuencia surgen de la necesidad de resolver problemas prácticos (tal es el caso, por ejemplo, de la navegación, los medios de transporte, el suministro de agua, las técnicas artesanales). En tercer lugar, la región no estaba “infestada de sacerdotes”; no había como en Babilonia o Egipto, una casta sacerdotal hereditaria y privilegiada con interese3s personales en el mantenimiento del Statu quo.

Al comparar los orígenes de la antigua Grecia y la antigua China, el estudioso Geoffrey Lloyd y Nathan Sivin sostienen que los filósofos y científicos griegos gozaron de menos patrocinio que sus contemporáneos chinos, a quienes el emperador empleaba y que a menudo tenían que encargarse de visitar el calendario, el cual era un asunto de estado. Esto tuvo como consecuencia que los científicos chinos fueran mucho más circunspectos en sus opiniones y menos dados a adoptar nuevos conceptos que sus colegas griegos: tenían mucho más que perder, y rara vez discutían como lo hacían éstos. En lugar de ello, los pensadores chinos invariablemente incorporaban las nuevas ideas en teorías existentes, con lo que producían una “cascada” de significados; de esta forma las nociones nuevas nunca tenían que enfrentarse abiertamente a las antiguas. En Grecia, por el contrario, lo que había era una competencia de “sabiduría”, bastante similar a la que encontramos en las pruebas deportivas. Encontramos muchísimas más afirmaciones en primera persona del singular en la ciencia griega que en la china, mucho más egotismo, los científicos griegos se referían con más frecuencia a sus errores e incertidumbres y se criticaban más a menudo, llegando incluso a ridiculizar a los científicos y ello también les resultó útil, ya que, nadie está en posesión de la verdad absoluta.

Lo que los jonios comprendieron era que el mundo era algo que podía ser conocido, si uno se tomaba la molestia de observarlo en la forma adecuada. La Naturaleza nos habla, y, todo consiste en tener la predisposición de oír lo que nos quiere decir. Tales de Mileto, supo deducir y llegó a la conclusión de que, el mundo, no era el patio de recreo de unos dioses que actuaban de forma arbitraria, según se sintieran en ese momento, animados por las pasiones suscitadas por el amor, la ira o el deseo de venganza, así que, dejando de lado la mitología y utilizando la lógica, hizo que se mirara el mundo de otra manera. Tales de Mileto fue, el primer científico verdadero.

Aquella forma de “mirar el mundo” dejando a un lado a los dioses, dejó asombrados a los jonios: se trataba, como subrayó Schrödinger, de algo completamente nuevo. Los babilonios y los egipcios sabían mucho sobre las órbitas de los cuerpos celestes, pero lo consideraban un secreto religioso. La religión, desde tiempos inmemoriales, por un motivo o por otro, siempre retrasó, el avance de la Ciencia. Estamos hablando de lo que ocurrió en la costa jónica allá por el siglo VI a.C. No obstante, “ciencia” es una palabra moderna que sólo empezó a ser empleada con el significado que le damos actualmente a principios del siglo XIX: los antiguos griegos no la entendían de la misma manera. Para ellos no había límites entre la ciencia y los demás campos del conocimiento, de hecho fueron quienes formularon las preguntas que dieron origen tanto a la ciencia como a la filosofía.

Tales no fue el primer personaje de la antigüedad que especuló sobre el origen y la naturaleza del universo, pero fue el primero que expresó sus ideas en términos lógicos y no en términos mitológicos. Él fue el primero que habló sobre la importancia del agua para la vida. Como fue mercader, había viajado a Egipto y había aprendido suficientes matemáticas y astronomía babilónica para poder predecir un eclipse total de Sol en el año 585 a.C., eclipse que ocurrió a su debido momento el día correspondiente a nuestro 29 de mayo. (Dos siglos más tarde, Aritóteles consideraría que este acontecimiento marcaba el inicio de la filosofía griega.)

Sin embargo, Tales es recordado más a menudo por una pregunta que formuló: “¿de qué está hecho el mundo?” La respuesta que ofreció –de agua- era incorrecta, pero el hecho mismo de plantear una cuestión tan fundamental para la ciencia y la filosofía era toda una innovación.

Está claro que, para Tales, el Universo no era sólo racional, y por tanto cognoscible, sino también simple. Y, en este punto, caigo en la cuenta de que, el 90% del Universo está hecho de la materia más simple, el Hidrógeno que, también es agua.

Los pensamientos de Tales, de alguna manera, hizo que el mundo, la Naturaleza y el Universo mismo, se mirara de otra manera. Otro jonio, Anaximandro, le sucedió y nos dejó el mensaje de que, “la realidad física última del Universo no podía ser una sustancia tangible”. En este punto, caigo en la cuenta de lo que los científicos postulan ahora sobre ese “algo” que permea todo el Universo, es decir, lo mismo que nos dijo hace 2.500 años, Anaximandro.

El tercer jonio que entró en escena fue Anaxímenes. Él avanzó un paso más hacia adelante y dijo: “el aer es la sustancia primera, que cambia de formas incesantemente, y, a partir de una especie de vapor –cuya densidad variaba- se podía convertir mediante procesos misteriosos, en cosas interesantes. “Cuando es más uniforme”, afirmaba, “resulta invisible para el ojo…Los vientosm soplan cuando el aer es denso y se mueve bajo presión.

Lo que decía éste sabio es más largo y profundo cada vez pero, sólo quiero apuntar aquí que, leyendo sus pensamientos, uno cree estar oyendo una conferencia de Física y Astronomía en éste mismo siglo, ya que, las cuestiones que apuntaban, aunque de manera más ruda y simples, nos hablan de las transformaciones de la materia e incluso, ¿por qué no? De la materia oscura y de la Gravedad de Newton y Einstein.

Después llegaría Pitágoras con sus números y Demócrito con su a-tomo, o, átomo, Empédocles con sus famosos cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua) a partir de los cuales, mezclados en la debida proporción, se formaba todo lo que en el Universo podía existir, y, a su manera…no iba desencaminado.

Claro que, la premonición de Demócrito es digna de admiración y del asombro, toda vez que en 440 a.C. Leucipo de Mileto y en 410 a.C. Demócrito de Abdera (dos atomistas), sostenían que el mundo estaba compuesto por “una infinidad” de diminutos átomos que se movían de forma aleatoria en un “vacío infinito”. Estos átomos, corpúsculos sólidos muy pequeños para ser vistos, tenían toda clase de formas y sus “movimientos, colisiones y configuraciones transitorias” eran la causa de la enorme variedad de sustancias y de fenómenos que conocemos.

¡Asombroso!

En fin, amigos, quiero terminar este repaso y recuerdo de lo que allí pasó y de los personajes que protagonizaron los hechos para resumir que, el nacimiento de la reflexión en Jonia (lo que algunos estudiosos modernos denominan el positivismo jónico o la ilustración jónica) ocurrió de forma dual: ciencia y filosofía.

Podemos considerar a Tales, Anaximandro y Anaxímedes como los primeros filósofos así como los primeros científicos. A partir de todo aquello surgió el nombre de “filósofos naturales” o, científicos de la Naturaleza.

Estas ideas están escritas por Peter Watson en su Historia Intelectual de la Humanidad, y, de vez en cuando, me tomé el atrevimiento de alargar alguna frase o de intercalar alguna idea.

Recordando a un Genio

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Srinivasa Ramanujan nació en 1.887 en Erode, India, cerca de Madrás.  Su familia de clase media alta, brahmin, la más alta de las castas hindúes, fueron destituidos y venidos a menos. Su padre trabajaba de oficinista de un comerciante de tejidos.

Con diez años, lo mismo que pasó antes con Riemann, ya destacaba y sorprendía a todos con sus enormes poderes de cálculos. Siendo niño rederivó la identidad de Euler entre funciones trigonométricas y exponenciales.

En la vida de cada científico joven hay un punto de partida, un hecho que, sin ellos saberlo, les marca el destino. Para Einstein fue la fascinación que le causó la brújula que le regaló su tío cuando estaba enfermo siendo un niño, no podía apartar la mirada de la aguja que siempre indicaba hacia el mismo sitio, y se preguntó una y mil veces por la fuerza invisible que la obligaba a dirigirse hacia esa dirección. Para Riemann, fue la lectura del libro de matemáticas de Legendre. Para Ramanujan, fue cuando se sumergió en un oscuro y olvidado libro de matemáticas escrito por George Carr. Este libro ha quedado inmortalizado desde entonces por el hecho de que señaló la única exposición conocida de Ramanujan a las modernas matemáticas occidentales. Según su hermana: “Fue este libro el que despertó su genio. Él se propuso establecer por sí mismo las fórmulas dadas allí. Como no tenía la ayuda de otros libros, cada solución era un trabajo de investigación por lo que a él concernía… Ramanujan solía decir que la diosa Namakkal le inspiraba las fórmulas en sueños“.

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