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La vida en otros mundos
¿Quién no ha soñado alguna vez con seres de otros mundos?
¿Quién no se preguntó en alguna ocasión cómo serían los extrarrestres?
¿Existe alguna posibilidad de que alguna vez podamos ver uno?
Y sobre todo, ¿hay vida en otros mundos?
Según todos los indicios y datos que hemos podido obtener, en los mundos hermanos del
Sistema Solar y en sus lunas, no parece que pueda haber vida como la nuestra; no reúnen las condiciones requeridas para ello.
Eso no impide que pueda haber otras formas de vida en forma de bacterias u otras similares.
Las atmósferas de los planetas vecinos y las temperaturas que en ellos reinan, no son
precisamente las más idóneas para que la vida germine en ellos. Sin embargo, en algún que otro satélite, como es el caso de la
luna de Júpiter, Europa, que constituye un mundo completamente helado aunque debajo de la superficie (así se cree) podría existir
un océano de agua no tan fría y calentada gracias a la influencia de las mareas de Júpiter, ¿quién podría asegurar que allí, en
presencia de agua líquida, no podría haber alguna forma de vida?
Titán, con una atmósfera de metano y nitrógeno y en cuya superficie podría haber
nitrógeno líquido y compuestos orgánicos sólidos. Lo que también se puede decir de Tritón, el satélite de Neptuno. Así que, son
tres satélites que podrían (es concebible) tener alguna forma de vida.
Sin embargo, hasta el momento, son sólo conjeturas. El único objeto del Sistema Solar
que está a una distancia idónea del Sol, que tiene los elementos y condiciones precisas para la formación de la vida (temperatura,
atmósfera, etc), es el planeta Tierra.
El número total de estrellas en el universo conocido se calcula que es, como mínimo,
de 1.000 millones de millones (1.000.000.000.000.000.000.000). Nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, contiene más de cien mil
millones de estrellas. Si todas las estrellas se han desarrollado bajo los mismos parámetros que la nuestra (el Sol), es lógico
pensar que casi todas ellas tendrán su propio sistema planetario.
Sin embargo, lo que no es tan probable, es que todas tengan un planeta con la
composición, la atmósfera, la distancia idónea a su estrella y abundante agua y los productos químicos necesarios para la
creación y surgimiento de la vida.
Son muchos los planetas descubiertos fuera de nuestro sistema solar, todos ellos muy
grandes, incluso varias veces el volumen y la masa de Júpiter (no aptos para la vida inteligente tal como la conocemos).
Hay que esperar a que estén en funcionamiento las nuevas generaciones de telescopios,
con técnicas superiores al Hubble, que nos podrán buscar nuevos planetas fuera del Sistema Solar y que a muchos años-luz de
nosotros, podrían albergar vida inteligente.
El descubrimiento de planetas enormes situados en sistemas solares muy lejanos son una
esperanza, ya que donde existen esa clase de planetas, es lógico pensar que existan otros más pequeños que, como la Tierra,
puedan tener condiciones distintas y que permitan alguna clase de vida.
La imagen de Galileo mirando por su telecopio a las estrellas lejanas es sólo un
símbolo del pasado. Ahora, los modernos astrónomos cuentan con sofisticados telescopios de última generación que dirigen por
ordenador cómodamente las operaciones de investigación de las estrellas. Los datos son estudiados y normalizados por enormes y
potentes computadoras que, en la pantalla de ordenador, les enseña lo que han detectado. Así es la astronomía moderna.
Hay estudios que favorecen la creencia de que los sistemas solares son tan comunes
como las estrellas. Pero, aún suponiendo que la mayoría e incluso todas las estrellas posean sistemas planetarios, y que muchos
de esos planetas sean similares a la Tierra en tamaño, debemos saber qué criterios han de satisfacer o qué requisitos deben tener
o cumplir para que sean habitables.
Se cree que una estrella debe tener cierto tamaño para poder poseer un planeta
habitable. Cuanto más grande es la estrella tanto menor es su tiempo de vida, y si excede de ciertas dimensiones, no vivirá lo
suficiente como para permitir que un planeta recorra las prolongadas etapas de su evolución química, antes de que se puedan
formar y desarrollar en él formas de vida complejas.
Si la estrella es demasiado pequeña no puede calentar suficientemente a un planeta si
este no está muy próximo a ella, y en tal caso, sufriría periódicos efectos perjudiciales. Se estima que sólo las estrellas de
las clases espectrales F2 a Kl son adecuadas para el mantenimiento de planetas con nivel de habitabilidad suficiente para seres
humanos: planetas que puedan ser colonizados (si algún día conseguimos el viaje -la forma- de desplazarnos entre las estrellas).
Si pensamos que en nuestra galaxia existen 100.000 millones de estrellas, y que tal
ingente número de soles es la media de las galaxias, podemos suponer, aplicando la lógica, que estrellas del tipo idóneo para
tener planetas como la Tierra o similares deben ser miles de millones. Lo que nos lleva a la conclusión de que, planetas como el
nuestro también podrían ser unos cuantos.
Es probable que estos planetas portadores de la vida puedan estar distribuidos por el
universo de manera uniforme; la dificultad es que el universo es demasiado grande. Si cada 100.000 años-luz cúbicos existiera un
planeta como la Tierra, serían muchísimos los planetas con vida, lo que nos llevaría a tener que explorar a una distancia mínima
de unos 30 años-luz para encontrar uno de esos planetas hermanos del nuestro.
Algún especialista, no recuerdo ahora mismo su nombre, expuso la idea de que 14 estrellas
distantes de nosotros a lo sumo 22 años-luz, pueden poseer planetas habitables y sopesa las probabilidades de que esto pueda ser así
en cada caso. Llega a la conclusión de que la mayor probabilidad de planetas habitables se da precisamente en las estrellas más
cercanas a nosotros, las dos estrellas similares al Sol del Sistema Alfa Centauro A y B. Según estimaba este señor, estas dos
estrellas compañeras tienen, consideradas en conjunto, una posibilidad entre diez de poseer planetas habitables, la probabilidad
total para el conjunto de 14 estrellas vecinas es de 2 entre 5.
Si todas las leyes del universo son las mismas que rigen aquí en la Tierra y en el
Sistema Solar y en nuestra galaxia, entonces creo que para opinar sobre la posibilidad de vida extraterrestre, hay que conocer
los trabajos de H. C. Urey, Stanley Lloyd Miller y otros estudiosos del origen de la vida en la Tierra, y aplicando sus estudios
a planetas lejanos, tendremos la respuesta adecuada.
Otra cuestión será el coincidir, tanto en el espacio como en el tiempo, con otras
civilizaciones inteligentes; no será fácil. Podría darse el caso de civilizaciones que existieron y desaparecieron antes de que
apareciéramos nosotros, o que existan en este mismo momento y que estén tan atrasadas que no podamos detectar sus señales
electromagnéticas inexistentes, o que estén tan adelantados que no quieran saber nada de nosotros y estén esperando el momento
idóneo de nuestra evolución para contactar, ¿quien podría saber la verdad?
Pensemos por un momento que existen planetas idóneos para la vida a 500 años-luz de la
Tierra, y en ese tiempo, recorreríamos 4.730.400.000.000.000 Km si tuviéramos naves espaciales cuya velocidad igualara a la
velocidad de la Luz. Pero como nuestros vehículos espaciales sólo alcanzan 50 o 60 mil Km/h, ¿qué materiales tendría que tener
la nave viajera para que no se destruyera por el camino?, ¿quién podría soportar tal viaje?, ¿cuántas generaciones pasarían
antes de llegar?, ¿qué seres llegarían después de las mutaciones sufridas en la ingravidez durante tanto tiempo?
Una sola cuestión es segura: la vida existe fuera de nuestro Sistema Solar, lo
contrario sería un milagro. No podemos ser tan ególatras y pensar que estamos solos, es mucho espacio para tan pocos.
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